jeudi 17 avril 2014

Viajando con Ursula le Guin al fondo oscuro de lo innombrable y tranquilizándose después con un clafoutis de plátano



Tenía esperando en mi estantería desde hace ya unas cuantas eras geológicas (por lo menos) "The Earthsea Quartet" de Ursula K. Le Guin, así que, aprovechando las circunstancias un tanto estáticas en las que se ha desarrollado en los últimos meses la vida de éste, vuestro bloguero, decidí que ya era hora de meterle el diente. Vamos, el ojo, porque morder el libro me pareció un tanto insalubre, sobre todo porque las hojas estaban ya amarilleando y, a saber si no tenían algún gusano o virus comelibros pegado. Pues eso, que me puse a leerlo sin más dilación.

Ya había leído antes un par de libros de Ursula (es que uno acaba cogiendo confianza con sus autores favoritos). La Le Guin tenía muy buena reputación en ciertos medios  por sus escritos de ciencia ficción con toques de antropología social. En su día, me marcó mucho "The Dispossessed", una historia que pasa en un planeta donde se ha establecido una sociedad anarquista perfecta, en la que nadie, en principio, es superior a nadie. Sin embargo, a lo largo del tiempo se van creando de forma natural discrepancias entre las personas, que dan origen a nuevas relaciones de poder. Creo que hay versión castellana, así que si no domináis la lengua de Faulkner, podéis leerlo en español:



El estilo de "El cuarteto de Terramar", como se ha llamado en castellano, es diferente. Se trata de cuatro historias de "ficción fantástica". Más en la onda de Tolkien o de la que luego fue su aprendiz - aunque no le llegue a la suela del zapato- J.K. Rowling. Magos, dragones, guardianes de tumbas secretas, poderes tenebrosos del fondo de la tierra, conviven en las islas de Terramar, que aquí os presento:


Pero es eso y mucho más. Su lenguaje es muy poético, y te engancha hasta no poder dejar el libro. No sé como será en las traducciones que se hayan hecho (o perpetrado, vaya usted a saber) de su obra, así es que si la leéis en otro idioma y os parece una chanflaina, no me echéis la culpa, coleguis. Además, subyacen en las historias del libro sus reflexiones sobre el poder, sobre la fuerza de la imaginación, la creencia y la descreencia...

En el libro segundo, "las tumbas de Atuan", -para mi gusto el mejor- Tenar, una sacerdotisa sagrada del templo, huye con Ged, un mago de otra isla -el protagonista principal-, abandonando la seguridad en la que ha vivido sus quince años y llora desolada (traduzco): "...lo que había empezado a aprender era el peso de la libertad. La libertad es un fardo pesado, una carga grande y extraña para el espíritu. No es fácil. No es un regalo espontáneo, sino una elección y esa elección puede ser muy dura. El camino hacia la luz va siempre cuesta arriba, y el viajero cargado puede no llegar nunca al final..."

Valga como ejemplo, ea. Pero el libro está lleno de amenazas, de poderes tenebrosos que habitan en los rincones más oscuros de la tierra y que nos amenzan de forma continua. Tanto, que tras leer el libro, empezaron a aparecer señales un tanto inquietantes en mi calle:



E incluso en el interior de mi casa:




Así es que, vuestro bloguero, para relajarse y olvidar el poder de lo innombrable, se puso a hacer un clafoutis de plátano, qué diablos (uy, mejor no nombrar ciertas cosas).

El clafoutis más genuino debe hacerse con cerezas, pero, en fin, no estamos en temporada de cerezas, así que me decidí a hacerlo de plátano porque es lo que tenía en casa. Hace falta harina, azúcar, sal, huevos, mantequilla y leche. Véase (falta la leche, pero es que no cabía en la foto):


Preparé una fuente de Pirex, porque no tengo moldes de clafoutis (ni de nada, las cosas como son):




La primera acción es reblandecer la mantequilla (yo lo hice en el microondas, apenas diez segundos en el punto más bajo) y untar bien el molde con un pincelito:




Añadir azúcar sobre la mantequilla:



Quitar lo que no se haya pegado, volcando ligeramente el molde:


Mientras, os podéis tomar una cerveza, y preparar cuatro huevos en un cuenco. Como se ve, mis huevos eran de dos gallinas diferentes. Eso pasa por no pedir el ADN de los pobres volátiles cuando compras los huevos:


Los huevos se baten con el azúcar y después se añade la mantequilla, la harina, la leche y una puntita de sal:



Como ya os habréis terminado la cerveza, podéis cortar dos plátanos en rodajas y las ponéis en el molde:



Se añade lo que habéis batido en el cuenco y se mete al horno precalentado a unos 200º. Treinta y cinco minutos de horno y ¡Oh amigotes! lo que sale es esto:



Bueno, pues ya tenéis un postre o un desayuno, según os plazca. Os prometo que, en cuanto haya cerezas, haré otro clafoutis canónico con las cerezas.

Oh, perdón, se me olvidaban las cantidades:

Azúcar, 135 gr
Harina: 80 gr
leche: 1/4 de litro
sal: un pellizco

Venga, besotes