samedi 21 juillet 2012

Cosas que hacer en Bangkok en un día libre


Con esta entrega, queridos oyentes, lectores, amigos y demás gente, voy a dar por terminada las historietas de Bangkok, porque ya empiezan a ser cansadas y porque ¡Oh cielos! se me empiezan a borrar de la memoria, no la del disco duro, no, sino la de la sesera reblandecida. Reblandecida, de tanta agua como nos está cayendo en esta ciudad de las mil lluvias. Ya sé que otras buenas gentes estáis pasando un calor agobiante, pero en fin, ya se sabe que el mundo está geográficamente muy mal distribuído. Había un científico que proponía usar todas las bombas atómicas para poner la tierra cabeza abajo y así cambiar norte por sur, pero no lo veo yo una buena solución. Los pobres pingüinos que estaban en el polo sur, de repente se encontrarían en el norte y se harían un lío. ¡Hala! a nadar veinte mil kilómetros para ir al nuevo sur. No. No lo veo factible.

Pero, vayamos con Bangkok. Supongamos que tenéis un día libre y que no sabéis qué rayos hacer. Pues para eso está Sorokin, para aconsejaros. Lo primero que se os ocurre a todos, que sois unos pícaros, ya sé lo que es. Pues en ese caso, debéis ir a Patpong, barrio lleno de locales como este de la foto. Y no discutáis con esos señores que están en la puerta. Entráis, tomáis una cervezota Singha, veis el espectáculo y luego allá vosotros, que yo no soy el guardián de mi hermano ni de mis lectores.



No sorprenderos si os percatáis que Toni Soprano o alguno de sus amiguetes ha abierto una sucursal de su local en Patpong:


Pero Patpong no es sólo eso. Está lleno de mercadillos, puestos de recuerdos, camisetas, auténticos Lacoste a 4 euros y cositas así. A recomendar encarecidamente los albornoces de seda. Es cierto, son de seda y pueden ser un regalo magnífico para llevar a casa. Pero ¡oh, amigos!, regatead, de verdad. Y mejor mirad varios puestos y mercados antes de comprar. Un albornoz de seda puede sacarse por seiscientos Baht (unos quince euros) si regateais duro.


Los mercados en Bangkok son una especie de potpourri donde se puede hacer, comprar, ver y comer de todo, como este local en el mercado de Lumpini donde te pueden cortar el pelo o hacerte la pedicura. Intrigante la máquina automática que aparece a la izquierda. ¿Alguna sugerencia de para qué puede servir?



Además de los mercados, están los grandes centros comerciales donde podéis ir a dejar vuestro dinero comprando electrónica, programas pirata (Oh ¡no!, yo no compré, lo juro), etc.. Por ejemplo, el Office for Windows te puede costar cuatro euros, pero ¡ay de tí, pobre mortal si te lo pillan en la aduana!. No sólo te lo quitan (no sería grave) sino que encima te crujen con una multa. Otro pasatiempo menos peligroso es disfrutar viendo a estas vendedoras del centro comercial Panthip Plaza jugando a las cartas mientras esperan al guiri comprador.



¿Y vistar sitios turísticos? ya os estoy oyendo clamar..."¡Sorokin! ¿qué hay que visitar?" Bueno, pues podéis ir al palacio de Vimanmek, que era la residencia del rey RamaV. Dicen que es el edificio construido en madera más grande del mundo:




Pero ¡ojo! mis queridos turistas, hay que vestir correctamente (sin que esté muy claro por qué). He aquí las normas, donde se fija hasta la longitud de pantalones y de mangas:


Si consideran que eres un indecente siempre está la solución de comprarte una falda fantasía por 100 Baht (2,50 euros), como a este pobre señor que, sin duda no se ha visto lo elegante que queda tras la adecuada transformación:


Encima, no te dejan pasar cámaras de fotos ni objetos metálicos. Hay un arco detector a la entrada y te los hacen dejar en su custodia. Tambien te tienes que quitar los zapatos.

Pero, lo que hay que visitar sin falta son los Templos y el Palacio de Ratanakosin. Esta vez no tuve tiempo de ir. Las fotos siguientes son de mi anterior viaje a Bangkok en 2008, así que, a saber si todo esto sigue en su sitio. Si vais en taxi, conviene que aprendáis a pronunciar "Ratanakosin" correctamente. Como arrastréis la "Rr" en plan castellano, el taxista os va a mirar con cara de lelo: Se pronuncia "Latanakosin". Por cierto, este viaje tuve un pequeño sobresalto en un taxi. Iba con mis colegas José y Neale y llevábamos paquetes a tope. Saqué el iPhone para hacer una foto y lo guardé en un bolsillo que no es el habitual. Al bajarnos, me tiento el bolsillo habitual y exclamo "¡Me he dejado el teléfono en el taxi!". Total, mis amigos -en eso se notan los amigos- se pusieron a correr detrás del taxi, hasta que me dí cuenta que sí, que tenía el chisme. No sé si todavía me guardan rencor.

