mardi 13 décembre 2011

Inland Empire


Hallábame yo el pasado sábado, queridos amigos (Uy, la primera vez me había equivocado y había escrito "amagos". Ustedes me perdonéis, mis amigos, vosotros no sois amagos, fué un involuntario desliz de mi dedito), decía que el pasado sábado paseaba yo por la Rue Neuve tratando de abrirme paso entre una espesa muchedumbre. Acababa de salir de la Academia St Josse, de mi sesión matutina de acuarelaje y hacía solecito, así es que me lancé a la calle con firmeza y decisión, tratando de sortear compradores, paseantes, falsos sioux tocando la quena, cochecitos de bebé, raperos, guardias, mendigos, adolescentes gritones y toda esa fauna urbana que llena la Rue Neuve un sábado.

Cuando ya no pude más, me refugié en la FNAC. Siempre se encuentran cosas interesantes ahí; ya libros, ya música, ya vídeos (o sea, DVD's, caray, que eso de los vídeos ya es más antigualla que los zootropos). Y ¡zas!, mientras hurgaba en los DVD's rebajados me encontré de manos a boca con "Inland Empire" de David Lynch. Por diez euritos. Mi espíritu lynchino saltó al verlo y me lo apropié acto seguido (tras pagar, oigan, tras pagar los diez euros). Me lo llevé a casa con unción, me serví una copaza de Ramée rubia (otro día, otro día os hablaré de esa fantástica cervezota), unté unas galletitas con bolitas rojas de falso caviar de salmón, me senté en el sofá, y me dispuse a disfrutar de la única peli de Lynch que no había visto.

Soy consciente de que la película ha tenido malas críticas y muy buenas críticas. En general, las primeras suelen venir de los anti-Lynch de toda la vida y las segundas, de los Lyncho-talibanes que se tragan todo lo que cuenta el maestro sin pestañear.



Para empezar a mojarme, os diré que es uno de los films más Lynch de todos los que he visto (en fin, supongo que conocéis "Eraserhead". Ese tampoco era triste). He leído post-peli un montón de críticas de uno y otro lado y no he encontrado ninguna que dé con la llave del film que es, sin duda mucho más confuso que "Lost Highway" y "Mulholland Drive", filmes que resultan cuentos infantiles al lado de éste. Lynch añadió leña al fuego (qué pícaro) diciendo que la película no tenía argumento, que la iba filmando según le venía, etc. Creo que no, que sí tiene argumento. Lo que pasa es que la peli se desarrolla en tres planos paralelos: la supuesta realidad (Laura Dern filmando una película), lo que pasa dentro de esa película, y un plano totalmente onírico, que puede ser lo que Laura sueña. Los tres se entrecruzan, se lían, nunca sabes si estás en uno o en otro. Acabas majareta.

Me gustó, claro, es de Lynch, pero acabé pensando que tres horas son demasiadas horas para tenerte hecho un lío. Creo que se ha pasado un pelo. Tal vez sea porque la ví en casa, no en una pantalla comm'il faut, tuve que levantarme un par de veces a por más cerveza y a desaguarla convenientemente, etc. Esas pausas se pagan. Sin embargo, ahora, rememorándola, considero que es muy buena. Tal vez no la mejor de don David (para mí, Mulholland Drive), pero muuuy buena.

Bueno, amiguetes, espero comentarios, contradicciones, incluso improperios de vuestra parte. Permanezco a la escucha. Y mientras, ahí va un video que he encontrado. Besotes



dimanche 27 novembre 2011

"Edipo" de George Enescu y la fura dels baus



Estoy seguro -o, por lo menos, me malicio- que estáis todos ustedes, queridos amiguetes pensando que soy un vago de siete millas, a la par que un frívolo "nonchalant" que sólo le preocupan cosas ligeras como parquecillos, periquitos, restaurantes, viajes para acá y para allá, etc. Vayamos por partes: lo primero es cierto, soy más vago que los discursos de ciertos líderes (que no voy a nombrar, que luego todo se sabe), pero, como dijo Chesterton, la vagancia es lo único que nos queda del paraíso y yo me adhiero. En cuanto a lo segundo, mi respuesta es ¡nnnoooo, nnnooo, falso! que también vuestro bloguero del alma asiste a eventos culturales que elevan el espíritu, educan a las masas (y además, abren el apetito, pardiez).

