vendredi 30 juillet 2010
Ishtar y la muerte
I
La leyenda sumeria cuenta que el día que desapareció la muerte del jardín del eterno amanecer, los pájaros no animaron el mundo con sus trinos, los grillos y las cigarras enmudecieron, los mirtillos salvajes no volvieron a dar fruta y los crótalos de las serpientes cascabel entonaron una brutal monodia que helaba la sangre en las venas. Había desparecido la aventura y el interés. El mundo se volvió gris y opaco para siempre. Desde ese día, tampoco se volvió a ver a la bella Ishtar, la doncella que animaba el jardín con sus canciones y sus risas, iluminando los rincones más umbríos con su alegría, sus danzas y su perfume embriagador.
Mucho se inquietaron los sacerdotes de Ur y Caldea durante los siglos que siguieron a tan terrible evento, rezando a Marduk, jefe de los dioses, intentado ofrecerle sacrificios desde lo alto de los Zigurath (con resultado nulo, porque no había manera de ejecutar ni corderos ni cabritos ni prisioneros babilonios) (1) y pidiéndole que volviera la muerte, que no abandonara a su pueblo, que el más pipiolo tenía 768 años y estaban todos un poco hartos y cansados.
II
El oráculo había anunciado a sus padres, Sin, dios de la Luna, y Nannar, la Luna, que Ishtar iba a ser una ninfómana de mucho cuidado. A ellos –que eran bastante frígidos-, les horripiló la perspectiva, así que la depositaron siendo niña en el jardín del eterno amanecer, rodeada de cisnes, de brillantes mariposas, de ciervecillos saltarines, de aves canoras y otras cursilerías que se llevaban en ese tipo de edenes. Ni sombra de varón humano, ni centauro, ni tan siquiera un elfo. Y así creció Ishtar, feliz, hasta que un día empezó a sentir sensaciones extrañas en su cuerpo y en su espíritu. Quiso contárselo a los pajarillos, pero ni caso que le hacían, seguían con sus armoniosos trinos. Habló con los ciervos, pero se limitaron a mirarla con sus ojos tristes. Gritó al cielo. Tanto gritó, que la muerte que andaba ese día por allí, escuchó sus lamentos y fue a ver qué pasaba.
Ishtar, encantada de poder hablar con alguien por fin, le preguntó: Muerte, ¿qué me pasa? Siento que necesito amor, que mi cuerpo se retuerce por las noches, que mi alma sufre… dime, muerte, ¿qué es eso del amor? La muerte, completamente impresionada por la belleza de la doncella, la miró con sus ojos vacíos y le habló del significado del amor y de la muerte como culminación (2). Ishtar, fascinada, cayó en sus brazos, se fundió con ella y en su delirio volaron juntos hacia otra dimensión.
III
Siglos después, Marduk, el jefe de todos los dioses empezó a apiadarse de sus ancianos súbditos que, además, no le dejaban dormir a gusto, todo el día dando la brasa con sus oraciones y sus sahumerios. Encima maldecían como carreteros cada vez que el cuchillo se les rompía al ir a ajusticiar un carnero o una gallina. ¡Basta ya de tanta murga! –dijo- y llamó a la muerte a voz en cuello: ¡Muerteeeeeee! ¡ya estuvo suave! ¡llevas quince siglos retozando con Ishtar sin parar! ¡os va a dar algo! ¡venga, vuelve a la tierra, que te necesitan! ¡y tú, Ishtar, también! Y visto lo bien que se te da este rollo, te nombro diosa del amor y de la fertilidad. Hale, para abajo.
Epílogo
Aquel día, murieron doscientos millones de humanos de un tirón. Para organizarlo bien, la muerte montó un diluvio universal que no dejó títere con cabeza (3) Ishtar se dedicó a lo suyo, pero siempre reconoció que nunca lo pasó con nadie como lo pasó cuando estuvo muerta (4)
Notas:
(1) Lo que representaba un engorro, porque había que alimentar cada vez a mas prisioneros y no había forma de matar gallinas ni pollos.
(2) La muerte ya sabía que, muchos siglos después, Georges Bataille iba a escribir cosas parecidas.
(3) Algunos autores aseguran que sobrevivió un tal Noé, pero este extremo está sin confirmar.
(4) De ahí viene el dicho: ¡Lo he pasado de muerte!
Me parece a mí que me gusta más esta versión del diluvio universal que esa que nos enseñaron en el Génesis. Allí se planteó como un gran castigo a los malvados y depravados humanos, en este relato sorokinesko como una liberación de la eternidad y del vegetarianismo...
RépondreSupprimerY ese dibujo presumo yo que también lleva el trazo del Sorokin... ¿?
Muchas gracias, Madame Delikat, por comparar mi versión del diluvio nada menos que con la Biblia. Gracias, me siento muy honrado.
RépondreSupprimerY sí, tiene su merced razón, el dibujo es sorokinesco.
Mors janua vitae.
RépondreSupprimerEfectivamente, un mundo sin muerte dejaría poco margen a la aventura.
¿Es suyo el cuadro monsieur? Porque le va bien el aire posimpresionista.
Un abrazo
Pues ambos, relato y pintura, merecen un gran wunderbar!
RépondreSupprimerMuchas gracias, Viena, por el comentario. Sí, efectivamente, como le he dicho a Delikat en el comentario anterior, el cuadro (un acrílico) es made in Sorokin y es anterior al relato. Fue un trabajo en la Academia de St Josse, en Bruselas.
