Un servidor de ustedes vosotros, queridos amigos, tenía desde hace unos cuantos años un agujero negro en su amplio mapa de Francia. Vuestro bloguero predilecto (se supone que soy un servidor, y si no lo soy, déjenme por favor que me haga esa ilusión) se ha recorrido casi toda Francia de punta a rabo. Me he paseado por las soledades mágicas del Cantal, he estado cien veces en Normandía y casi otras tantas en Bretaña, me aburre París de tantas veces como he ido, el festival de teatro de Aviñón no tiene secretos para mí, he tarareado "súplica para ser enterrado en la playa de Sète" en la tumba de Brassens; conozco los Vosgos, Alsacia, el Jura, los viñedos de Borgoña...todo. Todo... salvo La Rochelle. Nunca estuve en la ciudad más rebelde de Francia. La ciudad que se las tuvo tiesas al estado francés durante cuatro siglos, hasta que el Cardenal Richelieu la arrasó en 1628.
Leí "El diccionario de Lemprière" hace unos años. No sé si lo habéis leído ¡Oh amigotes!, pero aparte de una confusa serie de aventuras espeluznantes, el tema principal es, justamente, el sitio de La Rochelle de 1627-28 y el exterminio de los protestantes franceses que le siguió. Bueno es decir ahora que ella fue la capital de los hugonotes durante todos los siglos XVI y XVII y que nuestro cardenal, decidió poner fin a tal osadía. Vaya, que no sobrevivió más que un quinto de los habitantes de la ciudad. Para más información, podéis pinchar aquí.
La ventaja estratégica de La Rochelle, es que está en el fondo de un estrecho pasaje (le Pertuis d'Antioche) entre las islas de Oléron y de Re, pero el astuto cardenal consiguió cercar la entrada con un dique e impedir que la ayuda inglesa llegara a los sitiados.
Pero bueno, eso son cosas de los años de Maricastaña. Hoy en día. es una de las ciudades más turísticas de Francia, donde ¡por fin! vuestro seguro servidor ha ido a pasar unos días de vacaciones. Ciudad romántica:
Pero llena de movidilla y animación:
Donde, sorprendentemente para las costumbres francesas, se puede cenar hasta medianoche en sus calles animadas, pasear, admirar la bocana del puerto iluminada,
sobre todo, si tenéis la suerte que he tenido yo, que me ha hecho un tiempo fabuloso. Pero bueno, ya estuvo suave, como dicen mis amigos mexicanos. Sorokin os va a dar unos utilísimos consejotes para cuando os lieis la manta a la cabeza y vayáis a solazaros en tan magnífica ciudad. Supongamos ¡Oh queridos lectores! que llegáis por la tarde. El sol está cayendo tras el horizonte y ya la luna muestra su silueta sobre la playa. La playa, tranquila, serena, acogedora, apetecible. Se oye el rumor de las olas: ¡¡vrasssss, ...vrassss!! Y os decís ¡mañana vengo a disfrutar a este rincón de ensueño!. Bueno, pues ojito, colegas. Porque la playa tiene ese magnífico aspecto cuando está la marea alta, pero ¡ay!, en marea baja, que es lo más probable que os toque a la mañana siguiente....
... he aquí en qué se convierte:
Eso es lo primero que hay que aprender: los horarios de las mareas, que son muy fuertes. Un servidor se dijo que sí, que ¡a uno de Albacete lo iban a achantar con un poquito de barruzo hasta llegar al agua!. Bueno, pues casi me traga el barro. Espeso, pegajoso... los pies se te quedan pegados y se te van hundiendo, hundiendo. My God, os lo juro, me asusté. Con dificultad conseguí volver a la tierra firme y ahí me quedé. Afortunadamente, mi hotel tenía una buena piscina.
En fin, otra solución es esperar a que la marea suba por la tarde y mientras tanto, ir a conocer la ciudad. No os debéis perder el Café de la Paix. Un café a la antigua, como debe ser. Ya sé que mis amigos argentinos van a montar en cólera cuando lean lo que voy a escribir ahora, así que, por favor, tápense los ojos: A mí me recordó al Café Tortoni de Buenos Aires. Vale, ya pueden abrir los ojos.
Como los asuntos gastronómicos son extremadamente importantes para pasar una vaciones felices, os recomendaré un restaurante: Chez André. Me lo recomendó la recepcionista del hotel (una chica bien maja, por cierto) y me dijo que funciona desde hace cincuenta años. Naturalmente, Sorokin no pudo evitar hacerse el gracioso diciendo que esperaba que desde entonces hubieran renovado las existencias. La sonrisa de conejo de la chica fue la respuesta.
Pero sí, sí las habían renovado. Os recomiendo los plateaux de mariscos, con unas fabulosas ostras, cigalas, almejas y medio buey de mar. Ya sé que si en La Rochelle el marisco no es fresco, apaga y vámonos, pero la calidad tambien cuenta. No todas las ostras son iguales.
