EL PERTUIS D'ANTIOCHE - LA BATALLA DE 1372 - LA ISLA DE OLÉRON- LA CERVEZA DE LOS RAQUEROS- LA ISLA DE RÉ - EL SEMÁFORO DE SAN MARTIN- LA LECHE DE BURRA
Queridos amigotes, como decíamos ayer en mi anterior entrada (hablo en plural mayestático, por supuesto, que aquí el único que la pía es vuestro seguro servidor Sorokin), La Rochelle está protegida por un estrecho paso entre las islas de Ré y de Oléron. El nombre francés, "le Pertuis d'Antioche" (la compuerta de Antioquía) es bastante cabalístico, queridos lectores, porque ni hay compuerta ni esto es Antioquía. Lo de compuerta, vale, porque es un paso estrecho y lleno de bajíos que representa un freno para cualquier barco que quiera aventurarse por aquí, sobre todo en marea baja, pero lo de Antioquía, se me escapa. He leído dos versiones diferentes: una dice que esta entrada se parece a la del puerto de Antioquía (en Siria, amiguetes colombianos, en Siria, no en Colombia) y la otra, que de La Rochelle salieron muchos cruzados hacia Oriente, y con la cosa de la nostalgia, al volver lo llamaron así. Bueno, cualquiera de las dos está un poco traída por los pelos, pero el hecho es que se llama así.
En la entrada anterior os hablé del sitio de La Rochelle en 1628. Sitio que se ha hecho famoso, pero se habla menos de la batalla naval de 1372 que tambien tuvo lugar aquí, en La Rochelle. Por entonces, la ciudad pertenecía a Inglaterra. Los franceses intentaron tomarla, y para eso pidieron ayuda a Castilla, aliada de Francia. Las naves castellanas, eso sí, al mando de un genovés, un tal Boccanegra -y se supone que todas llenas de vascos y cántabros, que eran los que sabían navegar-, derrotaron a la flota inglesa y para más jolgorio llegaron hasta Londres y la liaron parda. Podéis pinchar aquí si quereis mas detalles.
Pero bien, eso fue todavía hace muchos más tiempo que el sitio de Richelieu. A lo que voy es a hablaros de las islas que cierran el Pertuis. La que está más al sur, como podéis ver en el mapa. es la isla de Oléron. Está a unos setenta kilómetros por carretera. Hay un puente para llegar a la isla, no os pogáis nerviosos, que no tenéis que echaros a nadar, aunque en marea baja, casi se podría ir a pié si no te quedaras pegado en los espectaculares lodazales de la zona. El día que fuimos había marea baja, por supuesto, con lo que las barquitas estaban en seco.
Las casitas de la zona son muy molonas, de madera y pintadas de colores diversos. A mí me hicieron pensar en Suecia o en Noruega. Las ostras que se producen en la isla y en la zona del continente que está al lado (Marennes) son las más famosas de Francia y, a fe mía, pardiez, que son magníficas. A destacar las ultrasuperfamosas "Gillardeau". Ya sé que alguno de vosotros me va a sacar a colación las ostras de Arcade y tal, pero la verdad es que son bichos diferentes: las de Arcade son ostras planas, como las de Zelanda y las de Oléron son huecas. A mí me gustan más las huecas, pero allá cada uno con su conciencia. ¡Faltaría más!
Otra producción de la isla es la cerveza de los "naufrageurs". Se supone que eran gente que se dedicaba a atraer a los barcos con problemas en los días de tempestad, encendiendo luces para confundirlos y hacerles naufragar para así llevarse todo lo que llevaba el buque. En inglés, se los conocía como "wreckers", que quiere decir lo mismo, y es esta palabra la que pasó al castellano como "raqueros". En Santander se llamaba "raqueros" a los chavalillos de la calle, pero el origen de la palabra es ese.
Bueno, pues vuestro amado bloguero se fue a visitar la factoría de cerveza de los raqueros, encontrándose con que la fábrica no se visita, tal vez para que los belgas no les copien, así que tuve que fotografiar la furgoneta:
Lo que sí se visita es la tienda, donde tienen cerveza al cardamomo, al jengibre, a la mora, y otras extrañas variedades.
