dimanche 27 novembre 2011
"Edipo" de George Enescu y la fura dels baus
Estoy seguro -o, por lo menos, me malicio- que estáis todos ustedes, queridos amiguetes pensando que soy un vago de siete millas, a la par que un frívolo "nonchalant" que sólo le preocupan cosas ligeras como parquecillos, periquitos, restaurantes, viajes para acá y para allá, etc. Vayamos por partes: lo primero es cierto, soy más vago que los discursos de ciertos líderes (que no voy a nombrar, que luego todo se sabe), pero, como dijo Chesterton, la vagancia es lo único que nos queda del paraíso y yo me adhiero. En cuanto a lo segundo, mi respuesta es ¡nnnoooo, nnnooo, falso! que también vuestro bloguero del alma asiste a eventos culturales que elevan el espíritu, educan a las masas (y además, abren el apetito, pardiez).
Y para demostrarlo, os contaré, si me lo permitís ¡oh, amables lectores!, que estuve el 28 de Octubre pasado en el estreno mundial del montaje que se ha marcado "la fura dels baus" de la ópera de George Enescu "Edipo" en el Teatro de la Moneda de Bruselas (incidentalmente diré que lo de "la Moneda" no le pega nada al teatro, porque para comprar una entrada te tienes que gastar buenos billetes, buenos, nada de monedas).
El teatro bullía de simpáticas y nobles gentes, ansiosas de contemplar las desventuras de Edipo, cosa que en estos tiempos de crisis es como muy prestosa. "¡Oh, qué pena!, pobre, qué mal lo pasó, ufff, todavía hay gente que lo pasa peor que nosotros, etc, etc"
George Enescu, como todos sabéis (venga, decid que sí) es un compositor rumano recriado en París. Antes había estudiado en Viena y ya era conocido antes de establecerse en Francia, pero nada, es igual, los franceses se lo apropiaron e, incluso, le cambiaron el apellido a "Enesco" (Enesco, Enesco, a no confundir con la Unesco).
El montaje de "la fura" es espectacular, impresionante, aunque no le gustara a algunos chauvinistas franceses, como al crítico de "Le Monde", que tituló su crítica "un Edipo masacrado sin complejos por la fura dels baus". Podéis ver su crítica pinchando aquí. Quiero decir, no es el artículo original del "Monde" que, encima, tiene el morro de cobrar si quieres leerlo; es una copia que han publicado en Argentina los amigos del teatro Colón de Buenos Aires.
Afortunadamente, el crítico en cuestión, que sin duda padecía de acidez de estómago esa tarde, se ha quedado solo. Le Figaro, die Welt, Altamusica, entre otros, dijeron que no estaba mal, carallo, que no estaba mal.
Y como no hay nada como la crítica subjetiva, os diré que a mí me gustó mucho y que me lo pasé como un gato con un menudo. Tal vez se pueda decir que "la fura" privilegia el espectáculo grandioso en detrimento del significado, pero resulta espectacular. Que la esfinge esté representada por un avión de bombardeo de la segunda guerra mundial, aparte de impresionante, tiene sentido por el miedo que inspiran ambos:
Cuando Edipo descifra el enigma que le pone la esfinge: "¿qué es más importante que el destino?" respondiendo "la voluntad del hombre", la esfinge muere y Tebas se salva:
Claro, que luego eso trajo todos los malos rollos que trajo, como que el bueno de Edipo, sin saber que era su madre, se acostara con Yocasta. En fin, no os voy a contar la tragedia, que ya todos os la sabéis. Sí, decir que cuando a Edipo, ya ciego y acompañado sólo por su hija Antígona (eso es una hija, qué leñe) lo viene a buscar Creonte acompañado por una panda de tebanos, estos, vestidos con buzos blancos, quedaban algo kitsch. Fué la escena que menos me gustó del montaje:
También decir que la orquesta no era una maravilla, hizo una faena de aliño. Otra anécdota, ésta totalmente belga: En la parte superior del escenario había dos pantallas que iban escribiendo el texto: una en francés y la otra en flamenco. Durante la primera parte de la obra, la pantalla en francés estaba a la derecha y la flamenca a la izquierda. En la segunda parte cambiaron la posición de las pantallas. Que nadie se sintiera relegado, no.
