vendredi 18 mai 2012

El violinista armenio/ Le violoniste arménien


(version française à la fin)

No toca el violín en La Monnaie, ni en Beaux Arts ni en ningún sitio de postín en Bruselas. Toca en la estación de Metro de Roodebeek. Se sienta en el pasillo que comunica la estación de Metro con el Centro Comercial de Woluwé. Yo ese pasillo lo uso mucho, queridos amigotes. En primer lugar, porque la estación de Roodebeek tiene el enooorme privilegio de estar al lado de mi casa, con lo que es mi puerta de comunicación con el mundo. En segundo lugar, porque aunque no vaya a usar el Metro, con la que cae en Bruselas con frecuencia -parece que las nubes nos tienen manía- uso el pasillo en cuestión para ir al centro comercial y así evitarme tremenda mojadura que ocasione cadenas de estornudos y toses, cosa que no me gusta, porque luego la gente te mira mal. Sobre todo si se producen en un teatro, por ejemplo.







Como digo, que se me va el santo al cielo, recorro ese pasillo con frecuencia y, a veces, sobre todo en fines de semana o vísperas de festivos, me había llamado la atención el protagonista de esta historia, sentado, con su violín, tocando piezas clásicas con una perfección y un oficio impecable. No suelo darle dinero a los acordeonistas ambulantes que son capaces de aguarte una mañana en el Metro al ejecutar (nunca mejor dicho) alguna variación enloquecida de "Hava Naguila" o la marcha turca de Mozart (si Mozart levantara la cabeza... ¡Ay!), pero a nuestro amigo le dejé en un par de ocasiones unos euros, a lo que correspondía dándome un puñado de caramelos. Como veis, era evidente que se trataba de alguien especial.

Por fin, el otro día, cuando me daba los caramelos, lo interpelé, preguntando por qué un artista como él, un músico de ese nivel estaba ahí, sentado en el Metro tocando para gente que, en general, no le prestaba la más mínima atención. Me contó que era armenio, que cuando llegó a Bruselas tenía ya 62 años y en ninguna orquesta daban a trabajo a gente mayor. Me quedé impresionado. No me imaginaba que el mundo de la música sinfónica fuera tan cutre como para desperdiciar un auténtico profesional simplemente por la edad. Se ve que la crisis le toca a todo el mundo.

Hablamos de Armenia. Le dije que Yerevan era una ciudad preciosa (exageré, que todo hay que decirlo) y se le iluminaron los ojos. Si bien es cierto que a mí me gusta mucho Armenia, Yerevan en sí misma es una ciudad que están demoliendo para hacer edificios muy nuevos. Ya os conté mis andanzas por Armenia en otra entrada de este blog de hace unos años. Si tenéis ganas, podéis rememorarlas pinchando aquí. Le dije que conocía la ópera de Yerevan donde había visto una obra de Khatchaturian (no sé cual, sólo sé que era muy ruidosa. La verdad es que nos colamos en el entreacto mi colega Michel y un servidor). Me dijo que había tocado con Khatchaturian. ¡Vaya nivelazo!

Para que os pongáis en situación, ahí van unas fotos que hice en Yerevan en 2008:


Teatro de la Opera de Yerevan. Se supone que, aunque no se entiende lo que dice la peana, la estatua representa a Aram Khatchaturian.


Plaza de la República por la noche. Corría el mes de Septiembre, hacía calor y todo el mundo estaba en la plaza viendo un espectáculo de luz y sonido con las fuentes.

Bueno, amiguetes, os voy a dejar con el artista. Se ofreció a tocar algo para que lo filmara. Sólo tenía a mano el iPhone, así es que por eso está un poco chunga la filmación, pero estaréis de acuerdo conmigo que vale la pena escucharlo. Si no lo habéis reconocido, es la Gavota de la suite nº3 BWV 1068 de Bach. Que lo disfrutéis. Es cortito, no os asustéis. Luego le dí cinco euros y me regaló una tableta de chocolate. Genial.






