Mis queridos amigototes (es lo más opuesto a "amiguitos del alma" que he podido encontrar), como todos lo estáis notando, en este mes de Febrero está toditita Europa congelada, y no sólo por las cosas que dicen la Merkel y el Sarko, o por la demostración palpable de que la justicia es igual para todos (como se ha visto en el caso Camps y el caso Contador), sino porque los termómetros se han puesto a echar unas carreras hacia abajo, que me río yo de las del IBEX35.
Para calentar vuestros cuerpecitos y vuestras almitas, os traigo aquí un par de soluciones. Que no se diga que Sorokin no colabora para aminorar los efectos del cambio climático. La primera es... ¡cocinar!, yessir, cocinar y nada más ni nada menos que una "carbonade à la flamande" (que no sé cómo mil diablos se dirá en la lengua de Pérez Galdós (ya estoy harto de que Cervantes se haya apropiado del castellano, voto a bríos). La carbonade es uno de los platos belgas de toda la vida, pero indiscutiblemente, cae mejor con este fresquito que a 30ºC. Ya sé que os estáis pasmando... pero, pero... ¡Sorokin! ¿cómo te atreves a desvelar los secretos de la cocina flamenca? (de Flandes, no de Manolo Caracol). Pues así es, yo por mis amigototes, cualquier cosa.
Pues allá vamos: Necesitamos unos pedazos de carne de buey cortados en trozos medianos:
Unas chalotas:
Azúcar y harina:
Y ahora, ¿Qué hacemos?... Quoi faire?. Pues bien, cogemos (mis amigos de América, deben "agarrar", no coger) una buena cacerola de fundición, derretimos unas pellas de mantequilla a fuego lento y doramos los trozos de carne por todos lados:
Cuando estén dorados, los sacamos y reservamos. Y ¡hale! metemos en la misma cacerola (es que es así como se hace, pero, además es la única que tengo de fundición) las chalotas cortadas en una parte fina y otra más basta, como en tiras (ya me entendéis, gañanes):
Cuando estén pochaditas, añadimos azúcar, harina (yo lo he hecho a ojo de buen cubero, con lo que, sielos, tengo que admitir que la carbonada resultó un poco dulce), añadimos la carne y la cerveza y dejamos cocer a fuego lento un mínimo de una hora, hasta que la carne esté blanda:
El resultado final tiene que ser algo así:
Vamos, que la carne tiene que estar con las fibras sueltas y blanditas y la salsa, bien espesa. Hay quien, al final de la cocción añade un trozo de pan tostado untado con mostaza hasta que éste de deshace.
Los belgas (por supuesto) la acompañan con patatas fritas. Yo me la comí a pelo (chulo que es uno). Para beber, lo mejor es usar una cerveza similar a la que has usado para cocinar, pero si quieres ¡oh desocupado lector!, puedes abrir una botella de un tinto con cuerpecito, como el de Toro o el Somontano. En fin, ya ahí no me meto. Ustedes veréis.
Y ahora, con vuestros estómagos contentos y satisfechos, podéis proceder a leer mi segunda recomendación... ¡Tiemble después de haber reído! Yo he temblado bastante leyendo "I am legend" de Richard Matheson. Si os gusta el terror-ciencia ficción, no debéis perdérosla bajo ningún concepto. Si no os gusta, pues oye, el libro siempre queda bien en la estantería:
La desventuras de Robert Neville, el último hombre vivo sobre la tierra, en continua pugna con las fuerzas del mal y el vampirismo te acaban poniendo de los nervios. Todos los rayos de esperanza ("hope", "espoir", no Aguirre) que se le van abriendo, se cierran uno tras otro... Uahhhhhh, qué miedo. Vamos que me la he devorado (nunca mejor dicho) en un par de días.
Y para acabar, os copio una hojilla de propaganda que recibí en mi buzón allá por Diciembre (es lo bueno de no tirar nada). A ver si descubrís qué buque proponen:
Y nada más por hoy, abrigáos bien y ya me contaréis si habéis llevado a cabo mis recomendaciones. Un besote
Para calentar vuestros cuerpecitos y vuestras almitas, os traigo aquí un par de soluciones. Que no se diga que Sorokin no colabora para aminorar los efectos del cambio climático. La primera es... ¡cocinar!, yessir, cocinar y nada más ni nada menos que una "carbonade à la flamande" (que no sé cómo mil diablos se dirá en la lengua de Pérez Galdós (ya estoy harto de que Cervantes se haya apropiado del castellano, voto a bríos). La carbonade es uno de los platos belgas de toda la vida, pero indiscutiblemente, cae mejor con este fresquito que a 30ºC. Ya sé que os estáis pasmando... pero, pero... ¡Sorokin! ¿cómo te atreves a desvelar los secretos de la cocina flamenca? (de Flandes, no de Manolo Caracol). Pues así es, yo por mis amigototes, cualquier cosa.
