lundi 20 octobre 2014
Tournai, ciudad fronteriza
Pues sí, queridos amigos, Tournai, una de las ciudades más antiguas de Bélgica es, y ha sido siempre, una ciudad de frontera. Está a veinte kilómetros de Lille, en Francia. Pero no solo eso, ¡Oh amigotes!, en tiempos históricos fué frontera entre Francia y España. Sí, no me pongáis esa cara de incrédulos. Cuando, lo que entonces se llamaba Flandes, pertenecía a la corona española -cuyo rey, como todos sabéis, Carlos V, era más bien flamenco que otra cosa- Tournai cambió de manos varias veces. Una veces era francesa y a ratos, española. Todo eso, por supuesto, con bastantes batallas de por medio. Hoy en día, somos todos europeos, como todo el mundo sabe, aunque unos sean de Albacete y otros de Karlovy-Vary. Pero en fin, dentro de eso y de toda su "belgitud", Tournai es bastante francesa. De hecho forma parte de la región trasfronteriza de Lille.
Y si queréis saber una cosa, vale la pena una visita. Quizá no tenga la reputación internacional de Brujas o de Gante, pero la ciudad tiene mucho ambiente, es bella y su gente es encantadora. En serio.
La "Grand Place" no es tan impresionante como la de Bruselas o la de Brujas, pero conserva todo su ambiente, bajo la mirada brillante de Christine de Lalaing, la moza esa de la estatua. Una especie de Juana de Arco, pero diferente. De hecho, defendió Tournai contra las tropas españolas de Alejandro Farnesio, y perdió. Pero ahí viene la diferencia, Farnesio la dejó libre (y a todos los turnesianos), sin quemarla ni nada, como hicieron los ingleses con la Juana. Oiga, los españoles somos así, podemos torturar toros, ejecutar pobres perros por si tienen Ebola, pero no quemamos doñas así como así. Vamos, por lo menos, no todos los días.
Un servidor de todos vosotros-ustedes, ha pasado el último fin de semana en Tournai. Por suerte, hizo un tiempo extraordinario. Lamentablemente, la catedral que es uno de los atractivos principales de la ciudad, está en obras. Los turnesianos suelen decir que Tournai tiene "quatre clochers et quatrecents cloches" ("cuatro campanarios y cuatrocientas campanas") chascarrillo intraducible, porque se pronuncia igual que "quatre sans cloches", es decir: "cuatro sin campanas". Pero, ea, por el momento, dos de los cuatro tienen unos grandes preservativos:
Para que os hagáis una idea de como es la catedral sin esas grandes capotas de plástico, he aquí como la reproducen en un sello belga de 1971:
La gracia es que, aparte de los cuatro campanarios románicos tiene todo un ábside gótico, posterior, que por el momento no es visitable.
Si os paseais por el exterior de la catedral, podeis encontraros a Roger Van de Weyden, tratando de dibujar una virgen con el niño, que graciosamente se han prestado a posar:
Otro de los atractivos turísticos es el llamado "Pont des trous" (puente de los agujeros), sobre el Escalda, el río que atraviesa la ciudad, y que debería datar del siglo XIII:
Pero al que, con singular perfección, la Luftwaffe, le añadió un agujero suplementario en 1940:
(la foto no es mía, como podeis imaginar, que yo no andaba por allí, ni en el tiempo ni en el espacio, alabado sea el señor)
Pero en fin, si continuais la visita y recorreis las murallas por el exterior, podeis ver este singular árbol gimnasta:
Un servidor de todos ustedes, vuestro bloguero Sorokin, reservó habitación (varias habitaciones, porque éramos siete) en el hotel Alcántara, al ladito de la Grand Place. Muy recomendable y con una gente amabilísima:
Con buenas vistas nocturnas, como la de esta torre vecina, con un reloj que, afortunadamente, se estuvo callado toda la noche.
Si, Oh amiguetes, sois amantes de las meriendas, pasteles y similares, la confitería Vienne, en la rue Royale, aparte de ser muy aparente, hace unos pasteles deliciosos:
Su especialidad son los -así llamados- "senateurs":
Están buenísimos. No diré que ligeritos, pero espectaculares. Además, os diré que el hojaldre, en contra de la costumbre de la región, no está hecho con mantequilla, sino, según mi percepción, con manteca de cerdo. Algo dejaron pues los tercios de Flandes en la zona.
