mardi 27 janvier 2009
Donde comprar caviar en Kiev
Llevado de mi afán de ser útil, queridos y fieles lectores, os voy a proporcionar una información por la que sé que suspirábais hace largo tiempo. Os imagino a todos pensando "¿Cuándo va Sorokin a decirnos de una puñetera vez dónde se compra caviar en Kiev?". Bueno, pues el momento ha llegado. Os he puesto en la introducción una foto del sitio donde debéis encaminar vuestros pasos y un mapa de cómo llegar. Naturalmente, he disimulado las caras de mis colegas Manolo y Michel para que no los reconozca nadie, porque uno nunca sabe si luego comparten su compra con sus parientas o se lo comen con sus amigotes, por lo que es prudente mantenerlos en el anonimato y evitar problemas conyugales.
En fin, lo importante es que os quedéis con la cara de la pescatera para no equivocaros de puesto. Es muy simpática y habla inglés, lo que os evitará gimnasias lingüísticas del tipo de "ia jachú zviesti gramov ikra, etc", porque si bien os lo podéis aprender de memoria, el problema es que luego te responden y ahí, la jorobas.
El puesto de nuestra amable vendedora está en el pasillo de entrada norte (bueno, creo que ese es el norte, por lo menos está en la parte de arriba de la foto) del mercado de Besarabia (Besaravsky Rynok). El mercado está al final de la Khreshatik, que es la calle principal de Kiev. Algo así como los Campos Elíseos en París o la calle Tesifonte Gallego en Albacete. Os adjunto una foto de Google Earth para que os orientéis.
Y luego, ya está, sólo os queda preparar la pasta, probar el género (sin abusar), elegir Oscietre, Malossol o Beluga (aunque el beluga se ha puesto por las nubes), pagar y decirle adiós efusivamente a esta simpática chica. Es fácil.
Otro día os explicaré donde comprar en Moscú, algo bastante más complicado.
mardi 20 janvier 2009
Morocco
Sobreponiéndome a las oleadas de indignación y las descargas de adrenalina, testosterona, bilirrubina y otras inas y onas que me acometen cada vez que pienso en la tomadura de pelo a la que me ha sometido mi distribuidor de televisión por cable al engañarme para cambiar BeTV por el fiasco de Telenet, la otra noche me vi "Morocco" de Von Sternberg en el canal TCM.
Y ¿qué queréis que os diga, queridos amigos? me lo pasé tan guay que me olvidé de Telenet, de WoluTV y de toda esa banda de engañabobos (ya lo sé, ya lo sé, me estoy autocalificando).
Es verdad, es un Marruecos de cartón piedra, el argumento es más simple que una patata cocida y el final es el más inverosímil que ha producido el cine, con Marlene Dietrich quitándose los zapatos y marchándose en traje de cóctel por las ardientes dunas del Sahara para seguir a su legionario favorito. Pero la película tiene un encanto fascinante. Hasta el otro día, creí que estaba enamorado de Lauren Bacall y que nada ni nadie podría hacerme cambiar de opinión, pero después de ver a Marlene Dietrich en Morocco, mi corazón está hecho un lío. No me extraña que Von Sternberg anduviera besando el suelo que pisaba la Marlene. Adolphe Menjou, novio rico, consentidor y loco por su Marlene es una proyección de Von Sternberg (que debía ser un poco masoca, todo hay que decirlo). Gary Cooper parece un chaval, rompiendo corazones, el cabaret es de antología (diez años antes de "Casablanca") y, tomen nota, queridos y alucinados contertulios, en la versión original, las marroquís hablan... en español.
Vamos, que pasé noventa minutos de lujo.
jeudi 15 janvier 2009
Jeff Buckley- Hallelujah
Cuentan las leyendas, que Leonard Cohen tardó diez años en escribir su Hallelujah!, (o sea ¡Aleluya! pero escrito en inglés que hay que explicároslo todo). Sin duda, el amigo Leonard que es un chistoso (no hay más que ver su cara de alegría permanente) exageraba, pero el hecho es que una vez que la acabó, sea cierto o no lo que dice, su Hallelujah caló tanto, que ha sido interpretada por un montón de gente con mejor o peor fortuna y maña; desde Bob Dylan hasta Sheryl Crow (en un rato que la dejó libre Amstrong para ir a correr el Tour).
De todas las versiones la que ha tenido y tiene más éxito, y digo tiene porque la están dando todo el tiempo por la radio, es la que grabó Jeff Buckley en 1994. Tiene además el aura trágica que le dió la muerte de Jeff (se ahogó en el Mississipi en 1997, con treintayun años). Mucha gente dice que la versión de Buckley es mejor que la original de Leonard Cohen. En fin , para que os hagáis una opinión (si es que no la tenéis ya), ahí pongo una de las versiones de Leonard Cohen. Ha hecho muchas, que para eso él fué quien inventó la canción, pero esta es de las mas serias.