Pues allá vamos: Necesitamos unos pedazos de carne de buey cortados en trozos medianos:
Unas chalotas:
Una cerveza negra. Yo he puesto Chimay porque es la que tenía a mano y
encima está de puturrú, pero cualquier otra (belga, por supuesto) podría
valer:
Azúcar y harina:
Y ahora, ¿Qué hacemos?... Quoi faire?. Pues bien, cogemos (mis amigos de América, deben "agarrar", no coger) una buena cacerola de fundición, derretimos unas pellas de mantequilla a fuego lento y doramos los trozos de carne por todos lados:
Cuando estén dorados, los sacamos y reservamos. Y ¡hale! metemos en la misma cacerola (es que es así como se hace, pero, además es la única que tengo de fundición) las chalotas cortadas en una parte fina y otra más basta, como en tiras (ya me entendéis, gañanes):
Cuando estén pochaditas, añadimos azúcar, harina (yo lo he hecho a ojo de buen cubero, con lo que, sielos, tengo que admitir que la carbonada resultó un poco dulce), añadimos la carne y la cerveza y dejamos cocer a fuego lento un mínimo de una hora, hasta que la carne esté blanda:
El resultado final tiene que ser algo así:
Vamos, que la carne tiene que estar con las fibras sueltas y blanditas y la salsa, bien espesa. Hay quien, al final de la cocción añade un trozo de pan tostado untado con mostaza hasta que éste de deshace.
Los belgas (por supuesto) la acompañan con patatas fritas. Yo me la comí a pelo (chulo que es uno). Para beber, lo mejor es usar una cerveza similar a la que has usado para cocinar, pero si quieres ¡oh desocupado lector!, puedes abrir una botella de un tinto con cuerpecito, como el de Toro o el Somontano. En fin, ya ahí no me meto. Ustedes veréis.
Y ahora, con vuestros estómagos contentos y satisfechos, podéis proceder a leer mi segunda recomendación... ¡Tiemble después de haber reído! Yo he temblado bastante leyendo "I am legend" de Richard Matheson. Si os gusta el terror-ciencia ficción, no debéis perdérosla bajo ningún concepto. Si no os gusta, pues oye, el libro siempre queda bien en la estantería:
La desventuras de Robert Neville, el último hombre vivo sobre la tierra, en continua pugna con las fuerzas del mal y el vampirismo te acaban poniendo de los nervios. Todos los rayos de esperanza ("hope", "espoir", no Aguirre) que se le van abriendo, se cierran uno tras otro... Uahhhhhh, qué miedo. Vamos que me la he devorado (nunca mejor dicho) en un par de días.
Y para acabar, os copio una hojilla de propaganda que recibí en mi buzón allá por Diciembre (es lo bueno de no tirar nada). A ver si descubrís qué buque proponen:
La verdad es que por estos días viene bien quedarse en casa, leer, y cocinarse algo especito como el plato que nos has traido hoy.
RépondreSupprimerGracias por revelarnos un poco de la gastronomía flamenca... te digo que esa delicia remojando de sabor a las pataras fritas debe ser de vicio (tu opción es más dietética, lo admito), y acompañarlo, yo, con un tinto, que la cerveza embucha mucho para un plato contundente como este.
Del libro, no es un género que me guste esopecialmente pero a mi amado compañero sí, asíq eu suena bien para sorprenderle en cualquier momento con este libro.
Abrazos desde -18º
Que sarpullido me acaba de salir al leer el nombre del innombrable y la justicia (sic).
RépondreSupprimerMenos mal que luego el cuerpo se me ha puesto a dar saltos de alegría (no muchos, no sea que se me rompa un hueso) con ese plato que has elaborado. Como decimos por aquí (bueno, lo dicen en la Ribera): ¡Decategoria!... todo junto.
Sólo falta un buen pan (el tema beborio, que no velorio, está claro) que imagino será más fácil encontrar por la fría Bruselas, que por la Valencia de mis amores (y cabreos). No todo van a ser flores y petardos.