Para cenar, puedo darme el gusto de recomendaros "Au boeuf qui rit", en la Grand Place:
Sus entrecots son espectaculares. Ya sé, que me váis a decir que no llevan mucha guarnición, pero es igual. Están buenos y te ponen una patata asada al lado.
Como veis, cuidan bien a las vacas:
Y para bajar la cena, otro paseíto por la Grand Place, con el beffroi iluminado:
Y nada más por el momento, amigos, que me voy a cenar, En mi casa, eso sí, que no hay que abusar.
Besotes
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Super article sur tournai sur ton blog :)
RépondreSupprimerMerci, Stephy.
SupprimerGros bisou
Hola Sorokin:
RépondreSupprimerMe gustan mucho las plazas, los espacios peatonales en general.
Pero no deja de llamarme la atención que, por ejemplo, si las dos primeras fotografías fuesen de un lugar de América Latina, estarían llenas de niños y, de ser en México, también habría muchos vendedores ambulantes. Me imagino que tú debes tener mucha sasociaciones de ese tipo, con tanto que has viajado.
Pero más allá de eso, es un lugar realmente muy bonito.
Saludos y un abrazo.
RRS
Hola Xerófilo. Tienes razón, hay bastantes diferencias entre paises en los lugares públicos y la diferencia con México es como tú dices y si vas a una plaza en Marruecos es mayor, muchos más vendedores ambulantes, niños, encantadores de serpientes como en Marrakech, etc. Pero sí, son muy divertidos los lugares peatonales cuando hay gente. Y ese día, en Tournai, como hacía sol, estaba lleno.
SupprimerUn abrazo
Intuyo, tras la lectura, que la visita a Tournai te ha hecho mucho bien -tanto espiritual, como terrenal- por lo que la anoto para un futuro que espero que no sea lejano. Que el Señor te tenga bajo su manto Sorokin. (No sé si después tienen que sonar las campanas o no).
RépondreSupprimerMuchas gracias, Oteador. Efectivamente, gran bienestar anímico y estomacal me ha producido la visita. Tambien el hígado se ha alegrado mucho por las cervezotas del lugar (que andan por los 12º). Y bueno, no sé si el manto del señor me proteje, vamos a ver
SupprimerBonita ciudad por las fotografías que la ilustran y buenos sitios para complacer los sentidos. La `pondré en mi lista de lugares a visitar....
RépondreSupprimerQué bien, no conocía esta ciudad y ya tengo ganas de ir. Qué puente más mono y no como la chapuza de Avignon que es un puente que no lleva a ningún lado pero, aún así tiene su canción. Los pasteles se ven buenos, aunque no comparto tu entusiasmo del trueque del hojaldre con la manteca... Abrazos.
RépondreSupprimerBueno, es que te diré que después de un pico de años viviendo en las tierras de la mantequilla, acaba saliéndote por las orejas. En Munich es que allá usan margarina (que yo detesto todavía más). Y, finalmente, con la manteca de cerdo se hacen maravillosos hojaldres, como los de la calle del Pozo en Madrid. En fin, es que ese el sabor de los hojaldres de mi infancia, y contra eso no se puede luchar :)
SupprimerAbrazos
Gracias por permitirme acompañarte en el paseo.
RépondreSupprimerSaludos, hoy desde
http://siempreseraprimavera.blogspot.com.ar/2014/10/gato-con-sobrepeso.html
De nada, Norma2, es un placer tenerte por compañera de paseo
SupprimerSaludos
Alabado sea el señor!, qué tendrá el señor Sorokin que siempre o me hace reir o sonreir?
RépondreSupprimerBueno, ya casi ni nos hace falta trasladarnos fisicamente a esa bella ciudad flamenca, o si... ese entrecot, ese pastel parece estar llamándome.
Ayyy otro sitio más al que me gustaría ir!
Bicos.
Pues no te cortes, Ohma, a la primera ocasión te vas a dar una vuelta por Tournai... pero no les digas que son flamencos, porque te van a mirar raro; se consideran francófonos. Y lo son. De hecho había casi más coches con placa francesa que con placa belga. Hablan, además del francés estándar, un dialecto del francés (el "turnesiano") que es prácticamente igual que el de los 'Chtis', los franceses del norte.
SupprimerBesos
Qué bonito Tournai, qué europeo todo, tan limpio y siempre nublado. Me ha encantado el momento pastelerías, porque los bistecs gigantes no me inspiran tanto como un pastel hipercalórico.
