mardi 13 septembre 2011

Reseña fugaz de una gran fiesta




Queridos amigos, amiguetes, amigachos y gentes de todo pelaje, plumaje y aderezos estéticos y/o sentimentales: una leve reseña para contaros con mi pobre y miserable verbo (¡qué digo contaros, pardiez, a penas daros una leve noción!) de uno de los últimos eventos en el mundo de los blogs (ojo con eso de los "últimos", no me refiero en un plan escatológico pensando en el fin del mundo, sino temporal, en sentido "reciente"). La gran fiesta de Viena (no la capital de Austria, no, sino la maravillosa Viena de "sabores de viena"). Viena tuvo la idea de reunirnos a unos cuantos blogueros en su casa. Idea genial, pardiez, porque eso de estar, dale que te pego comunicándose por la cosa esta del Internet acaba por ser un plastazo, sin ver la cara de tu corresponsal y eso.

La fiesta fue en su casa y fue una maravilla de organización y buen rollo. Como es de suponer, Sorokin no se la iba a perder, así es que ahí estuve. Allí estuvieron el Oteador de los mercados, Madame Delikat, Carlos, de Vegetal y tal, Laura y Pedro, Lola, Claudia y, por supuesto, el gran Apicius.

No os voy a abrumar, mis queridos contertulios con una detallada descripción de cómo fué todo. Básteos saber que todo fue maravilloso, lo pasamos de puturrú de mico, comimos y bebimos hasta reventar. Para qué decir cómo estaban las empanadas de Laura y de Viena, la espuma de aguacate y albahaca de Carlos o las cervezas de Apicius (hechas por él)




La paella vegetariana que hizo Viena ha debido ser grabada en los cielos paelleros como el summum de lo que se puede conseguir con arroz, verduras y buen hacer:




Y, vean, vean colegas, como queda ese arroz una vez puesto en un plato:




Además de la paella y veinte mil cosas más, otra estrella del día, fue el asado que se marcaron los amigos argentinos de Viena, Leo y Ale. No son blogueros, son dentistas, pero hacen unos asados maravillosos. Yo ya sabía que los dentistas pueden ser capaces de todo. Mi dentista en Bruselas es un melómano consumado y siempre tiene relajantes piezas musicales sonando cuando te hace alguna barrabasada en tus dientes. Además te somete a tests de conocimento musical. Tienes que responder con la boca abierta: "ho jreo e he Rahmaninohh, el hoherto mumero doh"... Pero, monsieur, ¿cómo el concierto número dos si sólo suena un piano?, etc, etc, mientras te mete el torno en los dientes.. Pero en fin, la "expertise" de Leo y Ale es mucho más agradable. ¡Vaya asado, chapeau bas por ellos!




En resumen, lo pasamos de fábula. Gracias, Viena. Gracias a todos, Delikat, Apicius, Oteador y todos los demás. Venga, lo repetiremos.