Hola, mis queridos amigos y otras gentes, conductores de autobús, modelos de Ives St Laurent, funcionarios y funcionarias de Correos, atrevidos ciclistas desafiando el tráfico, patinetes suicidas (con o sin casco), y todos los demás que leéis los espectaculares relatos de este, vuestro bloguero favorito. He decidido que voy a empezar el año 2022 realizando una de las tareas que me acosan y me inquietan desde hace años: leer a Proust. Pues sí, ya cuando era estudiante en París me hicieron la pregunta capciosa y maligna: ¿Ya has leído a Proust? servidor que, como todos sabéis le cuesta lo indecible admitir que no sabe de algo, se escapó con una estilosa finta, a la gallega, respondiendo con otra pregunta: ¿Y tú, has leído a Pérez Galdós?
Pero vamos, que esta vez he decidido que va de veras, ayudado por el hecho de que me han regalado el libro que os he puesto en el encabezamiento, y me he puesto a leer a ese icono de la literatura francesa.
El libro en cuestión, es el primero de la serie "En busca del tiempo perdido" e incluye tres novelas. "Combray", "un amor de Swann" y "Los nombres del país". Bueno, pue las he terminado las tres (650 páginas, casi nada). Me ha costado sangre. No es nada fácil de leer, frases largas, larguísimas, acumulación de adjetivos, de nombres, de recuerdos. Por supuesto, lo he leído en francés, y no creo que la traducción al castellano refleje adecuadamente lo que cuenta el amigo Marcel. Para empezar, lo de traducir "Du côté de chez Swann" por "El camino de Swann" tiene delito. En español, parece que Swann es un lugar, y no un personaje, como es el caso. Pero ahí vamos.
El mundo de Proust
En el primer libro, "Combray", el autor cuenta sus recuerdos de infancia: que suba su mamá a darle un beso, que cuando viene Swann, a veces la mami no sube y él se desespera, etc. Archifamoso es el recuerdo de la magdalena, que su tía le da mojada en té y que a él le crea un montón de recuerdos. Por cierto, aveces pienso que la aventura de la magdalena es tan famosa porque mucha gente no ha pasado de la página cien que es cuando lo cuenta.
Por supuesto, servidor, en homenaje a Proust ha desayunado magdalenas varios días (es que compré un paquete de seis
Las magdalenas de Proust, no son como las que están de moda, que si "cupcakes", etc.. NO. "Tiene la forma de una pequeña concha de pastelería (pág 102 en mi edición)
El Combray de Proust, no se llamaba así, se llama Illiers. Es algo así como la Mazcuerras de Concha Espina, que le cambió el nombre por "Luzmela". Oye, y todos tan contentos.
El segundo libro "un amor de Swann" sucede como quince años antes. El narrador ahora es omnisciente, no el protagonista. Es un libro que para mí es el mejor del trío. Se puede leer de forma independiente. Swann, mediante una serie de carambolas, se enamora de Odette de Crécy, una entretenida de lujo. Swann la idealiza comparándola con la "Zephora" de Botichelli:
Zephora de Boticelli
Es muy interesante las descripción de la vida en París a fin de siglo XIX, los salones a los que era necesario ir para ser "alguien". La vida de las entretenidas de lujo, totalmente admitido por la sociedad.
Finalmente, Swann, que piensa que Odette es inferior a él termina por caer en el infierno de los celos, y aunque no lo explica, a pesar de los desprecios de su querida, termina casándose con ella-
El tercer libro vuelve con el narrador a su infancia/adolescencia. El libro menciona los sitios donde iba el protagonista: Balbec (en realidad es Cabourg) aunque no cambia los nombres a otras ciudades por las que según él, pasa el tren de Balbec
Cabourg el gran hotel/casino
Cabourg. La playa
Interior del Gran Hotel
Coutances, la catedral
Bayeux, una ventana
Bayeux, la tapicería de la conquista
Pero lo más importante de este tercer relato, son las relaciones del narrador con la hija de Swann y de Odette de Crécy. Relaciones infantiles, desde luego, pero que descubren finalmente que Swann se había casado con Odette.
En fin, no voy a insistir. Hay tema para dar y cortar, pero os voy a decir una cosa, mis buena gentes, voy a descansar y no seguir por el momento con el resto de las novelas que forman "En busca del tiempo perdido". Voy a descansar, que me ha costado un esfuerzo del Copón, porque es fácil distraerse cuando te encuentras con largos párrafos en los que, a veces se repiten las cosas varias veces.
Bueno, y ahora, para compensar os voy a poner una receta normanda. A base de Livarot, que es el queso más antiguo de Normandía, manzanas y Calvados, el licor de Normandía, producido destilando sidra.
No creo que encontréis Livarot fácilmente. Igual pasa con el Calvados, pero vamos, podéis encontrar reemplazantes.
Se trocea la manzana y se pone a cocer con un chorro de C.alvados, con mantequilla y con azúcar de caña
En unos quince minutos, la manzana estará hecha:
Colocar el Livarot en una cazuela de horno:
Añadir la cocción de manzanas
Poner al horno como 15-20 minutos, hasta que el queso esté fundido.
Y nada más, colegas, me voy a cenar. Siento haberos dado la turra. Espero que el queso con manzana os compense.
