lundi 29 août 2011

Sobre frutas de verano y hierbas del demonio



Este verano, queridos amigotes, ha entrado en su último mes. Sí, señores y señoras. Aunque penséis que se está terminando, erráis. Le queda casi un mes. Y según los profetas del fin del mundo y esas zarandajas que tanto le gustan a algunos, va a ser el último. No el último mes (aunque casi), sino el último verano. En fin, os supongo enterados de esas cosas que circulan sobre el calendario Maya (que no la abeja, la abeja Maya es otra cosa) y que pronostican el fin del mundo para el 21 de Diciembre de 2012. ¡Pues no! otros mendas, más calculadores y más espabilados han dicho que el Papa Gregorio VII y algún otro de por allí, se hicieron su órgano masculino un lío con la reforma del calendario allá por el siglo XIV y que, en realidad, el fin del mundo será el 14 de Octubre de 2011 (día que, encima, es el cumpleaños de vuestro bloguero servidor). Le dan al palo, además, con el cometa Elenin (no es chiste, se llama así) que está originando catástrofes sin cuento, etc, etc y que ese día estará en línea con no se cuantas constelaciones, satélites, planetas y gasolineras del Provencio.

Pero en fin, que me lío yo también. No era ese el tema de mi entrada. Iba a hablar de las frutas de verano. En concreto, de las paraguayas, que es una de mis frutas preferidas. Me sentía desamparado por estas tierras europeas, sin paraguayas que calmaran mis ansias de infinito. Pero ¡oh cielos!, ¡habéis escuchado mis súplicas!, desde hace un par de años, han empezado a aparecer por las fruterías de la zona, desde Londres hasta Amsterdam, pasando por Bruselas:






Cierto que no son baratas, pero son deliciosas. Jugosas, sabrosas, se te llena la boca de líquido cuando la muerdes con fruición, mientras un dulce aroma invade tu nariz. Como podéis ver en la segunda foto, además, ha aparecido una variedad -para mí desconocida- que es como la paraguaya tradicional, pero con piel suave de nectarina. Bueno, no están mal, pero yo prefiero las de siempre. En Internet dicen que se llaman "platerinas".

Este verano, también ha traido para algunos chisgarabises la no muy saludable moda de doparse con estramonio. A mí, eso del estramonio me sonaba a compuesto químico, oiga, algo así como el amoniaco (Amoniaco extra, por ejemplo), pero no, es una planta. Y mirando en Internet (no sé qué haríamos sin la Wikipedia), me he entarado que es la datura, como la que se empujaba don Juan en los libros de Carlos Castaneda (¿os acordáis?):




En fin, Carlos Castaneda es tema para otro día. Yo me leí tooodos sus libros. Ya hablaremos de eso. Lo que quiero contaros es que al ver la foto que publican en la web sobre la flor del estramonio (héla aquí):




y compararla con una foto que hice en la Explanada de Alicante hace un par de años, que es la que abre esta entrada, me he dicho: ¡Rayos! parece la misma. Dejo a criterio de ustedes vosotros, queridos e ilusionados lectores que me digáis si se parecen o no. Pero, por favor, please, no se lo digáis a nadie. Según eso, drogarse con datura estaría totalmente tirado. Y ya van cuatro o cinco chavales muertos con la hierba del demonio este verano.



Maksam Bayati- Taksim



lundi 15 août 2011

El invierno en Brasilia, mi maleta perdida (otra vez) y un restaurante de Rio de Janeiro



Queridos amigos, lectores adictos y ocasionales, gentes de todo el mundo y alrededores, acabo de regresar de Brasil. Sí señores y señoras, aquí estoy en Bruselas de nuevo... pero mi maleta ¡no!, y lleva ya más de veinticuatro horas dando vueltas libre de ataduras por esos mundos, a saber cuáles... universos paralelos, multiversos, lagunas estigias o vaya usted a saber. Podría parafrasear a Atahualpa Yupanqui (oigan un rasgueo de guitarra) "Mi maleta perdida y yo bailando, etc". Por si no os acordáis, ahí va el original de Atahualpa:



En fin, mi maleta no es peluda, pero si sigue sin aparecer, le va a salir barba. En fin, consolaréme contándoos el viaje a Brasil, y a ver si mientras me llaman del aeropuerto para comunicarme que, al fin, la muy golfa ha sido hallada.

