Tomaba el sol en una terraza de la calle. Estaba acabando la primavera y, quien quiera que fuera el dios del tiempo, había decidido por fin que ya estaba bien de humedecernos. Como digo, hacía un tiempo esplendoroso, pero yo no estaba para bromas. Ella me había echado de casa. Así, sin mas. Bueno, la verdad es que venía amenazándome con tomar tan desagradable decisión desde tiempo inmemorial… pero oigan… yo siempre me lo tomé como una reprimenda más. Y, reprimendas, las hubo. Merecidas, lo admito. Como ella me decía: ¡lo haces todo al revés!, ¡eres un inútil!, ¡no das una a derechas! Vale, lo admito, soy un patoso, pero siempre iba con mi mejor intención.
Es cierto que un día le tiré la cafetera llena sobre el parqué del salón, pero fue sin querer. De verdad. Y comprendo que se enfadara, claro. Además, le agradezco que me corrigiera, porque sino, uno no aprende… pero ¡rayos! Tampoco tenía por qué pegarme la media mojadilla que me soltó a la remanguillé. Pero, en fin, todo sea por la paz del hogar.
Otro día –carallo, estaba hambriento- me comí los cien gramos de jamón de Westfalia que ella había puesto en la mesa de la cocina, quién sabe con que intención. Los gritos se oyeron hasta en Badajoz. ¿¿Es que no puedes reprimirte, imbécil??, etc, etc.. y la eterna canción, “lo haces todo mal, etc, etc”
Pero la quiero. Sé que todo es por mi bien, si uno es un inútil, hay que enseñarle, corregirle… Ella, todo lo hacía porque me amaba, para hacer de mí un ser correcto, comme il faut, lo sé. Hasta hoy, que me ha puesto de patas en la calle. Y lo terrible es que no sé todavía la razón. Pienso, pienso, y me pierdo dando vueltas y vueltas a la mollera…
Pero bueno, hace sol, y en la radio del Bar suena “Les adieux” de Beethoven. Estos vieneses, ya se sabe, siempre tan clásicos. Levanto la vista. En la mesa de al lado, una moza me mira con ojos cariñosos. La miro, me vuelvo hacia ella, con tan mala fortuna que tiro la taza de café que tenía a su lado. Decididamente, lo hago todo mal. Espero su reprimenda, pero en vez de eso, me sonríe. ¡Dios! ¿Qué es esto? ¿cómo es posible? Sus intenciones, sin duda no son buenas… además… intenta acariciarme. ¡No!, una persona que no me corrige no puede ser buena… en un movimiento rápido, como mi dueña me había echado de casa sin ponerme el bozal, le tiro una dentellada a esa mano atrevida….
Y aquí estoy, en la perrera municipal. Espero que ella venga a rescatarme. La esperanza es lo último que se pierde.
Joes Dassin. On s’est aimé comme on se quitte.
Les matins se suivent et se ressemblent
Quand l'amour fait place au quotidien
On était pas fait pour vivre ensemble
Ça n'suffit pas toujours de s'aimer bien
C'est drôle hier on s'ennuyait
Et c'est à peine si l'on trouvait
Les mots pour se parler du mauvais temps
Et maintenant qu'il faut partir
On a cent milles choses à dire
Qui tiennent trop à coeur pour si peu de temps
On s'est aimé comme on se quitte
Tout simplement sans penser à demain
A demain qui vient toujours un peu trop vite
Aux adieux qui quelques fois se passent un peu trop bien
On fait c'qu'il faut on tien nos rôles
On se regarde on rit on craint un peu
On a toujours oublié quelques choses
C'est pas facile de se dire adieu
Et l'on sait trop bien que tôt ou tard
Demain peut-être ou même ce soir
On va se dire que tout n'est pas perdu
De ce roman inachevé
On va se faire un conte de fée
Mais on a passé l'âge on n'y croirait plus
On s'est aimé comme on se quitte
Tout simplement sans penser à demain
A demain qui vient toujours un peu trop vite
Aux adieux qui quelques fois se passent un peu trop bien
Roméo Juliette et tous les autres
Au fond de vos bouquins dormer en paix
Une simple histoire comme la nôtre
Est le seul qu'on écrira jamais
Allons petite il faut partir
Laisser ici nos souvenirs
On va descendre ensemble si tu veux
Et quand elle va nous voir passer
La patronne du café
Elle va encore nous dire salut les amoureux
On s'est aimé comme on se quitte
Tout simplement sans penser à demain
A demain qui vient toujours un peu trop vite
Aux adieux qui quelques fois se passent un peu trop bien
Hola:
RépondreSupprimerMuy buen relato.
Lástima que a fuerza de no saberlos educar puedan ocurrir estos incidentes.
La verdad es que simpaticé con el perro.
Espero que vayan por él.
Saludos
RRS
Eso es verdad? pobrecito, que lástima, ¿ pero el perro no era tuyo no? ay, mira es que últimamente ando muy sensible con esto de los animalitos abandonados y ya me daba a la lagrimita,.
RépondreSupprimerPobrecito, pues mejor seria que lo llevaran a un centro de adiestramiento ..... oye, a lo mejor le sonríe a alguien que pasa por la perrera y se lo llevan y le enseñan un poquito mejor.
O no , porque en definitiva esas cosas son las que hacen los perros y él a lo mejor no quiere cambiar, pero lo de morder.....eso no!