Le violoniste arménien
. Version française

Il ne joue pas au théâtre de la Monnaie, ni aux Beaux-Arts ni à n'importe quel endroit chic à Bruxelles. Il joue à la station de métro Roodebeek. Il s’assoit dans le couloir reliant la station de métro au Woluwe Shopping Center. J’utilise beaucoup ce couloir. Tout d'abord, parce que la station a le privilège d'être à côté de ma maison, étant donc ma porte de communication avec le monde. Deuxièmement, parce que même si je n'utilise pas le métro, avec la pluie qui tombe souvent à Bruxelles, j’emprunte le corridor en question pour aller au centre commercial et ainsi ne pas devenir mouillé comme une grenouille, ce qui peut avoir comme effet des chaînes d’éternuements et de toux, chose que je déteste.




Comme je dis -parfois je perds le fil de la conversation- je me promène souvent dans ce couloir, et parfois, surtout le week-end ou avant les jours fériés, j'ai été frappé par le protagoniste de cette histoire, assis avec son violon, en jouant des morceaux classiques avec une perfection et un professionnalisme impeccables. Je ne donne généralement pas d'argent pour les accordéonistes de la rue, qui sont en mesure de te foutre dans l’air un voyage dans le métro en exécutant une variation débile du "Hava Naguila" ou de la marche turque de Mozart (Oh ! si Mozart levait la tête), mais j’ai laissé á notre ami une couple de fois quelques euros, et il correspondait en me donnant une poignée de bonbons. Vous voyez, il était clair que c'était quelqu'un de spécial.

Enfin, l'autre jour quand il me donnait les bonbons, je lui ai demandé pourquoi un artiste comme lui, un musicien de ce niveau, était là, assis dans le métro en jouant pour des personnes qui ne lui prêtent généralement pas la moindre attention. Il m'a dit qu'il était arménien, que quand il est arrivé à Bruxelles il avait 62 ans et aucune orchestre ne donne du travail aux personnes âgées. J'ai été impressionné. Je n’imaginais pas que le monde de la musique symphonique était si minable comme pour perdre un pro à cause de son âge. On voit que la crise touche tout le monde.

Nous avons parlé de l'Arménie. J'ai dit que Erevan était une belle ville (j’ai exagéré, il faut bien le dire) et ses yeux se sont allumés. S'il est vrai que j'aime vraiment l'Arménie, Erevan est une ville en train d'être démoli pour faire des nouveaux bâtiments. Je vous ai raconté mes aventures en Arménie dans un autre post sur ce blog il y a quelques années. Si vous avez envie, vous pouvez les revivre en cliquant ici. Je lui ai dit que je connaissais l'Opéra d'Erevan où j’avais vu une œuvre de Khatchatourian (dont je ne sais pas le nom, il suffit de savoir que c'était très bruyant. La vérité est que nous nous sommes glissés dans l'entracte mon collègue Michel et moi même). Il m'a dit qu'il avait joué avec Khatchatourian. Quel niveau!

Pour que vous mettre en ambiance, voici quelques photos que j'ai faites à Erevan en 2005/2008:




l'Avenue Abovian. L'artère principale d'Erevan. Photo de 2005





Place de la République. Photo de 2008

Eh bien, copains, je vais arrêter ici. L’artiste m’a proposé de jouer quelque chose pour le filmer. Je n’avais à la main que l'iPhone, et c’est pour ceci que la vidéo est un peu louche, mais ça vaut la peine. Si vous n'avez pas reconnu la pièce, c'est la Gavotte de la Suite n ° 3 BWV 1068 de Bach. Profitez-en. Elle est très courte, ne paniquez pas. Puis je lui ai donné cinq euros et il m'a donné une tablette de chocolat. Génial.