Y para demostrarlo, os contaré, si me lo permitís ¡oh, amables lectores!, que estuve el 28 de Octubre pasado en el estreno mundial del montaje que se ha marcado "la fura dels baus" de la ópera de George Enescu "Edipo" en el Teatro de la Moneda de Bruselas (incidentalmente diré que lo de "la Moneda" no le pega nada al teatro, porque para comprar una entrada te tienes que gastar buenos billetes, buenos, nada de monedas).

El teatro bullía de simpáticas y nobles gentes, ansiosas de contemplar las desventuras de Edipo, cosa que en estos tiempos de crisis es como muy prestosa. "¡Oh, qué pena!, pobre, qué mal lo pasó, ufff, todavía hay gente que lo pasa peor que nosotros, etc, etc"


George Enescu, como todos sabéis (venga, decid que sí) es un compositor rumano recriado en París. Antes había estudiado en Viena y ya era conocido antes de establecerse en Francia, pero nada, es igual, los franceses se lo apropiaron e, incluso, le cambiaron el apellido a "Enesco" (Enesco, Enesco, a no confundir con la Unesco).

El montaje de "la fura" es espectacular, impresionante, aunque no le gustara a algunos chauvinistas franceses, como al crítico de "Le Monde", que tituló su crítica "un Edipo masacrado sin complejos por la fura dels baus". Podéis ver su crítica pinchando aquí. Quiero decir, no es el artículo original del "Monde" que, encima, tiene el morro de cobrar si quieres leerlo; es una copia que han publicado en Argentina los amigos del teatro Colón de Buenos Aires.

Afortunadamente, el crítico en cuestión, que sin duda padecía de acidez de estómago esa tarde, se ha quedado solo. Le Figaro, die Welt, Altamusica, entre otros, dijeron que no estaba mal, carallo, que no estaba mal.

Y como no hay nada como la crítica subjetiva, os diré que a mí me gustó mucho y que me lo pasé como un gato con un menudo. Tal vez se pueda decir que "la fura" privilegia el espectáculo grandioso en detrimento del significado, pero resulta espectacular. Que la esfinge esté representada por un avión de bombardeo de la segunda guerra mundial, aparte de impresionante, tiene sentido por el miedo que inspiran ambos:




Cuando Edipo descifra el enigma que le pone la esfinge: "¿qué es más importante que el destino?" respondiendo "la voluntad del hombre", la esfinge muere y Tebas se salva:



Claro, que luego eso trajo todos los malos rollos que trajo, como que el bueno de Edipo, sin saber que era su madre, se acostara con Yocasta. En fin, no os voy a contar la tragedia, que ya todos os la sabéis. Sí, decir que cuando a Edipo, ya ciego y acompañado sólo por su hija Antígona (eso es una hija, qué leñe) lo viene a buscar Creonte acompañado por una panda de tebanos, estos, vestidos con buzos blancos, quedaban algo kitsch. Fué la escena que menos me gustó del montaje:




También decir que la orquesta no era una maravilla, hizo una faena de aliño. Otra anécdota, ésta totalmente belga: En la parte superior del escenario había dos pantallas que iban escribiendo el texto: una en francés y la otra en flamenco. Durante la primera parte de la obra, la pantalla en francés estaba a la derecha y la flamenca a la izquierda. En la segunda parte cambiaron la posición de las pantallas. Que nadie se sintiera relegado, no.

En fin, haciendo alarde de mis habilidades de filmador secreto, grabé algunas escenas. Ahí os van:



Y al salir, ¡Oh queridos amigos!, que menos que ir a pegarse un piscolabis en el restaurante de la gente guapa de Bruselas, los BCBG ("Bon Chic Bonnes Gens", aunque algunos maliciosos lo interpreten como "Beaux Culs Belles Gueules"): El "Belga Queen", que está al ladito mismo de La Monnaie, en la rue du fossé aux loups:




Espectacular restaurante, lleno de gente guapa, incluidos los camareros y camareras, donde no es que se coma especialmente bien, pero los ojos se llevan una buena ración de vista.




Si os animáis a ir por allí, diréos que las ostras son buenas y que tiene una cava donde se puede fumar si sois de esa especie de tragahumos. A visitar de forma obligatoria los baños, aunque no os opriman los deseos de aliviar vuestros riñones. Son espectaculares:




Yessir, sus paredes son transparentes. Curioso, ¿eh?

