Aquí estoy otra vez, queridos amigos, amigotes, amiguetes, amigachos, dispuesto a daros un poco la brasa, porque hace ya más de un mes que estoy callado y me llevan los demonios. Ya os conté mi primera excursión a Ostende hace como un año (válame Dios y cómo pasa el tiempo, ya lo decía Jorge Manrique). Podéis rememorar tan extraordinario evento pinchando aquí. Pues bien, he vuelto. El motivo, aparte de disfrutar de una ciudad que no puede ser más amistosa y agradable, ha sido ir a la reunión anual de buques que, estas gentes dan en llamar "Oostende voor Anker" y que yo traduzco libremente por "Ostende echa el ancla", porque decir "Ostende está anclado", me suena peor.
Este año, vuestro bloguero servidor decidió ir en tren, porque era un fin de semana largo y las carreteras seguro que estaban a reventar. El tren sale de la estación del norte (aunque pasa por las otras dos estaciones de Bruselas: la central y la del sur, originales que son poniendo nombres):
Los precios de fin de semana son muy adecuados, aunque no creo que nadie se atreva a ir sin pagar a la vista de los revisores, como aquí el amigo:
Nuestro destino era el Hotel de las Termas, un balneario construido por Leopoldo II a principios del siglo XX. Grande, amplio, impresionante, señorial:
Con unos pórticos mirando al mar en su parte frontal que albergan el Hotel, el Balneario, el Casino, etc... aunque sin duda han conocido tiempos mejores:
Hoy en día, sin duda, está fuera del recorrido de las muchedumbres turísticas que solo juran y perjuran por el sol del mediterráneo. Pero lleno de clase, como se puede constatar en la cafetería del Hotel:
Bueno, pues ya está aquí vuestro bloguero. Al salir del hotel, lo primero que me llamó la atención es que había un barco regando el mar. Chocante, ¿a poco no? como dirían en México:
Supongo que sería un espectáculo propio de la semana de las anclas, como ya os he dicho. Paseando hasta el puerto, empiezan a aparecer las buenas gentes que participan en la aventura, como estos holandeses que parecen dispuestos a cantar algo:
El puerto está lleno de veleros y buques atracados o anclados, según se mire. Es que uno, que se ha criado en Santander, considera que no es lo mismo lo uno que lo otro: atracados es en el muelle, y anclados puede ser sin estar pegado al muelle (oigan, corríjanme si estoy metiendo la pata)
Esta vez, el más espectacular era un galeón ruso, el "Piligrim":
Otros, más chicos, hacían como los perrillos pequeños, que son los que más ladran: exhibiendo cañones:
A lo largo del muelle, un montón de pescaderías:
Aunque le mayor parte no vendían pescado, sino piscolabis ya preparados en plan tapa, sandwich, canapé o similar:
Pero en fin, lo más espectacular era un asador de salmón que se había instalado enfrente de la catedral:
Es como un espeto. El salmón está en esa especie de tablón vertical. Un servidor, atontao como estaba, no se dio cuenta que eso era donde estaba el salmón, así es que hice la foto desde atrás. Cuando la pelirroja considera que el bicho está listo, lo desciende: (y ahí me di yo cuenta de donde andaba el pez)
La verdad es que está magnífico, porque el salmón suda toda su grasa y queda tierno, delicioso
Interesantes también, los diversos modelos de coches que andaban por el muelle:
En fin, no me voy a ir a cenar sin antes recomendaros un buen restaurante en el muelle de Ostende, de Kleine Garnaal (la gambita o pequeña gamba). La verdad es que a las 9 de la tarde, si no espabilas, te quedas sin cenar, menos mal que aquí nos aceptaron con una sonrisa (gracias, gambitas):
Lo mejor, la calidad de los platos. Unas muy buenas ostras (con cava, todo sea dicho)
Y unos fabulosos lenguados "a la bella molinera", como se llaman en español:
Por otro lado, ya os hablé la otra vez del "Waterhuis", un muy buen pub también en el puerto, lleno de ambiente, cerveza, crêpes y lo que sea menester:
Y para terminar, os voy a dejar con un bodrio de vídeo hecho a pachas por mi amigo Lopezia y un servidor. Los pueblos del mar tenían sitio especial en el evento, irlandeses, escoceses, bretones. Lo que encuentro inaceptable es que un tío que mide dos metros te tape el show porque le da la gana, ya me diréis.
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Abrazotes