mercredi 5 octobre 2022

La Abadía de Maredret, en la Valonia profunda y su magnífica cerveza

 


Como ya os he contado en otras ocasiones, mis queridas amigas (bueno, y amigos también, por supuesto), Valonia es el nombre que estas buenas gentes han dado a la región francófona de Bélgica. Bélgica tiene tres regiones autónomas: Valonia, Flandes y la Región de Bruselas. Podéis pinchar aquí, si se os viene en gana para disfrutar de otro artículo de este, vuestro blog, sobre Valonia. De nada. Y la Abadía objeto de este artículo, está en la Valonia más profunda. Vamos, no sé si es la más profunda, pero a mí me costó llegar una montonera. Viendo el mapa, parece que está cerquita:



Y que vas a llegar en un plisplás.  Pues no, ni modo, como dirían mis amigotes mexicanos. Hay que contar que esto es Bélgica, y cortan carreteras sin avisar, sin decirte cual es la ruta alternativa y otras fruslerías que, no tienen mayor importancia, salvo que sientas que estás pasando el día en hacer rodeos. A mí me costó casi una hora , tras dar vueltas al tuntún y caer en la misma carretera cortada, hasta que di, por un especial intercesión de algún poder celestial en un sitio entre añosos bosques que decía "Maredret, village artisanal". Total, que llegué,

La primera impresión de la Abadía es fascinante, aislada, sola, rodeada de muros y de jardines. Y el interior, mezcla de gótico y románico:






Con unos vitrales preciosos:



Pero no, no hay que dejar que la ilusión vuele hasta los siglos XIII o XIV. La Abadía fue construida en 1881. Es un abadía benedictina, donde vive una comunidad de monjas siguiendo la regla de San Benito. :


Todo respira un aire de autenticidad impresionante. Habíamos leído que había hospedería, pero no es una hospedería corriente: las monjas nos informaron que había, efectivamente, posibilidad de reservar una celda que -dijeron- eran muy confortables, pero sencillas. También hay un refectorio, pero hay que someterse a los horarios establecidos. Vamos, que era como un retiro espiritual y esas cosas. Bueno, vuestro bloguero favorito no estuvo por la labor (por el momento, claro). Lo que sí hicimos es hacer acopio de los productos de la Abadía, cervezotas y otras delicias (tranquilos, ya os hablaré de la cerveza en su momento, no se me arremolinen, como decía Cantinflas)




Total, que vuestro amado y aburrido bloguero y su compañía, decidieron ir a la Abadía de Maredsous, que está cerquita y que goza de un gran predicamento en toda Bélgica, tanto ella como sus productos:





Como se ve, el aspecto es muchos más grandioso y señorial, aunque también es del siglo XIX


Pero convendréis conmigo, amados gurriatillos que ni su exterior, ni por supuesto, su interior tienen el encanto de Maredret:



Aparte del hecho que es más popular que la tarara, con su cafetería, su supermercado, su hospedería y otras venalidades que nos apartan del honrado y recto comportamiento que se supone que debemos tener cara al mundo mundial (y más ahora que estamos en plena crisis). Tomen nota, gurriatos, de lo serio que se puede poner vuestro bloguero.


Pero, vuelvo al tema de base que nos ocupa: La cerveza, que se me va el santo al cine.

En la Abadía de Maredret, las monjitas han puesto a punto unas cervezas extraordinarias. Lanzaron las cervezas en 2021 y ya son difíciles de encontrar en toda Bélgica. Ya no te digo en otros países de misión.
Las cervezas están basadas en usar las recetas de Hildegard Von Bingen, en el siglo XII. Y si no sabéis quien es la Von Bingen, podéis pinchar aquí Música, literata, científica es un faro para las féminas en estos tiempos de zozobra. 
Pue eso, que me enrollo, y así no terminamos nunca. La base de la cerveza es la espelta (Epeautre), que gracias a todo esto me he enterado que es un trigo más antiguo y más resistente que el corriente (Para que veais lo que se aprende bebiendo cerveza)


Hay dos tipos. La Triplus, una cerveza de más de 8 grados, con cilantro como hierba para darle carácter
(Y os aseguro que se saborea el cilantro desde el primer trago) y la Altus, más suave, con unos 6 grados y un marcado sabor a frutos del bosque.

En serio, si tenéis ocasión de probarlas, no lo dudéis. Son diferentes

os dejo con Hildegard von Bingen





8 commentaires:

  1. Menuda excursión monsieur, que espectacular abadía, bien merece una ruta larga y complicada y hasta un viaje desde Alicante.
    Ahora, no fuiste valiente para quedarte en una celda jajaja, con lo auténtico que eso habría resultado.
    Si además hay buenas cervezas, la verdad es que es para acercarse y disfrutar de todo. Aunque yo el cilantro no lo soporto y me quedaría solo con la mitad de la prueba.
    Un placer, como siempre, querido amigo, venir por aquí.
    Un abrazo.

