vendredi 18 mai 2012

El violinista armenio/ Le violoniste arménien


(version française à la fin)

No toca el violín en La Monnaie, ni en Beaux Arts ni en ningún sitio de postín en Bruselas. Toca en la estación de Metro de Roodebeek. Se sienta en el pasillo que comunica la estación de Metro con el Centro Comercial de Woluwé. Yo ese pasillo lo uso mucho, queridos amigotes. En primer lugar, porque la estación de Roodebeek tiene el enooorme privilegio de estar al lado de mi casa, con lo que es mi puerta de comunicación con el mundo. En segundo lugar, porque aunque no vaya a usar el Metro, con la que cae en Bruselas con frecuencia -parece que las nubes nos tienen manía- uso el pasillo en cuestión para ir al centro comercial y así evitarme tremenda mojadura que ocasione cadenas de estornudos y toses, cosa que no me gusta, porque luego la gente te mira mal. Sobre todo si se producen en un teatro, por ejemplo.







Como digo, que se me va el santo al cielo, recorro ese pasillo con frecuencia y, a veces, sobre todo en fines de semana o vísperas de festivos, me había llamado la atención el protagonista de esta historia, sentado, con su violín, tocando piezas clásicas con una perfección y un oficio impecable. No suelo darle dinero a los acordeonistas ambulantes que son capaces de aguarte una mañana en el Metro al ejecutar (nunca mejor dicho) alguna variación enloquecida de "Hava Naguila" o la marcha turca de Mozart (si Mozart levantara la cabeza... ¡Ay!), pero a nuestro amigo le dejé en un par de ocasiones unos euros, a lo que correspondía dándome un puñado de caramelos. Como veis, era evidente que se trataba de alguien especial.

Por fin, el otro día, cuando me daba los caramelos, lo interpelé, preguntando por qué un artista como él, un músico de ese nivel estaba ahí, sentado en el Metro tocando para gente que, en general, no le prestaba la más mínima atención. Me contó que era armenio, que cuando llegó a Bruselas tenía ya 62 años y en ninguna orquesta daban a trabajo a gente mayor. Me quedé impresionado. No me imaginaba que el mundo de la música sinfónica fuera tan cutre como para desperdiciar un auténtico profesional simplemente por la edad. Se ve que la crisis le toca a todo el mundo.

Hablamos de Armenia. Le dije que Yerevan era una ciudad preciosa (exageré, que todo hay que decirlo) y se le iluminaron los ojos. Si bien es cierto que a mí me gusta mucho Armenia, Yerevan en sí misma es una ciudad que están demoliendo para hacer edificios muy nuevos. Ya os conté mis andanzas por Armenia en otra entrada de este blog de hace unos años. Si tenéis ganas, podéis rememorarlas pinchando aquí. Le dije que conocía la ópera de Yerevan donde había visto una obra de Khatchaturian (no sé cual, sólo sé que era muy ruidosa. La verdad es que nos colamos en el entreacto mi colega Michel y un servidor). Me dijo que había tocado con Khatchaturian. ¡Vaya nivelazo!

Para que os pongáis en situación, ahí van unas fotos que hice en Yerevan en 2008:


Teatro de la Opera de Yerevan. Se supone que, aunque no se entiende lo que dice la peana, la estatua representa a Aram Khatchaturian.


Plaza de la República por la noche. Corría el mes de Septiembre, hacía calor y todo el mundo estaba en la plaza viendo un espectáculo de luz y sonido con las fuentes.

Bueno, amiguetes, os voy a dejar con el artista. Se ofreció a tocar algo para que lo filmara. Sólo tenía a mano el iPhone, así es que por eso está un poco chunga la filmación, pero estaréis de acuerdo conmigo que vale la pena escucharlo. Si no lo habéis reconocido, es la Gavota de la suite nº3 BWV 1068 de Bach. Que lo disfrutéis. Es cortito, no os asustéis. Luego le dí cinco euros y me regaló una tableta de chocolate. Genial.






Le violoniste arménien
. Version française

Il ne joue pas au théâtre de la Monnaie, ni aux Beaux-Arts ni à n'importe quel endroit chic à Bruxelles. Il joue à la station de métro Roodebeek. Il s’assoit dans le couloir reliant la station de métro au Woluwe Shopping Center. J’utilise beaucoup ce couloir. Tout d'abord, parce que la station a le privilège d'être à côté de ma maison, étant donc ma porte de communication avec le monde. Deuxièmement, parce que même si je n'utilise pas le métro, avec la pluie qui tombe souvent à Bruxelles, j’emprunte le corridor en question pour aller au centre commercial et ainsi ne pas devenir mouillé comme une grenouille, ce qui peut avoir comme effet des chaînes d’éternuements et de toux, chose que je déteste.




