samedi 11 mars 2023

La Carta Esférica de Arturo Pérez-Reverte

 


Mis queridos amigos y amigas, heme aquí otra vez al teclado de mi ordenata para contaros, una vez más, el último libro que me ha tenido despierto varias noches hasta que no lo he finiquitado, terminado, machacado, reconsiderado y finalmente restituido a su origen (mi lector electrónico, que me he enviciado  a leer en tal chisme, en contra de mis primitivas manías a tal bicho, pero en fin, a la fuerza ahorcan, porque mis estanterías están al borde de explotar, reventar, autoderruirse con tanto libro. Y yo no tengo chimenea para quemarlos como mi respetado Vázquez Montalbán).

Pero, en fin, que me enrollo más que las persianas, así que ¡sus y a ello, Sorokincillo, habla de tu última lectura y déjate de chanfainas y garambainas!. El libro es "la Carta Esférica" de Pérez-Reverte. La verdad es que Don Arturo, con independencia de si pone tildes o no, siempre entretiene. Por lo menos, a servidor de todos ustedes (vosotros). El libro no deja indiferente, pero incluso te hace pensar (válgame San Jenaro, porque como vociferaban en las calles a la vuelta de Fernando VII ¡Lejos de nosotros la funesta manía de pensar!)

El tema es apasionante, todo empieza cuando se imprimieron las primeras cartas esféricas, trasladando la proyección de Mercator  al papel. Allá por el Siglo XVII o XVIII.  En una subasta en Barcelona, se vende una carta marina de un tal Urrutia, y todo el lío empieza ahí. El Mapa sería algo así:



Una maciza mozuela y un peripuesto caballero se pelean por el Atlas Marítimo, que al fin se lleva la nena. Nuestro protagonista, Coy, un marino sin barco por estar suspendido, se prenda de la moza, y la sigue hasta Madrid, donde ella trabaja.

El tema fundamental del libro es el naufragio de un velero bergantín en 1767 y su supuesta localización en el mapa.


El  bergantín,  "Dei Gloria" pertenecía a los Jesuítas y todo aparece liado con la expulsión de los jesuitas de España. Supuestamente, aunque eso se descubrirá más tarde, el velero transportaba unas esmeraldas que la Compañía de Jesús iba a utilizar en su lucha por no ser expulsados de España.

El "Dei Gloria" había salido de La Habana con rumbo a Valencia y había sufrido una tempestad cuando, a su paso por Gibraltar, salió en su persecución un jabeque corsario con la siniestra intención de asaltarlo y llevarse todo lo que llevaban dentro. No queda claro en el libro si los corsarios sabían que llevaba esmeraldas o fue un mero toque de casualidad.  El hecho es que, al final, entablaron fiero combate y se fueron los dos al garete. El asunto del libro de don Arturo es saber, dónde están los dos pecios. Solo se sabe la zona, que hela aquí:



El hecho es que hay un sinfín de aventuras entre Coy, el marino, la nena que se da en llamar Tánger Soto, el peripuesto caballero que responde al nombre de NIno Palermo y Kiskoro, un gurriatillo argentino, pistolero al servicio de Nino.

El libro, por una parte, además de las aventuras, trata con bastante detenimiento los sucesos que llevaron a la expulsión de los Jesuítas, el papel que jugó el Motín de Esquilache, el Conde de Aranda, ministro de Carlos III, y el superior de la Compañía (tiéntense la ropa, amigotes) que se llamaba Isidro López (glorioso nombre, pardiez).

Pérez Reverte demuestra una vez más que controla los resortes de una narración. Pero, aparte de eso, exhibe unos conocimientos marineros, que sin duda tienen que ver con su origen cartagenero. Aparte, está lleno de referencias a relatos marinos, como Moby Dick o las novelas de Conrad. 


En Cádiz, empieza la aventura, donde Coy le mete una buena somanta de palos al argentino, en una calle a la orilla de la Catedral. Como esta (¿con o sin tilde, Don Arturo?)