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    1. Pues, sí, tienes razón Viena. Hubiera sido una experiencia única pasar la noche en una celda de la Abadía, pero solo pensar que a las cinco de la mañana (o algo parecido) me iba despertar el órgano tocando los maitines o como se llamen los cantos matutinos de ls monjas, se me abrían las carnes. y por la noche, a dormir a las nueve, tras haber cenado a las cinco de la tarde. En fin, que no me apeteció.
      Lo del cilantro, es curioso, despierta pasiones en una u otra dirección. Hay quien lo ama y hay quien lo detesta. Yo, cuando me fui a vivir a México, y lo probé por primera vez, lo aborrecí. Luego, me fui acostumbrando poco a poco gracias al "pico de gallo", que es tomate troceeado, cebolla, chiles y mucho cilantro. Ahora lo busco con afán y lo pongo hasta en las lentejas.
      Un placer que te hayas pasado por aquí, Viena
      Un abrazo

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  2. Efectivamente, ni punto de comparación la segunda abadía con la primera. Yo es que para esto soy muy clásica. Me gustan las románicas y las barrocas de toda la vida de dios, nunca mejor dicho. Me hace gracia que por ahí arriba las monjitas le den a la preparación de cervezas. Eso sí, yo a la de cilantro ni me acerco, que aunque lo soporto no es lo que más me gusta del mundo. Cuando en un restaurante algo lo lleva siempre pido o que le pongan poco o que se lo pongan en trozos no muy pequeños, por si quiero quitarlo. Me quedo con la de frutos rojos.

    Besines.

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  3. Lo chocante del caso, efectivamente, es que sean las monjitas y no los monjes, que en ls abadías por aquí llevan siglos haciendo cerveza y ya no te cuento lo del famoso fraile que se ocurrió fermentar el vino de la región para hacer el inmortal champagne. Lo de las monjas debe ser por influencia moral de la Hildegarde von Bingen que era toda una personalidad, cosa que lo debía caer nada bien a las autoridades eclesiásticas (todas masculinas, desde luego)
    Lo del cilantro es así: o lo amas o lo detestas
    Besazos

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  4. Me quedo con la primera abadía, sin duda. Yo creo que me habría animado hasta a dormir en la celda. Eso sí, un día solo, ya más no... Curioso lo de las monjas preparando las cervezas. Pero me pasa como a Dorothy, que con el cilantro no me llevo bien. Pero la otra la probaría. Gracias por compartir tus viajes! Y todo lo que aprendes!
    Besotes!!!

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  5. Hola Margari. Ya veo que sois clara mayoría anti-cilantro. Aquí, en Bruselas se usa bastante, sobre todo en los restaurantes árabes. Para mí es un gozo que lo pongan en sus platos mejor que el horrible Ras-el-Hanut, que ese sí que no lo soporto, con su pestazo a Comino y a Cúrcuma. En fin, cada cual tiene sus gustos.
    Y pasar una noche en la Abadía, quizá sí, hubiera debido hacerlo. La próxima vez.
    Besazos

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  6. Hola hola! He llegado hasta tu blog por un comentario tuyo en el blog de Margari, y me ha gustado muchísimo tu manera de explicarlo todo, tu humor, y como nos lo cuentas y las fotos. Soy historiadora del arte y se me ha caído la baba con la primera Abadía, me ha parecido muy curioso que pudieras dormir en las celdas y lo de la cerveza. No me gusta la cerveza, las monjas ya no hacen pastitas? Porque con los dulces sí hubiera arrasado jajajaa. A lo que voy, que tienes una nueva suscriptora! Si te apetece pasarte por mi blog eres más que bienvenido y si te gusta lo que ves y quieres suscribirte, genial! Un abrazo!

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    1. Hola Raquel. Me alegra mucho que te guste el blog de los aburridos y que te quedes sorprendida por la Abadía de Maredret. Te diré la verdad, para mí también fue una sorpresa. Hay montones de abadías "cerveceras" en Bélgica, pero esta no la conocía casi nadie. Tuvieron que sacar una cerveza original para que la masa de los aburridos (entre ellos yo mismo) tomaran conciencia de que estaba ahí.
      Y pastitas, no sé si hacen, pero sí mermelada. Me compré un frasco que todavía no he abierto. Por lo menos tiene un nombre raro. Ya te diré
      Me he abonado a tu blog.
      Un abrazo

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