samedi 5 octobre 2024

Pájaros en la boca de Samanta Schweblin

 


Mis queridos y sufridos lectores. Me vais a perdonar que vuelva otra vez con una reseña o torpe comentario sobre el último libro que he leído. Es que no se me ocurre otra cosa que hacer. Podría ir a la playa, cosa que me repatea, o podría entonar simpáticas canciones para ir aniquilando el espeso aburrimiento, que en el fondo es lo natural entre los aburridos, como vuestro amado/detestado bloguero (táchese lo que no corresponda). Pero en fin, vamos a ello. Os decía que acabo de leer un libro que me ha dejado bastante perplejo.

Samanta Schweblin es una de las escritoras de última generación argentina. Nació en 1978 en Buenos Aires, y en estos momentos según cuentan las crónicas vive en Berlin (supongo que con ese nombre no tendrá problemas con el alemán, no como menda, que llevo peleando con él desde hace mas de cuarenta años, y todavía no sé muy bien donde poner los genitivos cuando son necesarios), pero en fin, ese no es el objeto de este simulacro de blog.



Samanta Schweblin



Como ya os he dicho, nació en Buenos Aires, donde abundan los hombres invisibles, como se ve en mi foto y se idolatra a Gardel, como en esta escultura del Café Tortoni.




Pero a lo que vas, Sorokin, a los cuentos de la Schweblin. Os quedaréis pasmados y ojipláticos, porque, la verdad, son sorprendentes. No responden a ningún esquema literario establecido, aunque algunos son más comprensibles que otros. No son cuentos de terror, como los de Mariana Enríquez, aunque algunos, rozan levemente la posibilidad del terror, como en "Matar a un perro"


O "la pesada maleta de Benavides", aunque algunos sean simplemente sorprendentes, como en "la mariposas", donde un grupo de padres que esperan a sus hijos al salir de la escuela, se ven rodeados de mariposas




Otro que obedecería a un esquema más clásico es "la medida de las cosas", donde un joven rico se encapricha con una juguetería y, acogido por los dueños, se dedica a reordenar los artículos, con gran éxito al principio y gran fracaso al final, hasta que aparece su madre y la da unos buenos cachetes


También más comprensible, aunque profundamente angustioso  es "hacia la alegre civilización". En una estación de ferrocarril de provincias, el jefe de estación no quiere vender boletos al protagonista, que debe permanecer junto con otros que están en su misma situación. Los viajeros que no han podido viajar se dedican a trabajar en el campo del jefe de estación, que no deja detenerse a ningún tren.




En otro cuento, más de "podríamos llamar terror" un grupo de niños se dedican a cavar un hoyo. Un día, el hoyo aparece como un montón de tierra y los niños, desaparecen, aunque se oyen ruidos subterráneos.




El otro cuento que más me ha sorprendido es "El Olingiris", donde varias historias se mezclan: El Olingiris es un pez , que se supone que deja embarazada a una profesora particular. La profesora, y ahí empieza el lío, da clase a una asistenta. El trabajo de la cual, no es para contarlo. Os lo leéis, que da una grima especial 


Y hast aquí llego hoy, mis queridos amigotes, que me tengo que ir a la piscina. Venga, besotes de vuestro Sorokin

10 commentaires:

  1. ¡Hola Sorokin! ¿porqué será que no me sorprende todo lo que cuentas de tus cuentos?? (valga la redundancia, jeje) Leí Distancia de rescate hace unos tres años y recuerdo que me gustó mucho, eso sí, decía en mi reseña que la novela era rara de narices, perturbadora y que estaba escrita de una forma peculiar. Los relatos no me llaman mucho, pero si te soy sincera estos seguro que los disfrutaría porque con algunos me has dejado con los ojos como platos
    Besos

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    1. Soy yo, no me di cuenta de que o estaba registrada, aunque seguro que lo habrías adivinado...

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    2. Hola Marian
      Tengo esperando ‘Distancia de rescate ‘ que espero que me deje tan patidifuso como el libro de los pájaros. La verdad es que me encanta que me patidifuseen. Ya sé que desconfías de los relatos y de las series, pero estoy seguro que algunos de este libro te gustarán.
      Besazos

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    3. ¡Hola de nuevo!
      no es que desconfíe, Sorokin, es solo que me dan pereza, no consigo que me apetezca, me pasa como con la poesía, por más que me gusta la prosa poética y sé admirar la belleza de la poesía, pues soy incapaz de calarme un libro de poesía. Y las sagas pues igual porque cuando empiezas una, pues se supone que habría que seguir con ella y saber que tengo dos o tres más pues me da mucha pereza y prefiero novelas sueltas (aunque de vez en cuando me meta en alguna que otra saga que me parece especial o me apetece mucho)
      Igual Distancia de rescate no te deja tan patidifuso como este libro pero es raro de narices, yo creo que te gustará. A mi también me gustan las cosas raras y que me patidifuseen, jeje
      Mas besos!!

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  2. A la autora la conocía también por Distancia de rescate, una novela rara, como bien la califica Marian, pero de las que te incitan a seguir leyendo y seguir leyendo. Me llaman la atención estos relatos, aunque el cuento de los pájaros me va a dejar mal cuerpo, me lo estoy viendo venir. Tomo nota.
    Besotes!!!

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    1. Hola Maargari.
      Como le he dicho a Marian, tengo en espera "Distancia de rescate". Espero que me guste tanto como a vosotras. Sí, lo de los pájaros deja un poco de mal cuerpo, solo de imaginárselo, pero creo que el libro te gustará.
      Besotes!!!

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  3. Hola Sorokin!
    Ya sabes que soy una fan de tus reseñas.
    Esto para empezar.
    Para continuar, te diré que Samanta Schweblin me es absolutamente desconocida. Así que me la anoto en la lista de libros recomendados por mi amado bloguero para leer más adelante. Y es que ahora llevo una temporada de insomnio y sólo de imaginar que a alguien se le puede ocurrir llenarse la boca de pájaros y, vivos para más inri, se me pone el cuerpo y la mente que ni te cuento…….
    Nunca conseguí probar los pajaritos fritos que a veces servían en algunos bares de mi pueblo. En cuanto a las codornices, las probé una vez por serio compromiso y, aunque sonreí a los anfitriones, no me gustaron nada. Qué hipócrita!! Y no sabes cuánto temí que repitieran invitación. Pero bueno, que eso es otra historia y me pierdo por aquellos cerros…..
    Besos,
    Isabel

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    1. Hola Isabel, tus comentarios son siempre bienvenidos y llenos de enjundia.
      Ya veo que no te gustan los pájaros fritos. Bueno, a mí tampoco. Pero puedes probar a comerlos crudos. A lo mejor es divertido, con las plumas cosquilleando en la garganta y las patitas raspando. Yo, a lo más que llegué de niño fue a comer hormigas crudas por apuestas entre la pandilla. Pero, eso sí, las lavaba antes. Sabían ácido.
      En todo caso, ahora prefiero el caviar (beluga, eso sí)
      Besotes

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