Comme je dis -parfois je perds le fil de la conversation- je me promène souvent dans ce couloir, et parfois, surtout le week-end ou avant les jours fériés, j'ai été frappé par le protagoniste de cette histoire, assis avec son violon, en jouant des morceaux classiques avec une perfection et un professionnalisme impeccables. Je ne donne généralement pas d'argent pour les accordéonistes de la rue, qui sont en mesure de te foutre dans l’air un voyage dans le métro en exécutant une variation débile du "Hava Naguila" ou de la marche turque de Mozart (Oh ! si Mozart levait la tête), mais j’ai laissé á notre ami une couple de fois quelques euros, et il correspondait en me donnant une poignée de bonbons. Vous voyez, il était clair que c'était quelqu'un de spécial.

Enfin, l'autre jour quand il me donnait les bonbons, je lui ai demandé pourquoi un artiste comme lui, un musicien de ce niveau, était là, assis dans le métro en jouant pour des personnes qui ne lui prêtent généralement pas la moindre attention. Il m'a dit qu'il était arménien, que quand il est arrivé à Bruxelles il avait 62 ans et aucune orchestre ne donne du travail aux personnes âgées. J'ai été impressionné. Je n’imaginais pas que le monde de la musique symphonique était si minable comme pour perdre un pro à cause de son âge. On voit que la crise touche tout le monde.

Nous avons parlé de l'Arménie. J'ai dit que Erevan était une belle ville (j’ai exagéré, il faut bien le dire) et ses yeux se sont allumés. S'il est vrai que j'aime vraiment l'Arménie, Erevan est une ville en train d'être démoli pour faire des nouveaux bâtiments. Je vous ai raconté mes aventures en Arménie dans un autre post sur ce blog il y a quelques années. Si vous avez envie, vous pouvez les revivre en cliquant ici. Je lui ai dit que je connaissais l'Opéra d'Erevan où j’avais vu une œuvre de Khatchatourian (dont je ne sais pas le nom, il suffit de savoir que c'était très bruyant. La vérité est que nous nous sommes glissés dans l'entracte mon collègue Michel et moi même). Il m'a dit qu'il avait joué avec Khatchatourian. Quel niveau!

Pour que vous mettre en ambiance, voici quelques photos que j'ai faites à Erevan en 2005/2008:




l'Avenue Abovian. L'artère principale d'Erevan. Photo de 2005





Place de la République. Photo de 2008

Eh bien, copains, je vais arrêter ici. L’artiste m’a proposé de jouer quelque chose pour le filmer. Je n’avais à la main que l'iPhone, et c’est pour ceci que la vidéo est un peu louche, mais ça vaut la peine. Si vous n'avez pas reconnu la pièce, c'est la Gavotte de la Suite n ° 3 BWV 1068 de Bach. Profitez-en. Elle est très courte, ne paniquez pas. Puis je lui ai donné cinq euros et il m'a donné une tablette de chocolat. Génial.





lundi 7 mai 2012

Chagall, otro judío errante


Hace un par de semanas ¡Oh queridos lectores! las circunstancias me obligaron a pasar unos cortos días en la Villa y Corte de Madrid. Obligación, que -para qué voy a negarlo- es para mí como suave bálsamo primaveral que acaricia mi cansado esqueleto. Aparte de que en "los madriles" siempre me sienta a gusto pase lo que pase, por encima de malos rollos, alcaldesas embotelladas y otras zarandajas, esta vez aproveché para ir a ver la exposición de Marc Chagall, exposición que os recomiendo con vehemencia si tenéis la oportunidad de ir a verla, amigotes. Se acaba el 20 de Mayo, así es que ya podéis poneros el turbo si queréis ir.

La exposición está dividida en dos partes. La primera, en el Museo Thyssen-Bornemisza, cubre las primeras etapas de Chagall, en su Rusia natal -Vitebsk y San Petersburgo-, su primera estancia en París, su vuelta a Vitebsk tras la revolución de 1917, y de nuevo París  hasta que tuvo que salir corriendo a América para escapar a los pogroms que les tenían preparados a los judíos en la Francia de Vichy. La segunda parte está en la sede de Caja Madrid, al lado de la Puerta del Sol y cubre el resto de su obra, tras la guerra.