El buen hombre que estaba a cargo se enfadó bastante porque le saqué una foto. Mi venganza es, claramente, ponerla en el blog:
La cerveza es buena (compré dos cajas a pesar del gruñón). En especial la de jengibre es algo muy agradable y diferente como gusto, y para que un medio-belga como servidor diga eso, es que es buena. En fin, si no queréis afrontar al barbudo gruñón, podéis ir hasta el faro de Chassiron, que está en la punta de la isla. En la tienda tienen cerveza de los raqueros.
La otra isla, la que cierra el Pertuis por el norte, es la isla de Ré. Es una isla más llana que la isla de Oléron y también hay un puente para pasar, aunque este puente es de peaje. Está más cerca de La Rochelle, así que aunque haya que pagar, hay mucha gente. La capital es San Martín de Ré, donde tambien ha habido unas buenas zurras entre ingleses y franceses en el siglo XVII.
Si vais a San Martin debéis armaros de valor y subir al campanario de la iglesia. Son doscientos estrechos escalones que, en primer lugar os llevan al campanario:
Parece una escena de "Vértigo" de Hitchcok, pero es real y de madera. Menos mal que cuando subimos no se les ocurrió tañer las campanas. A continuación un segundo tramo de escaleras, todavía más estrecho, os sube hasta la torre, con una impresionante vista de la isla:
Como hay mucha gente que sube y que baja, el cura (digo yo que será el cura, que para eso es una iglesia) ha puesto un semáforo: cuando está rojo no puedes pasar, porque es imposible cruzarse entre la gente que sube y la que baja:
A partir del campanario hacia abajo no hay semáforo, pero los escalones son muy estrechos, así que amigos, tenéis que desarrollar vuestras habilidades de pegaros a la pared cuando os crucéis con alguien. Y si está gordo, ya no te digo.
Aparte de las ostras, que también hay, otro interesante producto de la isla es la leche de burra. No se bebe -o por lo menos, yo no pregunté si lo que me pusieron en el café crême era leche de burra-, no. Hacen jabón:
Desconozco las virtudes estéticas y curativas de la leche de jumento. Si no recuerdo mal, Cleopatra se bañaba en leche de burra (¿o era de serpiente?).
En fin, mas vale un alga que el barrizal que hay en marea baja. Pero, no os asustéis, mis amigos, la excursión vale la pena.
Y bueno, lo dejo aquí. Me voy a completar mis vacaciones a la isla de Zakynthos. Ya os contaré a la vuelta. Besotes
Lo que daría por probar esa cerveza de jengibre! Mira que no poder visitar la fábrica, ¡haberte colado! aunque si te van a mirar al pues no.. jejeje
RépondreSupprimerGracias por compartir el viaje, nos va muy bien a los demás para coger ideas y ver qué existen más sitios que no las típicos de siempre :-)
¡Gracias, Arantxi! Gracias a tu comentario me he percatado que había cometido una horrible -aunque disculpable- falta de ortografía: había puesto "gengibre" con "g" (ya lo he corregido). En fin, son los problemas del multilingüismo, porque en francés es con g (y en inglés tambien, ea). Esos "faux amis" como se dice en francés, son temibles. A mis amigotes francófonos que hablan español les digo que escriban "garaje". Si lo hacen con j es que tienen un nivel del copón, porque lo fácil es escribirlo como en francés, con g (garage).
SupprimerY, desde luego, creo que debes planificar una excursión a La Rochelle.
Seguramente la cerveza al jengigre tendrá un sabor alimonado. Como dice Curry te doy las gracias por compartir el viaje y mostrarnos lugares empleando un lenguaje que a menudo nos hace sonreir.
RépondreSupprimerSaludos desde Argentina
Me alegro haberte hecho sonreir, Norma2. Una de las cosas que me estremece es pensar que puedo ser aburrido, tanto escribiendo como en la vida real.
SupprimerSí, la cerveza de jengibre es fresca y un poco alimonada, pero sobre todo se nota muy suave pero muy claro, el jengibre.
