mercredi 20 mai 2009
Los huevos negros de Owakudani
Para evitar la guasa, que ya os oigo telepáticamente haciendo chanzas y chascarrillos de dudoso gusto, os diré, queridos amigotes, en primer lugar que Owakudani no es una persona. No. Según dicen los folletos para guiris, Owakudani quiere decir "la montaña que hierve" o algo por el estilo (es que mis conocimientos de japonés se limitan a "arigato", "sayonara", "sushi" y cosas así). Está en las laderas del volcán Hakone, conocido más que nada porque desde tal volcán, se supone que hay unas maravillosas vistas del monte Fuji. Digo se supone, porque si os pilla la niebla que a mí me pilló, os quedáis con dos palmos de narices. Pero en fin, tiene su encanto: geisers, fumarolas y un fuerte olor a azufre lo invaden todo; y en una especie de piscina humeante y maloliente se cuecen huevos que salen negros por efecto del azufre (de donde puede inferirse que en el infierno, de haber huevos, éstos serán neeeegros muy neeegros).
Lo que tiene su dificultad es llegar hasta allí, pero como sé, queridos lectores que sois unos aventureros sin remisión, a vosotros os resultará coser y cantar. Si vais desde Tokio, tenéis que coger un metro cualquiera hasta la estación de Shinjuku. Hasta ahí, todo chupado (vamos, salvo que no hayáis pagado el precio exacto por el billete y tengáis que explicaros con el controlador que hay a la salida). Vale, pues ya estáis en Shinjuku y como estaréis más despistados que un submarino en un barbecho, os doy la clave definitiva: hay que subir a la segunda planta de la estación , que es de donde sale el tren rápido, pomposamente llamado "Romance". Os váis a la primera ventanilla que veáis (seguramente no es la buena, pero es igual, los únicos que chapurrean un poco de inglés son los de las ventanillas) y pedís un ticket para la Odakyu line. Hay que comprar uno que incluye todo: cuatro o cinco trenes mas los billetes de vuelta. El "Romance" os lleva hasta Hakone Yumoto (fin de trayecto). De ahí sale otro tren hasta Gora. Es un tren de montaña, de lo más chulo, entre bosques y niebla (vaya tela. Algunos dicen que hay días sin niebla). En Gora, todavía tenéis que pillar otro tren: un tren de cremallera hasta Sounzan y ahí ¡al fin! cogéis el funicular hasta Owakudani.
Y nada, pues que los huevos negros se supone que alargan la vida y tal (cada huevo, siete años más de vida, dice un letrero en inglés en la caseta donde los venden). Yo me comí dos. No extraigo conclusiones, no vaya a gafarla.
Vale. Otro día os contaré otra cosa.
Pero pues no. El huevo se pone negro porque extrae los malos espíritus de la montaña, qué azufre ni qué azufre.
RépondreSupprimerQuerido anónimo, me inquietas con eso que me dices. ¿Quiere eso decir que los malos espíritus de la monatña están en estos momentos campando a sus anchas por mi cuerpo serrano, visto que me zampé dos huevos?
RépondreSupprimermucha historia (interesante por cierto), pero yo me he quedado con las ganas de saber a que saben esos huevos negros... azufrados? maléficos?
RépondreSupprimerPues te diré la prosaica verdad: saben a huevo cocido con un leve toque de azufre que no es desagradable en absoluto. O, por lo menos, no es desagradable cuando estás en medio de las fumarolas, con la niebla rodeándolo todo, son las cuatro de la tarde y no has comido nada desde la hora del desayuno...
RépondreSupprimerBuenísimo, hermosa foto a pesar de la niebla, puedo imaginármelo claramente.
RépondreSupprimerY lo de los huevos negros, vaya, qué alucine!
Gracias, Claudia.
RépondreSupprimerVaya mira que he leído obre Japón pero esto de los huevos lo había pasado por alto. Tomaremos nota...por cierto, espero que no nos pille esa niebla de la que hablas, aunque según Murphy..
RépondreSupprimerBueno, la verdad es que yo no sabía nada de los huevos negros. Yo fui, siguiendo las instrucciones de la guía "Lonely Planet", a ver el Fuji de cerca, cosa que la niebla me impidió. Afortunadamente, me encontré con los huevos negros, algo absolutamente original y que valió la pena el viaje. :-)
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