En fin, haciendo alarde de mis habilidades de filmador secreto, grabé algunas escenas. Ahí os van:
Y al salir, ¡Oh queridos amigos!, que menos que ir a pegarse un piscolabis en el restaurante de la gente guapa de Bruselas, los BCBG ("Bon Chic Bonnes Gens", aunque algunos maliciosos lo interpreten como "Beaux Culs Belles Gueules"): El "Belga Queen", que está al ladito mismo de La Monnaie, en la rue du fossé aux loups:
Espectacular restaurante, lleno de gente guapa, incluidos los camareros y camareras, donde no es que se coma especialmente bien, pero los ojos se llevan una buena ración de vista.
Si os animáis a ir por allí, diréos que las ostras son buenas y que tiene una cava donde se puede fumar si sois de esa especie de tragahumos. A visitar de forma obligatoria los baños, aunque no os opriman los deseos de aliviar vuestros riñones. Son espectaculares:
Yessir, sus paredes son transparentes. Curioso, ¿eh?
Bueno, un abrazote a todos y hasta la próxima, amigos.
dimanche 13 novembre 2011
El Jardín Jean-Félix Hap, el rincón más secreto de Bruselas
UN RINCON SECRETO EN PLENO CENTRO DE BRUSELAS-EL INCREIBLE TRAZADO DE LA CHAUSÉE DE WAVRE-LOS PERIQUITOS SALVAJES-UN VINO Y UNAS "FRITES".
Este fin de semana, queridos amigotes, han coincidido varias circunstancias que han dejado una indeleble huella en el espíritu (y el cuerpo, pardiez) de vuestro bloguero que os quiere con un intenso amor fraternal. En primer lugar, dejadme deciros que el 11.11.11 ha pasado sin mayor pena ni gloria. Ningún cometa, asteroide, godzilla, diablo alado, 666, u otro agente del averno ha perturbado la marcha regular del planeta (por el momento, que ya veremos, ya veremos). Además, aquí, era festivo el día 11, porque los belgas siguen celebrando el armisticio... ¡de 1918!. Anda que... con la de mierda que trajo después...pero, vale. En tercer lugar, ha hecho un tiempo increíble: 18ºC y sol en Bruselas en pleno mes de Noviembre y, para acabar, el dia antes, mi simpático dentista me dejó la encía hecha unos zorros. Eso sí, para que no tuviera que articular palabra mientras me cercenaba media encía, me avisó que la música que había puesto era "Julio Cesar" de Jorge Federico Händel. Así no tenía que preocuparme nada más que de gritar. Muy amable mi dentista.
A la vista de todo eso, ayer, me lancé por tercera vez en la historia a tratar de descubrir el famoso jardín Jean-Félix Hap, el rincón público más privado que existir pueda. Siempre supe que estaba en la Chaussée de Wavre 508, pero, lo que no pude encontrar antes de esta vez es eso, el 508. Y ¿cómo? me diréis... basta seguir la numeración, Sorokin, ¿o no sabes contar?. Pardiez, no. La tal Chaussée de Wavre es un laberinto como sólo se le puede ocurrir a un belga:
Desde la place Jourdan, parte en dos direcciones diferentes, pero los tramos correspondientes se llaman otra cosa en sus inicios, o sea que te despistan a mas no poder. Hay una parte peatonal, que he llamado "1" en la foto de Google. Otra parte "2", a la izquierda de la foto a la que se llega por otra calle que no se llama así y, por fin, la parte "3", a la derecha, que es donde está el número 508. Pues vale, ya lo sabéis.
