mercredi 23 janvier 2019

Un espectáculo audiovisual sobre Van Gogh y un par de recomendaciones gastronómicas en Bruselas


Hola amiguetes queridos. Ya estoy por aquí otra vez. Ya sé que me habéis echado de menos como no podía ser de otra manera, porque todos sabemos que cuando se ama de verdad, las ausencias son como puñales que se nos clavan en nuestros tiernos y frágiles corazones (un poco machacados por los radicales -OH* tras estas fiestas, pero tiernos, tiernos). Por supuesto, lo primero es desearos un muy feliz 2019, esperando que -por lo menos- no sea peor que el año pasado, lo que ya es decir.

Pero bueno, abrevia Sorokin, que te enrollas más que las persianas y ya veo a tus lectores cogiendo un zapato para tirarlo a la pantalla del ordenador.

El primer evento del año al que vuestro bloguero ha asistido en esta ciudad, húmeda y gris, pero bastante más animada de lo que dicen las lenguas bífidas, ha sido una Expo sobre Van Gogh. Lo de exposición me parece una exageración, en realidad es, como dice la publicidad, una inmersión audiovisual en su mundo. No hay pinturas, lo que hay es un espectáculo impresionante, total.

Tiene lugar en la Bolsa de Bruselas. Desde hace años, la sala central de la Bolsa se dedica a exposiciones y eventos especiales (hace poco hubo una feria de la cerveza):





Una vez que cruzas el umbral, te sacuden unas imágenes que se proyectan en las paredes de la sala, que es enorme. La música te invade por todas partes. Os lo digo en serio, es una experiencia apasionante. El público está por el suelo, en colchonetas, en hamacas o en sillas:



Todo se desarrolla sin ruptura, unas imágenes tras otras:


Pero, como ya podéis suponer, mi colega Lopezia que iba conmigo (somos, como dicen en México "uña y mugre"), con esa afición que tiene a filmar bodrios, produjo el vídeo que, a continuación os pongo:

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Espero que os guste. Si no, podéis quejaros en los comentarios a este blog, que siempre os están abiertos, aunque a veces pasáis de forma olímpica.

Un servidor, todavía lleno de ilusión pensó que tal vez hubiera un cuadro auténtico, vamos una pintura del maestro. Pero no. Lo que había en los laterales es un taller de pintura:



Mayores y pequeños podían entretenerse en copiar los cuadros y luego donarlos para que los colgaran en algún lado.  Lástima, ni a mí ni a ninguno de mis amigotes se nos ocurrió_




Para no quedarme con las ganas, le saqué una foto a una reproducción. Ahora, podría hacer trampa y decir que era un original, pero no, no voy a hacer tamaña desfachatez:




Si os interesa  y estáis por Bruselas, os aconsejo encarecidamente que vayáis. Está hasta el 27 de enero (o sea que queda poco).

Y tras esta historia gráfico-pictórica-audiovisual, os voy a recomendar dos restaurantes, que para eso estamos. El primero es uno de los más antiguos y clásicos de Bruselas, "Aux Armes de Bruxelles". Está a dos pasos de la Grand Place y casi, casi, enfrente del archiconocido "Leon"




Por supuesto, aquí también se pueden comer mejillones, como en casi todos los restaurantes de Bruselas, pero no es su plato más señalado (no os impacientéis, gurriatos, que ya llego al grano)

Podéis comer un lenguado a la "ostendaise", con su salsa de mejillones, su "gratin dauphiné" y esas cosas. Es uno de los platos más típicos, aunque yo prefiero el pescado a la plancha o al horno (los españoles y los japoneses no tenemos solución).




O podéis pedir un abadejo (Cabillaud, el pescado más consumido en Bélgica) con una ensalada de berros y tomate, que es lo que comió vuestro bloguero servidor. No estaba mal, pero la verdad, tras haber comido no hacía mucho, en Estepona, un Pargo a la donostiarra, me quedé como si no hubiera comido.



Pero a lo que se viene a este restaurante es a comer crêpes "Comédie française" a la mandarine Napoléon. Son inigualables, los mejores de la francofonía (incluida Francia, desde luego). La mandarine Napoléon, a pesar de su nombre, es un licor belga a la mandarina.


Yo, al principio de vivir por aquí, todavía no sabía que era un licor belga, así es que cometí el error de pedir una copa en un avión de Air France. La mirada de la azafata, casi me incrusta contra el asiento: "Non Monsieur, no tenemos ese licor ("belga", no lo dijo, pero lo pensó), le propongo un Cointreau"

Vale, en "Aux Armes de Bruxelles" hacen unos crepes que no tienen nada que envidiar a diez mil tropecientos crêpes al Cointreau hechos en Francia.

Se preparan a la vista del público. Todo un espectáculo:




Se riegan con el licor, se flambean:




Se le añade una bola de helado de vainilla y ya podéis subir al Nirvana directamente;




La segunda recomendación es más de andar por casa. En la rue Haute de Bruselas, en pleno barrio de Marolles, del que ya os hablé en otra ocasión (pinchad aquí, gurriatillos) , hay un bar de tapas "Tapas bar 177". Es un bar magnífico. Naturalmente, pensaréis ¿es de españoles?, pues no, el dueño es italiano y su mujer portuguesa, pero están impregnados de cultura culinaria española, como veis en la pizarra:




Ya sé, está un poco borroso, pero es que ya llevaba varias copas de "Protos":



El dueño nos dejó la botella y, lógicamente desapareció cumplidamente. Pimientos de Padrón, que no son fáciles de encontrar en Bruselas y navajas, como se ve en la foto. La camarera se llama Lola y es de Sevilla. No me atrevo a sacarla en la foto, no vaya a ser que esto se líe.

No es un sitio solo de españoles. El ambiente es internacional, pero vamos, de gente que ama las tapas.



Queridos amigotes que andáis por Bruselas, os lo recomiendo encarecidamente y más los días que tengáis "spleen", como decía Baudelaire (Baudelaire vivió en Bruselas en tiempos de Victor Hugo, como todos sabéis. Y si no lo sabíais ya os lo he contado).


Besotes a todos.