RépondreSupprimerDanke Schön, Frau Delikat. Voy a decir la verdad: el relato está construido alrededor del cuadro. Los datos de partida eran una doncella, la muerte y un jardín y luego, en aguda calentura seseril (es que estoy en Madrid este finde, a 40ºC) salieron Ishtar, Marduk, el diluvio etc.
RépondreSupprimerPues aprovechando que está usted en Madrid y puesto que Delikat anda por aquí y tenía ganas de decirle también a ella, me permito recomendarle un lugar para ir a tomar algo. Se trata de Casa Lucas. Está en Cava Baja, 30 (La Latina) enfrente de Casa Lucio.
RépondreSupprimerEs un lugar de tapas, pero de tapas deliciosas, servidas con simpatía y buen talante. Buena relación calidad precio, buena carta de vinos y buen gusto en general.
Es pequeño y suele estar lleno, cosas de hacerlo bien, ya se sabe, pero sin duda es muy recomendable.
Por si le apetece.
Delikat, este es otro de los sitios que te decía, que se pueden visitar y comentar. No defrauda.
Bueno, un beso a todos.
Muchas gracias, Viena. Supongo que casa Lucio es donde va el rey a comer huevos con tropezones o algo así. No conocía casa Lucas, pero si tengo oportunidad iré a echar una ojeada.
RépondreSupprimer¡Excelente relato, me ha encantado!
RépondreSupprimerLo que es por mí, la Muerte se puede pasar otros cuantos siglos fuera de escena, que no nos vendría nada mal en los tiempos que corren.
Gracias, Violeta. Por mí, tambien se puede quedar en el limbo unos cuantos siglos... siempre que no se lleve otra vez a la diosa del amor con ella. ;-)
RépondreSupprimerHola:
RépondreSupprimerMe gustó el relato y la ilustración.
Lo curioso es que el relato me hizo pensar más bien en los musulmanes, y en la pintura el templo que aparece es cristiano.
Pero, más allá de mis divagaciones, se agradece el humor de la historia. Tengo la idea de que los relatos politeístas suelen ser más entretenidos. Bueno, me despido porque ya me puse a divagar otra vez.
Saludos
RRS
Hola Xerófilo, gracias por tu comentario. Pues sí, tienes razón, el templo que aparece en el dibujo es incongruente con el relato. El caso es que construí la historia a partir del cuadro y pude meter a la doncella, a la muerte y al jardín, pero el templo se quedó fuera. :-/
RépondreSupprimerSaludos
Hola otra vez:
RépondreSupprimerEn realidad yo no consideré que la "discrepancia" fuese negativa.
Creo que más bien, lo que no acerté a escribir hace rato, fue que me pareció curioso que, a partir de una obra de arte, la pintura, se genere otra que se desvincula de su propia inspiración. Siendo lo más curioso que compartan el autor.
Reitero, ambas son muy buenas, esto último (el proceso de cómo una creación se divorcia o distancia de otra) viene a ser un "pilón".
Saludos
RRS
Hola de nuevo, Xerófilo. No, yo no tomé tu comentario como negativo, sino como una observación correcta. Y es cierto que lo que pasa es que a partir de cierto momento cuando estás creando algo, las obras empiezan a vivir "solas", te dirigen ellas a tí y no tú a ellas. Puedes empezar con una idea de lo que quieres y terminas con otra cosa. Es curioso.
RépondreSupprimerAh, como siempre, me ha encantado tu adapatción a esta hisoria maravillosa. Borges siempre estuvo obsesionado con esa idea terrible de la inmortalidad.
RépondreSupprimerHermosísima pintura.
Gracias por la recomendación. Viena, también estoy por Madrid, y siempre he visto este bar pero nunca he entrado, y sí donde Lucio. Aunque os aclaro, al Casa Lucio que va el Rey es el restaurante (casa Lucio tiene otro al frente para nosotros los plebeyos) Que últimamente ha bajado de calidad y ha subido sus precios.
Hola, Claudia.
RépondreSupprimerEs una lástima que yo acabo de volver de Madrid, si no nos hubiéramos podido tomar algo en Casa Lucas. Yo, como le he dicho a Viena en su blog, estuve el fin de semana pasado y me gustó mucho. Tienen unos pinchos excelentes. Yo comí uno de ventresca de bonito, pero Viena recomienda los canalones negros. Otra cosa que me gustó es la bodega que tienen: vinos de verdad, no de ese vino a granel que dan en la mayor parte de las tascas madrileñas.
Saludos. Que no pases mucho calor en la villa y corte.
Hola Claudia, hola Sorokin: Claudia seguro que te gustará Casa Lucas, todas las tapas están divinas y como dice Sorokin, los vinos están muy, pero que muy bien.
RépondreSupprimerDe Casa Lucio, haces bien en contarnos, porque yo pensando en no querer coincidir con el Rey, no he ido nunca jeje.
Os deseo a ambos buen fin de semana.
Besitos.
Gracias por el comentario. ¿Recuerdas en qué libro lo mencionaba Poe? No tengo ni idea pero me encantaría encontrarlo. ¡Muchas gracias!
RépondreSupprimerHola Marta. Gracias por pasarte por aquí. The "Cask of Amontillado" (no the BARREL of amontillado, como te dije -erróneamente- en tu blog) es una historia de Edgar Allan Poe escrita hacia la mitad del siglo XIX. En la Wiki dan los detalles exactos en:
RépondreSupprimerhttp://en.wikipedia.org/wiki/The_Cask_of_Amontillado
Yo la leí hace años -en español- en una colección de cuentos de Poe junto con los clásicos como "los crímenes de la calle Morgue", "La caida de la casa Usher", etc.
Saludos. Te pondré la respuesta en tu blog tambien.