Bueno, un abrazote a todos y hasta la próxima, amigos.

dimanche 13 novembre 2011

El Jardín Jean-Félix Hap, el rincón más secreto de Bruselas

UN RINCON SECRETO EN PLENO CENTRO DE BRUSELAS-EL INCREIBLE TRAZADO DE LA CHAUSÉE DE WAVRE-LOS PERIQUITOS SALVAJES-UN VINO Y UNAS "FRITES".




Este fin de semana, queridos amigotes, han coincidido varias circunstancias que han dejado una indeleble huella en el espíritu (y el cuerpo, pardiez) de vuestro bloguero que os quiere con un intenso amor fraternal. En primer lugar, dejadme deciros que el 11.11.11 ha pasado sin mayor pena ni gloria. Ningún cometa, asteroide, godzilla, diablo alado, 666, u otro agente del averno ha perturbado la marcha regular del planeta (por el momento, que ya veremos, ya veremos). Además, aquí, era festivo el día 11, porque los belgas siguen celebrando el armisticio... ¡de 1918!. Anda que... con la de mierda que trajo después...pero, vale. En tercer lugar, ha hecho un tiempo increíble: 18ºC y sol en Bruselas en pleno mes de Noviembre y, para acabar, el dia antes, mi simpático dentista me dejó la encía hecha unos zorros. Eso sí, para que no tuviera que articular palabra mientras me cercenaba media encía, me avisó que la música que había puesto era "Julio Cesar" de Jorge Federico Händel. Así no tenía que preocuparme nada más que de gritar. Muy amable mi dentista.

A la vista de todo eso, ayer, me lancé por tercera vez en la historia a tratar de descubrir el famoso jardín Jean-Félix Hap, el rincón público más privado que existir pueda. Siempre supe que estaba en la Chaussée de Wavre 508, pero, lo que no pude encontrar antes de esta vez es eso, el 508. Y ¿cómo? me diréis... basta seguir la numeración, Sorokin, ¿o no sabes contar?. Pardiez, no. La tal Chaussée de Wavre es un laberinto como sólo se le puede ocurrir a un belga:





Desde la place Jourdan, parte en dos direcciones diferentes, pero los tramos correspondientes se llaman otra cosa en sus inicios, o sea que te despistan a mas no poder. Hay una parte peatonal, que he llamado "1" en la foto de Google. Otra parte "2", a la izquierda de la foto a la que se llega por otra calle que no se llama así y, por fin, la parte "3", a la derecha, que es donde está el número 508. Pues vale, ya lo sabéis.

El jardín está medio oculto por una puerta con un aspecto totalmente normal, que no desvela lo que hay dentro:




Y dentro, el rincón mágico, la calma, el reposo, a pocos cientos de metros de las instituciones europeas. Nadie lo creería. Y por eso sigue siendo un sitio secreto. Público, pero secreto, disfrutado solo por los persistentes cabezotas que no nos hemos dejado despistar por el truco de la Chaussée de Wavre:



















El jardín ha pertenecido a la familia Hap desde el siglo XIX. Gentes con dinero, políticos, alcaldes y demás. Naturalmente, el jardín no estaba solo, no, vaya tontuna. Era el jardín del palacio de estas buenas gentes. Palacio que ha pasado por distintas vicisitudes, hasta que al final de siglo (el XIX, claro) se edificó la casa que -rota, decrépita e inhabitada- todavía existe:








En 1954, Jean-Félix Hap, cedió el jardín a la comuna de Eterbeek (a ver, taruguillos, que ya os he explicado en otras ocasiones que Bruselas es un conjunto de 19 comunas, a ver si nos leemos lo que os cuento, que si no, para qué me esfuerzo como un maldito. Eterbeek es la comuna de toda esta zona). Al principio, sólo podían ir ancianitos y gente así, pero en 1988, el último Hap cedió el jardín sin más condiciones. Vamos, tanto, que hasta los de Albacete pueden ir sin que nadie les diga ná.

El jardín, ya lo veis por las fotos, es precioso y tranquilo. Hay árboles centenarios, pajarillos, flores y bichejos de todo tipo. No sé si sabíais que en Bruselas hay unas bandadas de periquitos salvajes que van buscando los árboles más frondosos durante el día. A la caída de la tarde es un espectáculo ver todas las bandadas volando en medio de gritos agudos, "shreeeiik, shreeeiik" buscando sus árboles nocturnos. Parece que su origen fueron algunos periquitos domésticos que se escaparon de sus jaulas hace años. Tal vez, pero el hecho es que sorprende ver estos pájaros tropicales adaptados al clima de por aquí.