Las pinturas que os pongo a continuación, son el producto de la actividad ilegal y secreta de vuestro amado bloguero Sorokin, que tuvo que desafiar a unas marujonas de uniforme que se lanzaban sobre los inocentes fotógrafos -como un servidor- al grito de ¡NO SE PUEDEN HACER FOTOS! Qué susto, pardiez. Para conseguir, pues, las imágenes que siguen, recurrí a la táctica Anacleto agente secreto: la Canon en el bolsillo, con el interruptor en "On", sin flash y sacada subrepticiamente cuando las brujas no miraban. Y el gusto que da delinquir... inefable. Sorprendentemente, en la sede de Caja Madrid, en vez de señoritas Rotenmeyer había guardas de seguridad y resultaron más fáciles de burlar. Cosas de la vida.

La exposición es muy completa. Se puede seguir perfectamente la evolución de Chagall, desde sus primeras obras,  realistas, pero donde el color adquiere carácter de protagonista total, como en estos tonos rojos fuertemente agresivos que usa en la pintura de su hija y su mujer comiendo frutos del bosque:



O el desnudo en rojo enmarcado por tonos verdes, pintura de su primera época. He leído que la modelo era su hermana. Será, si ellos lo dicen.



En muchas pinturas de esta época, aparecen temas judíos y paisajes de su Vitebsk natal, así como gallos, vacas, cabras, todavía como tales, sin mezclas humano-animal que aparecieron después. Lamentablemente, las más conocidas eran las que más vigiladas estaban por las marujonas, así que me quedé a dos velas y sin poder fotografiarlas, salvo ésta: "Soledad"


O esta, "la casa azul":



Tampoco pude fotografiar las incursiones de Chagall en el cubismo (en realidad, sólo eran un par de pinturas). Nunca se autoincluyó en ninguna corriente pictórica de las que arrasaban en el París de entreguerras. Por su uso del color y su trazo deliberadamente grosero fue asociado a los "fauves". Como digo, tuvo veleidades cubistas y luego los surrealistas lo consideraron como suyo, aunque él seguía a su aire.

No parece que los críticos se pongan muy de acuerdo sobre qué sentido tienen esos animales que aparecen en las pinturas de su primera época, aunque cuando se convierten en bestias antropomorfas, como aquí, en "la danza", se percibe un simbolismo más claramente sexual. Hombre, caramba, viendo una señora desnuda y un toro con un violín al lado, uno va comprendiendo por donde van los tiros.



O como aquí, otro toro violinista y otra señora desnuda:


En resumen, la exposición vale la pena. Yo disfruté como un tonto con un pincel y he tomado la decisión de mandar los colores pastel al guano e intentar usar también tonos salvajes en mis próximos gurrapatos pictóricos. Pero no debe ser nada fácil, pese a lo que pueda parecer.

Para terminar este post, no puede faltar una nota alimenticia, que además, viene al caso. Me llevaron a un restaurante ruso en Collado Villalba. Probablemente, el más ruso de todos los resturantes rusos de la provincia. Se llama "Strogonov" y, como podéis ver por la foto, uno se siente como si estuviera en algún lugar de la madre Rusia. Otra cosa es encontrarlo, porque está bien escondido en un rincón inverosímil. En fin pinchando aquí, viene un mapa de la zona.



Aparte los platos típicos como bitochki, blinis, caviar (de arenque, vaya, aunque también hay del de verdad, pero se paga), me encantó el borsch. No sólo por que era bastante verdadero, sino porque tiene un color totalmente chagalesco. ¿O no?:


Bueno, ya estuvo bien por hoy. No os perdáis Chagall si podéis. Un besote

samedi 21 avril 2012

Zelanda. La Pascua en la tierra del mar


Zelanda, como todos ustedes sabéis, mis queridos amigotes, es una provincia holandesa. No tiene nada que ver con la Nueva Zelanda, que pilla un poco lejos. "Zeeland" como también sabéis, quiere decir "tierra del mar" en la lengua que hablan todas estas gentes de por aquí. Como podéis ver en el mapa que he tenido el gusto de poner a continuación (de nada, colegas), la penetran varios brazos de mar, con lo que el nombre está bastante justificado. El más importante de todos ellos es el estuario del Escalda, del que ya os hablé el año pasado. Si estáis ociosos -o ansiosos por ampliar vuestros conocimientos sobre el asunto-, podéis pinchar aquí y disfrutaréis de las sorokinescas hazañas de la Pascua de 2011.




