samedi 12 décembre 2020

Budapest

 


Pues sí, mis queridos lectores, heme aquí de nuevo reciclando mis pasados recuerdos en forma de fotos que hallábanse, ¡oh discretas, vergonzosas! ocultas en una caja de zapatos. Y nada como esta malvada pandemia, que nos tiene recluidos en casita, para hurgar y buscar recuerdos de antiguos viajes. Y hoy, vuestro amado bloguero Sorokin os va a hablar de Budapest. La cosa viene como muy oportuna, porque, finalmente, Hungría, junto con Polonia, se ha retractado (no, no es la vieja gracieta de "hacerse una "focto"). Digo, se ha retractado de su insensata actitud de intentar bloquear el presupuesto europeo, en estos tiempos de pandemia. 

En  los tiempos de los que datan estas fotos, servidor de todos ustedes, mis amigotes, iba con frecuencia a Budapest por asuntos de trabajo. Normalmente, los viajes duraban poco, pero en alguna ocasión me quedé algún fin de semana entero tras las reuniones, para ver Budapest. Estoy hablando de principios del siglo XXI, antes que los países de la región firmaran su adhesión a la Unión Europea, cosa que hicieron en 2004. y ¡oh, maravilla y casualidad! fue el año que me compré una cámara digital, o sea que todo antes de eso, para mí eran fotos que los franceses (siempre dados a encontrar palabros nuevos) llaman "argénticas", es decir con su carrete y su revelado en la tienda de la esquina, etc.

Pero, venga ya, que me enrollo cual persiana. Como sabéis, Budapest son dos ciudades, Buda (la más antigua) y Pest (la más moderna), separadas por el Danubio:


Es una ciudad magnífica, de una belleza espectacular y supongo que en estos últimos veinte años, habrán reparado todos los edificios que estaban un poco descascarillados. Pero los monumentos son los mismos. 


El puente de las cadenas, que separa Buda de Pest y la Basílica de San Esteban, enfrente




Vista general de Pest desde Buda. Os he puesto la foto del Parlamento húngaro en 
el encabezamiento de este simulacro de blog.

Subiendo a Buda, que está en una colina (hay -o había- un tren de cremallera), debéis ir, oh amigos al Bastión de los pescadores, donde está la iglesia que se da en llamar "de Matías", porque la última restauración la hizo el Rey Matías Corvino:



Parad un momento a ver la estatua de San Esteban, patrón de Hungría. Como nota interesante, os diré que eso que parece nieve sobre el Santo Rey, no lo es. Son ofrendas de las bestezuelas voladoras que damos en llamar "palomas" (como decía Woody Allen en una peli: son "ratas con alas". No le debían gustar mucho)




En Buda, debéis visitar el palacio, que es un museo, al mismo tiempo. No hice fotos del interior, válame San Tadeo, soy un cabeza de chorlito.


El Palacio (Budavari Palota), visto desde Pest a la puesta del sol





En Budapest hay un montón de fuentes termales. En la Isla Margarita hay incluso un balneario. Pero la isla, es en sí misma un  remanso de paz (o era, a saber, en 2020):



Paisaje de Otoño en la isla.


Naturalmente, no podría pasar este post sin que el pesado de mi colega apareciera en una foto:




Bien, llegado es el momento de que os dé la turra erudita de la cual no puedo pasarme, porque uno es así.

Para tratar de entender un poco a los húngaros, hay que darse cuenta que han pasado de ser un reino bastante extenso, que cubría partes de Eslovaquia, de Croacia y, sobre todo  de Rumania (Transilvania), como se ve en este mapa, a ser un pequeño país. Hungría era un Reino que formaba parte de Austria-Hungría. Su Rey era el mismito Emperador que tenía su sede en Viena, pero Budapest era la co-capital. El problema es que tuvieron ls malísima idea de entrar en la primera guerra mundial al lado de Alemania. Bueno, la historia es algo más compleja, porque fue Austria-Hungría quien empezó la guerra, solo que el Kaiser alemán saltó como un lobo aprovechando la ocasión.

En resumidas cuentas, a Budapest le pasa un poco lo que a Viena, que son grandes capitales sobredimensionadas para los que les ha quedado como país. 