No tenía a mano más que la Canon 90, no la reflex, así que la foto no es muy brillante, pero como testimonio, vale (y no os atreváis a decir que no, que no pongo más)

Para terminar la tarde encontré cerca de Place Jourdan una tienda de vino donde tienen "Finca Sobreño" de Toro:





Me compré dos botellas, pero lamentablemente, tengo que deciros, amigotes, que este no es mi Sobreño, el Sobreño que me arrullaba, me endulzaba, me camelaba, el que tenía 9 puntos en la guía Parker. Pues no, este, de 2007, está a varias millas por debajo de sus ancestros de 2003 y 2005. Es lamentable que se te caigan los mitos así, carallo.

Tras eso, sólo me queda mostraros la cola que había para comprar "frites" en Antoine, un poco más allá, en la Place Jourdan:




Un servidor pasó, porque me dan mucha acidez, aunque Antoine sea la "friterie" más famosa de Bruselas. Debe ser la grasa de buey con la que las frien. En fin, yo es que donde esté mi aceitico de oliva...

Un besote, amiguetes. Nos vemos otro día

mardi 1 novembre 2011

Endivias caramelizadas (chicons caramelisés) para la noche de difuntos


Como todos ustedes sabéis, queridos amigotes (ya no hago diferencias, todos sois mis amigotes), en la noche de difuntos, los muertos salen de sus tumbas, reagrupan sus cenizas -si alguien las ha dispersado sobre el azul Mediterráneo o el sombrío Mar del Norte, por ejemplo-, vuelven a tomar forma humana y se mezclan con el resto de la gente aunque algunos ni se enteren. Pero es así, y si no me creeis, leeros los "Cuentos de la Alhambra" de Washinghton Irving.

Eso fue ayer, la noche del 31 de Octubre. Yo, la pasé con el mismísimo Washington Irving, Baudelaire, Victor Hugo y Cayo Tulio Cicerón. Charlábamos animadamente alrededor de unos vasos de vodka Stolitchnaya (Vodka "de la capital", que eso quiere decir stolitchnaya) bien fríos, please. Hablábamos de ustedes vosotros, mis amigos, entre otras cosas. Nos hicimos lenguas de qué maravilla de recetas contaban en sus blogs mis amigos gastrónomos. Les conté que había hecho una receta del maestro Apicius y cómo me maravillaban las recetas de Viena y del Oteador aunque fuera incapaz de ponerme a realizarlas.

Hugo y Baudelaire, que habían vivido en Bruselas -como exilados- allá por los tiempos de Louis-Philippe, me dijeron: Sorokin, eres un capullo. Sabemos que eres un cocinilla, pues cuenta algo de lo tuyo, algo belga, que al fin y al cabo eres medio belga, connard. Y yo me dije, ¡tate! si lo dicen mis amigos difuntos, ¿por qué no?. Así es que, me he puesto las pilas y he hecho una recetilla medio belga, medio Sorokin. Voilà. Ahí os va, amiguetes:

He hecho unas endivias caramelizadas con Kassler. Las endivias, en Bélgica se llaman "chicons". Por eso, cuando se inauguró el TGV (Thalys) entre Paris y Bruselas, la propaganda rezaba: "De endivia a chicon en hora y media".

Provéanse, mis queridos lectores de unas seis endivias de lo más fino posible. Córtenles el rabito del fondo (o sea el tallo, no me seais mal pensados), porque es lo más amargo:




Provéanse asímismo de unas rodajas de Kassler cortadas finamente. Ya sé que, a lo mejor en vuestros paises no son fáciles de conseguir. En Madrid, yo sé que sí. Hay que ir a la Mantequería Alemana en la calle Padilla. En el resto del mundo (¿hay otro mundo?) allá vosotros ustedes.





Bueno, venga, vamos a lo que vamos. En una cacerola, pongan ¡Oh ilustres amigos! unas pellas de mantequilla, derrítanla a fuego muuuuy suave e introduzcan las endivias-chicons en la cacerola. Añadan el jugo de medio limón, azúcar glas, sal, pimienta, una cucharada de agua y ¡hale! a fuego lento, como decía María Dolores Pradera, hasta que estén blanditas:



Cuando ustedes vostros os percatéis que ya están hechas, sacadlas, please y depositadlas con mucho amor en un platito al margen:






Acto seguido, con decisión, sin que os tiemble el pulso aunque vuestro corazón lata violentamente presa de la emoción del momento, como me pasó a mí, introducid las Kassler en la mismísima cacerola. ¡Pero ojo, sólo un momento, para que se calienten y se empapen del juguito!