Como el criminal siempre vuelve al lugar del crimen, este año he vuelto a cometer la felonía de ir a pasar la Pascua a estas tierras marinas. Y no sólo eso, he ido a los mismos apartamentos del año pasado, "de Gulden Strom", en Vlissingen,  desde los cuales se ven desfilar barcos y barcos por el Escalda mientras uno se toma su café con leche o su cervezota. Muy ameno.



En la foto podéis ver un barco pasando y un ramito de tulipanes. El barco es esa cosa oscura en la parte alta de la foto. Los tulipanes, las flores amarillas que hay sobre la mesa. Que no se diga que vuestro bloguero viene a Holanda y no compra un ramito de la flor nacional de los holandeses. 

En general, al norte de los Pirineos se da más importancia a la Pascua que a la Semana Santa. De hecho, las vacaciones coinciden con la semana de Pascua, mientras que en Viernes Santo, etc, todo el mundo curra. ¿Será porque celebran más la vida que la muerte? En fin, no me meto en berenjenales teológicos, que bastante tengo con meterme en relatos sosainas, como éste. Dejémoslo aquí. Bien, sigo. Es típico pintar los huevos de gallina de brillantes colores y comérselos en el desayuno  del lunes de Pascua (aparte de otras viandas, claro)



Hay diversos estilos de pintar los huevos como podéis ver a continuación. En fin, viva la libertad artística. Cada uno se pinta su huevo como le da la gana (iba a decir la "real" gana, pero me abstengo, no vaya a ser que aparezca un elefante por aquí y se disguste conmigo)


Vuestro bloguero predilecto, aparte de dedicarse a no hacer nada en la terraza y comer huevos pintados, se fue a dar una vuelta por el mercado de Vlissingen, constatando algunas cosas interesantes, como lo que se ve en esta foto que dedico a mi amigo bloguero el Oteador de los Mercados, que sabe un montón sobre mercados y sobre naranjas. Pues sí, las naranjas no se venden por kilos, sino por piezas. 20 naranjas, 3,95 euros dice el letrero. Y si quieres una caja, te la puedes llevar por 8,95 euros. Me pareció extremadamente barato: a ojo de buen cubero, el kilo debe salir a 90 céntimos de euro.


Pero en fin, os voy a  hablar del pescado holandés por excelencia: los "maatjes". Los maatjes son arenques del mar del norte, pescados en temporada, cuando aún no son fértiles y marinados en una salmuera suave, sin vinagre. A no confundir con los "rollmops" que son arenques marinados en vinagre, más típicos de Alemania y de los países nórdicos. En principio, la temporada empieza en Mayo y dura hasta el fin de Junio; lo que pasa es que gracias a los famosos y perversos anisakis, la ley obliga a congelar a los bichos antes de ponerlos en la salmuera. Gracias a eso hay "maatjes" todo el año.


A mí me encantan los pescaditos estos. Se comen así, como vienen, con un poco de cebolla picada. Están gloriosamente suaves y pegajosos. Ya sé que a mucha gente no le gustan, e incluso me atrevería a decir que le repatean, pero, si venís por aquí, no lo dudéis: probad. Es una experiencia diferente... se te deshacen en la boca. Un día los hice en una especie de ensalada, medio ensalada, medio guacamole (oiga, que se vea la fusión de culturas gastronómicas de Sorokin). En primer lugar, troceamos los arenques y los mezclamos con la cebolla en cuadraditos:


Acto seguido, cortamos en trozos groseros un aguacate, un par de tomates, sal, pimienta, eneldo. Mezclamos todo y, a comer:


Si pasáis por la zona, aparte de pasear por las dunas o por la orilla del agua, ir al mercado o comer arenques, os puedo proponer un par de sitios interesantes: El St Jakob's Café es la mar de acogedor y tiene una buena selección de cafés, tés, sandwiches y otras amenidades. Tambén tienen una buena carta de vinos y cerveza, claro.


Como ya sé que a algunos de mis maravillosos lectores imaginarios les gustan las pócimas bio, los tés raros y otras cosas del estilo, os recomiendo la tienda "Rode Pilaren" que está en la calle principal. Es una cadena, pero eso no quita para que el local de Vlissingen esté de lo más cuqui:



Pues, mis amigos, lo voy a dejar aquí, con un consejo final si vais a Vlissingen. No os confieis demasiado en los verdes céspedes que adornan toda la zona, porque... mira tú lo que puede pasar..


