Mis queridos y amables lectores, lectoras, lectorcillos y
otra población urbana o rural que me soportáis impávidamente: tengo el placer
de dirigirme a ustedes vosotros para comunicaros que me largo mañana de
Bruselas durante un par de semanas. Pero ¡no! Sorokin no se va a ir sin
contaros alguna tontería más de las que pasan por el aburrido cerebro de éste,
vuestro bloguero. Y esta vez, os voy a
hablar de uno de los monumentos más interesantes del “art déco” bruselense.
Como todos sabéis, Bruselas es uno de los centros del llamado “art nouveau”,
cuyo exponente principal era Victor Horta. Ya os he contado algo hace unos
meses sobre sus obras (pinchad aquí, vamos, si queréis). Sin embargo, el “art
déco”, su sucesor, más basado en líneas rectas y materiales nobles, es menos
conocido, pero no menos importante. Pues
bien, uno de los edificios emblemáticos de este estilo en Bruselas es la VillaEmpain, así que, aprovechando un domingo soleado y vacío –todo el mundo se
había ido a la costa-, servidor se dijo “Sorokincillo,
¿vamos a ver la villa Empain?” Y venga, ahí que me fui.
Tanto la villa como sus propietarios han pasado a lo largo
de su existencia por peripecias bastante fuera de lo común. La villa la
construyó el segundo barón Empain en 1930. Un joven de 23 años, rico a
reventar, hijo del General Barón Empain, ingeniero y militar que construyó el
metro de Paris entre otras cosas. El joven Empain, caprichoso, haciendo como si
fuera Paris Hilton “avant la lettre”, se hartó de la casa, la cedió al Gobierno
Belga y se fue a Canadá. En 1943, el ejército alemán de ocupación se instaló en
ella. Tras la guerra fue embajada de la Unión Soviética, oficinas de la Radio
Telé Luxemburguesa y, finalmente, comprada por la fundación Boghosian en 2006.
En la actualidad sirve de museo de la fundación.
Para completar la saga de los Empain y así, a vuelapluma, os
contaré ¡Oh amables y pacientes lectores!, que el nieto del primer Barón fue secuestrado en París en 1978 y que los secuestradores le cortaron el dedo meñique.
Novelesco y truculento ¿eh? Pero en fin, sobrevivió, e incluso estuvo detenido
por quiebra fraudulenta años más tarde. Vamos, que yo prefiero vivir en un
miserable apartamento y evitarme todos esos sobresaltos que les pasan a los
ricos.
La villa, que firmó el arquitecto suizo MichelPolak está en una de las avenidas más lujosas de Bruselas, donde se concentran
un montón de embajadas. En ella se celebra hasta el 1 de Septiembre la
exposición “turbulencias”. Así es que, todavía tenéis tiempo de ir a verla. La
exposición es interesante, pero casi vale más la casa en sí misma, con fabulosa
piscina, amplios salones, escaleras de mármol, y esas cosas sin las que la vida
se vuelve grisácea (o, al menos, para los ricos).
Algunas piezas de la exposición son esculturas que intentan reproducir el caos de la turbulencia.
Pero las piezas más entretenidas son los móviles, algunos,
verdaderamente fascinantes. Para verlos moverse, lo mejor era filmarlos, así es
que, ni corto ni nada (perezoso sí, eso es una estructura de la que no me puedo
librar), hice el vídeo que os pongo a continuación. Si tenéis el valor de
llegar hasta el final, os percataréis que vuestro bloguero predilecto ha
cometido un error en el título final. No lo subsano porque, como digo, soy un perezoso
y porque a ver si así consigo que os lo veáis entero, qué rayos.
Y como no todo en esta vida va a ser arte y arquitectura, os
voy a dar un buen consejo para pegaros una buena comilona. No está en el barrio
de las embajadas, pero es igual, os cogéis el tranvía y os vais a Jette. Allí
está “Le vieux Pannenhuis”. Un restaurante de rancio abolengo bruselense.
En fin, no sé si se deduce por las fotos, pero cuando yo
fui, hacía un frío que pelaba aunque era en Mayo. Se siente ya el ambiente
acogedor desde el exterior, pero más todavía cuando te aposentas al lado de la
chimenea. (Bueno, si queréis chimenea, más vale que no vayáis en Agosto)
Todo aquí sucede al viejo estilo: sillones confortables,
camareros atentos y bien educados sin despreciar una suave bromita de vez en
cuando, y un público que… no sé yo si descenderán de la familia Empain, pero
casi.
El foie gras salteado sobre un lecho de manzanas
caramelizadas que podéis ver aquí, puede hacer que entres en levitación. Menos
mal que los techos son altos.
De segundo, unas chuletas de cordero a la brasa con su
gratín “dauphiné”, una endivia braseada y unas judías verdes tampoco estaba
mal, que todo hay que decirlo.
Un Monbazillac con el foie y un Chateauneuf con las chuletas
(la verdad es que yo, comí pescado, pero no importa) llevó la cuenta a 120
euros por dos personas. Pero, en fin, un exceso de vez en cuando -sobre todo si
tienes que convencer a tu pareja que no eres tan despreciable como ella piensa-
vale la pena.
