Zelanda, como todos ustedes sabéis, mis queridos amigotes, es una provincia holandesa. No tiene nada que ver con la Nueva Zelanda, que pilla un poco lejos. "Zeeland" como también sabéis, quiere decir "tierra del mar" en la lengua que hablan todas estas gentes de por aquí. Como podéis ver en el mapa que he tenido el gusto de poner a continuación (de nada, colegas), la penetran varios brazos de mar, con lo que el nombre está bastante justificado. El más importante de todos ellos es el estuario del Escalda, del que ya os hablé el año pasado. Si estáis ociosos -o ansiosos por ampliar vuestros conocimientos sobre el asunto-, podéis pinchar aquí y disfrutaréis de las sorokinescas hazañas de la Pascua de 2011.
Como el criminal siempre vuelve al lugar del crimen, este año he vuelto a cometer la felonía de ir a pasar la Pascua a estas tierras marinas. Y no sólo eso, he ido a los mismos apartamentos del año pasado, "de Gulden Strom", en Vlissingen, desde los cuales se ven desfilar barcos y barcos por el Escalda mientras uno se toma su café con leche o su cervezota. Muy ameno.
En la foto podéis ver un barco pasando y un ramito de tulipanes. El barco es esa cosa oscura en la parte alta de la foto. Los tulipanes, las flores amarillas que hay sobre la mesa. Que no se diga que vuestro bloguero viene a Holanda y no compra un ramito de la flor nacional de los holandeses.
En general, al norte de los Pirineos se da más importancia a la Pascua que a la Semana Santa. De hecho, las vacaciones coinciden con la semana de Pascua, mientras que en Viernes Santo, etc, todo el mundo curra. ¿Será porque celebran más la vida que la muerte? En fin, no me meto en berenjenales teológicos, que bastante tengo con meterme en relatos sosainas, como éste. Dejémoslo aquí. Bien, sigo. Es típico pintar los huevos de gallina de brillantes colores y comérselos en el desayuno del lunes de Pascua (aparte de otras viandas, claro)
Hay diversos estilos de pintar los huevos como podéis ver a continuación. En fin, viva la libertad artística. Cada uno se pinta su huevo como le da la gana (iba a decir la "real" gana, pero me abstengo, no vaya a ser que aparezca un elefante por aquí y se disguste conmigo)
Vuestro bloguero predilecto, aparte de dedicarse a no hacer nada en la terraza y comer huevos pintados, se fue a dar una vuelta por el mercado de Vlissingen, constatando algunas cosas interesantes, como lo que se ve en esta foto que dedico a mi amigo bloguero el Oteador de los Mercados, que sabe un montón sobre mercados y sobre naranjas. Pues sí, las naranjas no se venden por kilos, sino por piezas. 20 naranjas, 3,95 euros dice el letrero. Y si quieres una caja, te la puedes llevar por 8,95 euros. Me pareció extremadamente barato: a ojo de buen cubero, el kilo debe salir a 90 céntimos de euro.
Pero en fin, os voy a hablar del pescado holandés por excelencia: los "maatjes". Los maatjes son arenques del mar del norte, pescados en temporada, cuando aún no son fértiles y marinados en una salmuera suave, sin vinagre. A no confundir con los "rollmops" que son arenques marinados en vinagre, más típicos de Alemania y de los países nórdicos. En principio, la temporada empieza en Mayo y dura hasta el fin de Junio; lo que pasa es que gracias a los famosos y perversos anisakis, la ley obliga a congelar a los bichos antes de ponerlos en la salmuera. Gracias a eso hay "maatjes" todo el año.
A mí me encantan los pescaditos estos. Se comen así, como vienen, con un poco de cebolla picada. Están gloriosamente suaves y pegajosos. Ya sé que a mucha gente no le gustan, e incluso me atrevería a decir que le repatean, pero, si venís por aquí, no lo dudéis: probad. Es una experiencia diferente... se te deshacen en la boca. Un día los hice en una especie de ensalada, medio ensalada, medio guacamole (oiga, que se vea la fusión de culturas gastronómicas de Sorokin). En primer lugar, troceamos los arenques y los mezclamos con la cebolla en cuadraditos:
Acto seguido, cortamos en trozos groseros un aguacate, un par de tomates, sal, pimienta, eneldo. Mezclamos todo y, a comer:
Si pasáis por la zona, aparte de pasear por las dunas o por la orilla del agua, ir al mercado o comer arenques, os puedo proponer un par de sitios interesantes: El St Jakob's Café es la mar de acogedor y tiene una buena selección de cafés, tés, sandwiches y otras amenidades. Tambén tienen una buena carta de vinos y cerveza, claro.
Como ya sé que a algunos de mis maravillosos lectores imaginarios les gustan las pócimas bio, los tés raros y otras cosas del estilo, os recomiendo la tienda "Rode Pilaren" que está en la calle principal. Es una cadena, pero eso no quita para que el local de Vlissingen esté de lo más cuqui:
Pues, mis amigos, lo voy a dejar aquí, con un consejo final si vais a Vlissingen. No os confieis demasiado en los verdes céspedes que adornan toda la zona, porque... mira tú lo que puede pasar..
Un besote