Este estofado le ha quedado para nota. El exceso de azúcar no se percibe en la fotografía.
RépondreSupprimerLo que comenta de la justicia es para ser estudiado con mucho detenimiento, aunque esto lo tendrán que hacer en el futuro, hoy por hoy, se apoyan en lo que el pueblo vota para tener patente de Corso y los organismos deportivos internacionales haciendo caja con su "injusticia".
Saludos
Menos mal que no huyó del frío, haciendo caso omiso a la tibia brisa marina mediterránea que ese folleto pregonaba. Mucho mejor calentito en casa leyendo, zampándose la carbonade que buceando...
RépondreSupprimerHola Claudia. -18ºC para una venezolana debe ser algo inenarrable. Abrígate bien. Yo, con sólo -10ºC, llevo dos capas, como las cebollas: dos pantalones, dos jerseys, etc.
RépondreSupprimerMi récord fueron -25ºC en Kiev. Salía de una reunión y decidí andar hasta el hotel. Llevaba una cartera con los papeles del meeting, o sea que necesitaba una mano fuera del bolsillo. Con todo y guante, casi se me congeló. La tuve que meter en agua al llegar al hotel y dolía a reventar. Creí que me iba a quedar manco.
Un abrazo
Hola Oteador. Sí, sí. Un buen pan para mojar es definitivo. En Bruselas, menos mal, los productos "pánicos" se han afrancesado mucho estos últimos años, con el consiguiente retroceso de los "pampernickels" y otros panes germánicos que el diablo se lleve. Es que esta ciudad está en plena frontera germánico-latina. Por ahora, vamos ganando los latinos, aunque -eso sí- respetando productos tan buenos como la carbonade y la cerveza.
RépondreSupprimerBuenos días, Apicius. La verdad es que me tenía que haber percatado que las chalotas en sí ya son bastante dulces y tenía que haber moderado el azúcar (morena, encima). Pero, vamos, el resultado final estuvo muy bueno.
RépondreSupprimerSaludos.
Madame Delikat, ¡cuánta razón tiene su merced! mejor comiendo carbonada y poniéndose dos capas de vestidos para salir a la calle, que bucear entre las azules aguas del Mediterráneo. De todas maneras, nunca me tentó lo de hacer cruceros monstruosos. Es cierto que una vez fui en un barco pequeño (relativamente) de Zeebrugge hasta los fjordos noruegos, pero eso era otra cosa.
RépondreSupprimerNo conocía este plato... bueno, más bien no conozco ná de la cocina flamenca. Además he cocinado muy poco con cerveza y al final no es otra cosa que una bebida como el vino, y con el vino cocino y mucho.
RépondreSupprimer¡Aix, Sorokin, menos mal que no hiciste caso de la publicidad! nos podríamos haber quedado sin tus historias :-P
Saludines
(este finde me voy a esquiar, no sé si esquiaré o me esquiarán por encima porque seguro que me congelo!)
Pues, Arantxi, cuidado con los skis. Yo me rompí un hombro en Baqueira y desde entonces no he vuelto a coger unas tablas de esas :-/
RépondreSupprimer¡Sabrosa receta, Sorokin, a pesar del problemilla con "la morena"!
RépondreSupprimerPor estos lares, el invierno no ha pasado este año. Si quieres historias de terror, te cuento que desde hace semanas, los animales han comenzado a anidar y las flores de abril ya están abriendo. ¿quieres algo más tenebroso que ver que la primavera comienza cuando corresponde al invierno? Lo del cambio climático va en serio, no es ficción.
¡Ay, Violeta! Lo de tener problemas con las morenas, son cosas que le pueden pasar a cualquiera...
RépondreSupprimerAquí también había ya árboles en flor hacia fines de Enero, porque el invierno no había sido tal, sino un tiempo suave y agradable y... ¡zas! se nos viene de repente esta ola de frío. Flores muertas, frutos perdidos, etc... Sí, lo del cambio climático no es una broma.
Ayyyyy no llames al mal tiempo que ya suficiente mal tiempo tenemos ahora mismo en Españaaaaaaa!
RépondreSupprimerEspero que no me pase ná de ná, la verdad es que tengo ganas de oler a limpio y a naturaleza... sólo voy por eso ;-P
Pues pásatelo bien y disfruta, Arantxi. La verdad es que esquiar es una delicia, yo hubiera debido seguir a pesar del hombro.