Y llegados a este punto, os recomiendo que visitéis el mercado de La Rochelle:
Nosotros compramos ostras. No en vano las ostras de la zona, las de la isla de Oléron, son las más famosas de Francia (Ya os lo contaré en otra entrada). Id hasta el fondo del pasillo de la derecha (ese que se ve en la foto de arriba). Allí hay un tipo muy simpático que, si quieres te las abre y te las pone en una cajita de plástico. Luego, te compras un limón (casi más caro que la docena de ostras) y te vas al parque.
El resultado es el que podéis ver. Una delicia, un nirvana ostril. Slurp, slurp
Bueno, vale, que no he cenado y me estoy poniendo de lo más excitado estomacalmente hablando.
Ya os he contado otras veces que a mí me fascinan las librerías de viejo. Entré en una en el centro antiguo y me compré el libro este, de un tal Paul Carton. Todavía no lo he leído, pero promete. Para empezar, en la introducción ya avisa que comer animales es malo, comer leguminosas es malo, comer queso es fatal, la leche es horrible, el pescado... terrible, terrible, muy malo. Creo que solo se puede comer fruta y beber agua. Seguiremos informando
Y, si el doctor Carton hubiera visto las tiendas que hay de conservas en La Rochelle, seguro que le hubiera dado un infarto. En fin... ¿quién querría comprar conservas de pescado habiendo pececillos fresquísimos? Pues la tienda estaba a rebosar de gente.
Bien, amigos. Me detengo aquí, que luego hay gente que me acusa de que meto mucha información en un post... pero es que no puedo parar. Bueno, el próximo día os hablaré de las islas ostreras del Pertuis d'Antioche.
Os dejo con los breakdancers de La Rochelle. Un besazo
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Siempre he querido volver a La Rochelle... Fui hace unos años, en octubre o noviembre, por trabajo (durísimo trabajo: hacer crónicas del viaje de un grupo de ibicencos a Burdeos y alrededores) y me supo a poquito el tiempo que pasamos allí. Con la marea alta y anocheciendo la estampa era maravillosa, me quedé con ganas de perderme con calma por sus callejuelas y sus tiendas. Con calma y a mi aire, como me gusta descubrir los lugares. Por suerte, hubo tiempo para degustar los fabulosos mariscos y, ¡Sí! las ostras, una de mis debilidades. Tuve suerte, a dos de mis compañeros de mesa les daban asco y ni las probaban. Insistí para que lo hicieran con la boca pequeña. Y lo justo. Que las quería para mí.
RépondreSupprimer¿Mucha información? Pues a mí siempre me sabe a poco.
Un beso
Estoy de acuerdo contigo, Dorothy. Eso sí que es un trabajo duro: tener que ir a La Rochelle a comer ostras siguiendo a un grupo de viajeros ibicencos. Y encima, sacrificarse y comerse todas las ostritas porque a algunos no les gustan. Guau, te compadezco. Por lo que dices, además hacía buen tiempo aunque fuera octubre. ¿Y no puedes convencer a otro grupo para que vaya para allá, ir con ellos, y así redondear la impresión que que te causó la ciudad?
SupprimerNo veas el gusto que me da que alguien como tú me diga que mis seudo-crónicas te saben a poco. Gracias.
Un beso
No te preocupes por el qué dirán, tus entradas son muy interesantes y se leen sin mirar el reloj.
RépondreSupprimerSaludos
Hola Norma2. Muchas gracias por tu visita y por tu comentario. Me alegra que mis relatos te parezcan interesantes y que lo hayas leído sin mirar el reloj. ¿Te tapaste los ojos cuando comparé el Café de la Paix con el Tortoni? ¿no? ¿y no te has enfadado? Me alegro.
SupprimerSaludos
Una vez que he terminado mis reparaciones en los blogs reanuda las visitas a los blogs que me interesan.
RépondreSupprimerMonsieur Sorokin, es una zona que conozco, ya que he viajada bastante a ella con motivo de mis auditorias. Tengo buenos recuerdos, a parte de la belleza de la zona.
En la isla de Re, fue la primera vez que me invitaron, unos fornidos policias, creo que pasaban todos de los dos metros, si amablemente quería soplar por el alcoholímetro, ¡Como para negarse!.
Da gusto leerle.
Saludos
¡Bienvenido Apicius! Ya me imaginaba yo que usted tenía que conocer la zona. Estaba seguro. Espero que el alcoholímetro de la isla de Re no saltara cuando le hicieron soplar y todo fuera bien. A mí, en Francia, ya me han hecho soplar varias veces. La primera vez -hace años- había comido con una botellita de 1/4 de Côtes du Rhône y ¡oh maravilla!, o el chisme no saltó, o el gendarme comprendió que qué menos que tomarse un cuartillo. En fin, nunca lo he vuelto a hacer. Siempre viajo en seco.
