Se fue con la niebla
Se fue con las últimas luces del día, envuelta en un jirón
de niebla. La niebla que había estado acosándonos durante todo este maldito
noviembre. No nos dimos cuenta hasta que
ya fue tarde y sentimos, como un mazazo, el hueco que dejaba en nuestras vidas.
A pesar de que mi madre no la amaba demasiado, se entristeció tanto que, sin
decir nada, dejó caer unas lágrimas por sus mejillas.
Yo la había incorporado a nuestra familia, a nuestras vidas. Yo la quería con locura y ella correspondió con un cariño que flotaba por todos los rincones de la casa, con su sonrisa y con sus muestras de afecto. Sin embargo, aquel triste día, mi madre que estaba histérica por no sé qué razón, le gritó. Ella no dijo nada, se limitó a mirarla con esos ojos tan bellos y tan tristes que tenía. Y se fue para nunca más volver. Esperamos que se arrepintiera y volviera. Avisamos a la Policía, pero no la encontraron. ¡Nunca te olvidaré, así pasen cien años, mi bella compañera! Que seas feliz dondequiera que estés, Laika, mi bella perra esquimal.
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Fin del relato, mis queridos amigotes y, no os preocupéis que es un mero ejercicio de estilo y ... de sentimiento.
Para seguir en este plan, un poco deprimente, os voy a hablar del último libro de Michel Houellebecq, "Sérotonine":
Ya os hablé de Houellebecq hace unos cuatro años (¡Cómo pasa el tiempo, diablos!) y comentamos su libro de por aquel entonces, "El mapa y el territorio". Si no os acordáis podéis pinchar aquí, gurriatos.
Como se ve en la foto, con esa cara es como para estar deprimido, pero, en fin, lejos de mí criticar a uno de los mejores escritores franceses, un poco en la línea de los poetas malditos:
Michel Houellebecq
El libro, como no podía ser menos, es bastante deprimente, aunque quizá no tan exageradamente deprimente como otros libros suyos. Después de "El mapa y el territorio" escribió "Sumisión", pero ese, por el momento, servidor se ha negado a leerlo. Ya solo el título me produce retortijones.
Serotonina (voy a permitirme la libertad de traducir el título al español, no sé si está traducido todavía, se publicó en Enero, pero el título no va a cambiar ¿qué os apostáis?).
El protagonista, Florent, es un ingeniero agrónomo, como parece que es Houellebecq, con lo que todos los aspectos en relación con el tema son totalmente verosímiles. Florent fuma (ahí ya lo lleva peor que de los que en su día nos quitamos).
Florent ha vivido cinco años con una chica de la que confiesa que está perdidamente enamorado. Eso ya es algo positivo en Houellebecq, admitir el amor loco como redención, pero por un mal rollo, Camille se va y le deja. Florent va a ver a su mejor amigo que ha abierto una explotación agrícola en Canville-la Rocque, en Normandía. Ahí pasan un montón de acontecimientos, muy bien contados. Una revolución agraria contra las cuotas lecheras de la Unión Europea (interesante, el autor reconoce que todo eso ya no se decide en Francia, sino en Bruselas. Ya deberían de aprender algunos nacionalistas españoles que eso es así)
Todo termina mal. Florent acaba deprimiéndose aún más. El libro se acaba cuando él se está quedando sin Serotonina y hace un cálculo de cuanto tarda en caer desde el piso donde vive hasta el suelo. No le importa el golpe, le importa el tiempo que está en el aire. No sigo más. Si queréis, os la leéis, pero atentos, no es optimista.
Servidor de todos vosotros, amigotes, justamente tenía que ir mucho por asuntos del curro cuando vivía en Luxemburgo hasta Normandía. Ahí se pasa casi toda la segunda parte del libro. Camille, su ex, vivía en Bagnoles de l'Orne, Florent vive en un bungalow de su amigo cerca de Barneville (ahí he pasado yo bastantes semanas, comiendo ostras y bebiendo Calvados). La lucha final contra los CRS (la guardia civil francesa, gurriatos, que hay que contároslo todo) tiene lugar en Pont l'Evêque.
La península del Cotentin
Naturalmente, no os vais a librar de que os ponga algunas fotos de cuando yo iba por allí. Por ejemplo, ese puerto de Barneville en marea baja:
Hace pensar en la playa que había bajo el bungalow de Florent.
La nez de Jobourg, la punta del Cotentin
Es obvio que entre las fotos siempre hay algún turista que se cuela a robar plano. Qué gente más pesada:
La catedral de Coutances. A Florent le impresiona el centro Leclercq de Coutances, más que la catedral que siempre la encontró medio borrada por la niebla, como es el caso. Por cierto, en una tienda de Coutances vendían una paella de verdad. Una mujer preguntó al tendero : - ¿eso es un Wok? servidor casi se troncha de risa.
