Hete aquí, queridos amigos, amigachos, amigotes, amiguetes y amiguitos que, para empezar el año nuevo, os voy a hacer una terrible confesión: servidor es un procastrinador. Ni más ni menos que eso. Como sabéis, el palabro, que se ha puesto de moda últimamente, no quiere decir que uno sea partidario de los hermanos Castro, ni del juez Castro (aunque todos ellos me caigan bien, hay que decirlo), sino que mi divisa es : "no hagas hoy lo que puedas dejar para mañana". Y ello viene a cuento, porque viviendo a una hora y media de tren de París, hacía seis añitos que no había posado mis pies en tan espectacular urbe. Y eso que, habiendo sido estudiante de posgrado allí, siempre me despierta ecos y recuerdos; pero uno siempre se dice... ya iré uno de estos días.
Pero la ocasión -que nadie sabe por qué, la pintan calva- se ha presentado este fin de año gracias a la presión de la gente que ha pasado estas vacaciones en mi casa de Bruselas. Pues vale, si se ponen pesados, ¡nos vamos a París!
Quedaba otro tema por solucionar, y es que París y mis automóviles no son compatibles: en una ocasión me robaron uno que apareció tres meses después en Lyon, y en otra estrellé otro contra la mediana de un puente sobre el Sena, tras espectacular ballet propiciado por una aviesa placa de hielo. Por otra parte, el tren es carísimo, así que la solución fue ir en coche de alquiler. Y si lo roban, que lo roben. Tranquilos, amigachos, no lo robaron.
Son tres horas de autopista, pero te puedes relajar en las áreas de servicio, que tienen el detalle de comunicarte que los horarios de lunes a domingo no tienen nada que ver con el horario de los sábados:
Llegamos el día primero de año con las primeras sombras de la noche (eso es estilo, ¿a que sí?). Naturalmente, lo primero es darse una vuelta por los muelles del Sena y hacerle una foto a Nôtre Dame, con la luna lunera brillando:
Si después de eso pasáis el puente, os encontraréis en el Barrio Latino que ¡ay! no tiene nada que ver con el de mis tiempos de estudiante. Está lleno de masas humanas de turistas, visitantes, tiendas de "souvenirs", boutiques de ropa y esas cosas:
Os aconsejo que sigáis andando hasta St Germain de Près. Está algo más despejado, pero no penséis que vais a encontrar a Sartre o a Juliette Gréco en "les Deux Magots" o en el Café de Flore. Mucho japonés, bastante italiano, y una enorme masa de españoles (entre los cuales estábamos nosotros), lo llenan todo:
Pero en fin, es agradable. Naturalmente, al día siguiente, mis gentes dijeron que querían ir a la torre Eiffel. Vale, pues fuimos. Un consejo, amiguetes, no hagáis caso de las indicaciones del Metro de París, que señalan la estación de Bir-Hakeim como la que lleva a la torre. ¡No! Id a la estación Trocadéro o Passy:
Desde los jardines de Trocadéro se disfruta de la mejor panorámica de la torre:
Si te bajas en Bir-Hakeim, te la pierdes. Lo cierto es que sin duda, a algún mexicano no le pudieron engañar, como se ve:
Luego, si queréis subir a la torre, yo os aconsejaría que vayáis otro día, no en año nuevo, porque las colas eran impresionantes. Pero, en fin, si no lo podéis remediar, haced la cola (unas dos horas). Un servidor dijo que "verdes las han segado" y dejé a mis parientes subir, mientras iba a dar una vuelta por los alrededores. En la feria de Navidad que está al ladito pude comprobar que el tema churro se está expandiendo por el mundo:
Claro que, tambien otras especialidades no francesas están en candelero:
Otro consejo de amiguete: Hay muy buenos cafés cerca, y bastante vacíos (todo el mundo está haciendo cola para subir a la torre), pero ¡ojito!, el café está a 4,80 euros.
Para acabar la visita, lo más divertido es que os cojáis (ya sé, ya sé, que os agarréis) un barco de los que te dan una vuelta por el Sena. De verdad, vale la pena:
Y ahora, Oh queridos amigos, os diré un secreto a voces: si queréis evitar la marejada turística y disfrutar de un ambiente más genuino, el barrio es el Marais. Podéis ir a la plaza más antigua de París, la plaza des Vosges, en pleno corazón del barrio judío. Bajaos en el Metro Bastilla y pasead por el Boulevard Beaumarchais hasta la plaza:
Una plaza íntima y recoleta, con soportales, donde en el número 6, vivió Victor Hugo.
En la plaza hay un buen puñado de galerías de arte y algunos cafés:
Yo os recomiendo el Café Hugo, en el número 22:
Nosotros cenamos muy a gusto y sobre todo, ¡válame San Genaro! a un precio muy razonable para París. Soy consciente que en Trip Advisor tiene algunos comentarios bastante malos, pero yo no tengo queja alguna. Nada, os lo recomiendo.
Una cosa que no os debéis perder, caiga quien caiga y cueste lo que cueste, es ir a Ladurée, en el 75 de Campos Elíseos. Nosotros fuimos el último día:
El rey de los macarrones. Ya sé que me váis a decir ¿con tomate?. Pues no, es que no hay traducción al castellano o yo no la conozco: Los macarrones de "macarons", no de "macaroni". Un dulce exquisito:
En Ladurée los tienen de todos los sabores, aunque quizá el más espectacular es el de regaliz. Sí, como suena. Una vez comprados nuestros "macarons", ni tempo me dió a hacerles una foto... desaparecieron en las profundidades de nuestros estómagos, visto y no visto.
Vaya, pero no abuséis, no vayáis a poneros como este amigo:
Vale. Os dejo, que me voy a cenar. Mi familia ya se ha vuelto a Madrid y yo me tengo que hacer una berenjena para cenar. Os dejo con La Unión y el Hombre lobo en París:
Besotes a montón y feliz año nuevo
P.S. du 7 janvier:
Je viens d'apprendre que des terroristes armés viennent de tuer une douzaine de personnes dans le siège de "Charlie Hebdo", à côté justement de la place des Vosges. C'est horrible. Il n'y a aucune justification pour une action comme celle-là. Le fanatisme de ces gens est vraiement insuportable.