SupprimerSaludos
¡Bienvenido amigo Sorokin!. Es bueno "tapar" lo agujeros negros, que como veo, son más bien pocos los que tienes. En mi caso, todo el Oeste francés (mi amada desde la distancia Bretagne incluida). Siempre he ido en recto (o de abajo arriba), de sur a norte, y creo que me he perdido (por ahora) mucho trozo francés.
RépondreSupprimerYa veremos si algún día me pongo en plan Labordeta, cojo la mochila y me envuelvo la manta al cuello.
Bienvenido tú tambien, Oteador. Espero que hayas disfrutado de tus vacaciones. Ya sé que desde Valencia, lo suyo es subir a París por Aviñón, Lyon y Beaune -es lo que yo hacía para bajar a Alicante cuando mis padres vivían-, y no es un mal recorrido turística y vinícolamente hablando: Côtes du Rhône, Châteauneuf du Pape, Hermitage, Borgoña... Pero no son muchos kilómetros más si vas por el Oeste. Te pillas la autopista de Teruel que sale a casi Vitoria y sigues por Burdeos, la Charente, etc... Anímate la próxima vez.
SupprimerVaya partidazo que le ha sacado a la estancia Sorokin, se me ha hecho la boca agua con esas ostras, qué color, qué sanotas se ven! Deliciosa la librería de viejo... Oh la France!
RépondreSupprimerUy, Madame, pues todavía no ha visto nada. Tengo materia para otras dos entradas. Lo que pasa es que me he retenido para que no se haga muy pesado como la entrada de Córcega del año pasado :-)
SupprimerCierto, las ostras eran fabulosas. El día que me volví a Bruselas me planté en el mercado y compré dos docenas a mi amigo "el sonrisas". Las metí en mi neverita portátil y... hasta Bruselas. Me duraron dos días y seguían tan buenas como comidas "sur place".
Temo decir que de Francia conozco poco, solo París y localidades del sureste, pero con tu tan detallada crónica (que no rollera) me he sentido transportada a La Rochelle. ¡Menuda pinta tienen esas ostras! :)
RépondreSupprimerHola Chic Soufflé. Bienvenida tras tus vacaciones. Como le he dicho al Oteador, la próxima vez que vayas a París puedes hacerlo por la costa Oeste de Francia. Y si se tercia, organizáis una excursión conjunta y yo me comprometo a pasaros todas las buenas direcciones de la región.
SupprimerSorokin! Que sitio nos has descubierto, no tenía ni idea de este lugar de Francia. Yo es que además de Paris lo único que conozco es la costa Azul y sinceramente con tanto turismo pijotero que me encontré no le vi mucho encanto (tendré que volver para verlo con otros ojos). La Rochelle me ha encantado, ya sólo la combinación mercado+marisco+librería antigua me ha gustado mucho. ME lo apunto para una excursioncilla (aunque ahora creo que tendré un lapsus de tiempo en el que no me moveré de casa mucho...).
RépondreSupprimerPor cierto de mi post, las tapas nos las comimos entre cinco!! que somos unos campeones pero no tanto ;)
Me alegro que te haya gustado, Arantxi. Cierto que desde Barcelona está más lejos que la Costa Azul en coche, pero vamos, tampoco es exagerado. Si no, creo que hay un vuelo de Ryan Air al aeropuerto de La Rochelle (aunque a mí no me van a pillar en un trasto de esos que vuelan casi sin gasolina). Pero de todas formas, para una gastrónoma como tú, un recorrido vinícolo-gastronómico fabuloso puede ser ir a Francia por La Rioja, pasar por Hendaya, ir a Burdeos (St Emilion, Pomerol, Graves, Bourg, Blaye) y seguir a La Rochelle. Puritito cinco estrellas vinícolas todo.
SupprimerQué viaje tan bonito, amigo Sorokin, todo me ha encantado. Bueno, lo de la marea no, pero es una información valiosísima. Lo del mercado, eso si que un tesoro de información, qué gozada, y lo del limón, me parto. En cuanto a las conservas, son muy socorridas, la verdad, y sin son buenas, ni te digo.
RépondreSupprimerEsperamos más noticias del libro.
Saludos
Hola Claudia. Me alegro que te haya gustado el viaje. Te lo recomiendo para cuando tengas una oportunidad. Por otra parte, la costa atlántica de Francia es bastante similar en clima al cantábrico español (quizá un poco más soleada, porque la cordillera cantábrica hace que los frentes nubosos se estanquen en Asturias o Santander, mientras que en Francia no encuentran ninguna montaña hasta llegar al Macizo Central). Vamos, que te sentirás como en casa (quiero decir Asturias, no Venezuela)
SupprimerSaluditos
Hola Sorokin:
RépondreSupprimerMuy buenas fotos, y también la narración.