RépondreSupprimer¡Qué razón tienes, Esti! No hay nada como un buen puñado de calorías, especialmente si son de sabrosos carbohidratos para animar una tarde aburrida de un aburrido. Voy a ponerme a ello, qué diablos.
SupprimerDefinitivamente me has convencido, para hacer un hojaldre con manteca de cerdo, que nunca lo he hecho hasta el momento. Ese pastel llamado senadores? se parece mucho a unos que yo conozco de Orihuela que se llaman concejales, vaya coincidencia no?
RépondreSupprimerY sobre Tournai no sé cierto pero creo que he estado allí, pero soy horrorosa con la memoria de los nombres y lugares, sin embargo, tengo algunas razones de peso para creer que sí he estado allí. No se me ha quedado impregnado para siempre porque la verdad, en el tiempo en el que supuestamente estuve allí, andaba yo distraida con cosas.
Como siempre, leerte en tus viajes es un poco como ir contigo, así que siempre es un placer para los que nos gusta viajar.
Un abrazo
Bueno, senadores y concejales hoy por hoy andan bastante mezclados en lo que ahora se llama "la casta", je je. En este caso "casta hojaldrada". Cuando yo era pequeño (de edad, porque de tamaño lo sigo siendo), en casa de mi abuela en Albacete, se comían unas tortas de manteca que a los niños nos gustaban mucho. Las he vuelto a probar años después, y yo no sé si es que la que ha evolucionado es la manteca de cerdo o mis papilas gustatorias, pero no me saben igual. Pero el "senador" de Tournai me gustó. Tal vez no todas las mantecas sean lo mismo.
SupprimerSi has pasado por Tournai, seguro que te acordarás de su catedral, con sus cuatro campanarios románicos. Venga, mujer, haz memoria :)
Mucha gracias, como siempre, por tu comentario.
Un abrazo
Estoy pensando Sorokin, que cuando yo era pequeña nunca comíamos manteca de cerdo, sino de ternera, la que llamábamos manteca de la caldera y que era mucho más suave de sabor que la manteca de cerdo, más ligera la recuerdo, aunque supongo que igual de contundente en cuanto a grasa. Es que a mi me ha pasado parecido a lo que cuentas, de hacer recetas de mi madre y de mi abuela y que no es lo mismo con la manteca de cerdo.
RépondreSupprimerA ver si tengo posibilidad de conseguir manteca de la caldera y ya que lo hago, lo hago bien. Ya te contaré.
Un abrazo
No sabía que había también manteca de ternera, pero seguro que es más suave de sabor que la de cerdo. Tal vez el "senador" estaba hecho con eso. Ya me contarás
SupprimerUn abrazo
Estimado Sorokin, siempre tienes bonitas fotos, pero esta vez están más que de costumbre, esa luz que las rodea. ¿O será que es la computadora de mi marido que tiene mejor definición de los colores? Ese tu árbol gimnasta parece la silueta de un alebrije, sólo le faltan los cuernos y la cara. Supongo que sabes que es un alebrije por estos lares ¿verdad? En cuanto a lo que veo que comentan Claudia y Viena, la manteca de cerdo es poderosísima en sabor. Los bisquets son hechos con esa manteca, auque los puristas prefieren algo más abominable como la manteca vegetal, fuchi. Si de aberraciones se trata acá les ganan a los alemanes. A mí me gustan los chicharrones, pero cuando descubrí los chicharrones de res mi vida se trasformó en antes y después de sabores. Unos bocoles de la Huasteca bien sabrosas que saben con manteca de res. Abrazos.
RépondreSupprimerCarmen, me alegro que te hayan parecido buenas las fotos. La verdad es que ese día en Tournai había una luz fantástica, poco habitual por estas latitudes. De la manteca de cerdo (de puerco), recuerdo unos fascinantes frijoles refritos en Veracruz, de los que me dijeron que se habían cocinado con eso. En fin, supongo que cada cosa es para lo que es, los "croissants" tienen que estar hechos con mantequilla y las empanadas de hojaldre, con manteca. Pero bueno, para gustos se han hecho los colores (y los chicharrones)
SupprimerUn abrazo
Gracias Natalia. Ahora mismo voy a echar un vistazo al proyecto Paperblog y, si lo encuentro interesante, inscribir el diario de los aburridos.
RépondreSupprimerGracias por la proposición. Un saludo
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RépondreSupprimercompare airport parking