Venga, amigotes, os voy a dejar en paz que es Viernes y se va haciendo hora de cenar. Muchos besotes
Me gusta. Te he dejado un comentario: tienes obligación moral de leer Sumisión.
RépondreSupprimer:)
Un abrazo
De acuerdo, Eusebio, si me lo dices tú, haré un esfuerzo y leeré Sumisión. Como hace buen día voy a ir a la librería del barrio: "A livre ouvert" a ver si les queda algún ejemplar.
SupprimerUn abrazo
Llevo tiempo queriendo leer a Houellebecq, pero pienso que va a ser demasiado espeso para mí, y leyendo lo que opinas de Serotonina (por cierto la tenemos traducida en la biblioteca) la verdad es que no me apetece demasiado su lectura. Pero bueno, nunca se sabe...
RépondreSupprimerEntiendo que habiendo vivido un tiempo por la zona en la que está ambientada la novela, te traerá recuerdos de todos los tipos (¡ayyy ese turista!!, chupando cámara...).
Tu relato, ¡que bonito! Como me encantan los perros, la verdad es que me ha llegado al alma. Me surge la duda: aunque ya sé que es un mero ejercicio de estilo y ... de sentimiento, ¿está basado en un hecho real?
Besos querido Sorokin
Hola Marian, pues al fin y al cabo, vale la pena intentarlo. Houellebecq escribe muy bien, se lee fácilmente y en algunos momentos es hasta divertido. Y bueno, a mí casi me deprimió más, por ejemplo, "Trois jours et une vie" de Pierre Lemaitre. Sí, lo del turista chupando cámara es totalmente inaceptable.
SupprimerEl relato está basado parcialmente en un par de cosas. Efectivamente, yo tenía un perro que desapareció cuando yo era un adolescente (aunque no era un esquimal) y cómo se esfumó el gato de mi vecino que venía a verme todas las tardes, aquí en Bruselas. Yo le daba de comer y él se frotaba contra mi pierna, se metía en casa y me rayaba los sillones, pero nos queríamos. Un día desapareció (bueno, el vecino también desapareció, tal vez fue esa la razón)
Besazos
Me habías dejado preocupada. Gracias por avisar. Qué bien lo has escrito! Y con el libro, pues no sé si me voy a animar. Ahora mismo no es lo que busco. Quizás más adelante.
RépondreSupprimerBesotes!!!
Hola Margari, me alegro que te haya gustado el relato, el hecho de preocuparte demuestra que te ha parecido verosímil. En cuanto a Huellebecq, pues es lo que es y comprendo que no quieras deprimirte, pero no solo es eso: este hombre escribe muy bien y sea lo que sea lo que cuenta, lo cuenta muy bien.
SupprimerBesazos
Como siempre, todo un placer leerte... aunque haya niebla o se cuele el careto de Michel Houellebecq,siempre hay buen humor, e incluso un "turista accidental".
RépondreSupprimerMuchas gracias, Joan, yo también te digo que siempre es un placer leer tus comentarios. Y el buen humor, que no falte, a pesar del careto de Houellebecq.
SupprimerYo sí he leído “Sumission, la leí de corrido, saltándome páginas en las que nos contaba sus ligues de profesor de la Uni y que tendrían interés para él, pero no demasiado para el lector y la literatura en general, salvo un ligue con una profa judía que acaba por marcharse a Israel, como si fuera una premonición de lo que va a venir, (O quizá ya está viniendo).
RépondreSupprimerEn fin, que yo tenía prisa por saber en qué consistía lo de la “Soumission”, si se trataba de la sumisión de Europa al Islam u a otra cualquiera de las muchas posibles a las que Europa puede someterse o ser sometida.
Efectivamente, al final, después de muchas historias de ligues de pnn (antes a los profesores de uni les llamábamos así) con colegas y alumnas, la cosa empieza a perfilarse.
Francia, los partidos políticos centro izquierda, deciden, para no caer en lo que llama un gobierno de coalición con radicales del “frente nacional”, hacer coalición con un partido islámico moderado.
(Porque ¿qué se puede temer de un partido moderado que ni siquiera pide el ministerio de defensa, ni economía ni otros importantes?)
