dimanche 24 mai 2020

Crónicas de la cuarentena: Una tortilla de patatas al estilo de Juan Gómez-Jurado



Como todos sabéis, queridos amigotes, llevamos algo así como dos meses (ya he perdido la cuenta) de cuarentena, mientras en la calle, en los supermercados, en los hospitales, ruge el virus de moda. (Como diría mi abuela, Dios nos coja confesados). Cierto es, no os voy a engañar, que en Bélgica se ha llevado con un relajo bastante total, desde el primer día había masas en la calle, familias enteras, niños en bicicleta (nunca pensé que había taaaantos niños con bicicleta), policías mirando sin decir nada, etc. Es que ya lo dijo el alcalde de mi barrio: "la Policía no está para reprimir, etc, etc, la responsabilidad de las personas, etc, etc, la libertad personal, etc, etc". Total unas de las cifras más altas de muertos por millón de habitantes de Europa.

Vuestro bloguero, decidió que verdes las han segado y decidió quedarse en casa, aunque haya hecho un tiempo magnífico, calor, solecito, y esas cosas que hacen la vida más agradable, aunque sea a través de la ventana. Y me dije: Sorokin, vas a leer, que casi no lees últimamente. Aprovecha la cuarentena. Por supuesto, las librerías han estado cerradas, pero, la verdad es que tengo bastante munición atrasada. Por ejemplo, en la librería del salón:




O en el pasillo:


Y para qué decir, arriba, en el ático, en lo que llamo "el palomar", que es donde estoy ahora escribiendo en mi Mac y dispuesto a daros el rollo durante un rato (no mucho, tranquilos, que tengo que cenar)



Como en estos últimos tiempos me he dedicado a leer en francés y en inglés, he decidido que iba a leer en mi lengua materna (y paterna, qué rayos), así es que me he puesto a leer libros que había comprado en mi último viaje a España y que parece que están de moda. Carmen Mola, Eva Sainz, Dolores Redondo y Juan Gómez-Jurado. El problema es que son todos libros muy gordos y que ocupan un montón, y a mí, además, no me gusta leer en una pantallita. Es superior a mis fuerzas.

Y, mira tú por donde, en "Reina Roja" de Juan Gómez-Jurado, he leído que el inspector Gutiérrez, vasco de pro, le hace una tortilla de patatas a la chica. ¡Tate!, me dije, pues la vas a copiar.

Y ahí que me puse a la labor. Para la tortilla de patatas de Gómez, hacen falta ¡sorpresa, sorpresa! patatas, huevos y una cebolla. En el libro hablan de una malla de patatas, pues no, oiga, a mí, con dos patatas grandes me basta;



El inspector pela las patatas y las corta en rodajas finas, pica la cebolla y las pone a cocer a fuego muy suave por separado (ahí entra en conflicto con mi criterio, heredado de mi señora madre de cocer ambas al mismo tiempo, pero vamos, lo que estoy haciendo es una tortilla que no es la mía)




Tiene cociendo las patatas a fuego muy suave, insisto, como veinte minutos, hasta que están blanditas y se han, incluso, desmigado:




Cuando ya están, las saca y las drena para quitarles el aceite. Deja que se enfríen:




¡Y ahí viene la brutal diferencia con mis tortillas! las vuelve a freír en aceite hirviendo, rápido, rápido:



Las saca y las drena otra vez. Espera que se enfríen y bate los huevos mientras tanto:


Y aquí viene el agujero en el relato de Gómez-Jurado: No dice cuándo se añade la cebolla pochada. Yo tomé la libre decisión, impulsada por mi libre albedrío y mi horror por la cebolla quemada, así que mezclo la cebolla con las patatas de segunda hornada y las mezclo con los huevos batidos:



De ahí para adelante, todo es estándar, echar la mezcla en la sartén y cuando los bordes están tostados, dar la vuelta a la tortilla con un plato. Y he aquí la maravilla.



No sé, tal vez, queridos amiguetes y amiguetas (o viceversa) queráis comérosla a palo seco, o en un bocata, pero servidor prefirió abrir una botella de "Pago de los Capellanes", Ribera del Duero de 2016:


  Y por hoy, yo creo que ya he escrito bastante para estar en cuarentena. Me voy a hacer la cena. Grandes besotes de vuestro bloguero muy amado

Hasta la próxima crónica