Este verano, queridos amigotes, ha entrado en su último mes. Sí, señores y señoras. Aunque penséis que se está terminando, erráis. Le queda casi un mes. Y según los profetas del fin del mundo y esas zarandajas que tanto le gustan a algunos, va a ser el último. No el último mes (aunque casi), sino el último verano. En fin, os supongo enterados de esas cosas que circulan sobre el calendario Maya (que no la abeja, la abeja Maya es otra cosa) y que pronostican el fin del mundo para el 21 de Diciembre de 2012. ¡Pues no! otros mendas, más calculadores y más espabilados han dicho que el Papa Gregorio VII y algún otro de por allí, se hicieron su órgano masculino un lío con la reforma del calendario allá por el siglo XIV y que, en realidad, el fin del mundo será el 14 de Octubre de 2011 (día que, encima, es el cumpleaños de vuestro bloguero servidor). Le dan al palo, además, con el cometa Elenin (no es chiste, se llama así) que está originando catástrofes sin cuento, etc, etc y que ese día estará en línea con no se cuantas constelaciones, satélites, planetas y gasolineras del Provencio.
Pero en fin, que me lío yo también. No era ese el tema de mi entrada. Iba a hablar de las frutas de verano. En concreto, de las paraguayas, que es una de mis frutas preferidas. Me sentía desamparado por estas tierras europeas, sin paraguayas que calmaran mis ansias de infinito. Pero ¡oh cielos!, ¡habéis escuchado mis súplicas!, desde hace un par de años, han empezado a aparecer por las fruterías de la zona, desde Londres hasta Amsterdam, pasando por Bruselas:
Cierto que no son baratas, pero son deliciosas. Jugosas, sabrosas, se te llena la boca de líquido cuando la muerdes con fruición, mientras un dulce aroma invade tu nariz. Como podéis ver en la segunda foto, además, ha aparecido una variedad -para mí desconocida- que es como la paraguaya tradicional, pero con piel suave de nectarina. Bueno, no están mal, pero yo prefiero las de siempre. En Internet dicen que se llaman "platerinas".
Este verano, también ha traido para algunos chisgarabises la no muy saludable moda de doparse con estramonio. A mí, eso del estramonio me sonaba a compuesto químico, oiga, algo así como el amoniaco (Amoniaco extra, por ejemplo), pero no, es una planta. Y mirando en Internet (no sé qué haríamos sin la Wikipedia), me he entarado que es la datura, como la que se empujaba don Juan en los libros de Carlos Castaneda (¿os acordáis?):
En fin, Carlos Castaneda es tema para otro día. Yo me leí tooodos sus libros. Ya hablaremos de eso. Lo que quiero contaros es que al ver la foto que publican en la web sobre la flor del estramonio (héla aquí):
y compararla con una foto que hice en la Explanada de Alicante hace un par de años, que es la que abre esta entrada, me he dicho: ¡Rayos! parece la misma. Dejo a criterio de ustedes vosotros, queridos e ilusionados lectores que me digáis si se parecen o no. Pero, por favor, please, no se lo digáis a nadie. Según eso, drogarse con datura estaría totalmente tirado. Y ya van cuatro o cinco chavales muertos con la hierba del demonio este verano.