Os iba a copiar la letra, pero os voy a ahorrar ese soponcio. Si a alguien le interesa os la pondré otro día.
samedi 10 janvier 2009
Gaza
Dicen los responsables en Israel que la guerra en Gaza no va contra el pueblo palestino, sino contra los militantes de Hamás. Como durante la guerra han matado a un montón de niños, cabe hacer el siguiente silogismo:
1. La guerra no va contra el pueblo palestino sino contra Hamás;
2. Han matado a un montón de niños;
Ergo, los niños no son pueblo palestino, sino militantes de Hamás.
Qué cabrones, los niños
samedi 3 janvier 2009
Inocentadas en Bruselas
Bruselas en su afán de internacionalizarse, devenir una gran capital cosmopolita, tratar de asimilar todas las culturas y todas esas cosas que se dicen, acaba de adoptar una secular costumbre española: celebrar el día de los inocentes en Diciembre. Como ya todos sabéis, ¡oh ilustrados lectores!, al norte de los Pirineos el día de los inocentes se celebra el 1 de Abril, pero este año, las altas instancias bruselenses has decidido celebrarlo, como digo, en Diciembre. Cierto que ha sido el 31 y no el 28, pero vaya, no hay que ser muy exigentes con ellos.
Sabido es el tradicional sentido del humor de los belgas -no en vano los franceses siempre cuentan chistes de belgas- y desde luego hay que ver cómo nos han hecho reir este fin de año. Para empezar, anuncian que va a haber unos grandes fuegos artificiales la noche del 31. Ja, ja, ¡que risa!, ¡cómo picamos todos!: tiraron cuatro petardos y dos cohetes mal paridos y, hale, a casa.
Pero esa no fue la mas divertida. Las turbas que habíamos ido al centro en metro engatusados por el anuncio ofical de que iba a funcionar gratis toda la noche hasta las seis de la mañana, bajamos hacia la Grand Place (a la que le habían quitado todas las iluminaciones de navidad ya), la bolsa y el bulevar Max a coger el metro en De Brouckere. ¡Qué juerga! Para partirse el ojete, como dicen los de muchachada Nui. La escalera mecánica de bajada a la estación, funcionaba, así que ¡hale!, ahí que nos metemos... para terminar delante de una puerta metálica cerrada a cal y canto. El espacio que quedaba desde el fin de la escalera hasta la gran cortina de acero es de apenas un par de metros cuadrados y, además, está separado de las dos escaleras de subida por sendas barandillas metálicas, con lo que los que bajábamos nos encontrábamos con un espacio cerrado capaz de contener unas cinco personas a lo sumo, mientras la escalera mecánica seguía mandando gente.
Lo que nos pudimos reír: jóvenes, no tan jóvenes, niños, caballeros maduritos, señoras con abrigos, todos intentando saltar las barandillas con menor o mayor éxito y menores o no tan menores daños. Lo dicho, para partirse el ojete. ¡Qué sentido del humor tiene el metro de Bruselas!
Como decía Gila: ¡Me habéis matao a mi hijo, pero lo que me he reído...!
Sabido es el tradicional sentido del humor de los belgas -no en vano los franceses siempre cuentan chistes de belgas- y desde luego hay que ver cómo nos han hecho reir este fin de año. Para empezar, anuncian que va a haber unos grandes fuegos artificiales la noche del 31. Ja, ja, ¡que risa!, ¡cómo picamos todos!: tiraron cuatro petardos y dos cohetes mal paridos y, hale, a casa.
Pero esa no fue la mas divertida. Las turbas que habíamos ido al centro en metro engatusados por el anuncio ofical de que iba a funcionar gratis toda la noche hasta las seis de la mañana, bajamos hacia la Grand Place (a la que le habían quitado todas las iluminaciones de navidad ya), la bolsa y el bulevar Max a coger el metro en De Brouckere. ¡Qué juerga! Para partirse el ojete, como dicen los de muchachada Nui. La escalera mecánica de bajada a la estación, funcionaba, así que ¡hale!, ahí que nos metemos... para terminar delante de una puerta metálica cerrada a cal y canto. El espacio que quedaba desde el fin de la escalera hasta la gran cortina de acero es de apenas un par de metros cuadrados y, además, está separado de las dos escaleras de subida por sendas barandillas metálicas, con lo que los que bajábamos nos encontrábamos con un espacio cerrado capaz de contener unas cinco personas a lo sumo, mientras la escalera mecánica seguía mandando gente.
Lo que nos pudimos reír: jóvenes, no tan jóvenes, niños, caballeros maduritos, señoras con abrigos, todos intentando saltar las barandillas con menor o mayor éxito y menores o no tan menores daños. Lo dicho, para partirse el ojete. ¡Qué sentido del humor tiene el metro de Bruselas!
Como decía Gila: ¡Me habéis matao a mi hijo, pero lo que me he reído...!