lundi 12 mai 2014
Cenando a bordo de un tranvía y otras aventuras en los tranvías de Bruselas
Bruselas, queridos amigos, tiene una extensa red de tranvías. No sé si son como 200 Km o algo así, lo que para una ciudad de un millón de habitantes está muy requetebien. Además, los tranvías son bastante ecológicos, no producen humos ni otros residuos desagradables. Así es que, vuestro amado bloguero, dado que no ha cogido un avión en seis meses (lo que me tiene comiéndome las uñas de los pies de rabia), ha decidido conocer la red tranviaria como alternativa, porque lo cierto es que yo, normalmente utilizo el metro, porque las líneas de tranvía no me caen así como a mano en mis desplazamientos normales. Así pues, os relato ¡Oh amiguetes! mis experiencias tranviarias en los minutos que siguen, para que podáis ustedes vosotros descubrir un poco los tranvías de Bruselas (espero que sean minutos, no os asustéis, que no van a ser horas, digo yo, que además tengo que irme a cenar).
Lo más llamativo, y muy adecuado para conocer y vivir los tranvías, es un programa que se titula "tram experience" y consiste en cenar en un tranvía. Toma ya. Además, no una cena cualquiera, sino un condumio organizado por unos chefs bruselenses con estrellas Michelin, mientras el eléctrico vehículo deslízase raudo cual flecha de plata por las calles de la ciudad (supongo que tomaréis nota de mis brillantes metáforas).
El viaje empieza en una de las plazas más céntricas de Bruselas, al lado del Palacio de Justicia. El viaje empieza a las ocho de la tarde, pero te piden que estés en la parada a las ocho menos cuarto. Impaciencia, angustia, hambre hasta que, por fin aparece la flecha de plata:
Emoción y algarabía (bueno, no tanta algarabía, que había mucho guiri poco expresivo), pero sí emoción cuando se ve desde el exterior lo que nos espera:
A nosotros nos asignaron la mesa número nueve (nada que ver con el preso de Joan Baez). Ya estaban preparados los entremeses y una copa recién servida de champagne. De los entremeses, válame Dios, el único que un servidor reconoció es el vasito de la derecha con una especie de sopa de espárragos (con todo y espárrago). Las dos galletillas a la izquierda estaban buenísimas, pero no sé qué eran. Lo reconozco:
Eso sí, el champagne, servido a gogó era un excelente Pommery. Yo me bebí dos copas, pero hubieran podido caer tres si no me hubiera atragantado:
El primer plato era un flan de berenjena con tomate seco, una artística galleta de quien sabe qué y tres tomatitos rellenos de algo:
Para acompañar los platos principales, entrada y plato, nos sirvieron un blanco "Clarión", Somontano de Viñas del Vero:
Nosotros habíamos elegido el menú de pescado, que, como puede verse, no era muy copioso, pero sí muy sabroso: un filete de lubina, con unos espárragos blancos de Malinas, un rollito de calabacín y unas picas de zanahoria (mis amigos, es que esto es alta cocina, de grandes chefs, no esperéis unas lentejas estofadas):
Mientras tanto, el tranvía deambulaba por los barrios más "chics" de Bruselas: la Avenue Louise, los estanques de Ixelles, la Avenue FD Roosevelt (donde están todas las embajadas). Dos horas de recorrido hasta volver a la Plaza Poelaert:
Es comprensible que te lleven por los barrios de la gente guapa. Imagináos, Oh amigotes, que vean una mesa así desde los barrios más populares:
No digo que te vayan a tirar adoquines a los cristales, pero a lo mejor no le gustaba al personal situado a ambos extremos de la ventana, como en esta parada en Scaerbeek, barrio por el que -por supuesto- no pasó el tram experience:
Y eso fue todo. Bueno, hubo un enorme tiramisú de postre, pero ese no os lo he sacado, porque ya sabéis como son. Así es que, dos horas después, se acabó el magnífico viaje, dijimos adiós al chef -que estaba a bordo- y nos fuimos a casita.
La experiencia, es muy agradable, la cena es deliciosa y, aunque es cara (90 euros todo incluido), solo con las dos copas de Pommery, casi la has amortizado. El problema es que hay que reservar con mucha antelación. Solo hay 42 plazas en el tranvía y un viaje por día.