Ya sé, ya sé, es emocionante, porque si las dejas mucho tiempo, la jorobas




Y ya, las sacáis, las ponéis en un plato junto con las endivias, como se ve en la foto de cabecera, y a papear.

Un servidor, las acompañó con un Brunello di Montalcino del 2006:



Uno de los vinos más famosos de Italia. No es barato, pero por una vez, vale. Es bueno, aunque a mí, en vinos italianos, me gusta mas el Amarone de la Valpolicella.

Pues ya véis, colegas, ya sabéis qué se come en casa de Sorokin el día de todos los santos. Ni pellas, ni gachas dulces, ni esqueletitos de caramelo y mazapán: Chicons caramelisés.

Un besote

jeudi 27 octobre 2011

Lo último de Michel Houellebecq (y una última nota sobre Córcega)


Hola, queridos amigos, amiguetes, amigotes, ilusionados (o decepcionados) lectores, gente que pasábais por aquí y cualquiera otra tribu urbana que ha tenido la fortuna de caer en este blog. Allá vosotros ustedes si queréis seguir leyendo: "À vos risques et périls" (*), como cuentan que le dijo Sarko a la Bruni cuando ésta le comunicó que esperaban un enfant.

(*) Vosotros corréis el riesgo (NDT)

He pensado que aunque me quedan cosas que contaros de Córcega, voy a parar aquí. Tal vez siga una de estas décadas, pero por el momento "iam faetem" (ya huele), como dice la Biblia en la cosa esa de la resurreción de Lázaro (lo cual no le impidió al Mesías resucitar al tal Lázaro. Como decía aquel predicador: "Y Lázaro se levantó y andó.. ¡ANDUVO, jodido, ANDUVO!, clamaba el público... Bueno, dijo el cura: anduvo jodido unos días, pero luego ANDÓ la mar de bien")

Vale de chistes malos, Sorokin, que te estás desprestigiando delante de tu fiel público. En fin, sólo contaros que iba a hacer una entrada sobre la Córcega playera y marítima, pero me retengo. Solo deciros que vuestro bloguero favorito sufrió un violento ataque de las avispas asesinas en la playa salvaje de Lotu. Playa a la que solo se llega por mar, totalmente desierta salvo por los cuatro turistas y las avispas:



Los infernales insectos la tomaron conmigo. No sé si por la colonia con olor a hoja de tomate, o por el traje de baño adornado con motivos florales. En fin, de ahora en adelante, he condenado ese traje de baño al ostracismo. He dicho.

Y bien, voy al tema: el último libro de Michel Houellebecq: "La carte et le territoire" (el mapa y el territorio, que hay que treducíroslo todo, taruguillos). No creo que se me pueda acusar de ser un adicto a Houellebecq, como ya os conté en otro post de hace un par de años. Verdaderamente, "La possibilité d'une île" era como para tirase por el balcón. En fin, os refiero a mi post de 2009. Después leí "Les particules elementaires" y me quedé con la misma sensación de depresión. La verdad, es que no tiene buena pinta el monsieur Michel: se le ve algo cansado:



Pero "La carte et le territoire" me ha gustado. Y, sorprendentemente, no es deprimente (un poco "gore" sí, faltaría más). No os voy a contar el argumento, porque hay algunas sorpresas interesantes en su desarrollo. El libro tiene dos partes bien diferenciadas. La primera cuenta la vida y milagros de un artista fotógrafo y pintor. Está salpimentada de publicidad encubierta (a Houellebecq no le duele hablar con pelos y señales del supermercado de su calle -con su nombre-, de una marca de coches con todo y descripciones detalladas, de técnicas fotográficas, de la guía Michelin -convertida en protagonista-, etc). El autor aparece en "mise en abîme", como si fuera un personaje secundario en la novela ( Javier Cercas, por ejemplo usa la misma técnica en "Soldados de Salamina"). Lo interesante es que se pone a parir a sí mismo: borracho, gruñón, solitario...