Me queda una curiosidad ¿a qué le llaman buey de mar?
¿De el son las pinzas que se ven en el plato?
Oye, y de veras que está impresioante el lodazal. Me parece que incluso en marea alta corre uno el riesgo de atorarse ahí.
Saludos. Estare al pendiente de lo que sigue.
RRS
Hola Xerófilo:
SupprimerGusto en verte por aquí de nuevo. La verdad no sé cómo le llaman allá al buey de mar. En inglés se llama "king crab", en francés "tourteau" y en portugués "sapateira". En la California gringa hay muchos, de hecho no se me va el recuerdo del olor que hay en los restaurantes del Fisherman Wharf de San Francisco, porque los cuecen en un agua bastante sucia, ya que no la cambian con frecuencia. Pero bien, el bicho está bueno después.
Las pinzas de la foto son de lo que en España se llaman "cigalas" y en Francia "langoustines". El cuerpo es como el de una gamba, pero tienen pinzas muy duras. Son muy sabrosas.
Y el lodazal, sí, era una pesadilla. En marea alta, la única solución debe ser ponerse a nadar enseguida (y digo "debe ser", porque yo ni lo intenté)
Saludos
Pues sí llego yo retrasada a esta super crónica maravillosa y tan detallada que es como si hubiera estado allí. Muchas gracias Sorokin.
RépondreSupprimerLas librerias de usado me encantan, siempre se encuentran tesoros en ellas, claro que el libro que has comprado jajaja, me da a mi que un pelín ortodoxo de más en eso de la cocina simple.
Cómo me gustaría hacer un viaje sin prisas por toda esa zona, la verdad es que nos pones los dientes largos con tus relatos. También a mi me saben a poco. Menos mal que todavía me queda por leer. A ver si me pongo al día.
Un beso.
Me alegro que te hays sentido como en casa en La Rochelle, Viena. Estoy seguro que te encantaría. No me extiendo mas porque estoy con el iPad usando la WiFi del hotel de Zakynthos y no se me da muy bien. Besos
SupprimerAcabo de leer la crónica y no me arrepiento de haberlo hecho tras dos semanas de trabajo.
RépondreSupprimerCasi lo he podido vivir.
Lo apunto para una escapada.
Gracias por los apuntes prácticos.
Hola Caos. Gracias por el comentario. Te digo como a Viena, estoy muuu torpe con el iPad y el WiFi. Saludos
Supprimer¿Me pasa solo a mi, o no se puede comentar en tu último post?
RépondreSupprimerMe inquietas, Viena. Voy a verificar los datos a ver qué pasa, pero sí he recibido comentarios. Hasta ahora, 12. Puede que haya sido cuando cambié la foto de cabecera y que alteré algo. Voy a ver
SupprimerSorokin, es desde el principio, antes de que cambiaras la foto, pero yo en pantalla, lo que veo son los dos videos juntos, sin nada entre ellos, no está la opción de comentarios ni nada. O sea, para que me comprendas, de la pequeña pantalla del video, sigue la otra pantalla del otro video y luego el pie de tu post anterior, es decir de este a través del cual te contesto. Es muy raro que esto me pase solo a mi no? A ver si es que tengo algo sin actualizar.
SupprimerSorokin, algo pasa que no debía pasar. De la segunda parte de la isla de difícil nombre llego a La Roche, y no creo que sea por arte de magia. en lugar del mar azul del Mediterráneo y las sardinas, con las ostras... no entiendo nada.
RépondreSupprimerDe todas formas, y volviendo a las sardinas, aunque la segunda opción no haya sido buena, siempre nos quedará Kavafis... con Itaca o son ella.
En cuanto al dilema de las carlotas zanahorias, pues es lo mismo. Pasa que yo también me hago un lio, ya que aquí por Valencia se dicen carlotas, pero en otras zonas zanahorias.
Y las échalotte, pues, si nos ponemos finos chalotas, y si tenemos prisas, pues, cebolals francesas.
Sorokin, problemas de nuevo. No tengo acceso a los comentarios de tu entrada. Después del video de Itaca, sigue el video de La Rochelle, los niños bailando y los comentarios estos, de esta entrada, no de la última. Veo que Oteador tiene también problemas, algo raro pasa con los videos, incluso viene una especie de mosaico con todos tus videos de todos los tiempos.
RépondreSupprimerUn beso
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RépondreSupprimerPreciosa ciudad. Para visitarla en un día está muy bien este itinerario: http://www.walkingo.com/route.php?city=203
RépondreSupprimerGracias Anónimo. Lo tendré en cuenta, aunque creo que lo he visto todo
SupprimerSaludos