mercredi 29 avril 2020

Recuerdos de Taormina y una receta de pasta estilo "Rufufú"



Estuve en Taormina en el verano de 2003. Y ya noto, queridos amigotes, amiguetes, amiguitos, amigachos, etc.. que me estáis diciendo : "¿y nos vienes ahora con esas, Sorokin?". Pues sí, la repuesta es sí. Son cosas de la cuarentena y el confinamiento. Me he puesto a revisar fotos y diapositivas que tenía por casa y han aparecido un puñado de imágenes de mi viaje a Taormina. No son las únicas, hay más sobre otros viajes, así que id preparándoos, que pueden venir curvas. Pero bueno, estas son las últimas que hice antes de digitalizarme. No os extrañéis, pues, si la calidad de las fotos no es a la que os tengo acostumbrados (mi abuela murió, pobrecita, ya hace mucho, o sea que me tengo que auto-alabar). 

Taormina, como todos sabéis ¡oh amigos!, está en Sicilia, así es que, yo y mi acompañante (el burro delante, para que no se espante, como decíamos en el colegio) cogimos un vuelo a Catania y de ahí, tras varias horas esperando las maletas, en autobús al Hotel. En fin, no os recomiendo el "albergo" como dicen los italianos, porque nos dieron una habitación enfrente de una pared de roca y no hubo forma de cambiarla, pero Taormina vale la pena sin importar cualquier apuro. Además, el desayuno estaba bien. 

Cuando uno piensa en Taormina, piensa en primer lugar en el Teatro Griego, que es una maravilla, rodeado de montañas:



Al borde del Mar (con mayúscula, que es el Mediterráneo, cuna de la civilización):




El hotel (con minúscula, él no merece una mayúscula), por lo menos, tenía una piscina desde la que se divisaba la costa hasta Letoianni:



Y una vez vista la foto de la costa, podéis si os viene en gana, mirar a qué carboncillos se dedicaba vuestro bloguero en vez de tomar el sol (a mí, el sol, no mucho, que me quemo):



Podéis elegir entra la foto y el dibujo, ya me diréis.

Por la tarde, lo suyo es darse una vuelta por el Corso Vittorio Emmanuele, que es como si dijéramos, la Calle Mayor. De un lado, el mar, del otro callecitas en cuesta con escaleras, acogedoras. con terrazas muy propias para tomarse un Campari o, si tenéis redaños, un Cynar, ese licor que compensa el atentado al hígado del alcohol con el jugo de alcachofa, lo que le da ese gusto tan especial.



También podéis visitar las tiendas de cerámica, algunas muy buenas:


Yo, no pude evitarlo, me compré algunas piezas que adornan mi casa en Bruselas, como esta. De un color rojo volcánico, para dejar claro de qué isla viene:



Hay algunos rincones encantadores:



Una excursión interesante es subir a Castelmola. Sí, es la punta de la montaña que se ve en la foto:


Naturalmente, hay que subir en coche. Una vez que estás arriba, la vista es sobrecogedora:



Realmente, Castelmola son unas pocas casas, una plaza y un bar/restaurante/cafetería: Torrisi:



El ambiente es diferente de Taormina. Aquí, se ve que es mucho más popular, en contraste con el aire distinguido que hay más abajo.

El interior del Torrisi tiene también muchas piezas interesantes, más genuinas, más de un artesano que de un artista:



Pero lo mejor, son las esculturas que hay en el exterior:


No voy a insistir, lo podéis ver vosotros mismos.

Ahora, como os he prometido, os voy a dar la receta de pasta "Rufufú".

Rufufú es como llamaron en España (como una burla del famoso "Rififí) a una peli de Mario Monicelli que se llama "I soliti ignoti" (los desconocidos de siempre):




Si no la habéis visto (cosa que me parece casi increíble), precipitaos sobre Netflix, Ororo, o cualquier otro suministrador de films on-line (que estamos en cuarentena, ya lo sé) y deleitaos durante todo el tiempo que dure. Son un grupo, que decide hacer un butrón para robar un banco, y se equivocan, yendo a parar a una cocina. Decepción... salvo que en la cocina hay una olla con "pasta e ceci" (pasta con garbanzos) y todos se ponen a devorarla olvidándose de todo lo demás.

Y bien, pues esto es lo que he buscado en Internet sobre como hacer la "pasta e ceci". Hacen falta garbanzos (yo los usé pre-cocidos), pasta, un tomate, dos ajos una guindilla y unas anchoas:





Lo primero es cocer los garbanzos, con dos ajos enteros y una guindilla. Como los míos estaban precocidos bastó con quince minutos:



Preparé un sofrito con un ajo cortado en láminas, el tomate rallado y dos anchoas troceadas. Cuando el sofrito estaba hecho, lo mezclé con los garbanzos y dejé que se hiciera diez minutos más:



Cocí la pasta al dente y la añadí a la olla de los garbanzos:




Otros cinco minutos y, si es necesario se le añade un poco de líquido.

Se deja reposar, y se sirve:



De verdad, que es delicioso, no me extraña que los desconocidos de siempre se lo comieran extasiados.