La aventura sigue en Gibraltar, 


Donde en la calle principal tiene su oficina la compañía de Nino Palermo, absolutamente dedicados a buscar tesoros sumergidos



Nueva somanta de palos a tres o cuatro, y al final, Coy, Tánger y un amigote se hacen a la mar, seguros de donde está el pecio del Dei Gloria



Sin duda, cerquita de Las Negras, en Almería. Pero ¡ay! el barco no aparece. Y ahí viene el toque de genio del libro. Ellos habían estado buscando en las coordenadas que indicaba el plano, pensando en el Meridiano cero de Cádiz (Hasta bien entrado el siglo XIX cada uno utilizaba el Meridiano que le convenía, no el de Greenwich). En estas, un carttógrafo de Cartagena les sugiere que utilicen el Meridiano  de Salamanca, que era el que utilizaban los jesuitas. y, se ponen a ello, y ¡tate! el barco aparece:






No os cuento más, os leéis el libro para saber cómo acaba.

Entretanto, otra cosita más, me voy a cenar y os dejo en paz. He visto que en su día se hizo una película basada en el libro. He visto el reparto (me niego aver el film) y no estoy en nada de acuerdo con los intérpretes que eligió quien fuera.Yo he hecho mi propìo reparto imaginario, que es eso, imaginario, porque alguno de mis intérpretes está ya criando malvas. Pero desde luego, Tánger Soto sólo (con tilde) puede ser Eva Green, con ese toque de belleza y maldad que tiene Eva:




Para coy, tenía varias opciones, pero me quedo con Javier Bardem




Para Nino Palermo, José juis deVillalonga



Y para el argentino, Kiskoro, Peter Lorre. .

Los demás me dan igual



Os voy a dejar en paz y gloria. Pero si creiais que os ibais a librar de mí,.  ¡No!. Ahí os va un relato  verídico:


El nuevo vecino




(contiunará)

mardi 14 février 2023

Cocinando con Olga Tokarczuk: Una sopa de mostaza

 


Pues sí, mis queridos amigos, enemigos, lectores, no lectores, gurriatos y otra gente de bien (o de mal, ¿quién soy yo para juzgar?). He decidido obsequiaros con una receta, a la par de con una apasionante lectura. Os voy a hablar, con el debido respeto, faltaría más, de una receta que publica Olga Tokarczuk, premio Nobel de literatura en 2018, en su libro "Sobre los Huesos de los Muertos". Tranquilos, no se trata de comer huesos ni muertos, ¡San Genaro me libre! 



Pero ¿quién se puede resistir a comer un manjar cocinado por un Premio Nobel.? Y mientras no instituyan el Nobel de Cocina, habrá que conformarse on un Nobel de Literatura:





Olga Tokarczuk es polaca, y como ya he dicho fue Premio Nobel en 2018. He descubierto el libro leyendo el blog de Buho Evanescente, y la verdad es que me ha impresionado un montón. 

La protagonista del libro es una ingeniero retirada que vive en la frontera entre Polonia y la República Checa:


La protagonista se llama Janina Duszeiko y, vive solitaria  en una casa cerca de Klodzko, al lado de los montes que el traductor castellano llama "Montes Mesa". Esta región, que desencadenó la segunda guerra mundial se llamaba "los Sudetes" y está compartida por Polonia, Alemania y Chequia. 

La Señora Duszeiko pasa el invierno cuidando de las casas vacías de algunas personas que habitan fuera del pueblo y tiene pocas amistades, claro que el pueblo no da para mucho. Es una gran amante de los animales y detesta los cazadores furtivos que andan por la zona.
Ama la Astrología, y piensa que sabiendo la fecha de nacimiento y conociendo la posición de los planetas en ese momento, se puede determinar cuándo va a morir una persona.

En el pueblo empiezan a aparecer extrañas muertes. y la novela pasa entre sucesos extraños, muertes violentas y esas cosas de toda la vida, ya sabéis.