El jardín está medio oculto por una puerta con un aspecto totalmente normal, que no desvela lo que hay dentro:
Y dentro, el rincón mágico, la calma, el reposo, a pocos cientos de metros de las instituciones europeas. Nadie lo creería. Y por eso sigue siendo un sitio secreto. Público, pero secreto, disfrutado solo por los persistentes cabezotas que no nos hemos dejado despistar por el truco de la Chaussée de Wavre:
El jardín ha pertenecido a la familia Hap desde el siglo XIX. Gentes con dinero, políticos, alcaldes y demás. Naturalmente, el jardín no estaba solo, no, vaya tontuna. Era el jardín del palacio de estas buenas gentes. Palacio que ha pasado por distintas vicisitudes, hasta que al final de siglo (el XIX, claro) se edificó la casa que -rota, decrépita e inhabitada- todavía existe:
En 1954, Jean-Félix Hap, cedió el jardín a la comuna de Eterbeek (a ver, taruguillos, que ya os he explicado en otras ocasiones que Bruselas es un conjunto de 19 comunas, a ver si nos leemos lo que os cuento, que si no, para qué me esfuerzo como un maldito. Eterbeek es la comuna de toda esta zona). Al principio, sólo podían ir ancianitos y gente así, pero en 1988, el último Hap cedió el jardín sin más condiciones. Vamos, tanto, que hasta los de Albacete pueden ir sin que nadie les diga ná.
El jardín, ya lo veis por las fotos, es precioso y tranquilo. Hay árboles centenarios, pajarillos, flores y bichejos de todo tipo. No sé si sabíais que en Bruselas hay unas bandadas de periquitos salvajes que van buscando los árboles más frondosos durante el día. A la caída de la tarde es un espectáculo ver todas las bandadas volando en medio de gritos agudos, "shreeeiik, shreeeiik" buscando sus árboles nocturnos. Parece que su origen fueron algunos periquitos domésticos que se escaparon de sus jaulas hace años. Tal vez, pero el hecho es que sorprende ver estos pájaros tropicales adaptados al clima de por aquí.
No tenía a mano más que la Canon 90, no la reflex, así que la foto no es muy brillante, pero como testimonio, vale (y no os atreváis a decir que no, que no pongo más)
Para terminar la tarde encontré cerca de Place Jourdan una tienda de vino donde tienen "Finca Sobreño" de Toro:
Me compré dos botellas, pero lamentablemente, tengo que deciros, amigotes, que este no es mi Sobreño, el Sobreño que me arrullaba, me endulzaba, me camelaba, el que tenía 9 puntos en la guía Parker. Pues no, este, de 2007, está a varias millas por debajo de sus ancestros de 2003 y 2005. Es lamentable que se te caigan los mitos así, carallo.
Tras eso, sólo me queda mostraros la cola que había para comprar "frites" en Antoine, un poco más allá, en la Place Jourdan:
Un servidor pasó, porque me dan mucha acidez, aunque Antoine sea la "friterie" más famosa de Bruselas. Debe ser la grasa de buey con la que las frien. En fin, yo es que donde esté mi aceitico de oliva...
Un besote, amiguetes. Nos vemos otro día
Este fin de semana, queridos amigotes, han coincidido varias circunstancias que han dejado una indeleble huella en el espíritu (y el cuerpo, pardiez) de vuestro bloguero que os quiere con un intenso amor fraternal. En primer lugar, dejadme deciros que el 11.11.11 ha pasado sin mayor pena ni gloria. Ningún cometa, asteroide, godzilla, diablo alado, 666, u otro agente del averno ha perturbado la marcha regular del planeta (por el momento, que ya veremos, ya veremos). Además, aquí, era festivo el día 11, porque los belgas siguen celebrando el armisticio... ¡de 1918!. Anda que... con la de mierda que trajo después...pero, vale. En tercer lugar, ha hecho un tiempo increíble: 18ºC y sol en Bruselas en pleno mes de Noviembre y, para acabar, el dia antes, mi simpático dentista me dejó la encía hecha unos zorros. Eso sí, para que no tuviera que articular palabra mientras me cercenaba media encía, me avisó que la música que había puesto era "Julio Cesar" de Jorge Federico Händel. Así no tenía que preocuparme nada más que de gritar. Muy amable mi dentista.