Y vale, a lo que voy, que es lo más importante. ¿Qué hay que beber en Hungría?. El mejor vino, sin duda es el Tokaji, de la región del mismo nombre, en la frontera con Eslovaquia (de hecho, también hay un Tokaji eslovaco)

Es un vino de aperitivo. Caro, pero  un sabor semi dulce, que os hará pensar a un Jerez o un Porto, pero más seco. Os gustará si lo encontráis. Yo tuve que buscar mucho antes de encontrar la tienda húngara de Bruselas:




Otro, muy famoso es el Egri Bikavér. "Egri" viene de la región de Eger, al norte de Budapest. Bikavér quiere decir "sangre de toro".


En fin ,para conmemorar la firma de los presupuestos comunitarios por parte de Hungría, he hecho un Goulash. Ahí le vamos:


La receta más sencillita, que he encontrado en la red es con cebolla, tomate, pimiento verde, carne de ternera y Paprika (yo he usado Pimentón dulce, mucho mejor, faltaría más)

He cortado la cebolla en juliana y la he puesto a pochar (la receta dice en Margarina, puajjj, yo he usado aceite de girasol, para que el aceite de oliva no sea el ingrediente que da sabor)



He hecho un majado de pimentón, pimienta negra molida y sal gruesa:



He cortado la ternera en daditos, el tomate pelado y el pimiento y, una vez pochada la cebolla, los he añadido a la olla, junto con el majado de pimentón:



Cubro todo con agua caliente:


 

Y lo tengo hora y media dale que te pego, a fuego bajo. Corto una patata en trozos Y... ahí viene la creatividad sorokiniana... como no tenía Spätzli, que es lo que debe llevar, he cortado unos espaguetis en trozos y los ha añadido:




¡Heressia, heressia! clamarán los puristas de la inquisición. Oye, pues estaba muy bueno:


Y nada más, mis queridos amigos, que ya estuvo suave.  Un besote enorme, y perdón por el rollo


mardi 17 novembre 2020

Pasando terror con los cuentos de Mariana Enríquez (y calmándose después con un bizcocho de calabaza)


 


Mis queridos amigotes, casi no llego a tiempo de hablar de terror en este vuestro blog en el mes que se debe, en Noviembre. Porque todos sabéis que "treinta días tiene Noviembre, con Abril, Junio y Septiembre", o sea, que si se me va el santo al cielo y se me pasan los treinta días, ya estamos en plena temporada navideña. Vamos, suponiendo que haya temporada navideña, porque está el famoso Corona (virus, no la cerveza ni el ínclito emérito, que es esdrújulo) por ahí, encerrándonos en casa. Así es que, sus y a ellos que son pocos y huyen.
Os voy a hablar de los cuentos de Mariana Enríquez, que me han tenido sin dormir durante bastantes noches. La Enríquez, es una digna sucesora de Cortázar. Sus cuentos, os lo prometo, os van a dejar impresionados. Yo la descubrí gracias a una entrada de Esti, que podéis ver pinchando aquí, gurriatillos

Pasando terror con los cuentos de Mariana Enríquez (y calmándose después con un bizcocho de calabaza)
Mariana Enríquez

Con ese aspecto de no haber roto un plato, maneja los resortes necesarios para hacer de sus cuentos algo que no se olvida fácil.
Yo he leído los dos libros de cuentos que os he puesto en la portada. Creo que también ha escrito una novela larga, pero no la he encontrado en "Punto y coma", la librería hispana (ojo: hispana, no española) de Bruselas. La pediré a algún amable suministrador.
Prácticamente todos los cuentos de los dos volúmenes pasan en Buenos Aires y algún otro lugar de Argentina, salvo uno, "Rambla triste", en "Los peligros de fumar en la cama" que tiene a Barcelona como escenario. Hay dos cuentos que me han impresionado, entre todos los que pasan en Buenos Aires, uno es "El chico sucio" en "las cosas que perdimos en el fuego" y otro, "chicos que vuelven", en el primer volumen. 
En el primero, sobre todo, dibuja un ambiente pesado, terrorífico, pobre, miserable en el barrio "Constitución" de Buenos Aires. Nunca estuve en ese barrio, pero sí al lado, en el barrio de San Telmo:

