Estuve en Taormina en el verano de 2003. Y ya noto, queridos amigotes, amiguetes, amiguitos, amigachos, etc.. que me estáis diciendo : "¿y nos vienes ahora con esas, Sorokin?". Pues sí, la repuesta es sí. Son cosas de la cuarentena y el confinamiento. Me he puesto a revisar fotos y diapositivas que tenía por casa y han aparecido un puñado de imágenes de mi viaje a Taormina. No son las únicas, hay más sobre otros viajes, así que id preparándoos, que pueden venir curvas. Pero bueno, estas son las últimas que hice antes de digitalizarme. No os extrañéis, pues, si la calidad de las fotos no es a la que os tengo acostumbrados (mi abuela murió, pobrecita, ya hace mucho, o sea que me tengo que auto-alabar).
Taormina, como todos sabéis ¡oh amigos!, está en Sicilia, así es que, yo y mi acompañante (el burro delante, para que no se espante, como decíamos en el colegio) cogimos un vuelo a Catania y de ahí, tras varias horas esperando las maletas, en autobús al Hotel. En fin, no os recomiendo el "albergo" como dicen los italianos, porque nos dieron una habitación enfrente de una pared de roca y no hubo forma de cambiarla, pero Taormina vale la pena sin importar cualquier apuro. Además, el desayuno estaba bien.
Cuando uno piensa en Taormina, piensa en primer lugar en el Teatro Griego, que es una maravilla, rodeado de montañas:
Al borde del Mar (con mayúscula, que es el Mediterráneo, cuna de la civilización):
El hotel (con minúscula, él no merece una mayúscula), por lo menos, tenía una piscina desde la que se divisaba la costa hasta Letoianni:
Y una vez vista la foto de la costa, podéis si os viene en gana, mirar a qué carboncillos se dedicaba vuestro bloguero en vez de tomar el sol (a mí, el sol, no mucho, que me quemo):
Podéis elegir entra la foto y el dibujo, ya me diréis.
Por la tarde, lo suyo es darse una vuelta por el Corso Vittorio Emmanuele, que es como si dijéramos, la Calle Mayor. De un lado, el mar, del otro callecitas en cuesta con escaleras, acogedoras. con terrazas muy propias para tomarse un Campari o, si tenéis redaños, un Cynar, ese licor que compensa el atentado al hígado del alcohol con el jugo de alcachofa, lo que le da ese gusto tan especial.
También podéis visitar las tiendas de cerámica, algunas muy buenas:
Yo, no pude evitarlo, me compré algunas piezas que adornan mi casa en Bruselas, como esta. De un color rojo volcánico, para dejar claro de qué isla viene:
Hay algunos rincones encantadores:
Una excursión interesante es subir a Castelmola. Sí, es la punta de la montaña que se ve en la foto:
Naturalmente, hay que subir en coche. Una vez que estás arriba, la vista es sobrecogedora:
Realmente, Castelmola son unas pocas casas, una plaza y un bar/restaurante/cafetería: Torrisi:
El ambiente es diferente de Taormina. Aquí, se ve que es mucho más popular, en contraste con el aire distinguido que hay más abajo.
El interior del Torrisi tiene también muchas piezas interesantes, más genuinas, más de un artesano que de un artista:
Pero lo mejor, son las esculturas que hay en el exterior:
No voy a insistir, lo podéis ver vosotros mismos.
Ahora, como os he prometido, os voy a dar la receta de pasta "Rufufú".
Rufufú es como llamaron en España (como una burla del famoso "Rififí) a una peli de Mario Monicelli que se llama "I soliti ignoti" (los desconocidos de siempre):
Si no la habéis visto (cosa que me parece casi increíble), precipitaos sobre Netflix, Ororo, o cualquier otro suministrador de films on-line (que estamos en cuarentena, ya lo sé) y deleitaos durante todo el tiempo que dure. Son un grupo, que decide hacer un butrón para robar un banco, y se equivocan, yendo a parar a una cocina. Decepción... salvo que en la cocina hay una olla con "pasta e ceci" (pasta con garbanzos) y todos se ponen a devorarla olvidándose de todo lo demás.
Y bien, pues esto es lo que he buscado en Internet sobre como hacer la "pasta e ceci". Hacen falta garbanzos (yo los usé pre-cocidos), pasta, un tomate, dos ajos una guindilla y unas anchoas:
Lo primero es cocer los garbanzos, con dos ajos enteros y una guindilla. Como los míos estaban precocidos bastó con quince minutos:
Preparé un sofrito con un ajo cortado en láminas, el tomate rallado y dos anchoas troceadas. Cuando el sofrito estaba hecho, lo mezclé con los garbanzos y dejé que se hiciera diez minutos más:
Cocí la pasta al dente y la añadí a la olla de los garbanzos:
Otros cinco minutos y, si es necesario se le añade un poco de líquido.
Se deja reposar, y se sirve:
De verdad, que es delicioso, no me extraña que los desconocidos de siempre se lo comieran extasiados.
Y eso es todo por hoy, queridos amigos, Me voy a cenar. Fuertísimos besotes