Houellebecq lo explica desde el punto de vista personal, es decir de lo que le ocurre a él. Lo que no nos cuenta es el cómo, ni los problemas macroeconómicos ni generales ligados al cambio y causantes del mismo, (debe dejarlo a la imaginación del lector y hasta cierto punto hace bien porque si no sería un mamotreto). Simplemente nos señala que la realidad social y política francesa de la gente normal, como él, va cambiando con detalles irrelevantes. Casi sin darnos cuenta o sin querer dárnosla.
De pronto los hombres empiezan a encontrar más trabajo ya que las mujeres se quedan en casa debido al aumento de los subsidios, ayudas y subvenciones familiares.
Esto anima al sexo masculino. Empieza a no ver mal que a los islamistas moderados les hayan dado el ministerio de Asuntos sociales, y el de educación: poco a poco todos los profes son de sexo masculino.
Él, (el prota) sostiene un larga conversación con un intelectual islamista que ha escrito un panfleto divulgativo.
Empieza a ver las cosas de otra manera, desde otro punto de vista.
Bueno, ya sabes, le dice al final el del panfleto, te hemos buscado dos mujeres jóvenes y sumisas para que mitiguen tu soledad. Ah!!!
Poco a poco el mundo exterior se va convirtiendo en un cosmos masculino, las mujeres desaparecen en la profundidad del ámbito familiar, su misión es tener hijos, ¿Para qué van a preocuparse de otras cosas si con eso ya tienen suficiente?
El asunto va por ahí.
Todo lo demás, la sumisión de Europa al Islam provendría entonces de la sumisión de la mujer al universo masculino.
Conclusión intermedia al paso: Sometiendo a las mujeres, el Islam ya tiene a la mitad de la humanidad sometida (o la mitad del trabajo hecho)
Conclusión final: Una vez conseguido esto lo demás es fácil.
No sé si era eso lo que nos quería contar Houellebecq, igual sí, igual no, pero me lo pareció.
Tampoco queda muy claro si él mismo se enteró en el fondo de lo que estaba escribiendo.
¿Por qué lo digo? No hay ninguna convulsión social, ni política. Ni por asomo. Todo va como una seda, con discreta moderación. Difícil de tragar. Quizá era mucho trabajo y el Houellebecq estaba cansado, pero se le ve ducho contándonos detalles gastronómicos con algún ligue.
Por eso me pregunto que si se enteró.
Lo que queda claro es que todo empieza para impedir el paso al “frente nacional”.
Después podría escribir otra que se titulase:
“Reconquista”
Pero igual no llega a tiempo porque en nuestra península, compuesta por CCAA que coinciden con los antiguos reinos cristianos de los siglos VII al XV, sabemos que puede durar unos 700 años.
Es buenísimo tu análisis y crítica de "Soumission", Sebastián. Ya me he comprado el libro que, desde luego, según tu crítica no tiene el aspecto terrible que presagia el título. Parece incluso menos pesimista que sus otras obras, pero en fin, ya te contaré cuando lo lea (en cuanto termine la "Trasparencia del tiempo" de Padura, con el que estoy ahora). Muy interesante que la "sumisión" consista básicamente en la sumisión de las mujeres, pero desde luego sería impensable algo así en la Francia de los "Gillets jaunes" sin producir alboroto social
SupprimerVoy a decir algo impopular: no puedo con Houellebecq. Me pasa lo mismo con Philip Roth y muchos autores que escriben como los ángeles pero les encanta regodearse en el mal rollo, la misantropía y el todo mal, fatal. Michel, hijo, un poco de alegría de vivir, de humor o de cachorritos.
RépondreSupprimerPues lo que dices no es impopular para nada. Resulta que que casi todo el mundo que conozco (digo "casi"), sin distinción de sexo, nacionalidad, empleo, etc, piensa lo mismo. Me encanta lo de los cachorritos.
SupprimerPues mira, yo con Houllebecq como que no repito. Me dejó tan mal cuerpo 'Sumisión'... A ver, que mi amiga Nothomb también me deja descompuestas las neuronas muchas veces, lo mismo que Claudel, pero de otra forma. Y sobre el relato... Ya estaba yo llorando a moco tendido por la perrita esquimal cuando he leído que era todo ficción. ¡No me dé esos sustos!
RépondreSupprimerAbrazotes.
Ya veo que sois abrumadora mayoría las gentes que no aman a Huellebecq. La verdad es que a mí también me cuesta ponerme con él, pero una vez ue ya estoy dentro me aguanto y sigo (su manera de escribir, al menos en francés, es muy fluida y muy natural). Lugo me cabreo, etcétera.. Pero en fin, que ya que me lo he comprado, me voy a leer Sumisión. Después, si acaso me curo la depre con un Ribera del Duero.
SupprimerLo de la perrita, sabía que te iba a impresionar.
Besotes