Pasando terror con los cuentos de Mariana Enríquez (y calmándose después con un bizcocho de calabaza)
Ya os conté en este magnífico blog (mi abuela, pobrecita, murió hace mucho, o sea que me tengo que alabar yo solito) que estuve en 2010 en Argentina. Podéis pinchar aquí, si se os viene en gana. La verdad es que entonces, hablé sobre todo de los barrios más turísticos, como la Boca. Pero , ahora en la distancia, San Telmo me parece un barrio más auténtico. Cuando nos deje el Corona, tengo que volver a Argentina.
Ha encontrado mis antiguas fotos de San Telmo:

Pasando terror con los cuentos de Mariana Enríquez (y calmándose después con un bizcocho de calabaza)



Pasando terror con los cuentos de Mariana Enríquez (y calmándose después con un bizcocho de calabaza)



Pasando terror con los cuentos de Mariana Enríquez (y calmándose después con un bizcocho de calabaza)



Pasando terror con los cuentos de Mariana Enríquez (y calmándose después con un bizcocho de calabaza)


Con sus tangueros, sus travestís:


Pasando terror con los cuentos de Mariana Enríquez (y calmándose después con un bizcocho de calabaza)
Con el mercado de San Telmo (soy un adicto a los mercados)


Pasando terror con los cuentos de Mariana Enríquez (y calmándose después con un bizcocho de calabaza)
Si os fijáis bien, abajo de la foto, a la izquierda aparece el fotógrafo. Cosas de la técnica.
Bueno, espero que disfrutéis del terror de la Enríquez, ya me contaréis. 


Entre tanto, os voy a contar que he hecho un bizcocho de calabaza siguiendo las indicaciones de Viena Sabores. La receta original está aquí, pinchad, pinchad gurriatos. ¿Por qué un bizcocho de calabaza? porque es la época (vamos, ya se está acabando).
Bien, hace falta azúcar y harina:

Pasando terror con los cuentos de Mariana Enríquez (y calmándose después con un bizcocho de calabaza)

Aceite de oliva y levadura (he usado aceite griego, porque, oye, los griegos son los padres de la civilización occidental, y el aceite es más barato que el español)


Pasando terror con los cuentos de Mariana Enríquez (y calmándose después con un bizcocho de calabaza)


Tras trocear la calabaza, la meto en el horno hasta que está blandita:


Pasando terror con los cuentos de Mariana Enríquez (y calmándose después con un bizcocho de calabaza)


Luego la machaco con un tenedor:


Pasando terror con los cuentos de Mariana Enríquez (y calmándose después con un bizcocho de calabaza)

Cojo (agarro, caramba que hablamos de Argentina) cuatro huevos, separo las claras de las yemas:


Pasando terror con los cuentos de Mariana Enríquez (y calmándose después con un bizcocho de calabaza)

Bato las yemas, añado la harina, el azúcar, el aceite, le levadura y, finalmente la calabaza machacada:



Bato las claras a punto de nieve y las mezclo. Meto todo en un molde, y al horno, hasta que el bizcocho tiene este aspecto:


Se saca, se corta y se añade azúcar glaseada:


Listo para comer. 

Bueno, amigos, besotes y hasta la próxima. Espero no haber sido muy pesado

lundi 19 octobre 2020

Elena Ferrante y Nápoles



Buenas tardes, gentes amables que tenéis el valor de leer las cosas que me surgen de mi profundo aburrimiento. Vista (y leída) vuestra sin par y ejemplar paciencia, ¡Oh amigotes! he decidido que os iba a hablar de Elena Ferrante. Acabo de leer su último libro "La vida mentirosa de los adultos", animado por mi experiencia con su saga de las dos amigas que leí hace un par de años y que me pareció magnífica. Los tres primeros libros de la saga son apabullantes. Sí, yo creo que esa es la palabra: apabullantes, vamos que te cortan la respiración y lo que sea. Dos amigas en una Italia convulsa, en los años cincuenta y sesenta, donde las brigadas rojas y los fascistas se entregan a una lucha sin cuartel. Tiempos del secuestro y asesinato de Aldo Moro y de las bombas de los fascistas, como en en la estación de Bolonia. En medio, la lucha de clases en los barrios pobres de Nápoles.
 