Y vale. ¿Os creéis que ya os libero? Pues ni para atrás.
Sorokin cuando se pone es como un bulldog. Os recomiendo una lecturita para
vacaciones. “la cabeza del profesor Dowell”. Ciencia ficción rusa de los años
treinta. Se lee facilito y no da mucho terror, en serio
En los años ochenta hicieron en Rusia una versión filmada
del libro, aunque con el título cambiado; “el testamento del profesor Dowell”.
No he visto la peli, pero la foto de la cabeza es muuuucho mejor que el dibujo
de la edición española.
Y ahora sí, ¡ya sois libres de ir a tomar cervezotas, bailar
regaeton o lo que queráis!
Un besotazísimo
Tras enviarme a bailar reguetón lo que se merece usted es que ni le dirija la palabra. Si el cosmos fuera un lugar justo desaparecerían al mismo tiempo los políticos corruptos y el reguetón. Me encantan los móviles, siempre me quedo embobada mirándolos, pero lo que me ha fascinado de tu entrada de hoy es el foie. Me he olvidado de todo lo demás. ¿De qué hablabas hoy? ;)
RépondreSupprimerBesos
Bueno, bueno, Dorothy, no se ponga usted así, que yo lo que digo es que si quieres, puedes irte a bailar reguetón, vamos, que era una especie de permiso, no una orden, ¡oh cielos!, no. Y si lo que quieres es ir a bailar bachata, pues nada, lo mismo, puedes ir. Es que, otorgando permisos, soy un tío muy generoso.
SupprimerY te doy la razón, el foie, así, salteado, sobre las manzanas caramelizadas puede hacerte olvidar hasta dónde estás y cómo te llamas.
Besos
Querido Sorokin, vas a tener que enviarme las actualizaciones por correo, me he hecho seguidora a ver si logro ver tus actualizaciones (supongo que era seguidora, no lo sé a estas alturas y después de tantos años).
RépondreSupprimerMe ha encantado este museo, qué obras tan chulas, la verdad bien vale la pena el vídeo completo.
El restaurante, super chulo, una monada, queda apuntado.
Buenas vacaciones
Gracias Claudia por desafiar el bloqueo al que me tiene sometido Blogger. No sé qué delito antibloggerista he cometido, pero debo haber sido malo. Y seguidora eras de las de primera fila, como yo era seguidor tuyo, desde hace más de cuatro años. Je je, cómo pasa el tiempo.
SupprimerEl museo (y la casa en sí misma) estoy seguro que te gustarían. Y lo de apuntar el restaurante, vale, bien, pero si vas a Bruselas espero que avises y organizamos unos foie gras salteados rápidamente.
Un abrazo
Eso dalo por hecho, y muchísimas gracias. ¿Sabes que si fura por mí me alimentaría solo de foie?
SupprimerAbrazos
Nada Claudia, te esperamos, y todas las ocas están ya afinando sus foies
SupprimerMe tienta esta propuesta…, atiborrarse el “alma” y luego, más tarde y tranquilamente, el estómago. Qué según dicen los entendidos está, más o menos, al fondo. Unas veces a la derecha y otras a la izquierda, pero cerca del “alma”.
RépondreSupprimerCon estas entradas, Sorokin, estoy empezando a pensar que en Bruselas hay algo más que burócratas ociosos.
Pues sí, Oteador, el alma y el estómago, están muy relacionadas. Porque, a ver quien se va a ocupar de rellenar el ama si tiene el estómago vacío. Bueno, en este caso la propuesta es hacerlo al revés, pero el efecto viene a ser más o menos el mismo. Por si acaso, además, propongo rellenar otro pedacito de alma tras el estómago leyendo un librito.
SupprimerY de Bruselas, te diré como me decía mi abuela: "hay de todo, como en botica". Lo cierto es que es una ciudad multiétnica y multicultural. Un poco por el peso de la historia, situada como un enclave en medio del Brabante flamenco y otro por la circunstancias modernas: emigrantes económicos de los sesenta, funcionarios de los ochenta, "lobbystas" de las multinacionales, etc.. Pero, de verdad, se puede vivir aquí.
Tengo que ver la peli rusa del profesor Dowell, ¡ya! El libro me pareció divertidísimo.
RépondreSupprimerSiempre que veo estos casoplones pienso en aquello que decía Woody Allen, que las cosas buenas de la vida son las pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña fortuna...
Bueno, no he visto la peli rusa. Me la encontré buscando fotos de la cabeza del profesor Dowell. He encontrado una dirección Internet que puede que permita bajártela:
SupprimerELINK: ed2k: El.legado.del.profesor.Dowell.(1984).[by.sergio666&Jabpc][Terrorfantastico.com][Especial.Reyes.2013].avi
No sé, porque estoy con el iPad, no con el ordenata de casa y no me deja bajármela. Lo intentaré cuando esté de vuelta en Bruselas.
