Queridos e ilusionados lectores, heme aquí otra vez, metiéndome en medio de vuestros ordenadores, teléfonos astutos (digo yo que esa es la traducción correcta de "smart phones"), tabletas electrónicas y otros ingenios que la técnica ha puesto a nuestra disposición para no aburrirnos demasiado. Bueno, yo sí, me aburro, pero eso es estructural. Ya lo decía mi madre cuando era un chaval: "si te aburres, hijo, cómprate un mono". Y como nunca me compré un mono, pues aquí sigo, hecho un muermo.
En fin, que aquí estoy dispuesto a contaros que he descubierto al escritor más vendido de Francia. Ya sé, ya sé, llego tarde, como las palmas a Bogarra, tres semanas después de la fiesta (otro acertado dicho de mi señora madre). Pues sí, Guillaume Musso es el autor más vendido en Francia.
Para empezar, me he leído "La vida secreta de los escritores":
Es una novela de intriga (es la especialidad de Musso), estructurada como se llama en francés en "mise en abîme", es decir, un relato dentro de otro que, a su vez, está dentro de otro. El relato principal sucede en una isla del Mediterráneo, a escasos kilómetros de la costa. En la isla, que el autor llama Beaumont, ha ido a refugiarse un escritor famoso, Nathan Fawles, autor de éxito que abandonó la escritura, de repente y sin explicar la razón. Fawles vive retirado en una lujosa mansión al borde de un acantilado y se niega a dar entrevistas. Lo intenta visitar un escritor novel, que es el narrador de esta primera parte del libro. Hay una serie de sucesos, crímenes y esas cosas, y no cuento más, os la leéis.
En la segunda parte, es el propio Musso que va a la isla tras los sucesos y se supone que escribe el libro. En la tercera, la más corta, por fin Guillaume Musso cuenta que la isla no existe, etcétera.
Pero, aparte de la intriga, lo fundamental es que Nathan Fawles hace una "blanquette" de ternera para una periodista que, por fin entra en su casa. Y, claro, vuestro amado bloguero se dijo: ¿No vas a hacer tú una blanquette, Sorokincete? Y en eso estoy. Cierto que en Francia hay tantas recetas de blanquette como hogares, pero, en fin, yo me voy a limitar a hacer la que cuenta Musso.
Por supuesto, hace falta ternera (yo la compré en el supermercado de al lado de casa), ajo, perejil, harina, vino blanco (yo usé un Muscadet), caldo, que yo usé de bote, porque no tenía, pero si tenéis caldo de carne a mano, es mucho mejor y aceite de oliva virgen :
Lo primero es trocear la ternera en pedacitos pequeños:
La ternera se fríe en una cacerola con aceite de oliva:
La verdad es que yo hubiera debido utilizar una cocotte de fundición, pero la que tengo no me vale, porque en la última reforma de mi cocina puse una placa de inducción y, claro, la fundición pasa olímpicamente de calentarse. Pero, en fin, amiguetes, creo que hay "cocottes" que tienen el fondo de acero y que se usan en estos casos. No son baratas, pero en fin, si queréis hacerme un regalo, lo acepto. Vale, fuera bromas. Mientras se dora la ternera, pico ajo y perejil:
Lo añado en la olla. Vamos, Fawles también lo añade en la olla. Se añade una cucharada sopera de harina, un vaso bien cumplido de vino blanco y se cubre todo con caldo caliente.
Ahora viene el problema. Tiene que cocinarse a fuego muy suave. Fawles habla de una hora:
Y aquí llega el añadido sorokinesco. En el libro se la comen sin más. Un servidor que ha comido hasta en el templo de la blanquette en París, la brasserie Lipp, decidió que había que añadirle algo de gracia, así que pelé y corté en rodajas un puerro y una zanahoria:
Y las añadí al guiso.
Total, dando vueltas de cuando en cuando, porque si no, se pega, y a fuego lentísimo , comprobé que el guiso estaba comible ¡dos horas después!
Aquí está el producto de nuestros trabajos (el de Nathan Fawles y el mío) Por supuesto, acompañado de un Saint Julien y pan para mojar:
En fin, tengo que admitir que estaba deliciosa, pero que no tenía el color blanco que debe tener una blanquette. Tal vez se me tostó un poco la harina. Ya me contaréis si hacéis una vosotros, mis amados lectores. En fin, en todas las recetas que he leído en Internet insisten que está mucho mejor 24 horas después. Lo que pasa es que servidor tenía bastante hambre.
Bueno, corazones, besotes. Espero no haber sido muy plasta