mercredi 6 mai 2009
México (1)
Yo, queridos cuatachos, estoy sentimentalmente muy unido a México. En los tiempos en los que yo vivía en Veracruz, entre las muchas conversaciones sobre españoles y mexicanos -habituales entre unos y otros- me acuerdo de una con una tal Toñita que, enardecida por el calor de la discusión me dijo "¡porque yo, amo a México!" y yo le respondí: "y yo también, Toñita, pero lo mío tiene más mérito, porque yo soy un gachupín".
Pues sí, tengo muchas razones para tener a México en el corazón (mostruosa cursilada, pero puesta con música de bolero quedaría bien; en el corazón, como todos sabemos lo que hay son arterias, ventrículos y aurículas e incluso alguna válvula que no siempre funciona bien). Allá dejé amigos del alma (un poco transas a veces, pero ¡tan simpáticos!), amores locos, una ahijada y todos mis palos de golf.
Por eso me entristece (me "atrista" dirían mis cuatachos) lo que está pasando México en estos años. Y no hablo de la gripe porcina (hablaré de eso en la siguiente entrega). Hablo de la orgía de muertos, asesinatos, desmanes, violaciones y desapariciones de mujeres que se han vuelto corrientes en los estados del norte, sobre todo. Echad una mirada a "2666" de Roberto Bolaño en su parte cuarta, cuando habla de las muertas de Santa Teresa (Ciudad Juárez), donde lo terrible es que se acepte lo monstruoso como una parte de lo cotidiano.
Es verdad que en México, la corrupción y la violencia han existido siempre, pero estaban mas o menos bajo control. Una vez, llegué desde Veracruz por carretera al DF, un laberinto del copón para los pobres paletos que llegábamos de fuera. Me equivoqué en un giro de calles y aparecieron como cinco o seis policías dándole a los silbatos: píííí, pííí.. paré, claro. Y ahí que me viene un poli diciendo : "ha cometido usted no menos de sinco infracsiones". Y, ¿pues cómo, agente?, "pues sííí, pues ¿no vió? ¡había sinco agentes dándole el alto!". Total, a infracción por agente. Pero, bueno, se solucionó como mandan los cánones: una mordida (cara, había que pagar a cinco) y al hotel.
No sé, me gustaría dar ánimos a mis amigos mexicanos para que tomen el asunto en mano, que se involucren, que no dejen que México se convierta en otra Colombia (si no lo es ya). Un gran abrazo a todos.
Me has recordado esa parte del libro de Bolaño (gran obra que no hace mucho regalé a una amiga) y tienes más razón que un bendito. Aceptar la violencia como parte de la vida misma, es una monstruosidad. Es un cáncer que afecta a la razón&inteligencia humana, eso que nos diferenciaba de los animales... o eso decían los libros en la escuela.
RépondreSupprimer2666 es, para mí, el mejor libro que se ha escrito en castellano desde "cien años de soledad". He discutido con gente que argumentaba que eso es porque he vivido en México, pero yo creo que no, que tiene mas importancia que eso. Si se le puede poner una pega es que sus 1200 páginas encuadernadas en tapa dura, lo inhabilitan para leer en la cama (si te duermes y se te cae, te puede romper una costilla) :-). Es broma
RépondreSupprimerYo tengo otros tochacos entre mis libros del alma y hoy que he llegado con unas copitas de más los voy a compartir :-). Bella del Señor de Albert Cohen y Bomarzo de Manuel Múgica Lainez... son de partirte también el costillar en un descuido y grandes muy grandes, en todos los sentidos.
RépondreSupprimerPues ya puestos a hablar de tochos del alma, he pesado en la balanza 2666 por un lado y los hermanos Karamazov por otro (Woody Allen dijo una vez que TODO está en el libro de Dostoievski). El libro de Bolaño pesa 1.800 gramos. El de Dostoievski, 1.700 en la traducción de José Lain Entralgo (es que mi ruso es bastante rudimentario, así que lo leí traducido). No he pesado Bomarzo porque no lo tengo, me quedé en El Unicornio. :-)
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