Un besote

lundi 2 avril 2012

Dónde -y cómo- comer mejillones en Bruselas


 Pues bien, queridos amigos y demás gente que me escucháis, siguiendo con mis consejos, reseñas, trucos, lugares, enseñanzas y otras zarandajas sobre la vida en Bruselas, hoy he tenido una iluminación repentina y me he dicho... pero, Sorokin, cachondete, como es que tras casi cuatro años escribiendo esta tontuna de blog todavía no has contado nada a tus lectores reales o imaginarios (me encantan los lectores imaginarios) sobre el plato nacional belga. Yessir, los mejillones. Eso es así: los "moules frites" son considerados por todos los habitantes de este país como la representación más genuina de la cocina belga, pero ¡ah, queridos y respetados lectores! todo tiene su rito, su conocimiento y su liturgia que os desvelaré algunas líneas más abajo (si tenéis paciencia de leer, caray, y no os limitáis a ver las fotos y pasar a otra cosa).

Cierto que hay mejillones en España y muy buenos -de hecho, los mejores, más gordos y más coloradotes-, y que hay mil maneras de hacerlos. Y si no, podéis leer el blog del gran Apicius que tiene toda una serie de recetas dedicadas a los mejillones, pero aquí, son otra cosa. son algo así como la tortilla de patatas en España o la choucrout en Alsacia. No son platos muy sofisticados, pero todo el mundo los sabe hacer y siempre se discute sobre quien los hace mejor en el entorno familiar o en qué bareto te los dan mejor etc.

Si caéis por Bruselas por cualesquiera razón que sea, o si ya arrastráis vuestros sufridos cuerpos por la capital de Europa, seguro que alguien os dirá que los mejillones hay que ir a comerlos a Chez Léon, al ladito de la Grand Place:





Bueno, pues no. Vale que está muy bien situado, está lleno de turistas -sobre todo españoles y japoneses- tiene ambientillo, manteles a cuadros en las mesas y todo eso, pero si queréis comer mejillones de verdad, abstenéos, ¡Oh pecadores!. En fin si es por conocerlo podéis ir, pero sólo una vez (no os quedarán ganas de volver) Es caro, y la calidad lleva en sistemática caida bastantes años. Pero en fin, oye, allá vosotros que, como se dice en francés, sois adultos y estáis vacunados. Además, como decía no sé quién, si no conocemos lo mediocre, ¿cómo vamos a valorar lo bueno?

 Si no queréis alejaros mucho del centro, de la Grand Place y de la Bolsa, podéis ir al Pré-Salé, que está en la rue de Flandres, cerca de la Place St. Catherine. Los precios tampoco son una bicoca (estoy hablando de 21 euros por el kilo de bivalvos mejillonáceos), pero la atención es buena y los mejillones tambien. Por cierto, que no os la den con queso en ningún sitio, la ración estándar es un kilo de mejillones, porque hay sitios donde el precio es sorprendentemente bajo y luego te dan medio kilo, así que ojo. Leeros la letra pequeña.



Ya empezamos a habler de cosas serias si nos vamos alejando del centro y nos metemos en la Chaussée de Louvain. En un barrio más bien deprimido y bastante descascarillado está "La bonne humeur". A pesar de ese aspecto que veis en la foto, os puedo asegurar que dan unos mejillones de campeonato. Las patatas fritas también son excelentes.


Pero, en fin, os voy a contar el secreto mejor guardado de Bruselas. Los mejores mejillones los he comido en "la Terrasse", en el barrio (la Comuna, vaya) de Schaerbeek . Sorprendente, porque el patrón es turco y el cocinero es francés, pero son los más belgas de todos los mejillones belgas. Con su caldito con apio, sus inmejorables patatas fritas (los mejillones de la foto de cabecera son los de "la Terrasse"). Por cierto, el truco consiste en que, a medida que vas vaciando la cacerola, vas echando las patatas en el caldo. Delicioso (hay amigos que me dicen que es que me estoy volviendo belga). ¡Y sólo a 17 euros la cacerola de un kilo! Pero ¡ay!, la felicidad no puede ser eterna: sólo hacen mejillones el primer viernes y sábado de cada mes.