De la segunda parte no os voy a hablar, porque os despanzurro la novela. Básteme deciros que es altamente original en su concepción. Ello sí, siempre hay cuñas publicitarias sobre objetos, cosas, etc, pero eso es lo que confiere al libro una cierta unidad. No sé, creo que os gustará, aunque solo sea como catálogo de productos de consumo (es broma. Michel, no te enfades)

Vale. Por hoy, ya estuvo suave. Un besazo a todos.

mercredi 12 octobre 2011

Córcega (2). La alta Córcega y la Castagniccia



Bueno, queridos amigos, amiguetes, amigotes, etc (ya sabrá cada uno quién es quién y en que categoría se asienta, no me voy a meter yo en esos berenjenales, que luego el personal se pone como una hidra), os voy a contar la segunda parte de la movida corsa, porque como el tiempo ¡oh inexorable enemigo! va pasando, no quiero que se me olviden los singulares y destacados sucesos que acontecieron en la isla, y, además, no he cenado y mi estómago me vocifera: ¡apresúrate, pendejo, que se está haciendo tarde!, etc.





Hay una Córcega marina y una Córcega interior, claro, como en todas las islas (anda que, Sorokin, te mereces el Nobel de Geografía). Pues hoy, el tema es la alta Córcega, la Córcega interior. Impresionante, montañosa, semisalvaje, con sinuosas y estrechas carreteras. Si alguna vez habéis tenido la veleidad de peinaros como los futbolistas que yerguen sus enhiestos pelos como si fueran pinchos, os recomiendo conducir por las carreteras de la montaña corsa. Se os pondrán solitos totalmente puntiagudos.




Carreteras estrechas, bordeando el abismo, túneles, animalillos que aparecen de manos a boca en los recodos de la ruta:



Algunos, verdaderamente orondos:




La parte norte del centro de la isla se dedicó desde los tiempos de su pertenencia a la serenísima República de Génova al cultivo de los castaños. Por ello, es conocida como "La castagniccia". Toda la región está superpoblada de castaños:





Cuando vuestro bloguero predilecto estuvo en la zona, afortunadamente, todos esos pinchos no habían caído sobre la carretera. No quiero pensar como se pondrán las rutas cuando eso suceda.

Por cierto, es hora de que os ponga un mensaje pedante sobre la historia corsa. Es que si no, reviento. Con diversos avatares, Córcega perteneció a Roma, a Pisa, a la corona de Aragón, que delegaba en los genoveses la gestión de la isla -que siempre fue manifiestamente violenta-, a Génova, y, por fin, desde 1790, a Francia. Cosa esta última que no parece tener muy contentos a los corsos, por lo menos a ciertos corsos. No digo que sean violentos, no, tal vez un poco excitadillos:




Los agujeretes deben ser producidos por algún insecto comedor de metales, que los hay.




Cervione, la capital de la Castagniccia marítima.

Si te dejan ahí y no te dicen dónde estás, lo más probable es que pienses que estás en un pueblo de los Apeninos. Se nota el aire italiano. Observad por otro lado, mis queridos amiguetes, con que aire de secreto se hablan las dos señoras de la foto. ¿Temerán que alguien las escuche?

Un servidor (que lo es, oigan), hizo otra excursión más hacia el sur de la Castagniccia. Partiendo desde las Sorokin's Mansions (ver mapa, más arriba), se llega hasta Solenzara, en la costa, y acto seguido, sigues el curso del río que, curiosamente, también se llama Solenzara (poca imaginación, pardiez). Unos kilómetros más arriba, os recomiendo, ¡oh amigos! si vais por allá, que os detengáis en un remanso del río y os solacéis en sus aguas, llenas de náyades y ondinas (bueno, tal vez en Febrero, no).




Una vez, vuestros cuerpos y espíritus reposados, podéis seguir la ruta que va ascendiendo, ascendiendo hasta el col de Bavella donde podréis disfrutar de la sin par vista de las llamadas "agujas de Bavella"




Si sois atrevidos deportistas de riesgo, en la zona hay varios sitios donde se practica el "canyoning", el "puenting" y otros "ings". Naturalmente, Sorokin no es muy amante de ese tipo de semi-suicidios, así que, bueno, pues lo ví y a otra cosa.

Y me voy a parar, que luego me critican mis amigos diciendo que os pongo demasiada información. Además, no he cenado, ya os lo dije, y estoy dándole al teclado desde hace como una hora.