RépondreSupprimerLo de cocinar es un buen plan... para quien se le de bien. Yo, que soy un desastre, creo que me quedo con la segunda recomendación.
RépondreSupprimerClaro, que si algún día quieres invitarme a probar esa carbonade à la flamande no me negaré.
Un abrazo :P
Pues nada, Perséfone, cuando tú quieras. Y en esa ocasión procuraré que no quede dulce, y, si te gustan las patatas fritas, le añadimos patatas fritas.
RépondreSupprimerUn abrazo
Querido Sorokin: Te juro que cuando salgo estos días por las mañanas y veo el cubo de los perros con una capa de hielo y el termómetro a -1 ó -2 grados, me acuerdo de ti, pienso joooo, pues cómo estará Sorokin con esta ola de frío.
RépondreSupprimerY del frío a los escalofríos que me han dado con el temita de la justicia igual para todos ¿Para qué leer libros de terror? Si aquí, cada mañana, cuando voy a trabajar y pongo la radio pa ver qué pasa por ahí, ya tiemblo sin leer ni ná.
En fin, Sorokin, que me alegro mucho que no te fueras de crucero y ah bueno, que casi se me olvida lo principal, olé y olé por la carbonade, justo este año tengo incorporada una en el programa con mis alumnos y la hemos disfrutado de lo lindo. Observación importante en nuestra experiencia, las diferentes cervezas das matices totalmente diferentes, ojo porque incluso con una rubia, (una cerveza, se entiende) nos ha salido un resultado muy, muy potente, amargo y fuerte, o sea, que no necesariamente con cerveza negra se tiene el carácter.
Me parece un guiso rico, y me gusta combinarlo con arroz blanco, también con patatas fritas, que no siempre vamos a estar pensando en la dieta.
Uf que largo comentario,, sorry, no sé cómo lo hago siempre.
Un beso.
Hola Viena, qué gusto verte por aquí de nuevo. Estábamos toooodos echándote de menos, como ya viste por el comentario del Oteador en tu último post.
RépondreSupprimer¡-1ºC en San Vicente del Raspeig! eso debe ser más duro que los -17ºC que hemos llegado a tener por aquí. Al fin y al cabo, aquí quien más quien menos tiene varias prendas "Damart" preparadas (aunque las tiendas ya estaban sacando blusitas y pantalones cortos pensando en la primavera).
La verdad, yo prefiero el terror de ficción al terror real. Y cuanto más de ficción, con vampiros, momias y así, mejor. Por lo menos ya sabes que no va de veras.
Qué bien, que hacéis carbonada en tu clase. Yo creía que era una cosa semi-desconocida fuera de Bélgica. La originalidad, claro, es la cerveza. Por eso estoy seguro que según la que pongas saldrá diferente. Lo que tengo que controlar mejor es el azúcar. Y sí, con patatas fritas, bien mojaditas en la espesa salsa es como mejor está.
¿Cómo va el Blupadel?
Un beso
Mira, este plato que se ve muy rico lo dejo para julio, hoy ha hecho 35 grados aunque estamos a 300m del Atlántico y ¡con mucho calor! tenemos pocas ganas de comer.
RépondreSupprimerGracias por pasar por mi espacio.
Saludos desde Argentina
Hola Norma2. El mundo está mal repartido ¡35ºC!, qué barbaridad. Seguro que con diez grados menos estarían incluso mejor: los diez que noa faltan a nosotros para no congelarnos.
RépondreSupprimerSaludos
Esa carbonade flamenca tiene una pinta excelente. Perfecta para coger (o tomar) calorías y pasar bien un día frío. A ver si la pruebo antes de que se pase el breve verano valenciano. Por cierto, que tristeza, pero no sabía que I Am Legend era originalmente un libro (seguro que mucho mejor que la peli con Will Smith). Un saludo.
RépondreSupprimerHola Chic Soufflé. Bienvenida al aburrido mundo de los aburridos. No sabía que Will Smith había hecho de Neville en el cine. Mejor, así no me machaca el libro. La verdad es que hay muuuuy pocas películas basadas en libros conocidos que aguanten el tirón, todas suelen decepcionar. La única que me gustó más que el libro fué "Las minas del Rey Salomón", con todo y Watusis, Deborah Kerr, Stewart Granger, etc
RépondreSupprimerSaludos