Saludos
Pues mira, era un sitio de los muchos que tenia pensado visitar un dia y despues de leerte lo voy a subir en el orden de prioridades de la lista. Y eso a pesar del barbudo y su cara de bobo.
RépondreSupprimerPues no lo dudes, Fernando, súbelo de prioridad porque vale la pena. Y del barbudo, pues te recomiendo que entres directamente con la cámara en la mano y antes de que abra la jeta, ¡zas! foto y le dices que es que lo habías visto en el Geographic Channel y querías una foto suya. Y luego te vas a comprar las cervezotas al faro. Juas juas
SupprimerAh, la verdad es que tus bitácoras de viaje me encantan. Ya paladeo esa cervecita con el singular sabor picoso y que aporta. La verdad que las islas estas molan, qué bonita esa foto de la primera. Y las vistas desde la torre... por cierto, ese sistema de semáforos se debería extender en las torres de iglesias y catedrales. Una vez subí con un resacón antológico a la de San Peter de Múnich (no sé por qué emprendí tamaña locura) pero creí que iba a morir en la escalera 200; la cosa es que como fui temprano no hubo problemas, pero al bajar, tuve que esperar mucho para poder salir porque no dejaban de entrar turistas, puffff.
RépondreSupprimerVaya, además de experto encerveza te veo más que puesto en temas de ostras. Tomo dato y esperamos la próxima entrega.
Saludos y buena semana
Ja ja ja, Claudia, qué buena la historia de tu subida resacosa a San Peter de Munich. Me imagino tu angustia en lo alto sin poder bajar mientras iban llegando turistas y turistas, como en el camarote de los hermanos Marx. Yo la escalada más gorda que he hecho fue subir a la cúpula de la basílica de San Pedro en Roma... pero tenía veinte años. Si no, me hubiera muerto, seguro.
SupprimerY lo de las ostras es cierto. Me gustan mucho, slurp, slurp.
Saludos
Se ve que los habitantes de estas remotas tierras son difíciles de tratar Monsieur, ese barbudo malencarao (muy buena la venganza), el dueño de la fábrica cerrándola a cal y canto a los visitantes... Pero muy interesante su relato como siempre Monsieur.
RépondreSupprimerPor cierto, ya que lo veo tan amante de las ostras, vuesa merced habrá probado las Colchester no? Para mí no hay otras, hice una cata con ostras gabachas a un lado y las de la pérfida Albión al otro... y salieron ganando éstas últimas.
La leche de burra para su info es muy nutritiva para la piel, yo he usado jabón y leche hidratante, pero de burra española, seguramente menos hostiles... :-)
Un abrazo Monsieur
La verdad, Madame, es justo decir que tambien me encontré con gente amable, que no todos eran barbudos malencaraos, afortunadamente para el equilibrio mental de turistas y lugareños.
SupprimerPor supuesto, Madame, conozco las ostras de Colchester. Son buenas, no cabe duda, pero le recomiendo que, si tiene oportunidad, pruebe las Gillardeau. Son otra dimensión, son algo que no es de este mundo de buenas que son. No son baratas, no, y no son fáciles de encontrar fuera de Francia, pero para mi gusto son las mejores.
Lo de la leche de burra es inquietante. Sobre todo porque no tengo conciencia de haber visto ninguna burra en mi vida. Sólo burros, pero vamos, sí, debe de haber burras si hay leche de ídem. (No jokes, please)
Un abrazo, Madame
Salivando (no le puedo leer a usted en estas horas) ando pensando en esas ostras. Y en la cerveza de jengibre, dicho sea de paso. Tengo que volver por esos lares a ver esas casitas tan monas de madera y colores y ese campanario con semáforo, no entiendo cómo no han llegado a esa solución en otros muchos campanarios. Querido, claro que hay burras, pero no me pregunte por qué, siempre usamos el masculino. Obviaré la broma fácil, aunque me cueste rebanarme la lengua. Y no sé si se bebe, yo la única leche que he probado, además de las de vaca, oveja y cabra ha sido, en India, la de búfala.