36 commentaires:

  1. Precioso Post, de gente como esta esta lleno el mundo y las estaciones de Metro, ojalá y pasara alguien que les ofreciera un trabajo digno a todos.
    Saludos, me encanta tu Blog

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    1. Hola Rumiana, gracias por tu visita. Tienes toda la razón. Sobre todo cuando algunos tienen un talento que es triste que se esté desperdiciando, como es el caso de este violinista.

      Un saludo

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  2. Qué bonita historia Monsieur, me ha emocionado conocer la vida de ese violinista. Creo que este post se merece mayor difusión en otros idiomas, cosa que no es una barrera para vuesa merced, tiene que haber alguien que pueda ayudarlo y mostrar su arte, no puede ser que en la Europa del Envejecimiento Activo, la de la Silver Economy, se desprecie a estos talentos por superar cierta edad.

    Un abrazo Monsieur

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    1. Tiene razón, Madame. De hecho estuve pensando en escribir el post en francés aunque luego, mi tradicional vagancia me hizo abandonar la idea, pensando que lo iba a distribuir con un somero resumen en francés y en inglés a mis amigotes y conocimentos de por aquí. El problema es que no sé qué alcance tendría eso. Pero en fin, sí, tengo que hacer algo.

      Gracias por el consejo, Madame. Un abrazo

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  3. Cuando lo traduzca yo le ayudo en la difusión. Un abrazo

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  4. Me gusta mucho este post, de hecho, me gusta mucho cuando se posa la mirada sobre seres desapercibidos, que por humanos, siempre son tan especiales.
    Tuve una historia muy parecida aquí en Alicante, dos hombes y una mujer, que hacían un concierto ellos solos. Precioso, eran grandes artistas. Un día les pregunté, así como tu has hecho, y eran rusos, efectivamente, pertenecientes a una gran orquesta que se había desmembrado con los conflictos. No podían dejar de ser lo que eran, músicos hasta el alma.
    En este caso creo que pasa igual.
    Yo tb te ayudo a la difusión.
    Un beso.

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    1. Hola Viena. Creo que sé a quien te refieres. Era un trío que se colocaba en Maisonnave cerca ya del Corte Inglés ¿A que sí? ¿Sabes algo de ellos?

      Gracias por ayudar a la difusión del post. De todas formas, acabo de llegar de la Zinneke Parade (ya os contaré en otro post lo que es) y nuestro violinista no está en su puesto. En su lugar hay un vulgar acordeonista. Espero que no le haya sucedido nada.

      Un beso

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  5. Sorokin es cierto, estaban en Maisonnave ¿Los llegaste a conocer? Hace mucho que ya no los veo. Luego me parece que se pusieron en Castaños, pero eran increibles. No sabes la alegría que me da que también tu te fijaras en ellos.
    Son vidas difíciles de establecer, fuera de su país, con una cierta rutina errante, imagino que no es fácil ser muy constante.
    Un beso.

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    1. Sí, eran increíblemente buenos tambien. Lo que pasa es que en medio del bullicio alicantino, pueden pasar más desapercibidos que un violinista en un pasillo semi-solitario y con una excelente acústica. Espero que les vaya bien al trío ruso

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  6. Hola Sorokin:

    Muy interesante y triste.

    Me queda una duda ¿Por qué se fue de Armenia?

    Saludos

    RRS

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    1. Hola Xerófilo. Tu pregunta es totalmente lógica. A mí no se me ocurrió formulársela, pero hubiera debido hacerlo para tener una información más completa. La verdad es que por aquí hay tanta gente de Europa del Este que ha venido buscando una vida mejor, que supuse que sería algo así.

      La primera vez que estuve en Armenia creo que fue en 2003. Yerevan era una ciudad sombría, casi sin luz por las noches. Estaban todavía bajo el shock de la ruptura de la Unión Soviética y de la guerra contra Azerbaiyán que siguió después. Mucha gente emigró entonces. Cinco años después, en 2008, la ciudad había cambiado, había bares, restaurantes, se construían edificios por cientos, etc... Sin duda gracias al dinero de la diáspora armenia en EEUU.