A la vista de todo eso, ayer, me lancé por tercera vez en la historia a tratar de descubrir el famoso jardín Jean-Félix Hap, el rincón público más privado que existir pueda. Siempre supe que estaba en la Chaussée de Wavre 508, pero, lo que no pude encontrar antes de esta vez es eso, el 508. Y ¿cómo? me diréis... basta seguir la numeración, Sorokin, ¿o no sabes contar?. Pardiez, no. La tal Chaussée de Wavre es un laberinto como sólo se le puede ocurrir a un belga:
Desde la place Jourdan, parte en dos direcciones diferentes, pero los tramos correspondientes se llaman otra cosa en sus inicios, o sea que te despistan a mas no poder. Hay una parte peatonal, que he llamado "1" en la foto de Google. Otra parte "2", a la izquierda de la foto a la que se llega por otra calle que no se llama así y, por fin, la parte "3", a la derecha, que es donde está el número 508. Pues vale, ya lo sabéis.
El jardín está medio oculto por una puerta con un aspecto totalmente normal, que no desvela lo que hay dentro:
Y dentro, el rincón mágico, la calma, el reposo, a pocos cientos de metros de las instituciones europeas. Nadie lo creería. Y por eso sigue siendo un sitio secreto. Público, pero secreto, disfrutado solo por los persistentes cabezotas que no nos hemos dejado despistar por el truco de la Chaussée de Wavre:
El jardín ha pertenecido a la familia Hap desde el siglo XIX. Gentes con dinero, políticos, alcaldes y demás. Naturalmente, el jardín no estaba solo, no, vaya tontuna. Era el jardín del palacio de estas buenas gentes. Palacio que ha pasado por distintas vicisitudes, hasta que al final de siglo (el XIX, claro) se edificó la casa que -rota, decrépita e inhabitada- todavía existe:
En 1954, Jean-Félix Hap, cedió el jardín a la comuna de Eterbeek (a ver, taruguillos, que ya os he explicado en otras ocasiones que Bruselas es un conjunto de 19 comunas, a ver si nos leemos lo que os cuento, que si no, para qué me esfuerzo como un maldito. Eterbeek es la comuna de toda esta zona). Al principio, sólo podían ir ancianitos y gente así, pero en 1988, el último Hap cedió el jardín sin más condiciones. Vamos, tanto, que hasta los de Albacete pueden ir sin que nadie les diga ná.
El jardín, ya lo veis por las fotos, es precioso y tranquilo. Hay árboles centenarios, pajarillos, flores y bichejos de todo tipo. No sé si sabíais que en Bruselas hay unas bandadas de periquitos salvajes que van buscando los árboles más frondosos durante el día. A la caída de la tarde es un espectáculo ver todas las bandadas volando en medio de gritos agudos, "shreeeiik, shreeeiik" buscando sus árboles nocturnos. Parece que su origen fueron algunos periquitos domésticos que se escaparon de sus jaulas hace años. Tal vez, pero el hecho es que sorprende ver estos pájaros tropicales adaptados al clima de por aquí.
No tenía a mano más que la Canon 90, no la reflex, así que la foto no es muy brillante, pero como testimonio, vale (y no os atreváis a decir que no, que no pongo más)
Para terminar la tarde encontré cerca de Place Jourdan una tienda de vino donde tienen "Finca Sobreño" de Toro:
Me compré dos botellas, pero lamentablemente, tengo que deciros, amigotes, que este no es mi Sobreño, el Sobreño que me arrullaba, me endulzaba, me camelaba, el que tenía 9 puntos en la guía Parker. Pues no, este, de 2007, está a varias millas por debajo de sus ancestros de 2003 y 2005. Es lamentable que se te caigan los mitos así, carallo.
Tras eso, sólo me queda mostraros la cola que había para comprar "frites" en Antoine, un poco más allá, en la Place Jourdan:
Un servidor pasó, porque me dan mucha acidez, aunque Antoine sea la "friterie" más famosa de Bruselas. Debe ser la grasa de buey con la que las frien. En fin, yo es que donde esté mi aceitico de oliva...