RépondreSupprimerUn beso
¡Y páselo usted bien!
Ah, Madame Dorothy, no vea su merced cómo salta mi corazón de gozo y alegría al ver que entre usted y Madame Delikat están abriendo los ojillos a este pobre sujeto (un servidor) sobre el sexo de los burros y de las burras. Y eso que uno ya conoce lo de la burra de Balaam, donc si ya existía al menos esa burra, justo sería colegir que debe haber otras de su especie. En fin, que gracias, gracias.
Supprimer¿Y la leche de búfala estaba sabrosa? pero sería una búfala-búfala, no como las búfalas italianas con las que hacen la mozzarella, que a mí me dijeron: "mira, una búfala" en Gaeta y yo no veía más que una vaca, ea.
Bueno, voy a seguir con la maleta, que me voy a Zakynthos a las cuatro de la mañana. No sé qué manía que tienen estos vuelos baratos de salir a horas inhumanas.
Un cálido y casto beso, Madame
Lo malo de llegar tan tarde a estos sitios, su apreciado blog, es que ya está todo dicho y discutido, como el asunto del sexo, menos que el sexo de los ángeles, pero discutido ha quedado.
RépondreSupprimerLas casitas de colores me han flipado y aunque me de mucha vergüenza en semejante foro de entendidos gourmets, las ostras no me gustan. Creo que tuve una mala experiencia la primera vez que las comí, me resultó inesperada su textura y desde entonces nunca jamás.
Oh qué gusto poder irse otra vez, qué vida lleva usted monsieur, no se quejará.
Aquí le esperaremos. Disfrute mucho.
Un beso
Bueno, Madame Viena, lo de irse tiene su contrapartida, que es ni más ni menos que volver. Yo me hubiera quedado en Zakynthos unos meses más, pero la vida es así, ea.
SupprimerLo de las ostras, lo siento, porque se pierde su merced algo verdaderamente bueno. En los tiempos que este miserable blog era muy joven publiqué una receta (copiada, por supuesto) de cómo hacerlas al gratín. También están muy ricas y pierden esa consistencia viscosa que, es cierto, a muchas féminas les repugna:
http://diriodeunaburrido.blogspot.be/2008/12/ostras-al-gratn.html
Podrías probar y ya me dirás.
Un beso
Lo voy a decir porque si no reviento... la envidia me corroe con todo estos viajes que me dejan boquiabierto y babeando (por lo de la cerveza, no por el jabón).
RépondreSupprimerY ahora toca Zakynthos (he hecho un copia y pega (Zakynthos) porque tiene mucha letra complicada de pronunciar y más de recordar). No sé si resistire LA MAR de esa isla, y todos esos vicios que seguro has disfrutado sobre un plato... o una copa.
Ah, Oteador, qué razón tienes: a mí también me da envidia de mí mismo, ahora que acabo de volver. No me importaría de nuevo coger un avión a las cinco de la mañana (estos vuelos chárter es lo que tienen) y, tras parar en Corfú, llegar a Zakynthos a 32ºC tras los 12º que había en Bruselas.
SupprimerEn cambio, la cervezota griega no se puede decir que sea una de las mejores. Tal vez le hayan recortado los grados alcohólicos para complacer a los señores de negro del Bundesbank.
Comparto absolutamente las emociones del Oteador de los Mercados: pura envidia!!
RépondreSupprimerAsí que, amigo Sorokin, continúa explicando tus viajes que nosotros viajamos contigo
Gracias, gracias, Caos, seguiré en la brecha contando mis desventuras por esos mundos.
SupprimerBueno, bueno... Sorokin. Estamos esperando ese viaje a Zakynthos. ¿No había otra isla con un nombre más sencillo?
RépondreSupprimerEshtamos trabajandou en ellou, Oteador.Y la cosa esta de los nombres griegos, pues qué quieres que te diga, todos suenan un poco a medicamento. La isla de enfrente se llama "Cefalonia", por ejemplo. "¿Le duele la cabeza? ¡Tome una pastilla de Cefalonia cada dos horas", etc, etc
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