(Nota de Abril 2016:

La última información es que el patrón de "la Terrasse" ha decidido echar el cierre)



Ya os he contado un par de cosas importantes para comer mejillones como un belga: que te los sirven en una cacerola de un kilo, que llevan un caldo de  apio y vino blanco y que las patatas fritas hay que mojarlas en ese caldo. Ahora, os contaré otra cosa para que no quedéis como paletorros cuando vayáis a comer los moules en Bruselas. ¿Os habéis preguntado por qué aquí se sirven con sus dos valvas, mientras que, en general, en España se sirven solo con la valva inferior? Ahhhh, pues os lo explico. En primer lugar, debéis vaciar un mejillón o pescar uno que ya esté en la cazuela sin bicho (cosas que pasan). Acto seguido, con la mano izquierda (oye, si sois zurdos, pues al revés), cogéis una concha llena. Bueno, amigos argentinos NNNOOO, no es lo que estáis pensando, que os oigo telepáticamente echando risitas malévolas. Ustedes "agarran" la cáscara del bicho. Y todos, americanos y europeos, lo hacéis así:
 Con la otra mano, cogéis la concha vacía (¿otra vez las risitas?) y la utilizáis como una pinza, abriendo y cerrando las dos valvas con el índice y el pulgar:
Con esa improvisada pinza, sacáis al bicho de la otra concha y os lo lleváis a la boquita. Y así hasta acabar la cacerola. Fácil ¿eh? pues venga, ya podéis ir ensayando la próxima vez que comáis mejillones.

Y con esto y un bizcocho, hasta mañana a las ocho. Os voy a dejar que no he cenado. No tengo mejillones, pero me voy a empujar unas lentejas gloriosas. Ya os contaré.

Besotes

Actualización de Septiembre 2013

Pues bien, mis queridos amigotes, el tiempo pasa, y aparte de rellenar nuestras pieles de surcos como decía Shakespeare en un famoso soneto -que no os voy a copiar aquí, que bastante tenéis ya con el rollo que os estoy metiendo- nos enseña, nos educa y nos descubre cosas nuevas y más vale así, que si no es que nos hemos quedado hechos un pingajo. Total que, vale ya de rollo Sorokin, he descubierto un sitio nuevo para comer mejillones. Tan popular se ha hecho, que no quiero dejar a mis amigotes en la inopia. Ello no quiere decir que reniegue de los restaurantes de los que os he hablado antes, simplemente lo añado.

Se trata de "le Zinneke", tambien situado fuera del centro de Bruselas, en Schaerbeek, pero vamos hay un tranvía que pasa justamente delante.



Se presenta como "el templo del mejillón". Y verdaderamente, tiene un montón de formas de cocinarlos. 69, sin ir más lejos. Y como veis en la carta, la 69 lleva el significativo nombre de "mejillones eróticos"



La verdad es que a mí, lo que me picó la curiosidad fue el número 44 que se supone que son mejillones "a la vasca". Yo soñaba con los tigres de la calle Iturribide, pero no. Como aquí veis, la base es una preparación a la belga a la que le han añadido tomate y pimiento picante. No estaba malo, no. Y los mejillones son de categoría, bien gordotes:




En fin, bien, para los que les gusta arriesgarse, bien está, pero como decían mis acompañantes, un mejillón en Bélgica, hay que comérselo a la belga.

Como postre, os podéis pedir unos "cuberdons" (es el único sitio que he visto que los tengan). Es un bombón típico de la región de Tournai, relleno de frambuesa. En el Zinneke lo ponen con helado de frambuesa hasta formar una especie de ¿de qué? admito propuestas



Y venga, dejo de daros la brasa. Un nuevo besote un año después.

dimanche 18 mars 2012

Una casa encantada: La "Maison Autrique"


UNA EXCURSION EN BARCO. LA PRIMERA OBRA DE VICTOR HORTA. EL "ART NOUVEAU" EN BRUSELAS. LOS FANTASMAS DEL LAVADERO. UN BUEN TÉ PARA TERMINAR TAN EMOCIONANTE JORNADA.