Fascinante, de verdad. Pero ya la explosión total es lo que narra la Ferrante en el cuarto libro de la saga. Un libro duro, violento, pero fascinante. La lucha entre Lila y Lenuccia, las dos amigas. Lenuccia, la narradora en primera persona, está fascinada por su amiga. El carácter psicópata de Lila se ve claro en la cuarta entrega. Hay muertos y hay dolor, hay violencia , hay enfrentamientos. Pero bueno, si no la habéis leído, leedla. Es un consejo de amigote.





Han hecho una serie. Como por casualidad, caí en un capítulo de la temporada segunda y me pareció floja, floja, oiga, como si trasformaran La Divina Comedia en una peli de Pablito Calvo de los años cincuenta.



Margherita Maciucco y Graia Giracce ejecutan a Lila y Lenù

El nuevo libro de la Ferrante, es otra cosa. Es más tranquilo. Ya han pasado los años duros, la gente se dedica a tratar de salir adelante y prosperar. Nadie sabe nada ya de Feltrinelli, de Aldo Moro o de las Brigadas Rojas. Nápoles ya es una ciudad donde hay ricos y pobres, pero todos aguantan como pueden. La historia cuenta los líos de las parejas, infidelidades... no hay muertos. Es la relación entre Giovanna y una tía, considerada la mala de la familia por sus padres. Pero en fin, os la leéis. Se lee deprisa y fácil, la Ferrante domina el arte de contar historias y situar a los personajes.

Un servidor (que lo, es, venga pedidme algo) estuvo en Nápoles en 2002. Vamos, no viví en Nápoles. Fui a pasar un par de semanas de vacaciones a Sorrento, en un hotel que os recomiendo (creo que todavía existe) el Hotel Aminta. La media pensión, entonces consistía en cenar en el hotel, pero nada de buffets ni chanflainas, Con primero y segundo plato y camareros que servían en las mesas. Ay, qué tiempos.

Intenté ir a Nápoles dos veces. La primera en coche. Me volví antes de entrar cuando me acosaron coches por todas partes, por la derecha, por la izquierda. por arriba, por abajo. ¿Un Stop? los napolitanos no saben qué es eso. La segunda vez fui en barco desde Sorrento. Solo pasé unas horas. Justo para ver:


El Quartieri Spagnoli, el corazón del Nápoles de siempre




Scaturchio, la confitería más famosa





Da Michele, la pizzería donde se inventó la pizza margarita (*)



Y donde solo hacen pizza Margarita. El resto son invenciones demoniacas.


Estuve en Pompeya, por supuesto:




Lo más impresionante son los vaciados en yeso de las huellas que habían dejado en las cenizas ardientes del Vesubio las personas a las que le sorprendió el fin del mundo:


Fui por la Costiera Amalfitana hasta Amalfi. 



Naturalmente, buenas gentes, si vais por allí, tened cuidado. La carretera bordea el precipicio y los italianos conducen como locos. Lo más normal es que os encontréis un coche de frente cuando no es lo previsible. Pero es igual, la gente no se excita. Frena y le deja pasar. 



Hay vendedores en algunas áreas de descanso, como esta. Por supuesto, compré una ristra de guindillas




Si paráis en Positano, un sitio magnífico:



Podéis hacer como los turistas, comprar ropa de moda:


Y por fin, podéis llegar a Amalfi:



Pero ojo, que luego hay que volver. Claro que la vuelta se hace por el lado derecho de la carretera, el que va pegado a la montaña y da menos miedo.

Bueno, como veis, esto no tiene nada que ver con los barrios miserables de Nápoles. Aunque no sean tan interesantes. Turistas y playas al pié de la montaña. No sé si os suena.

Bueno, gente, os dejo, que ya estuvo suave. Pero yendo al tema, de verdad leed la saga de Elena Ferrante. No es fácil de olvidar.

Besotes

(*) Ver comentario nº 2, de mi amigo Vicente  (Vilohid)


Post Scriptum, del día 21:  Acabo de comprobar que ya había vertido unas primeras impresiones sobre Elena Ferrante en 2018 al hablar de Zadie Smith (pinchad aquí) La verdad es que eran muy precipitadas, teniendo en cuenta que no había leído el tomo cuarto de la saga, que es sin ninguna duda, el mejor. Ustedes disculpen, queridos amigotes. Besazos