Queridos amigos que me leéis (si no fuérais amigos no perderíais el tiempo en estas chuminadas de aburridos) El pasado fin de semana ha descendido sobre Bruselas una ola de calor como hace años que no disfrutábamos. O sea, del orden de 30ºC y cosas así, así que, aprovechando que era puente, vuestro bloguero querido se ha ido a la costa. Ya os he hablado en otras ocasiones de la costa belga, pero esta vez he cambiado de dirección y me he decidido por Ostende (bueno, el hecho es que todos los hoteles estaban llenos en la otra zona, de Niewpoort a La Panne, hacia la frontera francesa). Así es que venga, a Ostende.
Conseguí un hotel en Westende. Muy buen hotel que os recomiendo: Villa Hotel. Westende, mira tú por donde, quiere decir "el extremo oeste", miemtras que Ostende significa "el extremo Este". No sé de qué serán extremos, porque están separadas por una veintena de kilómetros, pero en eso de los nombres, uno que es de Albacete, ni por asomo se mete (bello y original pareado. Le pondré música uno de estos días).
Westende es una pequeña ciudad, no como su hermana Ostende, pero eso no impide tener restaurantes como se debe. Un servidor fué a cenar al "Marie Joseph". Os lo recomiendo si andáis por esas tierras. Ya sé que los españoles cuando van a Bélgica no salen de Bruselas, Brujas y Gante, pero si un día os entra el gusanillo de conocer la costa, no dejéis de disfrutar de una "Popperings" en el Marie Joseph:
El plato estrella es una sopa de pescado totalmente a la francesa, cosa que no es de extrañar porque el cocinero es francés. Magnífica, son su sabor a crustáceos, sus croutones y su rouille. Bueno, aclaro: un crouton es un pedazo de pan (como servidor, es que no tengo ni madre ni abuela, me tengo que hacer la propaganda yo solito), preferentemente duro. La rouille es una salsa superfrancesa, se hace con mayonesa, mostaza y otros ingredientes. Podéis pinchar aquí.
Y bien, ya cenados y dormidos, lo suyo es ir a Ostende al día siguiente:
Toda la costa es zona de playas, de una arena muy fina y con fuertes mareas. Normalmente no hay quien se meta en el agua de puro fría que está, pero este fin de semana ha sido diferente:
Lo suyo es coger el tranvía de la costa. Ya os he hablado del tranvía en otras ocasiones. Vale la pena. No es caro y se ve toda la costa:
Lo más impactante del recorrido es el "Domein Raverside", donde los alemanes habían instalado una impresionante serie de fortificaciones y casamatas pensando que la invasión de los aliados iba a ser por aquí. Se colaron, fue en Normandía como todos sabéis, pero las defensas ahí están. Se pueden visitar:
Antiaéreos:
Que, como se ve están al borde mismo del mar:
Y bien, ya estáis llegando a Ostende. La primera impresión es que por un alboroto en el espacio-tiempo habéis llegado a un barrio obrero de Moscú o de Pekín:
Pero no. Tanto si os lo créeis como si no, son apartamentos turísticos. Vamos, que ni Benidorm. Pero, en fin, no os dejéis impresionar y seguid. Algo más lejos, Ostende os muestra una cara más amable:
He dicho cara, cara, no me liéis.
Este fin de semana se celebraba en el puerto de Ostende una feria de buques veleros. Lo que choca al principio es una enorme bandera española:
arbolada por una reproducción de la carabela de Magallanes:
La reproducción, al parecer exacta, se hizo en Chile. Es visitable, pero con el gentío que había, servidor prefirió pasar del tema.
En la feria había de todo, incluído un constructor artesanal francés, haciendo barcos a la moda de hace varios siglos:
Pero la estrella de la feria era el "Mercator". El Mercator era el buque escuela de la marina belga. Lo quitaron del servicio activo hace años y estaba pudriéndose abandonado. Pero por fin, desde hace un par de años, se ha procedido a su restauración:
Fabuloso. Un buque magnífico. La vista es interesante, y puede constatarse que vivían mejor los comandantes:
que los cadetes:
Pero, ea, eso son cosas de la vida.
Durante la visita, un espontáneo se subió al bauprés para hacerse un "selfie", para escándalo de otros visitantes y alboroto del personal de a bordo, que consigió hacer que se bajara:
La verdad es que hay gente "pa tó". E incluso hubo un visitante que quiso hacerse una foto al timón del Marcator. Convendréis conmigo, de todos modos, que es menos grave que subirse al bauprés:
Y si despés de esa interesante visita os apetece una cervezota o -qué sé yo- un café, os aconsejo el "'t Waterhuis":
Con un interior muy marino y altamente acogedor:
Y bien, amigotes, me voy a cenar. pero, por supuesto, no os voy a dejar sin el video-bodrio tradicional que ni servidor ni me colega lopezia pueden abstenerse de hacer.
Besotes