Pues aunque parezca lo contrario, el título no va de ninguna adivinanza del tipo de "¿En qué se parece un ventilador estropeado y una vieja cansada a un euro y medio?", etc. No. Es que he terminado de leer "Los detectives salvajes" de Bolaño. Me había leido antes el fenomenal tochaco del "2666" con sus mil páginas que devoré absolutamente fascinado, así que las seiscientas siete de este me han sabido a poco. Empecé arrastrando los pies y un poco confuso con la lluvia de nombres, personajes y sitios, pero al final me he quedado totalmente engolfado, hipnotizado y mesmerizado (ya sé, listillos, "mesmerizar" e "hipnotizar" son equivalentes, pero lo pongo porque me da la gana, que para eso escribo yo) por las aventuras de Arturo Belano y Ulises Lima.
Y ya os explico la relación entre Bolaño, el emperador y los belgas. En la página 600 cuenta:
"A veces nos perdemos por colinas peladas. A veces el camino discurre entre quebradas y riscos y luego bajamos otra vez al desierto. Por aquí estuvieron las tropas imperiales en 1865 y 1866. La sola mención del ejército de Maximiliano nos hace morirnos de risa. Belano y Lima, que ya antes de viajar a Sonora sabían algo de la historia del estado, dicen que hubo un coronel belga que intentó tomar Santa Teresa. Un belga al mando de un regimiento belga. Nos morimos de risa. Un regimiento belga-mexicano. Por supuesto se perdieron, aunque los historiadores de Santa Teresa prefieren creer que fueron las fuerzas vivas del pueblo quienes
los derrotaron."
En un total de 1600 páginas entre los dos libros de Bolaño, me parece que es la única vez que menciona a los belgas y no salen muy bien parados... en fin.
lundi 25 mai 2009
mercredi 20 mai 2009
Los huevos negros de Owakudani
Para evitar la guasa, que ya os oigo telepáticamente haciendo chanzas y chascarrillos de dudoso gusto, os diré, queridos amigotes, en primer lugar que Owakudani no es una persona. No. Según dicen los folletos para guiris, Owakudani quiere decir "la montaña que hierve" o algo por el estilo (es que mis conocimientos de japonés se limitan a "arigato", "sayonara", "sushi" y cosas así). Está en las laderas del volcán Hakone, conocido más que nada porque desde tal volcán, se supone que hay unas maravillosas vistas del monte Fuji. Digo se supone, porque si os pilla la niebla que a mí me pilló, os quedáis con dos palmos de narices. Pero en fin, tiene su encanto: geisers, fumarolas y un fuerte olor a azufre lo invaden todo; y en una especie de piscina humeante y maloliente se cuecen huevos que salen negros por efecto del azufre (de donde puede inferirse que en el infierno, de haber huevos, éstos serán neeeegros muy neeegros).
Lo que tiene su dificultad es llegar hasta allí, pero como sé, queridos lectores que sois unos aventureros sin remisión, a vosotros os resultará coser y cantar. Si vais desde Tokio, tenéis que coger un metro cualquiera hasta la estación de Shinjuku. Hasta ahí, todo chupado (vamos, salvo que no hayáis pagado el precio exacto por el billete y tengáis que explicaros con el controlador que hay a la salida). Vale, pues ya estáis en Shinjuku y como estaréis más despistados que un submarino en un barbecho, os doy la clave definitiva: hay que subir a la segunda planta de la estación , que es de donde sale el tren rápido, pomposamente llamado "Romance". Os váis a la primera ventanilla que veáis (seguramente no es la buena, pero es igual, los únicos que chapurrean un poco de inglés son los de las ventanillas) y pedís un ticket para la Odakyu line. Hay que comprar uno que incluye todo: cuatro o cinco trenes mas los billetes de vuelta. El "Romance" os lleva hasta Hakone Yumoto (fin de trayecto). De ahí sale otro tren hasta Gora. Es un tren de montaña, de lo más chulo, entre bosques y niebla (vaya tela. Algunos dicen que hay días sin niebla). En Gora, todavía tenéis que pillar otro tren: un tren de cremallera hasta Sounzan y ahí ¡al fin! cogéis el funicular hasta Owakudani.
Y nada, pues que los huevos negros se supone que alargan la vida y tal (cada huevo, siete años más de vida, dice un letrero en inglés en la caseta donde los venden). Yo me comí dos. No extraigo conclusiones, no vaya a gafarla.
Vale. Otro día os contaré otra cosa.
mercredi 6 mai 2009
México (1)
Yo, queridos cuatachos, estoy sentimentalmente muy unido a México. En los tiempos en los que yo vivía en Veracruz, entre las muchas conversaciones sobre españoles y mexicanos -habituales entre unos y otros- me acuerdo de una con una tal Toñita que, enardecida por el calor de la discusión me dijo "¡porque yo, amo a México!" y yo le respondí: "y yo también, Toñita, pero lo mío tiene más mérito, porque yo soy un gachupín".
Pues sí, tengo muchas razones para tener a México en el corazón (mostruosa cursilada, pero puesta con música de bolero quedaría bien; en el corazón, como todos sabemos lo que hay son arterias, ventrículos y aurículas e incluso alguna válvula que no siempre funciona bien). Allá dejé amigos del alma (un poco transas a veces, pero ¡tan simpáticos!), amores locos, una ahijada y todos mis palos de golf.
Por eso me entristece (me "atrista" dirían mis cuatachos) lo que está pasando México en estos años. Y no hablo de la gripe porcina (hablaré de eso en la siguiente entrega). Hablo de la orgía de muertos, asesinatos, desmanes, violaciones y desapariciones de mujeres que se han vuelto corrientes en los estados del norte, sobre todo. Echad una mirada a "2666" de Roberto Bolaño en su parte cuarta, cuando habla de las muertas de Santa Teresa (Ciudad Juárez), donde lo terrible es que se acepte lo monstruoso como una parte de lo cotidiano.
Es verdad que en México, la corrupción y la violencia han existido siempre, pero estaban mas o menos bajo control. Una vez, llegué desde Veracruz por carretera al DF, un laberinto del copón para los pobres paletos que llegábamos de fuera. Me equivoqué en un giro de calles y aparecieron como cinco o seis policías dándole a los silbatos: píííí, pííí.. paré, claro. Y ahí que me viene un poli diciendo : "ha cometido usted no menos de sinco infracsiones". Y, ¿pues cómo, agente?, "pues sííí, pues ¿no vió? ¡había sinco agentes dándole el alto!". Total, a infracción por agente. Pero, bueno, se solucionó como mandan los cánones: una mordida (cara, había que pagar a cinco) y al hotel.
No sé, me gustaría dar ánimos a mis amigos mexicanos para que tomen el asunto en mano, que se involucren, que no dejen que México se convierta en otra Colombia (si no lo es ya). Un gran abrazo a todos.