Pues veréis, amigos queridos, un servidor de todos ustedes ha descubierto a Chimamanda Ngozi a través del blog de Dorothy con tacones. Y ha sido un descubrimiento magnífico. Me ha captado, me ha fascinado, me ha dejado ojiplático y pieligallínico. Me vais a perdonar que me invente los palabros, pero es que, la verdad, creo que es el mejor libro que he leído en los últimos diez o quince años, probablemente desde que leí "El maestro y Margarita" de Mikhail Bulgakov.
Chimamanda es una joven nigeriana, que vive en Estados Unidos, después de haber pasado su infancia en África. Feminista militante y brillante polemista:
(la foto la he sacado de Internet, así que espero que no tenga copyright)
Devoré el libro este verano:
Y como digo, me fascinó. La acción se sitúa en Biafra en los años sesenta del siglo XX. En aquella época, las colonias europeas de África se estaban descolonizando bajo la mirada de las potencias coloniales. Gran Bretaña, en el caso de Nigeria. Nigeria, como otros nuevos países africanos, albergaba varias etnias diferentes. Los Igbos (Ibos se llamaban entonces), originarios de la región de Biafra, cristianos, fueron en principio la etnia que controlaba el país, hasta que los musulmanes del norte los expulsaron del gobierno. Tras una serie de vicisitudes, Biafra proclama la independencia. El resultado está en los libros de historia. Siguió una dolorosa guerra civil en el que el único apoyo que tuvo Biafra, y más bien ligero, fue por parte de Francia (y ya sabemos como le gustaba a de Gaulle chinchar a los anglos). Al final, Biafra dejó de existir, pero las imágenes de los niños biafreños con el vientre hinchado por la desnutrición, siguen siendo proverbiales.
El libro de Chimamanda va "in crescendo" desde la vida tranquila y amable en la universidad, hasta el desastre final, con un tono quedo, controlado, cotidiano, sin aspavientos. Uno se siente inmerso en esa catástrofe, que, a pesar de lo que está pasando, a ratos tiene un soplo de vida normal, amores, rencillas, personajes maravillosos que no podemos sino comprender y amar. Vamos, una maravilla.
Con ese registro en mi cabezota (mi "cabecica" decía mi madre), me fui a buscar más libros de la Chimamanda. En Bruselas, siempre voy a la librería inglesa "Waterstone's". Como normalmente mi vida se desarrolla en francés y en español, busco libros en inglés, para no perder el tino con la lengua de Faulkner. Encontré el primer libro que escribió la joven Chimamanda: "El hibisco púrpura":
Y me lo llevé a la terraza del Metropol, mientras tomaba un café:
Es su primer libro, y se nota. Todavía se nota un escritora en ciernes. Si no hubiera leído antes "Medio sol amarillo", me hubiera parecido muy bueno, pero, claro, no resiste la comparación. La acción, esta vez, aunque el libro lo escribió antes, pasa en Biafra, años después de la guerra, ya parte de Nigeria. Es muy interesante y absorbe, pero los personajes son muy esquemáticos, casi de cartón piedra. Un padre fanático cristiano que pega a sus hijos si piensa que están pecando, etc. Bueno, debo decir la verdad, es absorbente. No pude dejarlo, pero está a años luz del Medio sol amarillo.
Y con eso, por el momento, dejo a Chimamanda, aun siendo un fan absoluto suyo, pero lo libros que escribió en EEUU, como "Americanah", no me interesan demasiado (por el momento)
Y bien, pues bueno ¿Y qué hago ahora? pues os voy a poner una receta. Ya sé que no viene a cuento, pero me es igual. Ya sabéis que soy un disperso, y que no me concentro, o por lo menos, eso decían mis profesores, así es que, voy con la receta, que no tiene nada que ver con Nigeria ni con Biafra ni con nada de lo que os he contado. La he aprendido en el blog "Sabores de Viena", de mi gran amiga Viena.
Ensalada de higos y naranjas al estilo de Viena
La receta original, es mejor que la leáis en su blog pinchando aquí, pero bueno, ahí voy con mi versión:
Hacen falta higos, una naranja, un limón, aceite de oliva, feta, azúcar, rúcola, y, en mi versión Sake, en la buena, anís (es que yo no tenía anís a mano, así que compensé el gusto del anís con pimienta rosa de Madagascar):
Corté los higos por la mitad:
Puse la mitad del azúcar en una sartén. Y la calenté:
Mientras tanto, corté la naranja en rodajas:
Y puse los higos a cocerse cuando el azúcar empezó a caramelizarse. Primero de un lado y luego del otro:
Una vez cocidos los higos, añadí el resto del azúcar y puse las rodajas de naranja:
Se saca todo cuando ya están hechas y se ponen en una fuente. En la sartén ("el" sartén, dicen en México), añado un ajo picado, aceite de oliva, el zumo del limón, el sake (anís si queréis hacerlo bien)
Espolvoreo el queso feta sobre los higos y las naranjas. Añado la rúcola y luego, el aliño de la sartén (el sartén)
Y nada, ya está presto a ser devorado:
Venga, besotes, que ya estuvo suave como dicen en México