Como estoy seguro que todos sabéis, porque sois ¡Oh lectores míos!, gente leída y escribida (como decía mi abuela), acaba de comenzar el año nuevo chino. Y también sabéis que en el -llamémosle horóscopo- chino, cada año tiene un animal como símbolo, protector o qué sé yo diferente. Ya os lo conté en otra entrada de este, vuestro blog favorito, que dediqué al año de la serpiente (y ¡válame dios!, hace ya cuatro años de eso). Así es que no voy a repetir todas las tontunas, sinsorgadas y lugares comunes que os conté entonces. Si sois lo suficiente masocas, podéis pinchar aquí y releerlas.
Bueno, pues este año, el sábado 28 de enero empezó el año del gallo y todos los chinos del mundo se pusieron a celebrarlo como locos. Y chinos, ya lo sabéis, hay muchos. Naturalmente, en Bruselas también, así que se lanzaron a las calles a hacer un vistoso cortejo que un servidor no podía perderse, no faltaría más que eso. Ruidos de tambores, risas, vistosos trajes y alegría. No faltaría más. Bueno, no es que estos niños se rían mucho, pero se les ve contentos:
con sus banderitas chinas y belgas, como debe ser, que para algo viven aquí y, entre nosotros, es una de las minorías más discretas de Bruselas. Aunque minorías hay muchas, a unas se las ve más que a otras. Por eso, es una cuasi sorpresa ver que hay un porrón de chinos más allá de los restaurantes de chop suey y cerdo agridulce.
En el cortejo, no podían faltar los dragones:
Su sonrisa es contagiosa, aunque tengan que concentrarse en lo de mover el abanico:
¿Cómo podían faltar un panda y un pandita en el cortejo?
Bellas danzarinas de soñadores ojos:
Y terribles mandarines de amenazadora mirada:
Y dominándolo todo, el gran dragón que al final acabó haciéndose la cola un lío. Lo veréis en el fabuloso vídeo que hice en colaboración con mi amigo Lopezia, no os impacientéis, gurriatos, que antes del vídeo todavía tengo que daros algo más de rollo.
Pues ya lo veis, es el año del gallo. No sé qué significa, pero es así. ¿Traerá suerte? ¿desgracias? ¿será mejor que el año pasado que nos trajo desastres tales como Mr. Trump o la muerte de Leonard Cohen y David Bowie? En cualquier caso, no es seguro que sea un año feliz para los gallos, como para este gallo de pelea tailandés. Claro, que la foto es de vuestro amado bloguero en 2009, y a saber en aquel año qué animalillo era el protagonista (vale, ya me he informado, era el año del buey, o sea, que de "animalillo, nada)
Vamos, que siendo año de bueyes, probablemente, el gallo tailandés no fue muy feliz. Como tampoco esta gallina, que está tranquilamente sentada en un restaurante de Moscú (calma, estaba disecada la pobre)
Sobre todo, si se pone a pensar en lo que le puede pasar, como a esta pobres congéneres en Tirana:
Pero bueno, ya vale de rollo, Sorokin. Y cuenta algo nuevo, como una receta, que todos tus lectores saben que eso de la cocina te mola bastante, aunque seas un zote. Lo suyo, sería que os escribiera ¡oh, amigotes! una receta de pollo estilo chino, pero ya os conté hace varios siglos la receta de un pollo a la tailandesa (y si queréis podéis pinchar aquí), así que voy a cambiar de continente, de ambiente, de rollo, de todo y os voy a contar cómo Sorokin se marca un pollo a la mostaza de Meaux.
Lo primero es juntar los ingredientes. Helos aquí:
Pollo, (ya me diréis, si no), una escaloña (échalotte), un diente de ajo, vino blanco (ahí se me fue la mano y le puse un Chablis de 2013 que es lo que tenía a mano, pero vale cualquier vino más guarrindongo), crema, y dos mostazas: de Dijon y de Meaux.
Empecé troceando el pollo con un cuchillo de Albacete (qué menos)
En una sartén, asusté (como decía mi madre) los pedazos de pollo con mantequilla mezclada con aceite de oliva:
Una vez el pollo completamente presa del pánico, lo saqué y reservé. En la misma sartén, poché la escaloña y el ajo bien picaditos:
Añadí el pollo (¡criatura del señor!), el vino blanco y lo dejé que se hiciera. Tras eso, la crema y dos cucharadas de mostaza: una de Dijon y dos de Meaux. Los granitos pequeñitos que se ven, son los de la mostaza de Meaux, que asimismo se llama "mostaza a la antigua". (acordaos, oh descreídos, de la parábola del evangelio y el grano de mostaza. No tiene nada que ver, pero cuela). Dejé que la salsa se redujera:
Y, acto seguido, mis queridos comensales, procedí a la exterminación de tan suculento plato. Lo acompañé con un vino de Albacete. Sí señores, de Albacete. En concreto, de Fuentealbilla: Cambrius. Total, que empecé hablando del año nuevo chino y acabo con un pollo a la francesa, cortado con un cuchillo de Albacete y regado con vino de Fuentealbilla. Multiculturalismo puro.
Pero bueno, os había prometido que os iba a poner un vídeo sobre el cortejo del año del gallo en Bruselas y no voy a faltar a mi compromiso, o sea, que ahí va:
Venga, un besote y perdón por el rollo