Servidor de todos ustedes,  que no ha estado en Polonia, ha estado muchas veces en la República Checa hace años, por motivos de trabajo. Aunque mi trabajo era en Praga (ya os contaré algún día si sois buenos)
algunas veces recorrí las regiones de Bohemia y Moravia. En concreto, en una ocasión hice unas fotos en Çesky Krumlov, precioso pueblo, que si bien no es Polonia, a mí no me cabe duda que debe tener similitudes claras con el pueblo de la novela:



Calles rodeadas de montañas...


Un río, y por supuesto, el pesado de vuestro bloguero que no puede resistirse a poner una foto para demostrar que sí, que estuvo allí (aunque la foto sea de Ceske Budejovice y no de Cesky Krumlov)




En el libro, hacia las tres cuartas partes, ya casi en el final, Pani (Señora en Polaco) Duszeiko prepara una sopa de mostaza para sus tres o cuatro amigos. Como se ve, la receta es totalmente vegetariana, pero puedo asegurar y aseguro que es my sabrosa:

Lleva mantequilla, harina (yo he usado Maizena, porque es más fácil de manejar y se conserva mejor, pero, oigan, amigos, ustedes vosotros/vosotras, lo podéis hace con verdadera harina), leche, agua, tres clases de mostaza, sal y pimienta. Madame Duszeiko la sirve con unos curruscos de pan tostado.


Se derrite la mantequilla al fuego suave: 


Se añade la harina y se mezcla como si se fuera a hacer una bechamel:


Tras eso, nuestra protagonista añade mitad y mitad de agua y de leche y la lleva a ebullición:


A continuación añade las mostazas y revuelve como una maniaca, pero sin llegar esta vez a ebullición


Y ya está la sopa. Pani Duszeiko le añade unos curruscos de pan tostado. Y desde luego está muy bien, y no es poque la haya hecho servidor.



En cualquier caso, os aconsejo el libro. Sopas aparte, es verdaderamente interesante y con un final totalmente imprevisto

Besotes, me voy a cenar

dimanche 15 janvier 2023

Fin de año en Sevilla

 



¡Ay, Barrio de Santa Cruz!
¡Ay, Plaza de Doña Elvira!
hoy os vuelvo a recordar
y me parece mentira

Pues sí, mis queridos lectores, lectoras, amigos, amigas, parientes, parientas, gurriatillos y gurriatillas, vuestro bloguero favorito (atrevéos a decir que no, que no soy vuestro favorito y ahí vamos a tener una discusión) ha decidido pasar la entrada del nuevo año, nada menos que en Sevilla. Por supuesto, inspirado por la copla, un servidor y su compañía, se fueron a habitar nada menos que al Barrio de Santa Cruz y justo, al lado de la Plaza de Doña Elvira. La plaza, como se ve en la foto, tiene un encanto especial, aunque no sea  el colmo de la belleza urbana. 



Pues eso, que ahí descansaron (es un decir) nuestros huesecillos  durante cinco días. Y la verdad, hizo bastante frío y el Hotel, mejor no comentar.

Nuestra primera acción fue ir a visitar el Alcázar de Sevilla, que resulta que se ha puesto muy de moda entre los turistas internacionales (con o sin ojos oblicuos)  porque ha sido el escenario de algunos episodios de la Serie "Juego de Tronos". La verdad es que era necesario reservar la visita con antelación y  volverse masa durante un par de horas. 

La entrada no es muy impresionante:


El Alcázar fue la residencia de los reyes moros hasta que Fernando III de Castilla conquistó Sevilla allá por mil doscientos no sé cuantos (es que se me ha olvidado, yo era entonces muy pequeño) y la convirtió en su residencia. Sufrió varias destrucciones por terremotos y cosas así. Total, que Pedro I de Castilla la reconstruyó usando artesanos moriscos. Fue la residencia de Isabel de Portugal, la mejor esposa de Carlos V (según dicen, oigan) y todavía, la casa real española es la dueña de un piso dentro del edificio.