Por cierto, muy buen relato , al final me ha colapsado el perro, pero sinceramente comencé pensando ¿ a este que le ha pasao?seguí con ¿ jamón de westfalia ? luego con ¡ joder como se las gasta! acabé con menudo...$%$·"&8
RépondreSupprimerHola Xerófilo
RépondreSupprimerConociendo a los vieneses, estoy seguro que cuidarán bien al perro y al final encontrará una nueva familia si su dueña anterior no pasa a buscarlo. ¿Por qué lo echaría de casa? ¿Tendría un perro nuevo y él no lo sabía? Tal vez no lo sepamos nunca.:-)
Saludos
Hola Mai:
RépondreSupprimerNo te preocupes por el pobre perro. Como ya le he dicho a Xerófilo, seguro que en Viena lo cuidan bien, que para eso son muy mirados. Un buen vienés tiene una bicicleta carísima, un perro de lujo y se viste como para un desfile de modelos deportivos para ir en bici, así que alguno habrá que se encariñe con un perro así.
El jamón de Westfalia y la sonata "les adieux" eran simplemente para situar la escena del crimen.
Un saludo
Un final inesperado en una historia definitivamente perruna. Me ha encantado.
RépondreSupprimerGracias Claudia. Me alegro que te haya gustado.
RépondreSupprimerAh Sorokin, a medida que estaba leyendo pensé: ¡Ahah, lo sabía! ¡Sorokin es un perro! Ahora cuadra todo, esa fijación por los zapatos, las tortugas, las cuestas de nieve, todo eso que se mueve y puebla los primeros 20 centímetros del mundo, de abajo hacia arriba según se sube. ¡Ese era su secreto y toda la explicación! Y todo me cuadraba perfectamente, pero...
RépondreSupprimerOhh, ahora cuando leo los comentarios veo que no, que la triste historia de este perro se refiere a un ser que es posible que siga en la perrera.
Por favor Sorokin, acláranos, que no suframos, aunque es cierto, que en esos lares a los perros se les trata muy bien, así que espero que la historia no acabe mal. Y ya puestos, si ella era tan intolerante a "las cosas de perros" que hacen "los perros", quizás sea mejor que el pobre animal encuentro otra dueña.
Un beso.
Ay por dios Monsieur Sorokin que comenzando a leer el relato, creí que lo habían echado de casa a usted, ya me lo imaginaba como un clochard, lloriqueando por las esquinas de Bruselas, sin su bodega, sin sus libros, sin su jazz... Menos mal, que luego comprendí la historia y ya no temí de igual forma por el perrillo, pues como bien dice, está en buenas manos en esos paises norteños. Mi madre me cuenta siempre indignada, que en un restaurante de la Belgium les pidieron que mandaran a callar a la beba (yo misma con pocos años), pero los perrillos lamían, ladraban y coleaban a sus anchas...
RépondreSupprimerAhhhh, Viena y Delikat: las dos lo habéis comprendido desde dos ángulos diferentes. Esta historia, como toda historia de amor, tiene un fuerte componente autiobiográfico. Y es totalmente cierto Viena, mejor que el pobre animal encuentre otra dueña... pero ¡ah!, l'amour, l'amour, a veces es muy masoca. :-)
RépondreSupprimerY, Madame Delikat, es totalmente indignante que no la dejaran gruñir y patalear a su placer, como debe hacer todo bebé que se precie. En fin... Yo creo que las cosas han cambiado algo por aquí, con toda la masa de expatriados que ha invadido Bruselas, algunos con una patulea de churumbeles.
Un besazo a las dos
Después de la forma en que has explicado esta pequeña historia... yo te acogería en casa para que no te tuvieras que quedar en la perrera ;-)
RépondreSupprimer¡Gracias, Arantxi! ¡Con lo bien que se debe comer en tu casa! Y yo como de todo, no sólo huesos. ;-)
RépondreSupprimerMe gusta ese bicho, se ve que tiene buen paladar... no todos son así.
RépondreSupprimerEn el París del 74 tenía una jefa que siempre me estaba hablando sobre su "no se qué". Si no le comía bien, si le había comprado jamón de tal clase, que siempre se lo encontraba durmiendo cuando volvía de trabajar...
...durante meses pensé que tenía un hijo cara dura que se aprovechaba de su madre y no daba un palo al agua. Hasta que un día me enseño una foto suya... ¡era un gato!.
Sobre tu pregunta (no sé si llego a tiempo, o ya han fallecido) de qué hacer con las verduras chuchurridas, lo mejor es hacer una crema con un poco de ajo, nuez moscada y comino. Nada de mantequilla, nada de leche... un buen chorro de aceite de oliva.
Ja ja ja, Oteador, muy buena la historia del gato de tu jefa. Gracias por el consejo sobre las verduras. Las haré mañana.
RépondreSupprimerHOLA HOY;
RépondreSupprimerSOLO VENGO A PEDIR AYUDA.
REALMENTE LA NECESITO Y CUANTOS MÁS ME AYUDÉIS MEJOR.
VETE A MI BLOG Y LO ENTENDERÁS.
MUCHAS GRACIAS POR AYUDARME.
POR FAVOR, PÁSALE EL COMENTARIO A TODO EL MUNDO QUE CONOZCAS, CUANTOS MÁS ME AYUDEN , MEJOR.
Nombre: Elena Zulueta De Madariaga
Hola Elena. Muy impresionado por tu historia personal, he intentado copiar aquí la petición que haces en tu blog. Google no lo acepta porque es muy larga. Por eso, remito a cualquier lector ocasional que pase por aquí a tu blog, donde cuentas tu problema:
RépondreSupprimerhttp://cuatroespecias.blogspot.com/
Un abrazo y ánimo-