mercredi 19 octobre 2016
Québec (3) Montreal bajo la lluvia y otras útiles informaciones para viajeros avisados
Con esta entrada, queridos amigos, voy a poner fin a mis relatos sobre mi viaje a Québec, porque por un lado, ya os he mareado bastante y por otro, el tiempo pasa, y si dejo que pase más se me empiezan a olvidar algunos agudos detalles y ¿quien va a sufrir por mis olvidos? ¿eh? ¡pues mis amados lectores a los que les faltarán importantes piezas de información! Además, en estos momentos Canadá está de moda por aquí, en Bruselas, porque el Parlamento de Valonia (como sabéis, Bélgica tiene tres entidades federales: Flandes, Valonia y la Región de Bruselas) se ha negado con orgullo a firmar el CETA, el tratado de libre comercio entre Europa y Canadá. Pero, en fin, ese no es el asunto, que este es un blog donde no se tratan temas políticos. Además, están en su derecho de no firmarlo caiga quien caiga. ¡Qué diablos!
Como ya dije en las entradas precedentes, he ido contando las cosas por orden inverso o sea, que Montreal es la primera ciudad de Québec donde llegué en vuelo desde Bruselas. Y llegué, válame san justo, en tiempo de lluvia. Llovía. Pero como se ve en esta foto, los habitantes de Montreal no se arredran por un poco de agua y siguen abriendo las terrazas de los cafés:
En cualquier caso, hay dos Montreales. La que se ve cuando paseas por las calles y la ciudad subterránea: todo un complejo bajo tierra, unido por amplios pasajes entre las diferentes plazas que la conforman:
como se ve, algunas de las plazas subterráneas tienen una dimensión monumental:
Todas las zonas están llenas de bares, restaurantes, almacenes, supermercados, farmacias y todo lo que necesita el ciudadano normal para vivir y solazarse. Yo ya conocía los subterráneos desde mi primera visita a Canadá por asuntos de curro. En aquella época nevaba y uno se da cuenta de lo útil que es eso de no tener que asomarse al exterior. Como veis en el plano que os he puesto arriba, hay entradas directas a las estaciones de Metro y de ferrocarril.
Cuando la lluvia pasa, como fue el caso, se puede uno pasear por la ciudad y darse cuenta que Montreal es una ciudad donde se trabaja, pero donde, además, hace buen vivir.
Hay quioscos al aire libre, donde se puede comprar el producto estrella de Québec: el sirope de arce, amén de té de arce y otras golosinas:
En la Place des Arts, que podéis ver en el plano más arriba, en la superficie, hay una extensa zona peatonal, donde en los buenos días de agosto (como era el caso cuando no llovía), la gente se pasea, juega al ajedrez y otras sanas diversiones:
Y si me preguntáis, ¿qué es mejor, Montreal o la ciudad de Québec? solo puedo contestar "depende". Québec es una ciudad fascinante, turística, llena de animación. Montreal es una ciudad que trabaja. Probablemente, para trabajar es mejor Montreal teniendo, además, muchas zonas atractivas para los visitantes. Lástima que a servidor, la lluvia le impidió profundizar más.
Lo que no me impidió, no, visitar algunos restaurantes que paso a detallaros para vuestro próximo viaje (que tarde o temprano va a producirse, porque sé que mis crónicas os están poniendo los dientes de una longitud descomunal).
Uno es la taberna de Dominion Square. Muy animada y con un toque relajado y juvenil muy de agradecer:
Aparte de unas magníficas cervezas canadienses, el plato estrella es el pollo de Cornualles (no es que venga de Cornwall, es que los llaman así, son pollitos jóvenes) rellenos de queso de cabra y acompañados de diversas verduras:
El segundo es el Café Ferreira, un restaurante portugués:
Bastante más "à la mode". Un sitio de referencia para los buenos comensales de Montreal. La decoración, con unos azulejos muy portugueses está bien lograda. Eso sí, las cerveza de barril es belga (Stella Artois), no "Sagres", como debería ser:
Yo pedí un duo de bacalao: brandada con un trozo de bacalao al horno encima y alguna verduras sorprendentes, como cebolletas moradas en vinagre. Bien la brandada pero un poco fibrosa la tajada de bacalao y eso no debería ser admisible en un restaurante portugués. Pero en fin, lo pasamos bien.
Y otra recomendación, si vais solitos y tenéis alguna aventura "coquine" en mente, podéis ir a Alexandre, en la misma calle del Ferreira. Un servidor iba con compañía, así que nada de aventuras:
Bueno, ya vale. Ahora vienen los útiles consejos que os decía. Si habéis estado en USA, esto no os va a sorprender, porque en Canadá funciona igual. Los precios en las cartas de los restaurantes (e incluso en los almacenes y tiendas) no son los que se ven. A ellos hay que añadir el impuesto federal y el impuesto de Québec. Además, como el servicio no está incluído, te sugieren en la cuenta cuánto debes poner: Poe ejemplo:
Normalmente, si dices que sí, que 15%, te traen la máquina para leer tarjetas y te incluyen ese porcentaje. Y como no lo incluyas, te ganas una bronca. En otra ocasión, la sugerencia ya venía puesta a mano:
Cuidado con esta opción, porque yo di mi tarjeta y me trajeron la factura a firmar a mano, no con la máquina. En la segunda pasada me volvieron a pedir el servicio:
Como no andes despierto, te la clavan dos veces.
Por cierto, cuidadín, si pagas en efectivo y el camarero te dice "complet"? es equivalente a decir "está bien" en español y se te quedan la vuelta. Por otra parte, la cuenta, que en francés se dice "l'addition", en Québec la llaman "la facture".
Bueno, ya estuvo suave, que no he cenado. Solo os contaré que el viaje de vuelta a Bruselas fue bastante movido. Teníamos un vuelo via Frankfort. El avión llagaba a las 7AM y la conexión a Bruselas salía a las 11AM, pero en esas, se desencadenó una alarma sin que nadie explicará el porqué y tuvimos que evacuar la terminal, en medio de un bordel monstruo
Por fin , cinco horas después y un montón de ansiedad e inquietud conseguimos un vuelo a Bruselas. Pero bueno, no pasó nada, Lufthansa nos invitó a unos bocatas.