La historia empieza en Punta del Este, Uruguay, en un barquito que iba desde el puerto hasta la isla de Lobos, como ya os conté, ¡oh, queridos amigos! en una entrada de esta especie de simulacro de blog. Podéis releerla si eso os da un gusto y placer adicional en esta lluviosa mañana de Domingo pinchando aquí. Mientras el barquichuelo saltaba entre las olas del Atlántico austral, entablamos conversación con una pareja mexicana que sentábase al lado. Al saber que veníamos de Bruselas, nos contaron que él, era descendiente de la familia Autrique, de Bruselas y nos hablaron de la casa que había sido la casa familiar a principios del siglo XX. Una casa emblemática que había sido restaurada recientemente y para cuya inauguración habían invitado a todos los descendientes de la rama familiar, incluídos ellos. Oye, yo puse cara de enteradillo, aunque era la primera vez que oía hablar de tal casa, pero tomé en lo más profundo de mi interior la decisión de ir a visitar la casa en cuanto volviera a Bruselas. Bien. Ha pasado un año y medio, pero diversos sucesos, eventos e inconvenientes, entre los que hay que listar (¡qué remedio!) la Sorokinesca pereza estructural que me acosa desde mi más tierna juventud, me han impedido cumplir mi autopromesa hasta la semana pasada. Pero, al fin, ¡lo hice, lo hice! la he visitado.


La casa está en el número 266 de la Chaussée de Hatch, en la comuna de Schaerbeek, en Bruselas. Una comuna que se ha degradado bastante en los últimos años, pero que todavía conserva zonas nobles, como la Avenida Luis Bertrand que podéis ver al lado de la casa Autrique en la foto de Google.

La casa es la primera obra seria de Victor Horta, el arquitecto más famoso de Bélgica, a quien podéis ver aquí, reflexionando sobre que horterada (no escandalizarse, please, "horterada" en el sentido de obra de Horta) iba a acometer en los próximos minutos.


Horta fue el rey del "Art Nouveau" a principios del siglo XX y su obra es conocida y admirada en todo el mundo mundial, pero no fué el único arquitecto de la época que se dedicó al tema en Bélgica. De hecho, Bruselas, una ciudad rica en aquellos entonces, fué considerada como la capital mundial del Art Nouveau. Lamentablemente, al paso de los años y el paso de las modas, muchas de las obras de Horta fueron machacadas y destruidas, para construir mamarrachadas supuestamente "modernas", como el edificio que aparece en el dibujo precedente: la "casa del pueblo", sede del partido socialista, que fue demolida en 1947 para construir un edificio sin gracia ni cachet. Eso sí que fueron, realmente, horteradas en sentido peyorativo.


Pero bien, a lo que voy, que el otro día fuí a visitar la casa Autrique, restaurada en 1998 con un gran respeto por la idea original. Se puede visitar de miércoles a domingo y la entrada cuesta seis euros, pero vaya, bien empleados están. La recepción (en la foto) ya tiene un toque misterioso, medio en penumbra. Y eso que fuera hacía un sol magnífico (magnífico para Bruselas, quiero decir, claro)



La escalera con un vitral art nouveau, es en cambio mucho más luminosa.



 La cocina en el semisótano. Dan ganas de ir a hacer algún guisote con esa maravilla de utensilios históricos.


El dormitorio, en la primera planta. Parece que sus dueños se están preparando para ir a la cama, con ese camisón estratégicamente puesto encima del lecho conyugal.



El desván de la casa está poblado de fantasmas. Os aconsejo si váis a visitarlo que os preparéis para importantes emociones. Bien, para empezar os diré que yo filmé un video en el cual aparecen los fantasmas, pero mi vídeo, y no es broma, ha desaparecido, tragado por Google. ¡Oh, my God! En cuanto publique este bodrio voy a volver a buscarlo y, si reaparece, lo pondré.

Mientras, para terminar tan interesante día, podéis ir a tomar un té a un salón de té que acaba de abrir en la Avenida Luis Bertrand, al ladito mismo de la casa Autrique. Bueno, yo tomé un café (descafeinado, que si no, no duermo), pero tienen muchas clases de té. A destacar una magnífica tarta de zanahoria, con un toque de canela que me hizo resucitar.




 Bueno, os dejo, que voy a buscar mi vídeo. Un besote


¡¡¡He encontrado el vídeo!!!. Los fantasmas han decidido que querían aparecer en público. Aquí os dejo con ellos.

mercredi 7 mars 2012

Bruselas insólito: La capilla de María la miserable


Mis queridos amigos, contertulios, blogueros, no-blogueros, colegas, parientes, primos, compadres, comadres y demás miembros de la especie humana que pulula por este mundo de los blogs: en vista de que en los últimos tiempos vuestro bloguero bien amado (o sea, un servidor, que hay que decíroslo todo) está bastante estático y poco viajero, me he decidido a hablar un poco más sobre Bruselas, la ciudad en la que mis húmedos huesos se arrastran por calles, veredas, parques, aceras, pasos de peatones y vagones de metro. Así es que hoy os voy a hablar de la capilla de María la miserable, un lugar poco conocido de turistas y visitantes de aluvión; por donde no pasan esos autobuses que tienen un techo descapotado para disfrutar de la verdadera Bruselas y, en especial, de su lluvia.