Y eso es todo por hoy, queridos amigos, Me voy a cenar. Fuertísimos besotes

jeudi 16 avril 2020

Los dieciséis árboles del Somme de Lars Mytting





Hola, mis queridos lectores. Aquí sigo confinado en mi casita de Bruselas, así que he aprovechado un poco el tiempo para intentar bajar un poco la lista de lecturas pendientes aunque, justo es decirlo, lo primero que he leído es lo último que he comprado. Luego ya seguiré con lo demás. "Los dieciséis árboles del Somme", un libro fascinante de Lars Mytting. Escrito en noruego, claro, para algo Mytting es noruego, lo compré en traducción francesa por varias razones: 1) que no tengo ni idea de noruego y 2) que es la única traducción que tenían en la librería de mi barrio. Y la verdad, es que la traducción a mí me ha parecido excelente, vamos, que es como si el original hubiera estado escrito en francés. Pero en fin, mis amigos, por supuesto que hay traducción española. 

Desde que leí la trilogía de Millenium de Stieg Larson, me he puesto morado de leer libros nórdicos, casi todos policiacos, como los de Jo Nesbo, que son muy amenos, pero, entre nosotros: el libro de Mytting les da mil vueltas a todos.

El libro tiene misterio, aunque no es una novela negra. Edward Hirijfell vive en una granja cerca de Saksum, con su abuelo. Sus padres murieron en el Somme cuando tenía cuatro años. Él estuvo desparecido cuatro días tras la muerte de sus padres por la explosión de una granada de gas, residuo de la batalla del Somme de 1916. Todo el libro cuenta las aventuras de Edward para intentar  saber qué es lo que pasó. No es un spoiler, lo que os cuento, es que el libro empieza así.

Saksum está en el interior de Noruega. Yo, la verdad,  lo único que conozco de Noruega son los fiordos. pero por la descripción del libro, la granja debía estar en un sitio tal que así:



Os diré la verdad, la foto es de Finlandia, pero seguro, seguro que da el pego. Parece Hirifjell y si no, decídmelo cuando leáis el libro.

Como digo, yo solo he estado en los fiordos. Así que os vais, queráis o no, a tragaros mi foto del Geiranger Fjord. No sale en el libro, pero es igual. Aquí está:




El libro, como he dicho más arriba, tiene su parte de misterio: tratar de desvelar qué pasó cuando murieron los padres de Edward y quién se hizo cargo de él.  Pero no solo es eso, tiene un componente histórico estremecedor, un componente de aventura romántica nada convencional y un final inesperado. Leédlo.

Edward, en busca de su pasado, una vez que su abuelo ha muerto, se va a las islas Shetland, desde donde el hermano de su abuelo había escrito notas y cartas. Los dos hermanos no se hablaban, así que tiene que ir a ciegas. Las islas, son las más septentrionales del Reino Unido. Aunque son escocesas, sus primeros habitantes fueron vikingos y la huella de los noruegos está presente por todas partes:


De nuevo, tengo que confesar que no he estado en las Shetland, pero por lo que veo en Internet, el paisaje se debe asemejar mucho al norte de Irlanda, que es de donde es esta foto que os pongo:


Oigan, tengo que dar salida a mi archivo de fotos de viajes, así que ahí está. Es impresionante de todas formas ¿o no?.

Edward llega a Lerwick, que es la capital y recorre las islas buscando la huellas de su tío. Finalmente, acaba en Haaf Grunney, una isla inhabitada al lado de Unst, la isla más al norte:


Ahí tiene lugar una serie de acontecimientos que van encaminando al lector hacia el desenlace final. Edward, encuentra una mujer, Gwenn que va a tener una importancia decisiva. Al poco de trabar amistad con ella, van juntos en coche a Lerwick. Como no conozco las islas ni tengo idea de las distancias, he tenido que consultar con Google Maps. Son solo 55 millas y dos ferries: entre Unst y Yell y entre Yell y Mainland. Por cierto, en Lerwick comen en un restaurante hindú que Mytting describe con pasión, pero no estoy seguro que a mí me gustara tanto lo que comen.




En fin, ahí lo dejo. A Edward se le plantea una decisión seria: elegir entre Gwenn y la novia que ha dejado en Hirifjell, Hanna.  Como se verá más tarde, Gwenn es una aventura dura, llena de riesgo, y Hanna, una dulce walkiria nórdica. A mí no me quedó muy claro al final con cuál tiene la hija que sale en el último capítulo. Pero bueno, leedlo y decidme qué pensáis.

Mytting es, sin duda, además un experto en árboles y maderas de todo tipo. De hecho son el asunto principal del libro. Los protagonistas son los abedules flameados de Noruega y los nogales del valle del Somme: los dieciséis árboles del título.



Abedules en un parque de Bruselas





Nogales en el Somme



El final es bastante sorprendente. Os gustará. Al final se sabe qué pasó con ese niño y qué pasó con sus padres. El niño, tras cuatro días, aparece en Crotoy, en la desembocadura del Somme. 




Pero bueno. lo voy a dejar aquí, no os voy a dar más pistas. Que sepáis, eso sí, que cuando vuelve a Noruega, Hanna, la walkiria, se ha ocupado de sus corderos. Vaya una tía sacrificada. Los corderos que os pongo no son noruegos, de hecho la foto está hecha en Grecia, pero no veo por qué los noruegos serían diferentes:




El libro me gustó muchísimo, así que os lo recomiendo. Además, ayuda a pasar la cuarentena, porque no puedes hacer otra cosa hasta que no lo terminas (500 páginas la versión francesa). Ya me contaréis y espero que me digáis qué hubierais hecho vosotros entre Gwenn, la aventura, la lucha continua, la pelea y Hanna, firme, pero una mujer dedicada.

Yo lo tengo claro, pero en fin, no digo más. Ahora me voy a hacer la cena. Muchos besotes