Heme aquí de nuevo en Bruselas, mis amigos, tras pasar unos días en las Islas Jónicas. Ya sé que todos vosotros conocéis de memoria cuántas son y que nombre tienen, no pongo en duda vuestros conocimientos geográficos, faltaría más. Pero, en fin, para recordármelo a mí mismo, que soy un olvidadizo, diré que son siete, como los siete días de la semana, los siete sabios de Grecia y los siete pecados capitales. Bueno, y algunos islotes menores, de esos que los empingorotados hombres de negro de Berlín y Frankfurt sugieren que Grecia venda para pagar su deuda. Deuda cuyos intereses crecen día a día gracias a esos mismos hombres de negro, que se las apañan para que suba la prima de riesgo y así chuparles más la sangre a los "periféricos", como nos llaman a los del sur. Pero, en fin, este no es un blog político, líbreme San Tadeo, no, por Dios.
Bueno, pues decía que son siete islas. Aquí las veis:
Zakynthos es la que está más al sur y es en la que vuestro bloguero se fue a alojar gracias a una oferta de esas que hacen los "tour operators" que, con vuelo y todo, te sale casi más barato que quedarte en Bruselas:
La isla sufrió en 1953 un terremoto de grado siete y pico en la escala de Richter, o sea, casi como el de Japón de 2011. Aunque el 95% de los edificios ha sido reconstruido desde entonces, todavía quedan huellas del temblor:
Para más información sobre el sismo podéis pinchar aquí. Pero en fin, la isla tuvo la delicadeza de no moverse ni un palmo arriba o abajo durante mi estancia. Todo un detallazo.
La capital, que tambien se llama Zakynthos (poco originales que son) es una agradable ciudad que va a lo suyo sin procuparse demasiado de los turistas:
Los sitios turísticos están concentrados en la costa Este y están llenos de pubs irlandeses, restaurantes chinos e hindúes, alquiler de motos de cuatro ruedas y otras típicas cositas de este tipo de sitios. No hay edificios tipo Benidorm, supongo que gracias a las normas de diseño sísmico. Por suerte, el hotel en el que el Tour Operator decidió encerrar a vuestro amado bloguero estaba alejado de todo, al lado del mar y con fantásticas vistas a la isla de Cefalonia:
Las costas de la isla están casi todas cortadas a pico, salvo los alrededores de la capital, que es donde están las playas. Bueno, vaya, hay preciosas calitas con mini-playas, en sitios que sólo son accesibles por mar...
...así es que si queréis visitarlas, amiguetes, lo más sabio es que os cojáis uno de los barcos que da la vuelta a la isla. El problema es que en esos barcos siempre hay algún turista despistado que se te mete en medio de la foto y te roba el plano, ¡sapristi!
Para vuestra tranquilidad, en los barcos no te dejan llevar más de 90 átomos, como reza el letrero, así que no puede haber ninguna catástroma:
Venga, Sorokin, ahora déle su merced algunos sabios consejos a sus lectores y deje de enrollarse con soplagaiteces. Pues ahí voy, amigotes. Para empezar, supongo que os convencerán para ir a visitar la playa del naufragio. Dicen que es la playa más fotografiada de Grecia. En ella se perdió un barco de contrabandistas en 1980. Parece que abandonaron el barco cuando los perseguían los guardacostas y éste, solito, fue a dar con sus cuadernas en esta playa. Más detalles pinchando aquí. La playa sólo es accesible por mar. Un escenario muy de fotos de revista de modas, con elegantes modelos fotografiándose con el barco al fondo y tal. No está mal. Pero, ojito, ojito, id antes de las once de la mañana o fuera de temporada turística:
Porque, he aquí como se pone la playa a eso de mediodía:
Otras visitas interesantes, son las montañas del interior. Alquilar un coche no es caro (unos 30 euros al día) lo que sí es caro es la gasolina, que está a casi dos euracos el litro (se supone que para sacar pasta para pagar a los banqueros de Frankfort). Ojo con las carreteras. No son malas (de hecho todas llevan el letrerito de que han sido pagadas por los fondos de cohesión de la UE), pero te puedes encontrar con un árbol caído sin avisar, como le pasó a un servidor:
Y, venga, hablemos de comer, que es un tema muy importante, faltaría más. Si estáis por el interior, tenéis hambre, es la hora de la pitanza, llegáis a un pueblo y de todos los rincones salen señores con bigote llamándoos para que comáis en sus restaurantes, os aconsejo que sigáis hasta Anafonitria (ver mapa) y vayáis, despreciando todos los cantos de sireno bigotudo, a la taberna "Anastasia". Una delicia, con un emparrado acogedor y una dueña, Anastasia, que es una auténtica "crack". Sus "souvlaki" son buenísimos, la cerveza te la da en una copa helada, su café es el mejor de la isla y ella habla un italiano perfecto.
Para acabar, después de pagar, se subió a una escalera y cortó un enorme racimo de uvas que nos regaló, todo ello en medio de encantadoras sonrisas:
Si lo que queréis es pescadito fresco, os recomiendo "Vardiola" en Kipsely, con vistas a Cefalonia, en un sitio privilegiado:
Las sardinas asadas estaban de chuparse los dátiles, asadas, tomen nota mis amigos, que yo ya la he tomado, con unas ramitas de tomillo. Puede parecer que el mar y el monte no casan bien... ¡pues sí! el resultado es muy bueno.
Desde su terraza, además, pudimos contemplar como se celebraba una boda:
Con vistosos coches y unas damas con vaporosas clámides al viento y unos peinados que podríamos llamar "de concejala de Los Yébenes":
Nos sorprendió, pero luego me he enterado por Internet que hay compañías que te organizan la boda en la isla, al borde del mar. Ver aquí.
Un último consejo antes de irme a cenar. He comprendido la utilidad de esos bañadores que llaman "fardarrabos" o algo así, que tanto les gustan a la gente del norte de Europa. Vuestro amado bloguero, según su costumbre, se baña con "shorts" de baño, de mucho más tronío y elegancia que los farda..eso. Pues bien, cometí el error de meter mi billetero en el bolsillo de atrás del short y no me acordé de sacarlo antes de ir al agua. Total, he aquí como quedaron mis dos billetes de veite euracos, de un color rosa inquietante. No os creáis, que me costó bastante pasarlos después. (Por cierto, en casi ningún sitio aceptan tarjetas de crédito)
Venga, ya vale por hoy, que me extiendo, me extiendo y no veo la hora de terminar. Os dejo con uno de esos videos cochambrosos con los que os castigo regularmente, oh amado pueblo. Si no quereéis verlo, por lo menos escuchad la canción de Elefteria Arvanitaki que le he puesto como música, Cerráis los ojuelos y ya está:
Un besote.