Un besote, amiguetes. Nos vemos otro día
mardi 1 novembre 2011
Endivias caramelizadas (chicons caramelisés) para la noche de difuntos
Como todos ustedes sabéis, queridos amigotes (ya no hago diferencias, todos sois mis amigotes), en la noche de difuntos, los muertos salen de sus tumbas, reagrupan sus cenizas -si alguien las ha dispersado sobre el azul Mediterráneo o el sombrío Mar del Norte, por ejemplo-, vuelven a tomar forma humana y se mezclan con el resto de la gente aunque algunos ni se enteren. Pero es así, y si no me creeis, leeros los "Cuentos de la Alhambra" de Washinghton Irving.
Eso fue ayer, la noche del 31 de Octubre. Yo, la pasé con el mismísimo Washington Irving, Baudelaire, Victor Hugo y Cayo Tulio Cicerón. Charlábamos animadamente alrededor de unos vasos de vodka Stolitchnaya (Vodka "de la capital", que eso quiere decir stolitchnaya) bien fríos, please. Hablábamos de ustedes vosotros, mis amigos, entre otras cosas. Nos hicimos lenguas de qué maravilla de recetas contaban en sus blogs mis amigos gastrónomos. Les conté que había hecho una receta del maestro Apicius y cómo me maravillaban las recetas de Viena y del Oteador aunque fuera incapaz de ponerme a realizarlas.
Hugo y Baudelaire, que habían vivido en Bruselas -como exilados- allá por los tiempos de Louis-Philippe, me dijeron: Sorokin, eres un capullo. Sabemos que eres un cocinilla, pues cuenta algo de lo tuyo, algo belga, que al fin y al cabo eres medio belga, connard. Y yo me dije, ¡tate! si lo dicen mis amigos difuntos, ¿por qué no?. Así es que, me he puesto las pilas y he hecho una recetilla medio belga, medio Sorokin. Voilà. Ahí os va, amiguetes:
He hecho unas endivias caramelizadas con Kassler. Las endivias, en Bélgica se llaman "chicons". Por eso, cuando se inauguró el TGV (Thalys) entre Paris y Bruselas, la propaganda rezaba: "De endivia a chicon en hora y media".
Provéanse, mis queridos lectores de unas seis endivias de lo más fino posible. Córtenles el rabito del fondo (o sea el tallo, no me seais mal pensados), porque es lo más amargo:
Provéanse asímismo de unas rodajas de Kassler cortadas finamente. Ya sé que, a lo mejor en vuestros paises no son fáciles de conseguir. En Madrid, yo sé que sí. Hay que ir a la Mantequería Alemana en la calle Padilla. En el resto del mundo (¿hay otro mundo?) allá vosotros ustedes.
Bueno, venga, vamos a lo que vamos. En una cacerola, pongan ¡Oh ilustres amigos! unas pellas de mantequilla, derrítanla a fuego muuuuy suave e introduzcan las endivias-chicons en la cacerola. Añadan el jugo de medio limón, azúcar glas, sal, pimienta, una cucharada de agua y ¡hale! a fuego lento, como decía María Dolores Pradera, hasta que estén blanditas:
Cuando ustedes vostros os percatéis que ya están hechas, sacadlas, please y depositadlas con mucho amor en un platito al margen:
Acto seguido, con decisión, sin que os tiemble el pulso aunque vuestro corazón lata violentamente presa de la emoción del momento, como me pasó a mí, introducid las Kassler en la mismísima cacerola. ¡Pero ojo, sólo un momento, para que se calienten y se empapen del juguito!
Ya sé, ya sé, es emocionante, porque si las dejas mucho tiempo, la jorobas
Y ya, las sacáis, las ponéis en un plato junto con las endivias, como se ve en la foto de cabecera, y a papear.
Un servidor, las acompañó con un Brunello di Montalcino del 2006:
Uno de los vinos más famosos de Italia. No es barato, pero por una vez, vale. Es bueno, aunque a mí, en vinos italianos, me gusta mas el Amarone de la Valpolicella.
Pues ya véis, colegas, ya sabéis qué se come en casa de Sorokin el día de todos los santos. Ni pellas, ni gachas dulces, ni esqueletitos de caramelo y mazapán: Chicons caramelisés.
Un besote
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