Nada más entrar, en la sala del Almirante, hay un cuadro de Alejo Fernández (ya sé, reconozco mi ignorancia supina, no sabía quién era el tal Alejo, pero es un pintor español del siglo XVI, ya veis lo que se aprende viajando): La Virgen de los Navegantes:


El patio es bonito, pero si conocéis la Alhambra de Granada, no tiene comparación:



Pero sin duda, lo mejor el Alcázar son los jardines:





Lo que si vais a Sevilla no podéis dejar de lado, es la visita a la Catedral:



Impresionante, es la iglesia gótica más grande de España y una de la más grandes de Europa. La genialidad de los cristianos cuando conquistaron Sevilla fue respetar la Giralda (os la he puesto en el encabezamiento) como torre, y construir la catedral al lado en sustitución de la mezquita árabe.

Hay demasiadas joyas en la Catedral como para contarlas en un blog de un gurriato como menda. A mí, me impactó la tumba de Cristóbal Colón. Sí, señoritos, Colón está enterrado en la Catedral de Sevilla. La tumba es de principios del siglo XX, cuando los restos del Almirante de la Mar Océana fueron trasladados de Cuba a España:




La colección de pinturas también es impresionante

Servidor, que adora a Quentin Metsys, no pudo refrenarse de hacer una foto a esta "Piedad". No está claro si es auténtica, si es una copia, si es de un discípulo, pero a mí me gustó y ya está. Es la ventaja de la crítica subjetiva:




Y bueno, voy a ir a las cosa importantes, qué rayos. ¿Dónde fui el día de fin de año? ¿qué comí? ¿qué maravillas gastronómicas acariciaron mis papilas?. Pues bien, fuimos a la Taberna del Alabardero, que al mismo tiempo es la sede de la Escuela de la Hostelería de Sevilla:


Si bien, la entrada no es muy impresionante, apenas traspasáis la puerta, aparece un restaurante magnífico





El menú de Nochevieja era este:



No os voy a poner fotos de todos los platillos, he hecho una composición. En la primera foto, el aperitivo que podéis leer en la carta. En la segunda, la lubina (para mi gusto un poco demasiado hecha, pero a mí es que me gusta el pescado casi crudo) y en la tercera el sorbete de fruto de la pasión



vamos que fue una cena magnífica, con todo y campanadas a las doce, amén de las doce uvas (me dejé una, no sé si eso me traerá consecuencias en 2023)

En fin, que fue un fin de año excelente. Aprovecho la foto de este gurriato de Albacete en la Plaza de España para desearos a todos Un feliz 2023



Besotes y abrazos sin medida

jeudi 8 décembre 2022

Cocinando con Marta Torres Molina. Pollo con aceitunas

 



Hola, mis queridos amigarrobas (supongo que esa es la forma pronunciable del amig@s que han puesto de moda una serie de pijos, no, Sorokin, eso no se dice) , o sea, amigotes de ambos sexos. Hallándome en la fría tarde de Bruselas un poco aburrido, como corresponde al autor del blog, (o sea, menda lerenda), un poco sin saber qué hacer. Estaba tratando de leer "Waiting for the Barbarians" de JM Coetzee (Esperando a los Bárbaros, que hay que decíroslo todo), libro en el que me está costando bastante entrar. Por un lado porque el inglés de Coetzee es muy suyo, y por otro porque ya el título me recuerda a "El desierto de los tártaros" de Dino Buzzati. Una guarnición en la frontera y al otro lado, enemigos. Pero vamos, que me lío. Lo que digo, me cuesta meterme en el libro. Y una vez llegado a un punto que encierran al protagonista en una celda y cuenta cómo oye las cucarachas correr y rascarle la cara al dormir... ahí lo he aparcado. No es que lo deje, pero lo voy a meter en el congelador un rato.