      Saludos

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  7. Deliciosa la historia, pero que tristeza tan grande la que tiene que tener el Violinista Armenio. Tal vez vino para encontrar mejor vida y se encuentra tocando para los transeúntes.
    Me da la sensación que por esas latitudes son más generosos que por estas y además cuando se trata de músicos que no "ejecutan" son mejor tratados.
    Reitero, monsieur Sorokin, una bonita historia de la vida real.
    Saludos

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    1. Es cierto, Apicius, que es muy triste. La vida es dura a veces, sobre todo par un profesional como este hombre. Estar tocando para gente que no te hace maldito el caso cuando uno ha tocado con Khatchaturian... aunque sí, por aquí la gente se rasca más los bolsillos que en España para ayudar a los que lo piden en la calle y si alguno se lo merece es este hombre.

      Saludos

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  8. Qué bella a la par que triste historia. Me ha recordado a este experimento en el metro de Washington DC, donde un violinista profesional se puso a tocar en la estación de L'Enfant Plaza. Te puedes imaginar el resultado.
    http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2007/04/04/AR2007040401721.html

    Un saludo

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    1. Había oido hablar de la experiencia de Washington aunque no había leído el artículo del Washington Post que citas. Bueno, se parece bastante a la historia de mi violinista. Te diré que me llevó varias veces pasando por el pasillo antes de parame a hablar con él, o sea que tengo que reconocer que en Washington, lo más probable es que hubiera escuchado extrañado durante unos momentos, le hubiera dado un dólar y luego hubiera seguido mi camino. Una noche, en Praga, en los soportales que hay al lado de la Torre de la Pólvora había un chico joven tocando el cello. No me acuerdo qué, pero lo bordaba. Los lamentos mágicos de las cuerdas resonaban en la soledad de la noche (anda, que los vecinos estarían contentos). Me paré a escucharlo, y eso es todo, no pedía dinero. Simplemente disfrutaba tocando.

      Saludos

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  9. Mi querido Sorokin, tu sensibilidad se desparrama por todos lados, qué maravilla nos traes, me ha quedado ganas de escucharlo más. Tengo muchos amigos músicos que han tocado en algunos metros y hoy en día tienen mucho éxito en sus carreras. La verdad es que en la EU se pueden encontrar estos artistas maravillosos tocando en las calles. Solo hay que afinar el oído.
    Qué bonito lo que comentas del violinista de Praga.
    Abrazos

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    1. Claudia, que cosas me dices... mira que me sonrojo. Gracias, gracias. No te voy a contar las veces que miembros del sexo opuesto me han dicho que era un zoquete insensible, así es que que me digas eso me llena de alegría.

      Me alegro que tus amigos músicos hayan triunfado después de sus viajes iniciáticos en el Metro, pero me temo que a nuestro violinista armenio parece que le está siendo un poco más duro. En fin, nunca es tarde si la dicha llega. De todos modos voy a seguir el consejo de Delikat y voy a traducir el post al francés. Tal vez así le llegue a más gente.

      Un abrazo

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  10. Hay tantos músicos maravillosos tocando en la calle porque no tienen otro escenario... Es una pena, sobre todo porque luego hay músicos infames que llenan teatros, pero bueno, no me voy a meter en ese jardín, que seguro que está lleno de arenas movedizas, columnas de fuego y ratas gigantes. Es conmovedora la historia de tu violinista. Y hay que reconocerle el arrojo de atreverse a tocar en la calle cuando no lo quieren en la sinfónica. Como un héroe al que no le reconocen el valor.

    Un beso

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    1. Me encantaría entrar en uno de los jardines en los que no te quieres meter, Dorothy. Eso sí, si pudiera agarrarme a una rama para salir de las arenas movedizas y sorteara las columnas de fuego mientras huía de las ratas gigantes, claro.