Pero, si no queréis hacer la velada gastronómica, siempre podéis ir a visitar el Museo del Tranvía. Hay modelos de todos los que han circulado por Bruselas desde su creación (del tranvía ¡eh! no de Bruselas):
Parte de la visita consiste en hacer un recorrido en un tranvía de 1933, que te lleva hasta Tervuren y vuelta:
Muy interesante, no os lo perdáis si andáis por este pueblo. Vuestro amado bloguero, como complemento, se marcó el otro día un recorrido desde el mismo Museo, en un tranvía de verdad, de esos que llevan pasajeros y todo. Me cogí (bueno, para mis amigos latinoamericanos, me agarré) el tranvía 94 para ir al mercado de Boisfort:
Otro momento emocionante, es cuando tras veinte minutos de espera, bajo una ligera lluvia (la verdad, no pasan con mucha frecuencia, y menos un domingo, como era el caso), ¡aparece el 94!:
Como veis, aunque no te den de cenar, los tranvías son amplios y confortables:
Tras unos quince minutos, llegas a la plaza del Ayuntamiento de Boisfort (ya os expliqué un día que Bruselas, en sí misma, no existe, que es una aglomeración de dieciséis ayuntamientos):
El mercado de Boisfort, junto con el de la Gare du Midi, son los mercadillos más interesantes del domingo por la mañana. En general, yo le compro leche de granja a los productores y pescado a los pescateros marroquíes. También hay trapitos, como véis:
Este domingo, sin embargo, casi me peleo con un frutero, porque se me ocurrió hacer una foto a su puesto, visto que tenía unos magníficos mangos y las primeras cerezas del año, pero el tío se me enfadó, gritando que no podía hacerle fotos, e incluso me hizo borrar la foto en la que aparecía él. My God. Cómo son. Total, que le dije que sus mangos y sus cerezas se los podía... en fin, no lo digo, que a lo mejor hay niños leyendo esto.
Y bastante de mal humor, me fuí de vuelta a la parada del 94:
Vale, amigotes, y me estoy enfadando otra vez recordando el incidente, así es que os dejo con un vídeo de esos chapuza que hace vuestro amado bloguero:
Qué ideón eso de cenar a bordo de un tranvía, aunque te sirvan tomates relleno de no se sabe qué.
RépondreSupprimerEn cuanto al frutero que se enfada porque haces una foto a su puesto... en fin, hay bobos en todas partes, también en el gremio de los fruteros.
No sé, estoy reflexionando sobre el frutero. Tal vez fuera un ilegal, o quizá le había dicho a su mujer que estaba en otro sitio, quién sabe. El hecho es que al llegar a casa, intenté recuperar la foto con uno de esos programas que regeneran archivos perdidos para vengarme y poner su geta a la vista del público, pero ni patrás, no funcionó.
SupprimerSeguro que el tipo del mercado de Boitsfort no era ningún adonis......
RépondreSupprimerHiciste bien en borrarle la foto. Así no le veremos. Que se fastidie!
En Barcelona hay algo parecido: cena gastronómica a bordo de bus turístico, con tablets y audioguia en varios idiomas . De lujo.
(Por si decides acercarte por las catalunyas)
No lo hemos probado todavía, pero me lo ha recordado tu articulo.
Gracias por compartirlo.
besos
Gracias Isabel. Lo del bus de Barcelona es muy interesante. Lo de las tablets y audioguía ya es más de lo que hay en el tranvía de Bruselas.
SupprimerBesos
Ves, otro motivo más para volver a Bruselas.
RépondreSupprimerPues nada, Oteador. Me dices cuando y reservamos mesas en el tranvía. Y si conseguimos juntar 42 personas, reservamos el tranvía entero.
SupprimerOtra experiencia más para disfrutar y otra manera de ver una ciudad. Comiendo y bebiendo todo se ve con otros ojos, más dulces, :) La comida no era mucha, jaja
RépondreSupprimerBicos, Sorokin.
No, Ohma, para qué te voy a decir otra cosa, no. La comida no era mucha. Es lo que pasa con la nueva cocina. Claro, que para que no salgas silbando melodías, de postre te ponen un enorme bol de tiramisú al mascarpone. Vamos, que todas las calorías que te ahorras en los platos, te las compensas con el postre.