Esta vez tuvimos que ir a Brasilia que, por si no lo sabéis, taruguillos, es la capital de Brasil. Una idea un tanto bizarra de los años sesenta, para acercar la civilización (?) al centro de Brasil. Yo diría que, con lo bien que se está en Rio, no sé si fué una buena idea. El reputado (ojo, que no es un insulto eso de "reputado") arquitecto Oscar Niemeyer parió la ciudad entera. Entonces, se supone que era el colmo de la modernidad y de la racionalización. Hoy, para qué os voy a decir, se ha quedado viejuna y démodée, como estos edificios:





Cierto que tiene muchos espacios abiertos (lo que no está mal), pero es una ciudad a escala no humana si no vas en coche. En muchas calles no hay ni aceras ni pasos de peatones. Caminando bajo un abrasador sol invernal (manda narices, y en Bruselas a 15ºC en pleno verano) por las enormes avenidas, sin una pinche sombra, puedes acabar llorando y pidiendo a gritos que llueva gaseosa o lo que sea. Ello sí, sus atardeceres son lindos:





Pero bueno, no todo es atardecer en la vida. Menos mal que la segunda parte del viaje consistía en ir a Rio de Janeiro, con lo que todo el mal rollo desaparece (hasta que la que desapareció fue mi maleta). Esta vez nos reservaron un hotel en Ipanema, que si bien no es tan espectacular como Copacabana, es mucho más relajada y hace un vivir más tranquilo. Como demostración de que estamos en crisis, en vez de ir a los restaurantes que ya os recomendé en otra ocasión, mi colega José, que era el jefe del grupo, decidió que íbamos a ir a restaurantes al kilo. Yessir, restaurantes que te cobran según pese la comida que has cogido en el buffet. Y en honor a la verdad, tengo que recomendaros el "Frontera", sin duda el mejor de Ipanema:





Es agradable y la comida, a pesar de las reticencias que corroían mi mente al entrar, es excelente. En el buffet hay de todo. Llenas tu bandeja y vas a que te la pesen, sin importar lo que haya dentro. Encima, no es muy caro. Sale a unos 45 reales el kilo (20 euracos), pero con medio kilo sales ya a reventar (por lo menos, vuestro bloguero predilecto)




Para reservar mesa, no tenéis que ser muy "salaos":




Es broma. Mi portugés alcanza para entender que "no salao" quiere decir "en el salón". O sea, que bien, que el Frontera se lleva una buena nota para su categoría. Sobre todo si no queréis gastar mucho en alimentar vuestros vacíos estómagos.

Para despedirme, y mientras espero a mi maleta, os voy a dejar con un problema de esos de "averigüe los diez errores, etc". Tenéis que decubrir las diferencias que hay en las dos fotografías siguientes, teniendo en cuenta que ambas están hechas en Rio de Janeiro, por lo que las similitudes saltan a la vista. Venga, ánimo, a ver si decubrís las diferencias:








Por si no lo habéis visto claro, aquí va la solución:




¿A que os he sorprendido? Sin duda la primera foto es lo que uno imagina de Rio y de Copacabana ¿a que sí?, pero no os esperábais la segunda. Pues sí, está tomada en el Monasterio de San Bento, en el centro histórico de Rio. Aparte los tres personajes que aparecen en la foto (son de carne y hueso), la decoración de la iglesia es una de las más barrocas que he visto en mi vida. Si vais, no os lo perdáis. No os garantizo que los tres seminaristas estén todavía allí, pero, a lo mejor hay otras sorpresas.

Venga un besote. Y mi maleta sin aparecer.