      Ayer vi al violinista otra vez. Lo vi llegar a su puesto con una sonrisa (él no me veía), sacar su violín con cara plácida y empezar a tocar. Tal vez sea eso lo que quiera hacer y sea feliz así... no sé, estoy flaqueando en mi determinación de traducir la entrada y difundirla para ver si alguien le encuentra un curro... anda, que como le haga una putada buscándole algo...

      Un beso

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  11. Gracias por pasar por mi espacio dejando comentarios interesantes que nos hacen conocer cosas que ocurren en otros lugares.
    En el metro de Bs. As también había un trompetista, era joven y tuvo su momento de fama por TV.
    Me llegaron unas imágenes bellísimas de las plazas en Bruselas ¿Es verdad que son tan bonitas?
    Saludos

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    1. Hola Norma2. Bienvenida por estas tierras. Me alegro que el trompetista del Metro de Buenos Aires saliera para adelante y se hiciera famoso.

      Te diré que la "Grande Place" de Bruselas presume de ser "la más bella del mundo" y ciertamente es impresionante por su armonía, sus proporciones y el arte de todos sus edificios. Ninguno desentona aunque la mayor parte son de los siglos XV y XVI hay un par de ellos que son del siglo XIX, pero construidos sin desentonar con el conjunto.

      Un abrazo

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  12. Sorokin, cuantas historias encierra esa historia. Es cierto. Últimamente en muchas ciudades (como Madrid, Barcelona o Valencia)te encuentras con músicos con un alto nivel. Suelen ser de países del Este, y se te encoge el corazón (aunque te haga disfrutar durante unos momentos en la calle) de verlos así, sin un trabajo digno.

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    1. Sí, Oteador, es así. Y tal vez cierta parte de la culpa la tenga la propaganda occidental que machacó esos paises durante muchos años. Se creyeron que en el Oeste todo el mundo ataba los perros con longanizas y, mira. En sus paises no ganarían mucho, pero al menos no les faltaba el trabajo... hasta que todo se fue al guano.

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  13. Sorokin, hoy traigo unas cuantas preguntas para usted:
    - ¿En qué lugar del mundo no ha estado usted? ¿Viaja por negocios o por ocio? Yo también quierooooo!!!

    - ¿Cómo un violinista anda provisto de tanto dulce? ¿O es ya una estrategia para cautivar nuevos clientes? Jajaja... fuera bromas, el arte no entiende de edad, creo yo. Una pena, como muchas otras que se están dando en estos malos tiempos. Para llorar, en fin.

    Saludines

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    1. Hola Arantxi. Respondo a tus preguntas:
      - No recuerdo haber estado nunca en Vilanova i la Geltrú, por ejemplo.
      - En esta vida, el trabajo y el ocio deben estar adecuadamente mezclados para no enloquecer, o sea, que mitad-mitad
      - Tendré que preguntarle al violinista porque sí, es sorprendente.

      Saludetes

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  14. Ya le he pasado la historia a mis amigos de Bruselas, a ver si le dan difusión y se puede hacer algo. Un saludote

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  15. Géniale ton histoire !
    Dommage que je ne passe jamais par là... j'aurais volontiers été l'écouter et lui donner un petit sou !

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  16. C'est très touchant en effet, merci de le partager

    Louis-Victor

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  17. Debe ser una maravilla ir por ese pasillo y escucharlo...

    Un saludo, Sorokin.

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    1. Hola Landahlauts. Pues sí, lo es, porque además el pasillo tiene una sonoridad magnífica (supongo que el violinista lo ha elegido por eso). Mucho mejor sin duda de la que cuentan que tienen algunos auditorios ultramodernos hechos por arquitectos de postín. ;-)

      Saludos

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  18. Realmente hermoso y la manera especial y genial q tiene para transportarlo y disfrutarlo de igual manera q usted... lo felicito..!!!!

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    1. Muchas gracias JvaN CoOrreA. Me alegro que te haya gustado

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