SupprimerBesos Ohma
Cómo mola, yo quiero probarlo, y has hecho bien las cuentas con las dos copas de chamapaña has amortizado el precio, que no hay que olvidar que cada estrella Michelin bien vale la pena. Mi único "pero" son las mesitas, pero supongo que uno se apaña.
RépondreSupprimerSaludos
Pues nada, si quieres probarlo, te digo como al Oteador, avisa y reservamos mesa. Lo de las mesitas, es cierto, te apañas, porque están muy bien pensadas: hay alojamientos redondos sobre la mesa: para las copas, los vasos de agua y los platos, de forma que estos no se mueven si el tranvía frena o algo.
SupprimerSaluditos
Qué disfrutona experiencia Monsieur, una pijada de esas que a mí me gustan tanto :-D. Hace ya la tira de años vi un reportaje en tv sobre algo similar en Milán, pero no recuerdo bien si eran con chefs de la altura de los de Bruselas... no me acuerdo bien, se me difumina en el recuerdo.
RépondreSupprimerMire que yo presumo de haber estado en todos los museos de Bruselas (muchas horas de espera para reuniones en la Comi en mi anterior trabajo) y ese del tranvía se me había pasado!
Saludos Monsieur!
Estoy seguro que disfrutaría una montonera en ese tranvía, Madame. Si se le ocurre venir por Bruselas, avíseme y, como le dije al Oteador y a Claudia, reservamos mesa. No conocía lo de Milán, pero sí sabía que ni Londers ni Paris tienen algo parecido, porque para empezar tiene que haber tranvías. Cierto es que en París están tan contentos con sus cenas en los Bateaux mouches y pensarán que lo de los tranvías es de pobres miserables que no tienen un río como dios manda.
SupprimerUn saludo, Madame
Monsieur espero que también cuenten conmigo para cuando se reserve el tranvía para los amigotes. Me parece una idea genial, muy acorde a las nuevas tendencias, de "instalar" un restaurante en los más extraños sitios.
RépondreSupprimerHe sabido que en Madrid, unos chicos muy bien preparados, han tenido la genial idea de hacer lo siguiente: se abre una especie de lista en donde se va apuntando la gente para una experiencia desconocida, siempre en el ámbito gastronómico, eso si. Cuando la lista está completa, se le comunica a cada uno, que tiene que estar tal día a tal hora en tal sitio. Entonces se inicia la aventura. Entre los encuentros que he sabido, por ejemplo, está una cena en una fábrica abandonada, donde se ha habilitado, decoración preciosa incluida, un improvisado comedor. La cena parece que es de calidad, a la altura del precio, que tampoco es ninguna broma. En fin, o esa idea de los restaurantes clandestinos, que hace ya un par de años están a tope.
Aquí en Alicante se lleva lo de cenar en una casa, con el encanto de lo particular, lo destartalado de un hogar simple, al que se añade ese plus de una cocina chic con mucho estilo. Bueno, que está muy bien y que lo que prima ahora, en este tiempo sin hambre, es "la experiencia".
Sobre el pobre frutero, salgo en su defensa. Todo el mundo tiene derecho a no salir en la foto, leñe, y te lo dice una que odia salir en las fotos y que siempre me pregunto: ¿Cuesta tanto respetarlo?
En fin, que hay para todos los gustos y reconocerlo, es dar cabida y espacio a todos esos gustos.
Un abrazo y gracias, porque he disfrutado como siempre leyendo tus aventuras.
Por supuesto, Viena, tendrás tambien tu plaza en el supertranvía cuando consigamos organizar una cena con toda la panda de amigotes.
SupprimerLo de la cena sorpresa es espectacular. No lo había oído nunca, como lo de cenar en casas privadas en Alicante. Yo creo que ambas cosas merecerían una entrada en algún blog. ¿Donde se puede conseguir información?
Lo del frutero, pues bien considerado, tal vez sí tengas razón, pero el problema es que, no sé por qué, siempre que me ha pasado, se han dirigido a un servidor con muy malos modos. Y eso ya te predispone en su contra. Me pasó en la isla de Ré, me pasó en la isla de Guadalupe (hace muchos años), en el rastro de Bruselas y esta vez en Boisfort. Todos, muy violentos y agresivos. Por lo menos en Marrakech te piden dinero. Ya ves, es que ser un testigo de la realidad tiene sus riesgos, y realmente, no estás agrediendo a nadie... salvo que piensen que les estás robando su alma.