Bueno, en cualquier caso, en Ratanakosin hay que ver los templos, el palacio real y, si queréis, hacer una ofrenda como estas buenas gentes:



Pero, una vez más, no se os ocurra usar el lavabo de los baños para otra cosa que lavaros las manos. Las instrucciones están muy claras:




Me voy a detener aquí, que, como dicen en México, "Ya estuvo suave".  Me voy a cenar. Un besote a todos

dimanche 8 juillet 2012

Comer en Bangkok.

 
UN RESTAURANTE DE IDA Y VUELTA Y OTROS INTERESANTES CONSEJOS DE SOROKIN

Queridos lectores, amigotes, colegas y otra gente que me lee. Andaba yo remoloneando para escribir mas cositas sobre mi viaje a Bangkok, porque se me ha cruzado en mi camino le celebración del Ommegang en Bruselas y me ha dejado hecho un lío. ¿Qué hago, pardiez? ¿les cuento a mis amigotes lo del Ommegang, o sigo con Bangkok? Total, así me he pasado tres días con sus noches, corroído por la atroz duda, hasta que ¡rayos! he tomado una decisión: no os puedo dejar con Bangkok a medias, de modo que ya os contaré los festejos Bruselenses en otra ocasión. Así es que, ahí le voy nomás, como dicen en México.

Voy a empezar por donde acabé la entrada anterior: por la comida. Por cierto, la votación se resolvió a favor de la ensalada. Podéis verificarlo pinchando aquí. Y voy a empezar por un restaurante que podemos llamar "de ida y vuelta", the Blue Elephant. Curiosamente, la dueña del restaurante empezó sus andanzas en el mundo gastronómico ni más ni menos que en Bruselas, donde abrió su primer "Blue Elephant", que, por supuesto, todavía existe:


Aunque, como podéis ver por las fotos, no tiene el tronío del de Bangkok. De Bruselas pasó a Londres y a París y, por fin, volvió a su amada tierra (digo yo que la amaría, si no, se hubiera quedado en Europa) y abrió el restaurante y una escuela de cocina. El edificio es soberbio, y el restaurante tiene un ambiente colonial impresionante, con sus maderas nobles y sus ventanas de medio punto.



Otra vez me encontré con el embarazoso problema de si la flor que aparece en el entremés que te ponen como entrada es para comérsela o no, pero, ¡ah, amigos!, el astuto Sorokin no picó: no me la comí, me la puse en la oreja como se ponen los carpinteros el lápiz. Lástima que no tengo fotos del evento.


Aparte de eso, la comida era excelente y no era cara para ser un restaurante de tropecientos mil tenedores. El plato más caro costaba el equivalente de unos quince euros. El problema está en lo que bebes: mejor te quedas con una cerveza tailandesa y no te metes en aventuras vinícolas. Eso sí, nos la colaron con el agua con gas: trajeron San Pellegrino a diez euros la botella. Pero en fin, el restaurante valió la pena. No os perdáis el "Blue Elephant" si vais a Bangkok y tenéis dinero para pagar el agua con gas.

Otro restaurante digno de consideración es el "Dairy Queen". Ahí nos llevaron nuestros interlocutores tailandeses a la hora de comer del lunes, así que no os puedo decir si es caro o barato, porque fue una invitación. Exhibe un bello jardín tropical:



La comida consistió en un festín de pequeños platillos que van viniendo sucesivamente. Sopa (muy picante), tallarines, pastelillos de pescado, etc. Lo más impactante fue el arroz con leche de coco y mango que nos trajeron de postre:


Pero en fin, vale. ¿Que no tenéis ganas ni tiempo de ir a restaurantes? No hay problema. En Bangkok, la calle es en sí misma un restaurante: Esta chica vende algo rebozado y frito, por ejemplo:



Esta señora vende frutas:


 Y en estos envoltorios mis amigos latinoamericanos reconocerán sus tamales. No los probé, pero el aspecto, liados en una hoja de bananero, es absolutamente el mismo. Los cacahuetes deben ser para acompañar, digo yo.



¿Que queréis pescado? No hay problema, también hay pescado:



Y brochetas de pollo:


En fin, por si acaso, os recomiendo que llevéis a mano un paquete de Imodium (no sé si se llama así en España, pero es mano de santo en caso de violenta diarrea). No digo que ello tenga que suceder, pero hombre prevenido vale por más o menos dos (¿os acordáis del viejo chiste? un hombre llega a un puente con un letrero que avisa que el puente solo soporta el peso de una persona. El hombre pasa y el puente se cae, ¿por qué?) Bueno, paro de decir tonterías y me voy a cenar. En la próxima (y última) entrega os contaré qué otras cosas se pueden hacer en Bangkok. No, no es eso, que ya os veo la sonrisa maliciosa...

Besazos