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Pues sí queridos amigos, contertulios, colegas, cobradores de la luz, carteros, vendedores de alfombras persas y cualquier otra persona de buen (o mal) gusto que de vez en cuando dedica algunos minutos de su valioso tiempo a leer las pequeñas peripecias que os cuento aquí, sin que me de el mínimo atisbo de vergüenza. Hoy, mientras me calmo del mal humor que me produce que 1) hace un tiempo totalmente podrido en Bruselas, y 2) el disco duro de mi iMac G5 acaba de negarse a seguir trabajando (escribo desde el portátil), os voy a contar que estuve de tapas por Madrid hace una semana. Y no en cualquier sitio. ¡No!. Me dediqué a seguir los consejos de dos de mis blogs amigos.
Lo de ir de tapas (pinchos, botanas, etc) ha pasado ya a ser bastante popular en toda Europa (otra cosa es la calidad de las tapas que te den, por ejemplo, en Rotterdam), pero las mejores las dan al sur de los Pirineos. Total, que esta vez me dije: "Sorokin, siempre vas de tapas a los mismos sitios cuando vas a Madrid. ¿por qué no pruebas los consejos que te dan en tus blogs amigos?" Así es que, me lancé al asunto.
En primer lugar, os confesaré que la foto de cabecera no pertenece a ningún lugar de tapas, sino al restaurante "El pescador" de la calle Lista. Es un señuelo para animaros a entrar en el blog. Astuto ¿eh?. No he ido nunca, pero tiene un aspecto de "tonerre", como dicen en Bélgica (los belgas consideran que "de tonerre" -de trueno- es algo muy bueno, vaya usted a saber por qué)
El primer sitio al que fui, fue "Estado puro", siguiendo las recomendaciones de Claudia Hernández en su blog "Bitácora culinaria":
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Es un sitio muy de moda en Madrid. Está en la plaza de Cánovas, nada menos que al lado del Hotel Palace y del Ritz. Sus tapas son lo que podríamos llamar "de diseño". Al fin y al cabo su chef es discípulo de Ferrán Adriá. Yo me lancé sobre una cazoleta de lentejas con foie gras, combinación de sabores sorprendente, pero que cuando le pillas el tranquillo está muy bien. Lástima que para cuando lo entiendes ya se te ha acabado. Las croquetas de jamón, excelentes, me reconciliaron con mis gustos plebeyos. La carta de vinos muy buena. Es un sitio caro, pero, claro, está de moda.
El segundo sitio que fuí (otro día, no me toméis por un Pantagruel de vía estrecha) fue Casa Lucas, una recomendación de Viena en su blog "Sabores de Viena":
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Está en la Cava Baja, muy cerquita de la Plaza Mayor, pero no está contaminado por el espíritu comercial de darle a los turistas unos calamares y cobrárselos como si fueran caviar que tienen muchos bares de la zona. Aquí el estilo es diferente del "Estado puro", más asequible para los paladares comunes y, además, las tapas son bastante más voluminosas, lo que es de agradecer si no te quieres ir a dormir con el estómago vacío. Yo, que había comido bastante a mediodía, probé una ensalada de queso de cabra con tomate y casi no puedo terminármela. En resumen, muy bien, y una carta de vinos excelente.
Y, ea, mi fin de semana no me dió para más. La próxima vez seguiré mis investigaciones. Por el momento, la semana que viene me voy a México. Espero hacer nuevas averiguaciones gastronómicas por allá. Ya os contaré