Pero, en fin, respeto tu punto de vista.
Un abrazo
Estimado Sorokin:
RépondreSupprimerPara empezar un saludo y un abrazo después de mucho tiempo de no venir a visitarte.
Respecto a los tranvías, me impresiona el lujo que se percibe en el que la hace de comedor. Pero los otros, los más mundanos, me gustaron mucho más. Será porque serían los que yo usaría con regularidad.
Acá en México tengo idea de que desaparecieron ya hace unos 40 a 50 años, segun la ciudad. En otras nunca llego a haber, como aquí, en La Paz. En algunas calles de la ciudad de México aun se veían las vías hace algunos años. Para mí era como ver fósiles de tiempos ya muy pasados. Piesno que su desaparición fue un error, propiciado en gran medida por el imulso que se le dio al automóvil.
En fn, espero estés recuperado del problema de salud que tuviste, y que ya te encuentres de lo mejor.
Saludos
RRS
Hola Xerófilo. Qué bueno verte de nuevo por aquí. Si es cierto que hacía tiempo, pero sabía que estabas bien por tus comentarios al último blog de Carmen, donde ella cuenta sus aventuras en Ensenada. Por cierto, como ya le dije a ella, tengo Baja California en mi lista de sitios a ir.
SupprimerGracias por tus buenos deseos sobre mi salud, que efectivamente va mejor.
En mi último viaje a la ciudad de México, vi que habían preparado caminos especiales para los autobuses. Le llaman Metrobús, creo recordar. De alguna forma eso libera un poco el tráfico de las vías principales aunque, por supuesto, no tiene el encanto del tranvía. Los tranvías de Bruselas, como se ve por las fotos, son cómodos y amplios. Tienen el problema que siempre le han reprochado los automovilistas: que no tienen facilidad para frenar, o sea que si te los encuentras en un cruce, tienes siempre que cederles el paso. Pero, al menos, con los nuevos troles de pantógrafo ya no tienen los problemas que tenían años atrás, que el trole se salía del cable y organizaban grandes problemas de tráfico. Se tenía que bajar el conductor y volver a poner el trole en posición.
<un cordial saludo, Xerófilo.
Viajar en tren de esa clase, síiii. Viajar en tranvía de esas características, vamos. Pero mi experiencia con los trenes y tranvías en este lado del mundo me asfixia por (lentos, viejos y aburridos). Tendremos que viajar a Europa para conocer dicho lujo.
RépondreSupprimerAsí que allá también se engorila la gente cuando quieres sacar fotos. Vaya, yo creí que solamente las mujeres en Oaxaca eran las que se ponían punk.
Un abrazo y un gusto leerte mi estimado amigote.
Carmen, pues te digo que si vienes por Bruselas, reservamos mesa en el tranvía gastronómico. Y si coincides con Viena, Claudia y el Oteador, ya vamos avanzando en reservar una gran parte del vagón.
SupprimerMe ha encantado lo de "engorilarse", me lo apunto para utilizarlo yo también. No sabía que las mujeres en Oaxaca se engorilaban cuando les sacabas fotos, En San Cristóbal de las Casas, sí que tuve que darle unos pesos a una Chamula, porque se enfadó, pero simplemente eso, me pidió dinero. Se lo dí y le hice varias fotos que no sé donde estarán.
Un abrazo, Carmen
Dining in a tram! that sounds like a great idea. I will enquire about it next time I go to Brussels.... have you been to Vienna and dined in the Ferris wheel in the Prater amusement park? That's really cool. The serving staff have to dash in and out when the dining pod gets down to the bottom of the wheel, before it starts going up again! :)
RépondreSupprimerHello Jenny. I have been to Vienna many times, but I went only once to the Prater amusement park, long time ago. Of course I made a trip in the Ferris wheel, but at the time there was no dining on the cabins. They serve dinner in ALL cabins? That must be a nightmare for the servers even if, it is true, the movement is very slow. Anyway, very interesting. I will try in my next trip to Vienna
SupprimerMe encantaría poder tener esa experiencia...
RépondreSupprimerBeso.
Pues, Pamela, serías totalmente bienvenida en Bruselas, que es una ciudad, de verdad, muy acogedora.
SupprimerUn beso