Eso sí, no me voy a ir sin poneros una foto de la cerveza típica de Córcega. Como no podía faltar, está macerada con harina de castaña, aparte de los componentes típicos de toda cerveza. Es sabrosa. Yo no bebí otra cerveza que esa en todo el tiempo que estuve por allá:



Me voy a cenar. Un besote a todos

mercredi 5 octobre 2011

Córcega (1), Rayos, truenos, salmonetes y viñedos




Hola, buenas noches, queridos amigos, contertulios, colegas y otras gentes que andáis por ahí, por esos mundos del señor (ya veremos de que señor). Ya sé que estábais todos preguntándoos: ¿donde leñes anda Sorokin, que nos tiene más o menos tranquilos, sin darnos la brasa en los últimos días?. Pues nada, aquí estoy, así es que paciencia, que vuelvo al ataque. He estado en Córcega, disfrutando de unas merecidas vacaciones, que todo no va a ser ir a trabajar a Copacabana, a Buenos Aires, o a otros sitios de ese jaez. Total, como digo, que he vuelto de Córcega (por si no lo sabéis, es una isla en el Mediterráneo, no una calle de Barcelona). Córcega me recibió a golpe de truenos y centellas, como más o menos puede verse en este pseudo-vídeo:





Luego se tranquilizó, declarando un estado de soleamiento permanente. Si vuestro bloguero predilecto se pusiera en plan "cursilerías buendioseras", como podría decir Michel Houellebecq, os diría que la divinidad protectora de la isla quiso mostrarme su lado fiero para luego abrirme su corazón lleno de amor (por favor, música de Richard Clayderman). En fin, qué diablos, si los franceses son tan cursis como para llamar a Córcega "l'Ile de beauté", no sé porqué yo, un miserable manchego, me iba a reprimir. En fin, a lo que vamos, que se me va el santo al cielo. Yo ya conocía Córcega. Estuve pegándome una sesión de recorrido a velocidad supersónica hace unos años, así que esta vez me dije, "tranquilo, Sorokin" y me lo tomé con más calma.

Pero sí, es una isla bella, y sus gentes son duras pero amables. Un poco agresivas en las formas, como se ve en esta pegatina que ponen en sus coches:



Un tanto contradictorios a veces:




Pero siempre correctos con el forastero. Ya os contaré más cosas en otro post, porque como decía el clásico, lo bueno, si breve, dos veces breve (¿o no era así?). Hoy, me voy a limitar a hablaros de ¡Oh yes!, de viiino y de viñedosssss. Una sorpresa agradable, pardiez. Los vinos corsos, los que se beben en Córcega, son extraordinarios, pero ahí se quedan: esa gente se bebe toda su producción y exportan los vinillos de chichinabo.




Si pasáis por la zona este de la isla y paráis en Aleria, no dejeis de visitar una tienda de productos corsos: Mavela. Allí nos dieron todos los consejos necesarios para distinguir un vino de un caracol, por ejemplo.




Además de vino, tiene otras cosas, como unos simpáticos salchichones de burro:




No os pasméis, rediez, que sí, que son de burro y, de verdad, saben diferente. Yo ya había probado hace años, en Italia, la carne de burro (¿será por eso que...?). En fin, que están buenos. Eso sí, lo probé, y a otra cosa. Bueno, volvamos a los vinos. Los más conocidos son los de Patrimonio, al norte, cerca de St Florent. De Patrimonio nos recomendaron dos vinos:






Y de Ajaccio, uno:



Oyessss, buenísimos. No comparables a nada. Por el color y la apariencia, semejantes al Borgoña, pero por el sabor, no. Afrutados, con sabor a violeta, a fresas y a frambuesa. No se me ocurre compararlos a ningún vino que yo conozca.

La decepción, en cambio, fué el tema peces. Vuestro seguro servidor, que es un depredador de casi todos los pescados, se quedó con casi un palmo de narices.





Como se aprecia, la última vez que aquí el amigo vendió pescado debió ser cuando Córcega era todavía italiana (y de eso hablaremos otro día, os lo prometo)

En fin, en un supermercado de la zona encontré el pez que está en sazón: el salmonete. Delicioso bicho que la divinidad (vuelven las cursilerías buendioseras) ha puesto en las aguas mediterráneas para que los que empezamos a cansarnos de doraditas de piscifactorías nos relamamos con fruición



Vale, se acabó el rollo, mis amigos. Podéis iros a dormir, que ya estuvo suave. Ya seguiré otro día.

Un besazo