Mis queridos amigos: en este día húmedo y pútrido, con los grises cielos abiertos en plan catarata con que nos obsequia Bruselas hoy, vuestro seguro servidor ha decidido que dónde voy a estar mejor que en mi casita, en seco (por fuera, claro, que por dentro me estoy metiendo para dentro una húmeda cerveza trapista) y contándoos algunas cosas que os podrían interesar. De hecho, un amigote (él sabe quién es), me dijo el otro día, en plan peticiones del oyente que contara más cosas de Bélgica. Así es que, ahí le vamos, colegas.
Como sabéis, Bélgica consta de tres regiones federales: Flandes; la región francófona, también conocida como Valonia, y Bruselas capital. La mayoría de turistas y visitantes extranjeros, si tienen unos pocos días, visitan Flandes y Bruselas, pero poca gente se aventura en Valonia, porque piensan que no tiene nada interesante. ¡Oh, qué tremendo error! Para empezar, y haciendo un poco de Pepito Grillo, os contaré que Valonia es la cuna de Bélgica. Tras Waterloo, las potencias de la época, cedieron todo lo que ahora es Bélgica a los Países bajos. Ello condujo a que los francófonos del sur se rebelaran y armaran una guerra de independencia que terminó en 1830 con el reconocimiento de Bélgica como estado. Flandes, por diferencias con los holandeses, se sumó a la iniciativa. Y ello, mira tú por donde, gracias a las minas de carbón de Valonia, la convirtió en el primer país del continente donde se produjo la revolución industrial (tras Inglaterra, desde luego). Valonia tenía las fundiciones y las minas y Flandes tenía vacas.
Y bien, todo ello necesitaba transportar el carbón a los puertos y a las fundiciones. Se construyeron canales, pero aunque el país es bastante llano, hay desniveles importantes. Durante todo el siglo XIX se estuvieron evaluando las posibilidades de construir esclusas, pero hasta el fin del siglo, no se acometió las construcción. Y fueron los ocupantes alemanes durante la guerra 1914-1918, quienes completaron la primera serie de elevadores en 1917, en lo que ahora se llama "canal del centro histórico":
Hoy en día, el canal histórico solo se dedica a visitas turísticas, porque los ascensores del canal, han sido reemplazados por un gran ascensor en el nuevo canal del centro:
Me vais a perdonar por esta guarrada de dibujito, pero la idea es simplemente que veáis las diferencias de nivel que hay que salvar.
Los ascensores antiguos, son patrimonio de la humanidad de la UNESCO, y la verdad es que son casi contemporáneos de la torre Eiffel. Este es el número tres:
Funcionan por la mera fuerza hidráulica. Dos tanques paralelos, mientras uno se llena, el otro se vacía, cosas de la física: el que se vacía sube, y el que se llena, baja:
Las visitas se hacen entre el número tres y el número dos. Los turistas nos metemos en un barco, y subimos en el elevador:
Como podéis observar, no hay guiris entre los turistas, son todos de por aquí.
En un punto del recorrido aparece el nuevo elevador, que contrasta fuertemente con el paisaje que le rodea:
Impresionante mole que puede subir (y bajar, claro) barcos de hasta unas 1300 Toneladas. Esta vez, se hace mediante tracción mecánica.
El nuevo elevador entró en servicio en 2004 y hasta 2016 fue el mayor del mundo, año en que los chinos construyeron uno más grande en la presa de las tres gargantas. En todo caso, es una magnífica realización de los ingenieros belgas.
Un barco entra en el tanque:
Y la maquinaria lo eleva hasta el nivel superior:
Para aclarar las cosas, amiguetes, he preparado un bodrio de vídeo de esos que os suelo poner:
La Colegiata fue consagrada en 1046, con la presencia del Emperador Enrique III (ya sé, seguro que no os acordáis, a lo mejor erais muy jóvenes). Es de estilo románico Otoniano y es una de las mayores iglesias románicas de Europa. La fachada fue destruida durante la segunda guerra mundial y ha sido recientemente reconstruida:
En fin, reconstruida es mucho aventurar, porque antes de su destrucción, la fachada era así:
Pero en fin, ¡qué sabrían estos románicos!, hacer una fachada tan sosa. Hay que enseñarles cómo se hace, qué rayos y decidir qué es lo que parece románico y qué no.
El interior, sin embargo, está preservado como era, amplio, abierto, simple:
Hice la foto durante una visita guiada, en la que el guía explica su rollo (eso cuesta dinero, y servidor no pagó ni un euro). Podéis ver que las visitantes son multiculturales, lo cual es bueno.
Observad la simplicidad del ábside:
Dentro, hay cosas muy interesantes, como esta virgen del siglo XV, de autor desconocido:
Algunas capillas laterales, umbrías, acogedoras:
O este retablo en mármol de Juan de Tonon, de 1623:
Como la iglesia, el claustro es de una limpieza de líneas impresionante:
Aunque en un rincón haya alguna tumba para recordarnos que "Pulvis eris ed in pulverem reverteris".
Muy adecuado para estas fechas.
Y ya lo dejo, mis amigos. Creo que ya os he dado bastante la brasa. Me voy a cenar. Además, ha dejado de llover. Besotes.