Y, totalmente de acuerdo con Woody Allen, las pequeñas cosas son la alegría de la vida, sobre todo una pequeña fortuna.
Yo fliparía en esa sala de móviles y con las representaciones de turbulencias en general, estoy segura.
RépondreSupprimerLa cenita con el foie, aunque se le ve muy buena pinta, ahí, ahí me quedo, con ese precio te hago yo un banquete vamos, y bueno, sin torturar a las ocas. Vaaale, ya sé, está bueno...
En cuanto al libro, supongo que habrá sido el detonante de ese desliz a la rusa, Mr. Sprokin.
Como seguro que has pasado buenas vacaciones, en vez de expresarlo en deseo: me alegro mucho.
Un beso.
Ay, Viena... torturar a las ocas está feo, sin duda. Pero bueno, si a mí me torturaran a base de comer y beber, como a ellas, a lo mejor me parecía mejor que, que me pincharan con unas banderillas y un estoque como a los toros, pobrecicos.
SupprimerYo lo que no como es conejo, porque de niño, en Santander, teníamos conejos. Yo me encapriché con uno blanco y peludito, con los ojos rojos. Un día, apareció en una fuente, asado, a la hora de la comida. Lloré. Desde entonces no soporto comer conejos, ya ves. En cambio, no teníamos ocas (que por otro lado, son unos bichos muy agresivos)
Y las vacaciones, sí, han sido muy buenas. Nada exótico: el prepirineo aragonés. Tendré que contarlo, ea.
Un beso
Monsieur, desde luego que lo de los toros es horrible, no sé si peor o mejor, creo que una cosa no quita la otra. Y esperamos con ansia la crónica de todo ese viaje que califica de nada exótico, pero seguro que bajo su mirada, interesante.
RépondreSupprimerAbrazos
De acuerdo, Viena. Un abrazo
SupprimerQuerido Monsieur Sprokin, tan alejada del mundo bloguero me encuentro que he dejado pasar entradas de mis amigos blogueros predilectos entre los que se encuentra. A ver si me pongo al día de todo lo pendiente, por lo pronto me he liquidado su entrada de cabo a rabo, descubriendo esa magnífica mansión que no conocía, lo a gusto que está la muchacha de la piscina leyendo, y ese restaurante en tan bucólico recinto. Confieso que la música del vídeo me ha dado un poco de miedillo, pero es que últimamente ando sensiblona.
RépondreSupprimerLe debo a mi familia y amigos en Bruselas una visita, y los sitios a visitar se me acumulan por obra de su señoría, y es que voy postergándola siempre desde hace dos años que estoy que no vivo con mi conversión en propietaria de vivienda... Un pellizquito de los Empain no me vendría mal!!
Un abrazo monsieur.
Ah Madame, como dice el dicho popular, nunca es tarde si la dicha es buena, y ciertamente, este blog estaba como cojo sin su comentario, cosa que, a partir de este moneto, queda subsanada. Muchas gracias. No se me asuste su merced con la música del video, es que he tenido que ir a buscarla a los archivos del iMovie de Mac, porque me tienen frito con eso de que detectan automáticamente cualquier musiquilla copyrightera. De hecho, YouTube me ha bloqueado un video por tan peregrina razón.
SupprimerY lo de devenir propietaria, ya comprendo que es un rompecabezas y un chupatiempo muy eficiente. Lo malo es que cuando uno, ya ha acabado de ponerlo todo, organizarlo todo, llenar todos los rincones de cosas y tal y se decide a sentarse en el recién adquirido sofá, le entra una sensación de vacío... como que ¿y ahora qué hago?
Un abrazo, Madame
Y de qué te quejarás tú, Sorokiño eh, qué menuda vidorra te pegas!! Que si chuletitas de cordero, que si foie acostado con la compota de manzana, que si visita a la villa Empaim, anda queeeee ni te sabes cuidar tú rapaciño!!
RépondreSupprimerNosotros a conformarnos con las fotos jejeje, y gracias!
Sí gracias por ser más que nada un encanto y hacer entradas que se leen de manera super agradable.
Bicos, truhán.
Muchas gracias por tus palabras, Ohma. Y, ciertamente, no me quejo, que las chuletas y el foie son cosas que alegran la vida, para qué negarlo, pero a lo mejor los cambiaba por unas almejas de Carril o unos gambones rojos del Mediterráneo... es que nunca está uno contento del todo. :)
SupprimerBesos
Hola: es un Museo con obras muy interesantes. Tomo nota de tus recomendaciones. El restaurante tiene muy buena pinta... Estuve en Bruselas varias veces y siempre hacía frío, niebla y llovía... nunca llegué a ver el cielo azul... seguimos en contacto y disfruta de tu escapada.
RépondreSupprimerSí, Marta Máster, la lluvia, la niebla y el frío (por este orden) son parte consustancial de Bruselas, qué quieres que te diga, pero, a veces, sale el sol. Te lo puedo asegurar porque lo he visto yo, con estos ojitos. De todas formas siento que no te haya tocado nunca uno de esos ratitos soleados.
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