samedi 20 juin 2009
Frank Feldman
La historia me la ha mandado una amiga por correo electrónico. Como estaba en inglés, yo todo lo que hecho es traducirla al castellano. A mí me gustó mucho, si a vosotros no os gusta, queridos colegas y amiguetes, le podéis echar la culpa a la traducción, por supuesto, "Put the blame on me, Mame" como decía Rita Hayworth. Sin duda, aunque el original no lo dice, la historia sucede en Nueva York y el taxi es un checker amarillo (un taxi que no sea tal en NY es una atentado a la tradición tan grande como los cabs de colores que desde hace pocos años circulan por Londres). Y voy ya con el rollo:
Un hombre sale de su casa y para un taxi que pasa en ese momento. Se sube al taxi, y el taxista le dice: "vaya ojo, amigo, es usted como Frank".
El pasajero: ¿Frank, qué Frank?
El taxista: Frank Feldman, un tipo que todo lo hacía bien y en el momento justo. Como usted, que justamente cuando necesita un taxi, paso yo. Eso le pasaba a Frank Feldman siempre.
El pasajero: Bueno, supongo que todo el mundo tiene puntos flojos.
El taxista: No. Frank Feldman no. Era un atleta impresionante. Hubiera podido ganar el grand slam en tenis. Podía jugar al golf con los profesionales. Cantaba como un barítono de ópera y bailaba como una estrella de Broadway y, tenía que haberle oído usted tocar el piano. Un tipo impresionante.
El pasajero: Parece que era alguien muy especial...
El taxista: Y hay más... tenía una memoria como la de un ordenador. Se acordaba del cumpleaños de todo el mundo. Lo sabía todo sobre vino, qué platos le iban bien y qué tenedor usar en cada caso. Podía arreglarlo todo, no como yo que cuando cambio un fusible dejo toda la calle a oscuras. El lo hacía todo bien.
El pasajero: ¡Vaya tipo!
El taxista: Siempre sabía el camino más rápido para evitar los embotellamientos, no como yo, que siempre me acabo metiendo en uno. Frank nunca se equivocaba, sabía como tratar a una mujer y hacer que se sintiera bien, nunca le llevaba la contraria aunque estuviera equivocada. Sus trajes eran impecables, sus zapatos siempre brillaban. ¡Era el hombre perfecto! Nunca se equivocó. Nadie podrá nunca compararse con Frank Feldman.
El pasajero: Un hombre sorprendente. ¿Cómo lo conoció?
El taxista: Bueno, de hecho nunca lo conocí, ya murió. Yo lo que hice fue casarme con su jodida viuda.
Inscription à :
Publier les commentaires (Atom)
La historia tiene su gracia... pero ando metida en políticas de genero y tiene un poco un... ya sabes... ese puntito políticamente incorrecto...
RépondreSupprimerPero eso sí, tengo que elogiar tu acierto con el temazo que has elegido de Ray Charles.
Mujer, date cuenta que si le cambias el sexo a todos los protagonistas de la historia, sigue siendo exactamente igual de válida, porque la actitud del taxista que está hasta el moño que le recuerden lo maravilloso que era el muerto, no es sexista en mi opinión. Es humano la idealización del difunto por parte del que queda, sea hombre o mujer.
RépondreSupprimerVale que llamarle "jodida" viuda es un poco fuerte, pero es un refuerzo para la comprensión del chiste y, por otro lado, una traducción literal: el original inglés decía "f_ck_ing widow". A mí, escribir "j_d_d_" me pareció una tontuna y lo escribí entero. Pido disculpas si alguien se ha molestado.
No no nada de molestarme :-), era una simple apreciación... es que yo ando metida en la movida de miembros y miembras y todo se pega ;-)
RépondreSupprimer