Total, queridos amigotes y amiguetes de ambos sexos, que mientras suena en el estéreo Bill Evans, he decidido que era el momento oportuno de intentar cocinar una de las recetas que cuenta Marta Torres Molina en su libro. Me he decidido tras seria reflexión, hacer un pollo con aceitunas. Por un lado, porque es facilito y uno es un zote, y por otro porque tenía los ingredientes necesarios: un muslo de pollo, aceitunas, aceite de oliva, vino, yogur griego y, claro, cebolla y ajo. He puesto todos los ingredientes en la mesa de mi cocina, como puede verse:



Y he preparado mi bella cocotte de la que ya os he hablado en alguna ocasión. Por supuesto, el libro de Marta, muy cerquita, a ver si no me equivoco. Para empezar, doré el muslo de pollo en la cocotte:




He sacado el muslo del pollo (a lo mejor era gallina, nadie sabe). He picado la cebolla y puesto el ajo pelado entero. Los he puesto a pochar en el aceite del muslo (¡cómo suena eso, "el aceite del muslo"! casi me entran pensamientos eróticos)



Una vez pochados, que estén trasparentes y sin arrebatarse, añado de nuevo el muslo y las aceitunas:



Luego, de acuerdo con la biblia martesa (de Marta), añado un vaso de vino blanco y dejo que se evapore el alcohol (ello me hace sentir mal ¡que se evapore el alcohol!, my God). Añado el caldo (que en mi caso, es lo que tenía, es del supermercado de al lado de casa)



Retiro el pollo y las aceitunas y añado el yogur griego (mataiotes mataiotéton kaí panta mataiotes, es que es lo que se me viene a la cabeza cuando oigo lo de "griego"). Remuevo hasta que toda la salsa esté bien mezclada. Vuelvo a añadir el pollo y las aceitunas. Y dejo que cueza el pobre animal.

El tiempo de cocción, para mí es un misterio, así es que lo saqué cuando el muslito estaba a punto de ser devorado. Y así quedó el plato:


Ya sé que no es tan bonito como el que saca Marta Torres en su libro, pero no desespero de que algún día me salga mejor.

Y ahora viene un tema importante. ¿Qué bebo con tan delicioso plato?. Y servidor de todos vosotros/ustedes, decidió probar el Beaujolais nouveau que acaba de salir a la venta:


Eso requiere una explicación, aunque seguro que ya todos los sabéis, que sois muy leídos y escribidos (como decía mi santa madre). El mes de Noviembre trae dos hechos fundamentales a ambos lados del Atlántico: Thanksgiving en USA y la salida del Beaujolais nouveau, en Francia. Lo  último es un magnífico montaje francés desde 1950. Es el vino de la cosecha del año y han conseguido que lo beba el mundo entero. Su calidad varía (lógico) de un año a otro, pero debo admitir que este año es muy bueno, afrutado, ligero, con un toque final de frambuesa y caramelo. Vamos, es tan bueno que ya no hay forma de encontrarlo.

Beaujolais es una región al norte de Lyon, centrada en Mâcon:


Para situaros, oh amigos, (y amigas, desde luego), os pongo el mapa:


Yo esa ruta la he hecho varios miles de veces. Primero, cuando vivía en Luxemburgo, era el camino normal para bajar al sur, segundo cuando vivían mis padres en Alicante, también es la ruta adecuada. Aunque, claro, no os vais a librar que os ponga una foto de este individuo que siempre sale en algún mensaje, en el Jura francés (a la derecha, arriba en el mapa)




El recuerdo de la excursión de la foto, es bueno, salvo que se cebaron los tábanos en mi cuerpo y me tuve que poner una antitetánica. Debo deciros, ¡oh amigos! que debo ser muy apetitoso para los tábanos, porque también se cebaron con servidor en el Conemara, en Irlanda. Pero esa es otra historia que ya os contaré algún día si sois buenos.

Grande besotes, no faltaría más