La capilla está en Woluwé St Lambert, barrio bastante céntrico (en fin, en Bruselas nada está muy lejos del centro). Perdón, he dicho barrio aunque es una comuna con todo y su alcalde. Ya sabéis que Bruselas es una aglomeración de comunas, o por lo menos ya os lo expliqué en su día y no lo voy a repetir, leñe.

Nadie diría que se trata de una capilla de singular importancia vista de lejos. Está al ladito de un par de arterias bastante concurridas y a un tiro de piedra de la estación de metro Roodebeek, como podéis ver en el mapa de Google:


Además, está lo que se dice pegada a la brasserie Kwak. Luego, luego os cuento. Como quien no quiere la cosa, la capilla fué construida en el siglo XIV y según dicen los que saben de esto, es un ejemplar destacado del gótico brabanzón (suena bien, ¿a que sí?).

La leyenda reza que allá por 1320, la tal María vivía en una ermita en este lugar, que era un espeso bosque de hayas y robles (como debe ser un espeso bosque. Si fuera de chopos no sería espeso, digo yo). La singular belleza de la joven (tomen nota, mis amigos de la correcta expresión, en vez de decir que estaba "como un pan", lo que quedaría vulgar en un relato tan serio como este) desencadenó los desenfrenados deseos del señor feudal de Craenem, quien le propuso que cometiera torpe coyunda con él (fino, ¿eh? tomen nota). La doncella negóse, ante lo cual, el despechado señor le tendió una trampa: se las arregló para introducir en la bolsa de la joven una copa de oro y la denunció a la justicia (no tengo ni idea de quién podría ser la justicia en aquellos tiempos). Total, que la pillaron, la condenaron y como castigo la enterraron viva tras clavarle una estaca en el corazón (eran bastante bestias, todo hay que decirlo). Cierto que es muy raro que estuviese viva tras clavarle la estaca, pero bueno, es lo que dice la leyenda. Podéis ver más detalles pinchando aquí. El señor feudal, arrepentido parece que se puso a hacer penitencia y acabó construyendo la capilla de marras (cuando lo que había que haber hecho es clavarle otra estaca a él y no digo donde)


A la entrada de la capilla hay una imagen de piedra de María, con un saco colgado. Se supone que es en ese saco donde le metieron la copa. El resto de la capilla no puede ser más sencillo, pero tiene un encanto especial. Cuando yo estuve, en uno de los pasados días de frío polar, la iglesiuca estaba solitaria y desprendía un aire algo irreal, con una luz gris entrando por los ventanales. Sobre el altar principal hay un tríptico de 1600 que cuenta la historia de la pobre chica:


Ya sé que me váis a decir que por qué no he hecho la foto más de cerca. Pues porque el altar estaba cerrado con una reja de madera (bueno, si es de madera no es una reja, cierto, pero no sé como llamarlo. Se admiten propuestas):


En la entrada hay otra imagen de la miserable María, con su saco y todo, y unas florecillas para honrar su memoria:


Bien, amigos, es una visita que tiene un toque mágico y evocador, sobre todo en un día como el que yo estuve, con el frío y el cielo gris plomizo cerniéndose sobre Bruselas. No os voy a decir que si venís a Bruselas sólo por unos días es una visita imprescindible, pero tiene su encanto, lejos de las hordas de turistas. Y si acaso os animáis, lo que podéis hacer luego es bajar unos metros por la calle Vandevelde e ir a la Brasserie Kwak, que está al lado mismo. Tiene buena carne a la parrilla y la cerveza de barril es Ciney rubia, que es una de mis preferidas:


Si por casualidad, ese día queréis pegaros un homenaje más elaborado (y bastante más caro, pardiez), el Molino de Lindekemale está a unos quinientos metros bajando por el Bulevar de Woluwé (no se ve en la foto de Google, pero no está lejos). En el Lindekemale no he estado nunca. Me he limitado a ver la carta de precios que tienen en la entrada y salir de allí corriendo con los pelos erizados. En fin, a lo mejor cuando me toque la Loto me animo.


Bueno, os voy a dejar. Creo que, por hoy ya os he dado bastante la brasa. Otro día os hablaré de algún otro rincón insólito. Ahí nos estamos viendo, como dicen en México.