Besotes enormes, que me voy a cenar
... Voy a descansar, que me ha costado un esfuerzo del Copón...jajajaja cómo te entiendo amigo. Menos mal que la receta efectivamente compensa. Me ha encantado y... (Voy a hacer una sorokinada) prometo que está la hago, de verdad, en cuanto me encuentre un buen pedazo de Livarot.
RépondreSupprimerUn abrazo
Querida Viena, no sabes la alegría y el orgullo que me asaltan cuando una cocinera como tú, me dice que le ha encantado la receta. Gracias. Si no te olvidas (estilo Sorokin), espero que te guste.
SupprimerUn abrazo
Amigo siento decirte que esa misma promesa me la hice yo hace unos años y sólo llegué hasta los dos primeros tomos. Vergüenza me da decirlo, no creo que me acabe alguna vez la obra de Proust, aunque cada año lo intento al menos una vez. Si lo hago prometo decírtelo.
RépondreSupprimerUn abrazo
Hola Tracy, gracias por la visita y el comentario. Por lo menos llegaste a los dos primeros tomos. Como ves, yo no he pasado del primero (con sus tres relatos) y, desde luego por el momento, me vuelvo a las novelas policiacas para reposar la cabezota. El año que viene veremos.
SupprimerUn abrazo
La lectura te la debo , jamás se me ocurrió leerlo.
RépondreSupprimerLa receta si podría probarla y lo explicas refacil.
Gracias por tan entretenida entrada con fotos y todo!😊👍💛💛
Hola, querida buha. Gracias por tu comentario. Si no te apetece, o no hiciste promesas falsas como yo cuando era estudiante, no merece la pena meterse a fondo en el libro (y hay que meterse a fondo, porque si no, no te enteras de la misa la mitad, como decía mi abuela). Y la receta, ya me dirás si la haces.
SupprimerUn abrazo
¡Qué huevos, Manolito! Me podeis decir de todo, os lo admito, pero hay dos textos que no voy a leer por muy aburrido que esté: En busca del tiempo perdido y Ulises. Así que, amigo Isidro, mon ami, te agradezco el resumen. Un abrazo y a recuperarse.
RépondreSupprimerJa ja ja, tu decisión está llena de sabiduría, Eusebio. Te sugiero que añadas un tercer libro a tus proscritos: "Bajo el volcán", de Malcolm Lowry. Es más o menos del mismo nivel. Hablé de él hace unas cuantas semanas.
SupprimerY sí, para recuperarme, solo voy a leer novelas de crímenes durante un buen rato.
Un abrazo
Te admiro, que yo creo que en la vida me voy a animar con estas obras. Me dan su miedo, para qué voy a decir otra cosa. Y con la receta no me animo, que no soy amiga del queso fundido.
RépondreSupprimerBesotes!!!
La verdad es que, una vez que te has metido dentro, y has incluso disfrutado en algún momento del relato, te sientes bien, y piensas que ha valido la pena. Del queso fundido no te digo nada, si no te gusta, no te gusta.
SupprimerBeazos
Al menos te hiciste la promesa de incarle el ojo a Proust. Tiene su mérito, sobretodo sí la llevas a cabo.
RépondreSupprimerDe momento no me he hecho ese tipo de promesas, ni con el susodicho, ni con el otro de la isla que le dio por escribir un libro de cuatrocientas mil páginas para contarte no sé qué cosas que ocurrían durante un día.
Eso sí, la receta espectacular y de categoría, como les gusta decir a la gente de la Ribera.
Es un poco como una reválida de lector, si la pasas exitosamente, piensas que ya puedes leer cualquier cosa. Al otro que te refieres lo leí hace años, y ese sí que era indescriptible, aunque luego comprendí que un alto porcentaje de la indescriptabilidad, era debido a la penosa traducción al castellano que circulaba por aquel entonces. Lo intenté en inglés, y desde luego resultaba más comprensible.
SupprimerMe alegro que te guste la receta, te digo como a Viena, que me siento orgulloso de que os guste.
Me has convencido compañero, este mes mepongo a ello
RépondreSupprimerHola, querido desconocido. ¡Así me gusta! con buen espíritu y ánimo, dispuesto a enfrentarse con Proust
Supprimer¡Hola Sorokin!
RépondreSupprimerla verdad es que hay tantos autores buenos clásicos y no clásicos que no hemos leído..., por eso no me importa reconocer que no he leído a Proust, ni creo que en un futuro cercano lo haga, aunque sí leí a Galdós (pero hace la torta de años, a veces de jovencita sí me daba por leer clásicos, ahora me cuesta más).
No me extraña que hayas decidido hacer un lapsus con el autor, la receta me encantó, siempre me dejas con hambre después de leer una de las tuyas
Besos
Hola Marian.
SupprimerLa verdad es que yo tengo muchos agujeros en los clásicos que voy cerrando poco a poco. A veces me he llevado sorpresas agradabilísimas, como "el Quijote" que me he leído tres veces y que a ratos me ha hecho reír a mandíbula batiente. Otro clásico que me encantó, me maravilló y me dejó pasmado fue "los hermanos Karamazov" de Dostoievski. Como dijo Woody Allen, "todo está en los hermanos Karamazov" y es cierto. Pero me faltan algunos que tengo que ir leyendo poco a poco, como "guerra y paz" y "Ana Karénina" de Tolstoi. Eso sí, tratando de no perder los buenos libros de actualidad. Para eso me ayuda mucho el lector electrónico que me han regalado.
Besazos